jueves, 10 de marzo de 2011

Se agrava la violencia sexual infantil

Un componente importante de la violencia sexual que generalmente ejercen los varones es el abuso infantil, que muchas veces se disculpa con el argumento de que los adultos “no les hicieron nada”, cuando, por ejemplo, obligaron a niños y niñas a observar pornografía.

cada vez más agresores reactivos.

“Es decir, chicos de entre 10 a 20 años que están abusando de otros menores. Alguien sobreviviente a la violencia y su reacción es volver a repetir el acto”.

Este grave problema se ha venido presentando en nuestras sociedades desde hace cien años, pero en los tiempos que corren el abuso sexual infantil va en aumento desgraciadamente no estamos preparados como sociedad “para sanar y solucionar esa problemática”, pues en lugar de tratar la causa se atiende a la consecuencia.

En el caso de la exposición de los menores a imágenes de contenido sexual, “es abuso sexual aunque dicen que no les hicieron nada a los niños, pues los están preparando para actos sexuales a una edad en la que no están preparados, lo cual resulta altamente impactante en la psique de esos menores”.

Aparte de que no se le ha dado mucha atención al tema, no se les ha dado tampoco importancia a los indicadores del resultado de sobrevivencia del abuso:

“A temprana edad, [el abuso] provoca una serie de comportamientos en los chicos [cuando llegan a la adolescencia], que son percibidos por la sociedad y sus padres como problemáticas de personalidad, como rebeldía que se manifiesta al tomar mucho, tener múltiples parejas, por ideas suicidas o con el uso de drogas”.

Estos comportamientos son etiquetados por padres, maestros y la sociedad como causales de castigo: “los acusan de un comportamiento que consideran incorrecto, cuando éste tiene qué ver con la sobrevivencia de abuso sexual. No han podido expresarlo y lo manifiestan de formas diversas, peligrosas para ellos, porque la planeación e intento suicida son muy altos en ciertos ámbitos de la sociedad”.
De acuerdo a estudios de tipo mundial, se plantea trabajar en la primera o segunda adolescencia, es decir, de los 12 a los 18 años, que es la etapa de vida del ser humano privilegiada para intervenir con el propósito de reparar o modificar el comportamiento.

Por eso, “es una responsabilidad del Estado y de la sociedad la prevención primaria”,