La idea de que alguien pueda hacerle daño a nuestros hijos es terrorífica, tanto que llegamos a rechazar pensar en ello y hablar a los niños de esa posibilidad. Sin embargo, al mantenerlos en la total ignorancia puede que los estemos poniendo en peligro. Pero, ¿qué decirle a un niño para prevenir los abusos?
Debo deciros que yo no era apenas consciente de que el abuso sexual en la infancia sucediera más allá de algunos casos terribles que podía leer en las noticias, hasta que, en grupos de madres, algunas fueron contando que los habían padecido en su infancia y que sentían que eso estaba perjudicando su vida todavía. Eran muchas más de las que podría haber pensado. Y no venían de familias problemáticas ni los abusadores eran, aparentemente, criminales peligrosos sino familiares o figuras cercanas con vidas y comportamientos adaptados y “normales”. La mayoría de ellas tardaron años en reconocer lo que les había pasado y en casi ningún caso lo contaron cuando les sucedió. Y las que lo contaron rara vez fueron creidas. Todavía sufren por el pasado y muchas tienen secuelas emocionales: terrores, ansiedad, problemas alimentarios, disfunciones sexuales, asco al dar el pecho, merma de su autoestima o dificultades para un contacto físico cercano.
Y cuando comencé a leer y a investigar me encontre con que el abuso sexual es una lacra casi invisible pero dolorosamente real. Por eso creo que es indispensable que los padres sepamos que existe y ayudemos a que nuestros hijos no se conviertan en víctimas. Podemos prevenirlo con información adecuada.
Las cifras del abuso sexual
Las cifras son escalofriantes. Hace un tiempo os contamos que un estudio publicado por la revista The Lancet consideraba que un 30% de las niñas y un 15% de los niños sufren algún tipo de abuso sexual durante su infancia o adolescencia.
Debemos ser conscientes que los abusadores existen, y me refiero al abuso sexual. También tenemos que saber que el abuso se produce, generalmente, por parte dealguien del entorno más cercano del niño, en la familia o entre conocidos en los que sus padres confiaban.
Los abusadores puede que busquen profesiones o actividades que les permitan estar en contacto con los niños a solas y ejercer como figuras de autoridad para ellos. Lo cierto es que, en la mayoría de los casos, no vamos a poder identificarlos a primera vista; es más, cuando se les descubre la gente del entorno suele describirlos como encantadores o inofensivos.
Por eso es especialmente vital que la víctima sepa identificar si sufre una agresión aunque sea fugaz o disimulada por parte de un abusador. Pues existen, eso es evidente, y posiblemente hasta conocemos a alguno sin saberlo, igual que seguro que conocemos a adultos que sufrieron abusos y a niños que los sufren.
Si estas cifras son ciertas mirar a los niños de nuestro entorno causa angustia. No solo si pensamos en el riesgo real, que ahora vamos a intentar evitar, sino también si reflexionamos sobre los casos que se pueden estar desarrollando. Incluso sabiendo que en el análisis se incluen todas las formas de abuso sexual en la infancia y adolescencia, no solo las violaciones, siguen pareciéndome terribles.
Está ahora juzgándose en España un caso contra varios presuntos abusadores acusados de violaciones a menores reiteradas durante años, algo que los niños callaban hasta ahora y me ha hecho pensar en lo que los padres podemos hacer para prevenir que nuestros hijos puedan ser víctimas de los monstruos que hacen esas cosas.
Prevenir los abusos sexuales
Quizá es imposible evitar todos los abusos, pero sin duda es posible prevenirlos. Para hacerlo hay dos cosas que podemos hacer: ser nosotros vigilantes y además, enseñar a los niños que el abuso existe y que nadie puede tocarlos de forma inadecuada.
A los niños hay que explicarles que lugares de su cuerpo y que formas de tocarlos no son correctas y enseñarles que, si alguien hace algo que les incomoda, deben salir corriendo inmediatamente y no aceptar el contacto físico indeseado. Eso pasa incluso por no obligarles a darle besos a alguien si no quieren, pues de ese modo se sienten dueños de sus cuerpos y saben que nadie puede forzarlos a hacer algo que no quieran.
Hay que explicarles, en la medida de su comprensión, que hay personas que, incluso pareciendo muy buenas, nos pueden engañar y tratar de hacerles daño o tocarlos de forma indebida. Nadie, nadie, puede tocarlos o acariciarlos de forma que no les guste. Puede que eso haga que rechaze abrazos de alguien que es inofensivo pero eso reforzará su confianza en que tienen derecho a decir que no.
También, por supuesto, hay que enseñarles que no deben irse con extraños, sea porque les piden ayuda para buscar un cachorrito o les ofrezcan un juguete o una golosina. Pero, por supuesto, ni todos los extraños van a querer hacerles daño, ni todas las personas conocidas o de confianza son seguras.
La norma de no estar solos y no irse con desconocidos es fundamental. Deben gritar y huir si alguien quiere llevárselos y tirarse al suelo pataleando y chillando si los agarran. Pero, cuando se trata de personas conocidas de su entorno el asunto es más delicado, pues pueden tratar de engañarlos o asustarlos para que sean dóciles o callen lo sucedido.
Por eso, siempre debemos reiterarles que confiamos en ellos y que deben contarnos cualquier cosa mala que les suceda, pues creeremos en ellos y los defenderemos, incluso si la persona que los ha dañado es muy cercana a nosotros.
Un consejo general, de todos modos, sería no dejar a nuestros hijos a solas con nadie en quien no confiemos absolutamente (ni familia, ni amigos, ni cuidadores, ni figuras con autoridad espiritual, ni maestros ni entrenadores o monitores) pues los abusadores aprovechan cuando el niño está desprotegido e, incluso así, estar abiertos a percibir signos de abusos y reiterándole a nuestro hijo a menudo que nadie puede tocarles indebidamente y que, si algo extraño les sucede, deben contárnoslo inmediatamente y los salvaremos.
Miedo en los niños
Tenemos que ser conscientes de que contarles esto a los niños puede causarles miedo y preocuparlos. La idea no es que vivan aterrorizados o desconfiando del mundo, ni pensando que todos son malvados, pero si que conozcan la realidad para poder enfrentarse a ella y evitar ser víctimas.
Vivir con miedo no los va a proteger, pero si el saber como actuar si la situación se presenta. Es decir, les estamos dando armas y protegiéndolos al contárselo.
Hay explicar las cosas poco a poco y desde pequeños, cuando no entienden que es el abuso, y enseñarles a ser dueños de sus propios cuerpos y a tener confianza absoluta en nosotros les digan lo que les digan o los amenacen con lo que les amenacen. Podemos prevenir que sean víctimas del abuso sexual hablando con ellos.
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