viernes, 8 de julio de 2011

ESTADISTICAS DE ABUSO SEXUAL EN HISPANOAMERICA

MEXICO

México ocupa el primer lugar en el mundo con más homicidios infantiles y violencia como abuso físico y sexual a menores de 14 años edad según datos de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE).



La Secretaria General de la mesa directiva de Senado de la República, Martha Sosa Govea, expuso que uno de cada cinco niños en el mundo sufre de violencia sexual, así mismo, dijo que según datos del 2010 del Inegi, existían más de 39 millones de niños, niñas y adolescentes en el país de cero a 17 años de edad en esta situación, lo que equivale al 37% de la población mexicana.



En México hay 39 millones de personas menores de edad y la necesidad de protegerlos motivó la realización del Foro Regional “Detener la Violencia Sexual Contra Niños, Niñas y Adolescentes”.

En el mundo uno de cada cinco niños es víctima de abuso y explotación sexual infantil, por lo menos una vez en su vida, expuso Martha Leticia Sosa, secretaria de la Mesa Directiva del Senado de la República y contacto con la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, que vertió estas cifras.

Hermosillo fue sede del evento en el que se reunieron autoridades de los tres niveles de Gobierno, de los estados de Sonora, Chihuahua, Durango, Baja California, Baja California Sur, Sinaloa y Nayarit.

El objetivo del evento fue sensibilizar respecto a la violencia sexual a la que son expuestos los niños y adolescentes para elaborar leyes que los protejan.

Los ejes rectores del foro fueron: Explotación sexual infantil, abuso sexual infantil, prostitución infantil, pornografía infantil y grooming, nuevo término para definir las pro posiciones con fines sexuales a los
menores a través de Internet.

John Swanson Moreno, director general del Sistema DIF Sonora, señaló que todos los niños y niñas merecen la protección del Estado.

“Tenemos un responsabilidad social e histórica en esta parte que nos corresponde como sociedad”, manifestó el funcionario estatal.

Aumenta en Sonora cifra de violaciones

Durante el último año se produjo un incremento de 300% en el número de violaciones y en los Ceresos del Estado hay recluidos más violadores que asesinos, señaló Zonia Sotomayor Peterson.

En el Cereso número 1 de esta ciudad, mencionó la catedrática de la Universidad de Sonora, hay cerca de 800 violadores confesos; ella y su equipo requieren hablar con ellos para analizar sus comportamientos.

De octubre de 2009 a junio de 2010, expuso, 312 personas salieron en libertad de los Ceresos de todo el Estado, tras purgar condenas por violación en sus distintas modalidades.


COLOMBIA


Cada 14 minutos es abusado un niño o niña en Colombia y solo entre el 5 y el 10 por ciento de los casos es denunciado.

Este dato revelador, del que da cuenta el Instituto de Medicina Legal, refleja la gravedad del maltrato intrafamiliar y el abuso sexual cometido contra los menores de edad.

Una problemática que, de acuerdo con la Fundación para la Atención a la Niñez (FAN), viene en aumento tanto en el país como en la ciudad.

"El año pasado detectamos alrededor de 200 casos de abuso sexual y solo desde marzo hasta junio de 2011 ya se han reportado 35", comentó Mabel Patiño, líder del programa de atención psicosocial de la Fundación.

La mujer señaló con preocupación que ante el incremento de las denuncias continua siendo poco el acompañamiento ofrecido a nivel institucional tanto a los menores como a sus familias. Lo mismo pasa con los procesos de judicialización que, según dijo, son muy lentos.

Y fue precisamente teniendo en cuenta esta situación que la entidad se dio a la tarea de adelantar, dentro de su oferta de servicios, programas de atención especializada como Jugar para Sanar.

A través de este centro de apoyo, que se ocupa de menores entre los 18 meses hasta los cinco años y sus familias, se busca que los pequeños superen sus traumas mediante la expresión artística y el juego.

En 2010, 102 niños fueron atendidos con el proyecto y en lo que va de 2011 son 96 los que hacen parte del proceso.

Otra de las estrategias impulsadas por FAN es la campaña De Golpe, que busca hacer visibles las violencias en la primera infancia.

La estrategia, que se promociona desde cinco líneas relacionadas con el impacto que tiene un golpe, una mirada, un silencio y un grito, busca generar una reflexión frente al abuso y la importancia de denunciarlo.

Solo así se evitará que los más de 600 casos que han sido reportados este año en Antioquia queden en la impunidad.



Através de la línea 106 alrededor de 52.400 niños han solicitado ayuda por casos de abuso sexual, maltrato infantil, violencia intrafamiliar y conducta suicida.

La coordinadora de la Línea 106, Carolina Torres, señaló que se han atendido casos de niños y adolescentes “que nos llaman a decirnos, miren mi tío, mi papá, el señor x me está mirando de una forma rara, me está insinuando cosas, nosotros hacemos una acción de prevención inmediata para que eso que ya es una violencia no se vuelva más complicada de manejar y más compleja".

Explicó que el equipo de profesionales de la línea, como primera acción en casos como el ejemplo anterior, visibiliza con el menor que algo anda mal, que las insinuaciones y otro tipo de conductas son ya una violencia y se indaga con quién vive el menor y si se han repetido ese tipo de situaciones.

En segundo lugar se fortalece la autoprotección, es decir que el niño o adolescente no esté solo, ni se sienta solo, que le cuente a alguien. Tercero se busca con ellos una red de apoyo y se visibiliza. "Desafortunadamente a veces no está dentro de la familia porque ya le ha dicho a la mamá y no le cree, igual al papá, es decir ya ha quemado esa etapa de buscar en su familia el apoyo y no lo encuentra. En efecto buscamos esa red de apoyo fuera de la familia, como a la escuela, un tío, la abuela, para que el menor no se sienta solo con la misión", expresó la coordinadora.

Posteriormente se hace una remisión a las instituciones que apoyan el equipo de la línea 106, es el caso de los hospitales de la red pública de Bogotá para que a través de los de primer nivel se haga un seguimiento especializado a estos casos. También a través del ámbito escolar, los psicólogos hacen un acompañamiento directo con el niño o adolescente, pues según la coordinadora, en su mayoría la casa no es el lugar protector para ellos.

“Después se hace toda la movilización social de redes para que los menores no se sientan solos y puedan tener el soporte de una institución y de la red personal que se pone a disposición de ellos. Generalmente como sector salud hacemos notificación a hospitales de primer nivel pero paralelamente activamos el sector protección, que es el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) para el caso específico de maltratos y violencias y a la Unidad de Delitos Sexuales para los casos de abuso sexual", agregó.

Los niños y adolescentes tienen tres formas de acceso a la ayuda de la línea 106, por teléfono, chat, a través de la página web www.infanciabogota.gov.co y el buzón 106, que se dio frente a una necesidad que estaban en sectores rurales de las localidades de Sumapaz y Usme.

"En el caso del buzón los menores nos escriben cartas contándonos situaciones positivas o problemáticas, luego el referente de Sumapaz, que es el hospital Nazareth los lleva al nivel central, el equipo de psicólogos las responden y si hay identificación de casos de violencias hacen la movilización igual que por teléfono y se hace una devolución personalizada a cada niño. Esa estrategia funcionó también en Usme, y va a funcionar en el ICBF, en el hospital de Bosa y en algunos colegios", señaló Torres.

Actualmente la línea 106 cuenta con 14 profesionales de psicología con experiencia en promoción de salud mental, prevención y atención de eventos prioritarios de la infancia y la adolescencia y cuenta con atención de domingo a domingo, 15 horas al día en horario continuo de 7 a.m. a 10 p.m.

En 2009 se realizaron 9.227 intervenciones a favor de los menores, en 2010, 30.898 y en lo que va del 2011, 12.276.



GUATEMALA

Con el tema “Pedofilia, Paidofilia y Abuso Sexual Contra Niños, Niñas y Adolescentes”, la catedrática intervino en el panel “Explotación y Abuso Sexual en la Prostitución Infantil”.

“El fenómeno de la sociedad es sumamente grave; ha penetrado todas las esferas de la sociedad”, dijo.
Sotomayor Peterson y señaló que la violación tiene como base las relaciones de poder, la lujuria y, posiblemente, la enfermedad.

“Son encantadores, son gentiles, nos tratan bien porque estamos dentro de las instalaciones trabajando, nos acompañan a la puerta, nos cuidan, nos protegen; pensar que un violador es una especie de monstruo, es estar fuera de la realidad”, consideró.

Kotouk instaló una clínica dental en la aldea San Gabriel, en la cual ofrecía la consulta por una suma simbólica de tres centavos de dólar como "ayuda comunitaria", a la vez que comenzaba a mostrar su inclinación sexual por los niños, a quienes atraía a su casa con juegos de video, películas y excursiones a otros municipios.

Pero los pobladores de la etnia maya Achí, en realidad, desconocían las verdaderas intenciones de Kotouk, hasta que un día la policía allanó su casa y encontró más de 2.000 fotografías con niños de la comunidad en ropa interior. Era la punta de un iceberg perverso.

El profesional estadounidense, entonces de 33 años, intentó suicidarse pero no pudo. El año pasado fue condenado a seis años de prisión tras ser encontrado culpable de abusar de cuatro niños de entre 10 y 11 años, aunque se sospecha que hay más víctimas. En Guatemala, el abuso de menores ha alcanzado dimensiones exorbitantes.

Solo el año pasado, 11.356 niños fueron víctimas de abuso sexual, 7.002 de maltrato físico y 1.152 sufrieron lesiones por negligencia de los adultos, informó la no gubernamental Comisión Nacional Contra el Maltrato y Abuso Sexual Infantil, tras haber investigado los casos atendidos en todos los hospitales públicos y centros de salud del país.

"Revisamos las boletas de los hospitales nacionales y esta información nos permitió que el país dimensionara la magnitud del problema del maltrato infantil", dijo a IPS Miguel Ángel López, de la citada comisión. Quemaduras, lesiones, fracturas, infecciones de transmisión sexual son parte de la larga lista de vejámenes que sufren los niños y niñas, cuyos victimarios se encuentran, principalmente, en su propio entorno social, según el experto.

"En nueve de cada 10 casos, los agresores son familiares, y en ocho de cada 10, el abuso se cometió en la casa del menor", precisó.

Los casos registrados por este estudio en Guatemala apenas representan la realidad de la situación. "A nivel internacional, donde se han hecho muchos estudios se ha evidenciado que por cada caso registrado hay al menos nueve que no lo están", explicó López.

Es que estos delitos pocas veces se denuncian. "En los hospitales, por ejemplo, cuando se presenta un caso, los médicos tratan de salir de él cuanto antes para no verse involucrados en conflictos legales", comentó.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente 20 por ciento de las mujeres y cinco a 10 por ciento de los hombres manifiestan haber sufrido abusos sexuales en su etapa de niñez, mientras que 25 a 50 por ciento de los niños de ambos sexos refieren maltratos físicos.

Nora Montoya, de la no gubernamental Fundación Sobrevivientes, la cual ofrece atención social, psicológica y legal a mujeres y niños abusados en Guatemala, indicó a IPS que atienden entre 25 y 40 casos diarios de violencia intrafamiliar, donde a menudo hay menores afectados.

De hecho en Salamá, donde permanecía Kotouk, la Fundación Sobrevivientes abrió una clínica de atención psicológica para atender a 32 niños, quienes presuntamente sufrieron abusos de parte del médico estadounidense.

"Hemos reparado que no son solo cuatro niños, sino 32 menores quienes fueron abusados sexualmente", afirmó Montoya.

Pero la gran cantidad de casos de abuso infantil no reflejan, precisamente, un aumento en la incidencia.

Marco Antonio Garavito, de la no gubernamental Liga Guatemalteca de Higiene Mental, señaló a IPS que más bien se debe a que "las denuncias y la visibilización del problema han aumentado gracias al trabajo de movimiento sociales".

Este experto explicó que la violencia ha crecido mucho en la sociedad, "lo cual ha generado un proceso de deshumanización y pérdida del valor de los otros, una situación que trae consigo fenómenos de agresividad y violencia, la cual es descargada en los más indefensos".

En el caso de los abusos sexuales, Garavito dijo que la situación evidencia la falta de educación formal sobre sexualidad y la existencia de muchos tabúes sobre el tema, razón que hace "muy importante" la discusión de este asunto en el hogar y además, "porque muchos niños ni siquiera han llegado a la escuela y ya son víctimas de sus familiares".

El reglamento de la Ley de Planificación Familiar de Guatemala que llevará la educación sexual a las aulas de educación primaria entró en vigencia en 2009. Sin embargo, a la fecha no ha arrancado aunque grupos sociales creen que será muy importante para contrarrestar el abuso infantil, y los embarazos de menores y adolescentes.

En respuesta a la alta incidencia de abuso infantil en el país, la Asociación Pediátrica Guatemalteca firmó un acuerdo para implementar un protocolo de atención de estas víctimas en los hospitales.

"El protocolo incluye lineamientos para identificar los casos, atenderlos y referirlos dada la gran cantidad de pacientes que llegan a los centros asistenciales", explicó a IPS Jorge Luis Ortiz, de la Asociación.

La reglamentación también mandata la atención en su idioma de las víctimas de abuso infantil, un aspecto que en Guatemala es más que importante si se considera que en el país se habla, además del español, el garífuna y 22 idiomas mayas.

Arma de poder.

por Joaquín Rocha
Psicólogo especialista en Educación para la Comunicación


Si alguna vez fue un problema latente, hoy, el abuso sexual es un problema manifiesto, instalado en nuestra sociedad. No sabe de clases sociales, ni de sexos, ni de edades.

El incremento de denuncias crece día a día y es proporcional al número de casos que se evita que salgan a la luz.

La falta de una buena educación sexual, la vergüenza, la culpa, los tabúes sociales, la cultura y el sistema judicial, que persigue más a la víctima que al victimario, hacen que se encubra al abusador, y el acto se convierta en un secreto.

Lo que más llama la atención y demanda una aterradora toma de conciencia es el crecimiento, de manera significativa, del abuso infantil. Así como las denuncias por maltrato físico se redujeron a un 35 por ciento, el abuso sexual trepó al 54 por ciento de los casos. Ocho de cada diez abusadores son padres o allegados.

Se considera abuso a todo acto sexual hecho en contra de la voluntad de una persona, que abarca desde caricias hasta la violación, incluida la penetración.

Siempre es un individuo que ejerce un poder que paraliza a otro a tal punto, que queda indefenso para defenderse. Esta clase de individuos se caracteriza por una resaltada inmadurez emocional, incapacidad comunicacional, baja autoestima, sentimientos de inutilidad donde lo que prima es la búsqueda de afecto en aquel que se termina agrediendo. Este comportamiento resulta paradojal.

De todos modos y según lo que se explicita en Psicología Forense: “cualquier persona, bajo ciertas condiciones, puede emitir una conducta de abuso sexual, por lo tanto, se debe desechar la idea de que un abusador sexual es una persona perversa y enferma que se encuentra escondida en un rincón oscuro, esperando el momento adecuado para atacar a su víctima, esto no es así, por lo tanto, cuando un psicólogo forense, que evalúa a un individuo acusado de abuso sexual, encuentra en él a una persona totalmente adaptada, sin patología evidente y sin trastorno psicológico alguno, esto no quiere decir que él no cometió la conducta que se le imputa, pero tampoco existen los elementos para negar dicha acusación. Por esto, la labor del psicólogo forense, en este tipo de asuntos, es muy delicada, pues se corre el riesgo de catalogar como abusador sexual a un inocente o, por el contrario, dejar sin castigo a una persona que ha abusado sexualmente de alguien”.

El abuso sexual imprime, en la víctima, secuelas para toda la vida. En el caso del abuso infantil, puede convertir al abusado en un futuro abusador. Los traumas o problemas se presentan, en un período no determinado, después de ocurrido el hecho. Los síntomas adquieren diferentes manifestaciones, pudiendo llegar a originar un cuadro de estrés postraumático, incluso con ideas suicidas.

Las víctimas experimentan cambios en sus comportamientos, temores frente a extraños, a estar solas, alteraciones ante las expresiones de afecto, como las caricias. En algunos casos, ya en edad madura, surge el impedimento de mantener relaciones sexuales con la pareja deseada, ya que subyace la fantasía de ser los responsables de lo que les ha sucedido.

El abuso sexual es un acto de intimidación que hace que la persona abusada asuma una mirada diferente hacia la vida. Aparece la autoincriminación, la culpa, por lo acontecido, privándose de vivir normalmente, autoinhibiéndose todo aquello que le pueda proporcionar placer, y no nos referimos a lo meramente sexual. Por eso, se dice que las víctimas de abuso sexual poseen una personalidad más solitaria y de desconfianza hacia los demás.

Este accionar siempre constituye una forma de violencia, a través de la cual, una persona, por confianza o fuerza física, ejerce una superioridad frente a otra.


Es un abuso de poder, dado que el ofensor quiere sentir poder dirigiéndolo a lo sexual, tratando de humillar al otro, por medio del sometimiento (en el caso de los niños, debido a su inmadurez psicosexual, no están en condiciones de dar consentimiento o negarse libremente).

Esto debería desterrar el mito de que, para producirse un abuso sexual, el elemento determinante es la atracción sexual. Se trata, en realidad, de un accionar de dominación y poder, ejercido por un individuo de baja autoestima y poca o nada autovaloración.

Si nuestra sociedad pusiera más el acento en el poder y la dominación que en lo sexual, seguramente, a las víctimas abusadas les resultaría más fácil denunciar y pedir ayuda, teniendo siempre en cuenta, sin importar el género, que la culpa no es de quien lo padece.

Otro aspecto digno de mencionar es cuando el ataque o abuso está dirigido de un hombre contra otro hombre. Muy común en lugares de encierro o en comunidades masculinas.

Según Dez Wilwood, autor de Sexual abuse of men and boys: “El ataque sexual es una experiencia traumática y devastadora para las víctimas o los/as sobrevivientes, indiferentemente de su sexo. Se requiere un gran coraje para hacer frente a lo que ocurrió e iniciar el camino hacia la sanación. Para los hombres sobrevivientes, existen muchas presiones sociales y patrones de acondicionamiento masculino que dificultan el reconocimiento de haber sido abusados, hablar de ello y buscar ayuda adecuada para superar el trauma. Cuando un hombre sobreviviente nos revela que sufrió abuso sexual, es esencial que le creamos, lo tomemos en serio y nos abstengamos de juzgarlo o culpabilizarlo. No es probable que esté mintiendo, ya que usualmente no se gana nada con inventar una historia de abuso. Por encima de todo, los hombres sobrevivientes de abuso sexual necesitan ser escuchados y aceptados”.

Esta última afirmación la debemos aplicar a todas las víctimas de abuso sexual: Todos necesitan ser escuchados, aceptados y recibir la ayuda profesional para superar este desgarrador hecho.

El ataque sexual de hombres contra hombres apoya y refuerza la naturaleza patriarcal de nuestra sociedad; construye y fortalece jerarquías de poder masculino, y es una extensión de la dominación de los hombres sobre las mujeres. Tal como afirman Ann Game y Rosemary Pringle, en su libro Género en acción (Gender at work), "El patriarcado es una estructura que da a algunos hombres poder sobre otros hombres, y a todos los hombres poder sobre las mujeres".