sábado, 13 de febrero de 2016

PEDERASTIA CLERICAL EN MÉXICO: EL MAPA DE LA IMPUNIDAD




Ciudad de México, 12 de febrero (SinEmbargo).– Después de casi nueve años de su denuncia ante el Ministerio Público, Jesús Romero Colín, un joven de 33 años que fue violado cuando tenía 11 por un sacerdote católico, aún espera una orden de aprehensión para su presunto agresor y que el expediente se integre sin defectos.
En su caso existe una recomendación de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) a la Procuraduría General de Justicia capitalina por dilación del Ministerio Público en la integración del expediente, emitida en 2015, una carta del Papa Francisco, un expediente secreto del Tribunal Eclesiástico que determina la culpabilidad de Carlos López Valdés para retirarlo de su ministerio, que la Iglesia se niega a entregar, y hasta un documental que exhibe al presunto culpable.
Jesús Romero sigue libre, perfectamente ubicado en una casa de Cuernavaca, Morelos, sin ser llamado a cuentas por estos hechos que ocurrieron entre 1994 y 1999 en  la Parroquia de San Agustín de las Cuevas, en Tlalpan, Ciudad de México.
Y, a pesar de la recomendación de CDHDF, la Procuraduría capitalina ha argumentado la pérdida de evidencia: un disco con fotografías explícitas del ex sacerdote presuntamente abusando de distintos niños que, como Jesús Romero, fueron monaguillos en la parroquia donde oficiaba las misas de “niños” que se celebran a las 10:00 horas los domingos en todas las iglesias.
 “Si este sacerdote estuviera en la cárcel desde hace ocho años. Ya anduviera saliendo yo creo, pero llevamos ocho años y ni siquiera llegamos al litigio, estamos en la integración. Ocho años, esto habla de intereses y amistades”, dice Jesús en una entrevista con SinEmbargo.
Su historia, asegura, es paradigmática, pues da cuenta del proceso que sigue una víctima de pederastia clerical en México. Las negligencias, los trámites engorrosos, repetitivos, la pérdida de evidencia, la manipulación de información y el intento de la Iglesia Católica por callar a las víctimas para evitar el escándalo.
Como Jesús Romero, existen según el ex sacerdote Alberto Athié Gallo, unos 500 niños que fueron violados por curas en el país durante los últimos 40 años. Todos impunes.
Según las cifras de la Red de Sobrevivientes de Abusos Sexuales del Clero (SNAP) México, actualmente hay unos 200 casos vigentes.
EL NIÑO QUE QUERÍA SER SACERDOTE 
Jesús Romero estaba en sexto grado de primaria cuando su mamá lo llevó a la Parroquia de San Agustín de las Cuevas para que iniciara su preparación como acólito. No pasaron los tres meses, cuando el niño empezó a soñar con ser sacerdote. El entonces cura Carlos López se acercó a su familia con el pretexto de conducirlo en su vida espiritual.
Primero le pidió permiso a la madre para llevarlo con él a Cuernavaca con el pretexto de enseñarlo a nadar. La mujer accedió. Era el párroco, pero además, amigo de la familia.
En Cuernavaca lo obligó a dormir con él en la misma cama, pero desnudo, porque era antihigiénico acostarse vestido. Ya en la madrugada el niño despertó asustado: el sacerdote le tocaba sus genitales, pero el pequeño, confundido, quiso creer que el cura estaba dormido y no sabía lo que hacía.
Al día siguiente sólo hubo silencio y el regreso a la Ciudad de México. Ese fue sólo el inicio de una larga cadena de abusos sexuales, violaciones, corrupción y pederastia. Jesús Romero fue víctima de varios delitos.
Una semana después del regreso del viaje a Cuernavaca, Carlos López visitó de nuevo a la madre de Jesús. La familia compuesta por el padre, la madre y seis hijos era de escasos recursos. El sacerdote propuso llevarse con él al niño a vivir a la casa cural, para pulir su deseo de ser cura, con la oferta de que se encargaría de los gastos que se generaran de los estudios del muchacho.
La madre aceptó y el niño se mudó a sus 11 años  a la casa de Carlos López, en donde vivían otros muchachos con él. Uno de ellos desde los seis años.
“Empezaron los abusos: primero toqueteos, luego sexo oral y luego penetración, fue paulatino. Es complicado porque sientes que tienes que aguantar como esa misión que te tocaba. Es parte de lo que te enseña la religión católica ‘aguanta el sufrimiento, luego viene el cielo’. Me daba mucho miedo, no había palabras, todo ocurría en silencio en las noches y en el día era sacerdote y era casi mi papá”, dice.
Unos meses después del inicio de las violaciones, el niño lo cuestionó. La respuesta fue que “lo quería mucho”. Por eso lo ultrajaba.
“Le dije: ‘Esto está mal, ¿por qué pasa esto?’, me contestó: ‘Yo te quiero mucho y las personas que se quieren mucho, así se demuestran su cariño’. Yo estaba muy ignorante en eso, mis papás nunca me habían hablado de sexualidad”, cuenta.
Los abusos cesaron cuando Jesús tenía 16 años y se convirtió en un adolescente con problemas de drogas y alcohol.
“A los 16 años se cortan los abusos. Yo tengo mi habitación y no pasa nada. Yo lejos de defenderme le reclamaba, era agresivo cuando veo que abusa de más niños. Llegué a empujones, casi golpes. Yo era un problema ya para él”, narra.
Jesús siguió viviendo en la casa. Testigo de los abusos a otros menores. Descubrió pornografía infantil en la computadora del cura: fotos de sexo explícito con él cuando era niño y con otros niños.
Había de todo, relató: penetración de él a los niños y de los adolescentes a él. Sexo oral y toda serie de vejaciones. El sacerdote los hacía posar con ropa interior y compartía las fotos por correspondencia con otros hombres.
Jesús descubrió incluso una carta: “Te mando esta tanga para que se la pongas a chuchín”, le decía un remitente desconocido.
Aunque los abusos a otros menores siguieron, Jesús salió de esa casa y continuó con su vida. Fue hasta 2007 cuando denunció.
“Había un niño que yo conocía y que le empezó hacer lo mismo. Me dolió mucho, no quise que terminara como yo”, dice.
Pero con la denuncia no llegó la justicia. La Arquidiócesis  se dio por enterada e inició una investigación interna en el Tribunal Eclesiástico Interdiocesano de México que concluyó con la dimisión del ministerio de Carlos López, el 8 de enero de 2011.
Antes de retirarlo del sacerdocio, la Iglesia Católica supo de las prácticas del ex sacerdote.
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Cartas recibidas por Jesús Romero. Fotos: Francisco Cañedo, SinEmbargo
Cartas recibidas por Jesús Romero. Fotos: Francisco Cañedo, SinEmbargo
El 13 de septiembre de 2007, el Obispo Auxiliar Jonas Guerrero envió una carta de “extrañamiento” al cura pidiéndole por cuarta ocasión que acudiera a “Casa Damasco”, para recibir atención psiquiátrica, no para evitar más víctimas, sino para evitar el escándalo.
“El día 03 de abril [2007] se te entregó la amonestación canónica para que ‘cambies de conducta y evitar el escándalo’ y volví a recomendarte que te presentaras con Mons. Marcelino Hernández para tu atención médica. Cada vez más preocupado por tu salud integral [física, psicológica, moral y espiritual], y dado el descuido e irregularidad como has asumido tu proceso de atención a tu persona y a tu ministerio, me veo en la necesidad de proceder a suspenderte las licencias ministeriales [cc.1333-1338ad cautelam hasta que este proceso administrativo haya concluido”, dice la misiva.
Jesús Romero y su abogado piden que la Iglesia entregue el expediente de la investigación interna al Ministerio Público y que éste, se lo exija legalmente.
EL TRÁFICO DE PEDERASTAS
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Joaquín Aguilar Méndez, director de la Red de Sobrevivientes de Abuso de Sacerdotes ( SNAP, por sus siglas en inglés) México y víctima de abuso sexual del ex sacerdote Nicolás Aguilar Rivera, indica que alrededor del mundo hay 30 mil personas afiliadas a la organización y que en México actualmente se atienden 200 casos de pederastia, de los cuales 80 por ciento son niños.
De 2006 a la fecha, Aguilar Méndez ha recibido unas 500 denuncias, de las cuales 98 por ciento son casos que jurídicamente ya prescribieron, debido a que a las víctimas de pederastia les es difícil hablar de los abusos.
La mayor parte de los abusos se cometen a niños de entre 9 y 12 años de edad. Nicolás Aguilar, por ejemplo, es señalado de violar entre 90 y 120 niños de entre cinco y 13 años en México y Los Angeles, Estados Unidos.
“Estos casos son muy graves, porque te matan el alma, porque nos enseñan desde pequeños que Dios habla a través del sacerdote. Cuando un sacerdote abusa de ti, significa que Dios está abusando de ti. Así lo ve un niño, cuesta trabajo salir de esto, porque te destruye en moral y principios”, dice.
En el caso de Joaquín, quien acusa de violación a Nicolás Aguilar, cuando tenía 13 años, mientras se celebraba una misa, ha tenido que permanecer en terapia psicológica desde entonces.
Nicolás Aguilar se hizo amigo de la familia, frecuentó al entonces niño desde que tenía 9 años, para abusar de él cuatro años después, cuenta Joaquín.
La violación fue posible gracias a lo que el director de SNAP llama “tráfico de pederastas”,  es decir, el cambio de una diócesis a otra que efectúa la Iglesia Católica cuando se entera de que hay un sacerdote pederasta.
Sin embargo, a pesar de que en 2009 SNAP dio a conocer una lista de 16 curas pedófilos en activo en México, de 65 acusados a nivel mundial, obtenida del Directorio Eclesiástico de la República Mexicana 2009, en la actualidad es imposible localizados debido a que se cambian el nombre y los apellidos.
“De pronto cuando los volvemos a buscar no están. Se cambian los nombres, hacen combinaciones y siguen abusando de niños”, indica.
En cuanto al perfil del abusador sexual explica Joaquín, son personas seductoras y agradables, que eligen a niños con problemas familiares, en muchos casos con una ausencia de figura paterna.
“Los papás deben estar atentos, nunca dejar solos a sus hijos y creerles, porque muchas de las víctimas indican que sus padres nos les creyeron cuando les contaron lo que sucedía”, dice.
En el caso de Joaquín, sus padres reaccionaron inmediatamente y acudieron ante el agente del Ministerio Público a denunciar. Sin embargo, en el proceso hubo desde ofrecimiento de dinero de parte de las autoridades para desistir de la denuncia en contra de Nicolás Aguilar, hasta la defensa encarnizada que hizo la Iglesia Católica del cura.
De acuerdo con un análisis de organizaciones mexicanas para el Comité de los Derechos del Niño de la Organización de la Nacionales Unidas (ONU), Nicolás Aguilar habría abusado de niños en Los Ángeles California, Estados Unidos, en Puebla y en el  Estado de México sistemáticamente a los largo de sus 30 años como sacerdote, encubierto por  la Iglesia.
En 1997, de acuerdo con el informe firmado por varios organismos de la sociedad civil mexicana, salieron a la luz pública las denuncias de 60 niños abusados de Sierra Negra, Puebla, extremadamente pobres.
“Consta en actas que las víctimas del P. Aguilar que provienen de Sierra negra son extremadamente pobres. Las madres de los pequeños no saben ni leer ni escribir y estaban establecidas junto a sus familias en colonias marginadas de la zona”, cita el documento.
Efrén Alva Cortez, Felipe Vadallares Rivera y decenas más acusan de abuso a Nicolás Aguilar, de acuerdo con el análisis. Aunque se denunció, finalmente no se ejerció ninguna acción penal en contra del cura.
“El proceso de los Niños de Sierra duró un total de cuatro años y reposa en archivos bajo el número 6/1998. El párroco fue sentenciado a un año de prisión por ‘ataques al pudor’. Sin embargo el cura nunca fue encarcelado, ya que mantuvo su libertad bajo fianza. En el año 2001 la justicia le concedió un amparo para dejar sin efecto dicha condena”, indica el informe.
El informe sigue: “Estas denuncias infructuosas muestran claramente la predisposición de las autoridades mexicanas y del Poder Judicial, de proteger a los curas pederastas en lugar de a las víctimas”.
Nicolás Aguilar pudo burlar a las justicia porque en México lo encubrió en ese entonces el obispo de Tehuacán, Norberto  Rivera Carrera y en Estados Unidos, el cardenal Roger Mahony, denuncia.
“En tan sólo nueve meses abusó de 26 niños. De regreso a México, el padre Nicolás abusó sexualmente de 60 niños más, residentes de distintas comunidades de Puebla”, dice el informe.
En contra de Norberto Rivera existen denuncias por encubrimiento, como la de Valentina Mendoza, madre de tres hijos, presuntas víctimas de Aguilar en Los Ángeles, California.
En Estados Unidos, el 18 de junio de 2009, Joaquín González Rodríguez, de 32 años interpuso una demanda en contra de Nicolás Aguilar por abuso sexual en 1987.
La justicia estadounidense le permitió utilizar el seudónimo de John Doe “quien aún se encuentra sufriendo de gran dolor mental y físico, shock, desasosiego emocional, manifestaciones físicas de desasosiego, vergüenza, pérdida de autoestima, deshonra, humillación e incapacidad para disfrutar de la vida; se ha visto impedido de realizar con plenitud sus actividades diarias y ha incurrido y seguirá incurriendo en gastos para tratamiento médico, psicológico, terapias y asesoría”, dice el informe.
John declaró que cuando fue abusado, conocía al sacerdote desde hace seis meses y que iba a la Iglesia para estudiar el catecismo. En su demanda la víctima acusa al cardenal Roger Mahony, arzobispo de Los Ángeles, California de complicidad.
Una corte federal de Los Ángeles cerró el caso en 2012 y el abogado de John pidió al juez responsable aplazar el caso hasta 2013, pero la solicitud fue rechazada.
De acuerdo con Joaquín Aguilar, víctima de Nicolás en México, cada día hay más denuncias en contra de curas que ofician misas y después violan niños.
El 25 de abril de 2010 El Colegio de Abogados Católicos de México emitió un desmentido a la versión de Joaquín Aguilar.
“El Sr. Joaquín Aguilar Méndez, director en México de la Red de Sobrevivientes de Abusos Sexuales del Clero (SNAP por sus siglas en Inglés), demandó en octubre del 2006 al Card. Norberto Rivera Carrera ante la Corte Superior de Los Ángeles C.A. Desde entonces, no ha cesado en su campaña de odio, difamación y calumnias contra el Arzobispo de México, argumentando que éste encubrió al ex sacerdote Joaquín Aguilar, siendo que el presunto delito del que se dice víctima aconteció en 1994, cuando el entonces Obispo de Tehuacán Pue. Todavía no era Arzobispo Primado de México”, señala el organismo.
“En honor a la verdad, el Colegio de Abogados Católicos ha decidido poner en evidencia las mentiras de Joaquín Aguilar, quien no sufrió violación alguna y por lo tanto, sus afirmaciones calumniosas contra el Card. Rivera carecen de toda credibilidad”, dice el comunicado.
EL CURA PRÓFUGO DE SAN LUIS POTOSÍ
El ex sacerdote Alberto Athié Gallo denunció el caso el padre Eduardo Córdova Bautista de San Luis Potosí, implicado en al menos 100 casos de abuso sexual en esa entidad en 2014.
“Tiene 30 años con estas actividades, hay muchos papás y mamás, muy dolidos y molestos y no han visto que se haga justicia para sus hijos. Este caso se sabía en la arquidiócesis desde hace mucho tiempo y nunca hicieron nada para entregarlo a las autoridades civiles a pesar de que hay denuncias penales detenidas en los ministerios públicos”, dijo.
El sacerdote fue removido de sus cargos por órdenes de la Santa Sede que lo investigó y determinó su culpabilidad, sin embargo siguió oficiando misas en un asilo de ancianos en total libertad, burlando a la justicia mexicana, indicó.
Después, ese año, se convirtió en un prófugo de la justicia, luego de que los padres de un adolescente, acompañados por el abogado Luis Nava Calvillo, decidieron en 2014 llevar la denuncia no ante la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJEM), cuyo titular era entonces Miguel Ángel García Covarrubias, sino ante la Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia Contra las Mujeres y Trata de Personas (Fevimtra) dependiente de la Procuraduría General de la República (PGR).
En los hechos tampoco ha habido mucha diferencia, no se tiene noticia de que la averiguación previa haya sido consignada ante un juez, además la integración del expediente se ha visto afectada en su avance por cambios de funcionarios en la PGR.
La Iglesia Católica dice no saber el paradero de Eduardo Córdova, mientras que las víctimas creen que el pederasta fue encubierto por las autoridades religiosas.
EN LA CÁRCEL, PERO SIN SENTENCIA
En Oaxaca, la organización civil Foro Oaxaqueño de la Niñez,  dos sacerdotes y Alberto Athié, denunciaron hace una semana que la Iglesia protege a Gerardo Silvestre Hernández, un cura acusado de haber abusado de unos 100 niños en siete parroquias de comunidades indígenas.
Gracias a la denuncia de una de las familias, el cura está en la cárcel desde 2013, procesado por corrupción de menores, pero sin ser sentenciado.
La Iglesia realizó una investigación a través del Tribunal Eclesiástico y no encontró las pruebas suficientes para encontrarlo culpable de pederastia.
Silvestre está acusado de abusar en 2006 de un niño de nueve años en la parroquia de San Pablo Huitzo.
Alberto Athié acusa al Arzobispo de Antequera-Oaxaca, José Luis Chávez Botello, de encubrir al sacerdote. Incluso de que “alguien” le lleva niños a la cárcel para que lo acompañen a “celebrar” misas.
El cura preso está acusado por la Fiscalía de Oaxaca desde el 12 de agosto de 2013 por abusar de dos niños de la comunidad indígena de Villa Alta, Oaxaca.
Apolonio Merino, sacerdote de una de las parroquias, recibió algunas de las denuncias de los padres de niños violados presuntamente por Silvestre.
El cura inmediatamente avisó al Arzobispo, sin embargo, fue hostigado, amenazado , perseguido y finamente suspendido de su ministerio por la arquidiócesis oaxaqueña.
El padre Jorge Pérez, también fue suspendido por denunciar a Gerardo Silvestre.
“Acudió a mi una persona y un niño, a contar lo que sucedió en la parroquia donde yo estoy en la sierra de Villa Alta. Después de escucharlos para no provocar escándalo, fuimos con el Arzobispo y expusimos la situación. Le pedimos que se investigara, que enviara una comisión de sus más cercanos calibradores, las personas que fueron no fueron las más indicadas. Lejos de descubrir la verdad, amedrentaron a algunos padres de familia diciéndoles que iban a mandar a sus hijos al Consejo Tutelar”, narra.
Al sacerdote, como a Merino, también le llegó un castigo por denunciar el caso del cura Silvestre.
Narciza Mendoza, una de las madres de las víctimas escribió una carta dirigida al Papa Francisco en donde le pide justicia desde la Sierra Juárez Zapoteca:
“Espero que al recibir esta carta, se encuentre bien de salud. Paso a lo siguiente: discúlpeme que haya llegado hasta usted por medio de esta carta dándole a conocer el padre Silvestre hace más de cinco años cometió abusos contra niños zapotecas, entre ellos se encuentra mi hijo de 14 años. El cura los llevaba al curato, los emborrachaba y así abusaba de ellos. Como madre fui a quejarme a las autoridades municipales, se levantó una acta y las autoridades dijeron que ya habían avisado al Arzobispo Botella y que no le habían hecho caso”, relata.
“Cinco de nosotros le dimos seguimiento al caso. Nos fuimos a la ciudad de Oaxaca para que se nos hiciera justicia, por esto no tuvimos solución: fue encubierto. Los sacerdotes salieron a defender al padre Silvestre y decían que era mentiroso, que lo iban a meter a la correccional a mi hijo”, señala.
“Les respondí que con mi hijo no se metieran y que si Jesús dio la vida por nosotros, yo también la daría por mi hijo. El Arzobispo los castigó y los dejó sin trabajo a algunos padres que me apoyaron, no sólo es este caso. En los pueblos en los que trabajó el cura Silvestre, cometió más abusos contra más niños. Le pido justicia para los niños zapotecos y no se vuelva a repetir”, dice la misiva firmada el 5 de noviembre de 2015”, expresa.
MÁS QUE UNA CARTA DEL PAPA
El 19 de julio de 2013 el joven Jesús Romero Colín recibió una pequeña carta del entonces recién nombrado Papa Francisco:
“Sr. Jesús Romero Colín: Tengo recibida su carta. Con dolor, vergüenza, la releí y también con los mismos sentimientos la respondo. Perdón en nombre de la Iglesia, así con sencillez se lo pido. No me sale otra palabra. Rezo por Usted y por todos los que pasaron por ese martirio. Quiero estar cercano. En Usted, y en los que han sufrido lo mismo, veo la cara de Cristo ultrajada. Estoy a su lado y, por favor, le pido que rece por mí. Que Jesús lo bendiga y la Virgen Santa lo cuide. Fraternalmente, Francisco”.
La carta fue escrita de puño y letra del Papa. Jesús Romero dice que esperaba más: un acto de justicia que hiciera que la Iglesia Católica entregara el expediente interno que tiene sobre el presunto responsable.
“Esperaba que diera alguna orden, como lo hizo en España, pidió que cooperaran y hay inculpados que fueron a parar a la cárcel. Esperaba más que el perdón. Ya muchos sacerdotes me han pedido perdón. El Papa dice que en mi cara ve el rostro ultrajado de Cristo, pero yo espero hechos concretos que se ven en la integración de la averiguación del Ministerio Público. Siguen negándose a entregar todos los documentos necesarios. Ellos tienen a otros sacerdotes que dan testimonio de las conductas de Carlos López y otras víctimas”, indica.
El abogado de Jesús, Luis Ángel Salas Ramírez explica que si la Iglesia Católica cooperara en el caso, ya habría una orden de aprehensión.
“Se niega el expediente de Carlos diciendo que no existe. Pero ya declararon los obispos y aceptaron que sí existe. De ahí nosotros vamos a solicitarlo de nuevo. No sólo la Iglesia ha negado la información, el Ministerio Público ha negado aplicar medidas de apremio”, dice.
Salas Ramírez agrega que el caso de Jesús es emblemático: el MP se niega a abrir una línea de investigación a las personas al interior de la Iglesia Católica que tuvieron conocimiento de los abusos sexuales de Carlos López y, la Iglesia por su lado, busca que sólo sea juzgado el ex sacerdote, pero no el encubrimiento.
El abogado de Romero Colín explica que el caso ha estado plagado de irregularidades. Además de las detalladas por la CDHDF en su recomendación emitida en 2015, la Procuraduría extravió evidencia valiosa.
“Se solicitó un peritaje respecto a un disco fotográfico que en manos de la Procuraduría apareció roto recientemente. Una de las diligencias que solicitamos fue el análisis de metadatos, no solamente que se hiciera el peritaje respecto a la identificación humana, las personas que aparecen en las fotos, que son muy explícitas, sino también de dónde habían provenido esas fotos. Obvio cuando se rompe el disco, se pueden rescatar las fotos, pero no se puede hacer el análisis de metadatos, porque el disco original está roto. En las fotos aparece el padre Carlos con niños desnudos, hay pornografía con varios menores. Se ve explícito”, dice.
El análisis de metadatos era necesario para establecer el vínculo entre el disco y la computadora de Carlos López. Hoy esa prueba no es posible.
De acuerdo con Salas Ramírez el ex cura está ubicado. Se presentó a declarar el pasado 19 de enero ante el MP con su abogado y vive en Cuernavaca.
“Está en Cuernavaca. Esperamos que la Procuraduría ya consigne para que el juez pueda  obsequiar la orden de aprehensión”, indica.


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