miércoles, 19 de agosto de 2009

¿NO SE PUEDE CONFIAR EN NADIE?


El tema hiere y conmueve. También las estadísticas internacionales, que estiman que uno de cada seis chicos es víctima del abuso sexual. En el 90% de los casos, los abusadores son personas del círculo más cercano al niño, aquellas de quienes el chico espera protección.

Mediante estrategias seductoras, chantajes que incluyen regalos y promesas, o sencillamente con violencia física o psíquica, el menor es utilizado como objeto sexual. El abusador arranca al niño de la infancia y lo instala en una práctica sexual perversa que le deja marcas indelebles, aunque éstas no se detecten en el control médico al que es sometido para verificar hechos que muy pocas veces denuncia con palabras.

Porque está amenazado, porque le piden mantener los hechos como un secreto compartido para preservar la integridad familiar o para obtener a cambio algo deseado, o sencillamente porque no tiene parámetros para calificar lo sucedido. Como lo muestran casos recientes, se trata de un fenómeno democrático que atraviesa con similar intensidad dramática clases sociales y culturas.

"La gente prefiere pensar que es el hombre de la bolsa, el portero o el vecino, pero en el 90% de los casos son familiares o allegados", dice la psiquiatra infanto juvenil Virginia Berlinerblau. Y describe un fenómeno que exhuma un lado oscuro de algunas familias, que prefieren esconder bajo la alfombra.


"Es normal que nos defendamos de todo lo desagradable. Entonces, preferimos pensar que se pueden descartar categorías de personas, pero no se puede. Cuando aparece un abusador todos dicen: "Pero si parecía tan buen tipo?". Y ni se imaginan cuántos «buenos tipos» hay acusados por abuso".

Contraria a definir el identikit del "abusador prototipo", la médica legista asegura que "haciendo este trabajo uno aprende que no se puede confiar en nadie. Puede ser el profesor de música, el sacerdote, el maestro, el padre?".

Sin embargo, señala ciertos rasgos presentes en muchos abusadores: personas que tienden a "avanzar corporalmente sobre los otros, que tienden a manosear sin respetar los límites de los demás, y suelen ser verbalmente abusivos. ¡Pero hay tanta gente que es así y nunca abusó de un niño! Y otros que tienen esta veta, pero están socialmente adaptados y la tienen bien escondida".

Los niños abusados reiteradamente son niños abandonados. "La ocasión también hace al abusador, y los más vulnerables son los descuidados y carenciados emocionalmente, porque casi siempre el abuso va acompañado de una relación afectiva que el niño no quiere perder." En su libro Violencia familiar y a buso sexual, define al abuso sexual de niños como incidentes repetidos en los que un amigo o pariente se aprovecha del chico, hecho que le genera mucha ambivalencia afectiva a la hora de denunciar lo que sucede.

A diferencia de una violación, que en general es provocada por un extraño y en una única oportunidad, "el acto abusivo en general se produce como consecuencia de una instalación lenta y paulatina de un proceso de seducción que se da en un marco de confianza", dice el médico.

El abusador "buen tipo" va dejando señales en el camino que se pueden leer con anticipación. Prepara a su víctima, la sexualiza mediante estrategias disfrazadas de cuidados paternales, como dormir con el menor o compartir el baño como si fuese una actividad inocente de cuidado e higiene, la expone a imágenes inapropiadas (de su propio cuerpo o a través de videos no necesariamente pornográficos pero sí de contenido erótico) o le da información que no respeta la edad evolutiva del niño, con el pretexto de ofrecerle clases de educación sexual.

Facilitar a los niños información sexual que eventualmente pueda ayudarlos a protegerse a sí mismos es, contrariamente, enseñarles que su cuerpo es propiedad privada y que, salvo excepciones como la visita al médico, tiene partes íntimas que no tiene que compartir con nadie. Y en caso de que alguien lo invada corporalmente, tiene que pedir ayuda y contar lo sucedido sin vergüenza.

Aprender a escuchar

"Yo estaba separada y mis chicos no querían ir a casa del padre; él tocaba el timbre y la nena se escondía, pero se la llevaba obligada", relata Inés, hoy integrante de Así No ( www.abusosexualinfantilno.org ), una entidad dedicada a combatir el abuso.

"Un domingo los llevó al country en donde vivía, y cuando volvieron la nena estaba fuera de sí, violenta e irritable, conducta rara en ella. Entonces me dijo: "Mamá, me duele la vagina". A pesar de que tenía cuatro años, conocía los nombres de todas las partes de su cuerpo, porque el padre, que es un profesional de la medicina, se los había enseñado. Cuando la llevé a bañarse, me dijo: "Me tocó con el dedo".

"Yo me quedé helada y no pude decir nada. Después supe que es mejor callar y escuchar, porque cuando los chicos se sienten acosados con preguntas no hablan más. La llevé a la pediatra, que la revisó y me dijo: "Yo no soy cómplice de estos delitos, si no lo denunciás vos lo denuncio yo?".

Además, una propuesta terapéutica integral, que incluya un tratamiento psicoterapéutico familiar, ya que toda la familia está afectada por el hecho. Destaca la necesidad de reparar, modificando las condiciones que favorecieron la ocurrencia de los hechos, restaurando el rol de niño que la víctima nunca debió perder y aclarando que, aun en aquellos casos en los que el niño admitió en silencio la situación de abuso, no necesariamente la consintió, ya que no podía enfrentarse a la autoridad que significaba la figura del abusador. La responsabilidad, la culpa y la vergüenza siempre deben recaer en la persona del ofensor, concluye el especialista.

Doctor Horacio Krell

BOGOTA COLOMBIA.


La alegría que causa ver a un grupo de pequeños jugando en un parque nos llena de emoción, pero a la vez nos hace reflexionar sobre la posibilidad de que algún día, esos niños no sean tan felices como lo son en ese momento. Tampoco podemos desconocer que mientras ellos juegan pueden estar rodeados de algunos adultos inescrupulosos que los espían con otras intenciones.
Las personas que buscan sexo con niños y niñas no se diferencian en apariencia de los demás. El delincuente sexual, aunque no tiene una tipología definida, para sicólogos, siquiatras y sociólogos se trata de personas que afrontan desequilibrios interiores.
En Colombia, los índices de prostitución siguen en aumento y ya superan las cifras que las estadísticas oficiales insisten en difundir. El problema de abuso a menores y su prostitución se ha vuelto más apremiante cada vez. Entonces, surge la pregunta: ¿cómo preservar la felicidad de estos niños y niñas y la vida misma de millones de seres humanos?
Visitamos algunos de los lugares en Bogotá, donde centenares de niños y niñas, entre los 13 y los 16 años, ofrecen sus “servicios”, mientras otros deambulan por las calles en busca de clientes con quien pasar el rato, y constatamos cómo se prostituyen a plena luz del día.
Aunque el testimonio de cada niño es desgarrador, es nuestro deber advertir que muchos sí están buscando la manera de salir de este sórdido mundo que los mantiene aprisionados.
Martha Libia* es una adolescente que llegó de niña a Bogotá procedente de Calarcá (Quindío) y quien el próximo mes cumplirá 16 años. Vino a trabajar a una casa cuidando niños, pero cuando llegó al Terminal de Transporte, nadie la estaba esperando. Desde ese día comenzó su tragedia, luego que un hombre de unos 30 años se le acercó y le propuso ayudarla. “No podía creer lo que estaba pasando, el hombre me llevó a un lugar en el sur de la ciudad y abusó de mí en varias ocasiones, me golpeó”. Nos dice… Semanas después ya estaba en la calle cobrando por su compañía sexual. “He querido regresar a mi casa, pero pienso que es muy difícil que mi mamá me reciba; además, allá no hay nada que hacer, porque ella vive con cuatro hermanos más y son muy pobres”, afirma con pesar, aunque luego sonríe.
Luego de hablar con varios de los niños afectados, después de comprometernos a que no revelaríamos sus nombres, sólo tres de las niñas que hoy se prostituyen en el barrio Santafé comentaron sus penurias. Pudimos constatar que el problema de la prostitución infantil en menores de edad de ambos sexos va en aumento.
Según la ONG Renacer, que trabaja por sacar de esta difícil situación a los niños que han caído en la prostitución o que les han sido violados sus derechos; el abuso sexual es muy difícil de castigar por la renuencia de las víctimas a revelar la forma cómo han sido abusadas.
Todas estas víctimas con el correr del tiempo entran a engrosar ese mundo de miseria y desesperanza. De ahí que las cifras de aborto y las violaciones, cada día, lejos de disminuir, van en aumento.
En ciudades como Medellín, Armenia, Pereyra y Cali se dan bandas de traficantes de niños para la prostitución, acechando en los colegios y escuelas para aprovecharse de ellos que luego son traficados hacia países como España, Japón, Holanda, entre otros, donde son tratados como esclavos. Muchos son engañados con falsas promesas de trabajo, algunos viajan por voluntad propia en busca de dinero o ilusionados por una mejor forma de vida.
Los hay que regresan a su lugar de origen y abandonan ese trabajo, pero la gran mayoría se queda a vivir del negocio en el exterior.

Hablan las cifras

En el evento de los niños abusados, los estudios muestran que en América Latina el 70 y el 80% de las víctimas son niñas, donde en un 75% de los casos registrados el responsable de los abusos es un familiar. Los principales responsables de esos delitos tienen que ver con el padre, el tío o el hermano. El rango más afectado está entre los 10 y 14 años con el 37% del total, seguido por el de 5 a 9 años con el 25%, de 15 a 17 años con el 14% y de 1 a 4 años con el 10%, en el 78% de los casos reportados el agresor es conocido del niño o la niña.

¿Qué pasa con la justicia?

No obstante la existencia de leyes y la firma de convenios sobre tráfico de personas y el abuso de menores de edad en Colombia, se puede evidenciar que existe una gran crisis en el sistema judicial que no logra contrarrestar adecuadamente el problema.
Estela Cárdenas, psicóloga de la Universidad de la Sabana, directora de la Fundación Renacer, considera que “El problema exige un análisis de los elementos que pueden incrementar este fenómeno. Hay miles de ejemplos que pueden irradiar luces para la recopilación de datos, artículos y todo tipo de información sobre abuso sexual y la prostitución infantil de personas que se convierten en seres marginales…es algo que no se puede ignorar”.
Otras veces enfatizaron en que, para evitar que continúen los casos de menores de edad víctimas de abuso sexual, no se le puede dar más largas al fenómeno y se debe asumir cuanto antes, un sistema de valores morales y culturales para evitar que algunas madres encubran a los violadores por temores a quedarse solas. El Estado debe hacer prevención activa y buscar prohibición y castigo ejemplares.
Basta recordar en Colombia dos casos que han aterrado a la sociedad: los tristemente famosos criminales Luis Alfredo Garavito, alias “La Bestia”, y Pedro Alonso López, el “Monstruo de los Andes”, que dejaron una estela de muerte y dolor en centenares de familias de los que se afirmó, según las investigaciones, sus depravaciones y estado demencial fue una respuesta a los abusos que sufrieron durante su infancia por parte de sus progenitores.
Al niño o niña víctima de abuso se le destruye su auto estima y les cambia su vida, pues los efectos pos-traumáticos y las secuelas psicológicas son difíciles de olvidar, por eso muchos terminan en las calles de las grandes ciudades prostituyéndose, y sólo un escaso número asume su vida y deja atrás el dolor causado por los mayores.
Si bien no existen cifras exactas de cuánto dinero mueve la prostitución en Colombia, no se puede negar que es un negocio muy lucrativo para los proxenetas que se dedican a traficar con sexo tanto de menores de edad como de adultos. Es tan serio el problema, que en el momento en que usted lee este artículo, se están prostituyendo, o están cayendo en las manos de los abusadores y proxenetas, niños y niñas de todas las edades a lo largo y ancho del planeta.

¿DESPUES DE LA CONSULTA QUE?


En mi práctica profesional noto un incremento de las consultas sobre posible abuso sexual infantil.
Estas no siempre está nombradas así, pero quien sabe escuchar y leer entrelíneas el entrecortado discurso de la consultante, que cuenta hechos aislados, situaciones que no logra entender , describe cambios de conducta o síntomas físicos o psíquicos en sus hijos , sabiendo indagar, haciendo las preguntas correctas, puede darse cuenta que detrás de un determinado conflicto familiar donde hay niñas o niños involucrados que no quieren quedarse a solas con su padre o padrastro y que a la vez sufren llamativos cambios en su estabilidad emocional y física, es muy posible que haya existido un abuso sexual aún no explicitado por el menor.

No sólo no explicitado por el menor sino tampoco "detectado" por su madre, quien tal vez esté "durmiendo con el enemigo", pero le resulta "imposible creer que algo de esa índole pueda estar pasando en su hogar".

Puede tratarse de un padre biológico o de el nuevo marido de la madre. La niña calla y "hace síntomas". Inexplicables síntomas sin diagnóstico médico.Mejor dicho, con diagnóstico médico de que "no tiene nada" (físico): "llévela a psicoterapia, señora".

Son madres a las que "todavía no les cayó la ficha".

Lo preocupante es qué hacen cuando algún profesional (abogado, médico o psicólogo) les habla del tema:
¿ Se separan inmediatamente y denuncian al abusador o niegan la realidad y siguen viviendo con él?

MUCHAS DESAPARECEN Y NO VUELVEN NUNCA MAS. Otras, lo asumen dolorosamente y toman acciones en defensa de sus hijos.

- Negociaste mal - , le dijo una amiga a una clienta suyo marido (padre biológico de los chicos) abusaba de ellos,se separó, lo denunció y dejó de gozar del bienestar económico que tenía.

Me pregunto: ¿ qué otra cosa podía hacer? ¿ Qué sería en ese caso "negociar bien"? ¿ Había algo que "negociar"?

"Te entrego el cuerpo de nuestros hijos a cambio de seguir disfrutando de esta casa y de las vacaciones que me brindas todos los años".

Es duro afrontar estos juicios, es duro salir a trabajar "de lo que sea" porque el denunciado, al verse impedido de ver a sus hijos, lo primero que hace es resistirse a pagar alimentos.

La estrategia del hombre abusador es la siguiente: Vos me dejás ver a los chicos, hacés de cuenta que acá no pasa nada grave y yo te paso una buena cuota alimentaria. Vos litigás para probar que yo abuso de ellos: no te paso un peso. Te canjeo la plata por el cuerpo de los chicos. Ya vendrás necesita a aceptar mi propuesta.

Propuesta moralmente inaceptable. Lo digno es salvar a sus hijos de semejante aberración, aunque la mujer tenga que hacer malabares económicamente para mantener a sus hijos y pagar honorarios de abogados.

Señora: si Ud. mínimamente sospecha que sus hijos pueden estar siendo abusados no cierre los ojos a la realidad. No la niegue. Son nada menos que sus hijos quienes están en juego, que a mi modo de ver, son MUCHO más importante que un MATRIMONIO y que el BIENESTAR ECONOMICO que a veces se obtiene estando casada.

No espere a que su hija o hijo se siente a contarle como si fuera un adulto, cuánto hace que el padre, padrastro, abuelo, tío, cura o profesor la/o manosea o la/o viola.
Es Ud. quien tiene la obligación de observar, asociar hechos, sacar conclusiones y consultar con un psicólogo, un pediatra y un abogado, ESPECIALIZADO EN ESTOS TEMAS, ya que también existen profesionales del área de la salud mental y del derecho incapacitados o no instrumentados para detectar el abuso sexual.

Si está equivocada en sus sospechas, mucho mejor. Pero no corra el riesgo de que sus hijos estén viviendo una situación perversa que no pueden poner en palabras, sino a través de los síntomas y cambios de conducta que manifiestan.

A los lectores varones: no estoy diciendo que todo hombre sea un potencial abusador de menores. La mayoría son excelentes padres y aún muchos que no son los padres biológicos sino la pareja de la madre, cumplen un rol parental muy saludable en la vida de los chicos.

Pero hay una dolorosa realidad que nos cuesta digerir hasta a los profesionales consultados: EXISTEN MUCHOS CHICOS ABUSADOS.

Mirta Núñez
Abogada, Psicóloga Social
Directora del Boletín "Familia y Planificación Personal".
Puede suscribirse desde su sitio web:
www.mirta-nunez.com.ar

ABUSO SEXUAL INFANTIL


La creciente conciencia social sobre este tema ha registrado un aumento significativo de los trabajos de investigación. Sin embargo, la incidencia de casos que no son revelados se estima que es mucho mayor que la de los que salen a la luz. El niño, muchas veces, tiene miedo de contar lo ocurrido, sobre todo si el abusador es una persona cercana a él. Además los procedimientos legales para validar el episodio son difíciles y complejos y eso hace que los adultos desestimen con mucha frecuencia hacer algún tipo de denuncia con lo cual, se sigue escondiendo una realidad que tiene a los menores como tristes y calladas víctimas.

El papel de los padres (en los casos en que existen vínculos saludables) es fundamental en la recuperación del menor por lo que es muy importante la orientación que les vamos a dar. En ocasiones es necesaria la atención psicológica de los progenitores, ya que pueden sentirse culpables de no haber protegido suficientemente a su hijo, o les resulta inexplicable que estos hechos puedan suceder, invistiéndolos de una gran carga de dramatismo que dificulta al niño o la niña superar los hechos. Tenemos que orientar a los padres sin alarmar y ayudándoles a entender lo ocurrido y a no sentirse responsables de lo ocurrido.

La mejor manera de evitar los abusos sexuales es a través de una buena comunicación con los hijos y con una adecuada educación sexual. Bien es verdad que cualquier niño puede sufrir abusos sexuales, pero también es cierto, que si existe una buena comunicación con sus padres, el niño podrá contarlo antes. Si además, el niño ha tenido una educación sexual, en la que se contempla y se promueve el respeto a los demás, las habilidades para defenderse de un agresor se van a multiplicar. Contemplar la sexualidad como una comunicación privilegiada con los demás, como una forma de expresar amor, lejos de planteamientos machistas de dominación es sin duda un buen antídoto para evitar la violencia sexual. No debemos olvidar que estas medidas también contribuyen a la prevención de los abusadores. En palabras del Profesor Eli Coleman, fundador de la IATSO (International Association for the Treatment of Sexual Offenders) la ausencia de vínculos familiares positivos aparece en muchos abusadores. Si contribuimos a favorecer ese vínculo y promovemos una educación sexual no sexista que favorezca la empatía, en alguna medida estamos evitando futuros abusos. No es casual que Suecia que desde los años 30 viene desarrollando programas de educación sexual .

Por otro lado el gran reto que tenemos es informar sin alarmar, actuar como profesionales responsables, alejándonos del tono morboso que desafortunadamente utilizan algunos medios de comunicación.
LOS ABUSADORES


No todos los agresores tienen el mismo perfil de activación sexual, ni el mismo grado de agresividad. Así, según el grado de violencia con el que se lleva a cabo el delito, diversos autores han clasificado a los agresores en:

a) No violentos.


Emplean la persuasión, engaño o presión para someter a la víctima, basándose en su relación de autoridad y poder (adulto, padre, maestro).

Éstos a su vez, se subdividen en otros dos grupos en función de la exclusividad de su preferencia sexual:

- Pedófilos exclusivos: preferencia sexual exclusiva hacia los niños. Estos adultos experimentan satisfacción en contacto con los niños y les son insatisfactorias o rechazan las relaciones sexuales con otros adultos. Aunque se les ha descrito como personas inmaduras, son capaces de adoptar pautas de comportamiento adulto perfectamente adaptadas.

- Pedófilos oportunistas: Mantienen actividad sexual con adultos y en determinadas circunstancias abusan sexualmente de los niños. Manifiestan no tener predilección por los niños, tienden a racionalizar los abusos atribuyéndolos a las circunstancias en que se produjeron. A diferencia de los pedófilos exclusivos, interactúan con los niños como si éstos fueran mayores. La baja autoestima en la esfera sexual, el alcohol y otras drogas, las desavenencias conyugales, el hacinamiento y la vida desordenada son algunas de las circunstancias presentes en este tipo de abusos. Este subgrupo recoge al mayor número de agresores. En nuestro servicio la mayoría de abusadores son personas consideradas “normales” por sus vecinos y familia.

b) Violentos.

Los que emplean el asalto o la violencia para someter a las víctimas. Son más responsables de lesiones y muertes. Tienen graves características de personalidad psicopática con antecedentes de conducta antisocial. La motivación para el abuso es sexual y violenta al mismo tiempo. Su patrón de conducta obedece a la búsqueda de sensaciones y a su propia satisfacción. Este grupo es mucho menos numeroso y evidentemente mucho más peligroso que el anterior.


RELACIÓN DE LOS AGRESORES CON LOS NIÑOS

Buena parte de los estudios consultados afirma que la gran mayoría de los agresores conoce a los niños, sólo un 15% de los abusos son realizados por desconocidos de la víctima. Además señalan que buena parte de esos abusos son cometidos en el propio hogar de la víctima por familiares próximos. En nuestro servicio podemos decir que efectivamente la gran mayoría son conocidos por los niños y muchos de ellos miembros de la familia.


La edad de los agresores oscila desde los adolescentes a los ancianos, siendo este último el estereotipo social. La referencia al viejo verde es frecuente, quizá el anciano tiene menos habilidades para mantener oculta su acción y puede que inspire menos temor y por eso recibe mayores acusaciones, sin embargo el anciano no es el prototipo del abusador. En nuestro servicio hemos podido ver a chicos adolescentes y a hombres mayores, pero la mayoría esta en una franja de edad de 20 a 50 años.