martes, 14 de julio de 2009

EL ABUSO SEXUAL INFANTIL Y SUS MEDIDAS PREVENTIVAS


Los perpetradores de A.S.I. son perversos, pero en general, no se encuentra en ellos, un cuestionamiento sobre su accionar, pues el mecanismo de escisión del yo, lo impide, a su vez, éste mecanismo, no define la perversión que afecta al abusador, no obstante encontrarse presente. Freud pudo detectar la presencia de la escisión del yo, en casos de neurosis, en el fetichismo, y en la psicosis. Pero este mecanismo defensivo, puede presentarse en situaciones puntuales que no pertenecen a una patología.

Como siempre, la mejor prevención es la información. Los niños desconocen el significado del abuso sexual infantil, pues no forma parte de su mundo, ni siquiera poseen el lenguaje para nombrarlo, por este motivo, cuando un niño hace la denuncia de abuso, emplea un lenguaje muy gráfico, por carecer de las palabras que expliciten lo que le ocurre.

Es importante, incluir como parte de la educación, las recomendaciones sobre abuso, de la misma manera que se explica cómo cruzar la calle, o que no deben aceptar alimentos de extraños, etc.

El niño necesita que se le explique que existen límites sobre cómo los demás (incluidos sus padres) pueden acercarse a su cuerpo, y las circunstancias en las cuales está bien hacerlo, y aquellas en las que no. Por ejemplo, cuando el médico debe auscultarlo.

También hay que hacerle saber, que será oído y apoyado, en caso de que necesite hacer una denuncia de este tipo, y que tiene el derecho de decir no, cuando un adulto intenta que haga algo que lo violenta. Debemos dejar muy claro, que jamás es culpa del niño, una situación de abuso.

Favorecer la buena autoestima de los niños, hace que sen menos vulnerables al abuso, pues un niño que siente que vale, sabe que puede decir no. La buena comunicación con nuestros hijos, permite, tanto detectar una situación de riesgo potencial, como la denuncia de un hecho consumado, pues un niño que dialoga con su familia de forma abierta, puede transmitir datos que alerten a los padres, y en dicho caso puedan actuar de acuerdo a las circunstancias.

Los casos de abuso sexual infantil (A.S.I.), constituyen uno de los sufrimientos más desestructurantes del psiquismo del niño. A pesar de lo duro que resulte creerlo, son más frecuentes de lo que pensamos, y el 90% de las veces, el victimario es alguien del entorno socio-familiar del niño, alcanzando al 90% del total de casos de A.S.I., aquellos en los que la culpabilidad recae en que el padre. Existe un tabú colectivo frente al tema, prefiriéndose el ocultamiento del abuso, desacreditar: el testimonio de la víctima, o transferirle las culpas por destruir a la familia con sus denuncias, a los profesionales que la asisten, pero no a los perpetradores. La intervención de la Justicia Penal, presenta defasajes respecto a la actuación de los Tribunales de Familia, que detectan una problemática de A.S.I., y al trasladar a la órbita penal el caso, ésta falla en favor del imputado.

Otro problema que se presenta, es la validación del discurso de la víctima, que exige la realización de exámenes que revictimizan al niño abusado. Los expertos en A.S.I. coinciden en dos aspectos característicos de estos casos: a) la única manera de confirmar la existencia de A.S.I., es mediante el trabajo con la víctima, por medio de la validación de su relato.

Existen indicadores de A.S.I. que están presentes en las víctimas en mayor o menor grado: enuresis, encopresis, trastornos del sueño, retraimiento, moretones en los brazos, fugas del hogar, hiperkinesia, excesiva masturbación, regresiones; pero el indicador principal, es el relato del niño. b) no existe un perfil psicológico característico del abusador, aunque la escisión esté presente en casi todos ellos.

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