domingo, 24 de mayo de 2015

El abuso: un arma de destrucción masiva de la niñez.




Estimado lector, hoy le pido permiso para cambiar de registro. Voy a dejar de lado cualquier forma de ironía para hablar muy en serio de una epidemia: el abuso sexual infantil. Por las secuelas, otra forma de polio.
Ahora vamos a escuchar a un doctor. ¿A un doctor que cura? No, a otro doctor. A uno que todo lo contrario: Horacio Piombo, el juez. Este fragmento de la entrevista que publicó la nacion, de los periodistas María José Lucesole y Jesús Cornejo, es de colección:
-¿Por qué decidió bajarle la pena a un abusador de menores que había sido condenado a seis años de cárcel?
-Nosotros tomamos nota de que la ley establece una agravatoria respecto de la circunstancia gravemente ultrajante. Eso no debió estar nunca en la ley, porque toda maniobra sexual sobre un menor es ultrajante. Nosotros decidimos que en este caso se trataba de un chico (de seis años) que había sido abusado con anterioridad, lo que había cambiado su vida.
-¿Usted se refiere a un intento de abuso anterior (en realidad, no se comprobó) que señalaba a su padre como abusador?
-El chico ya había cambiado totalmente de hábitos. El menor ya venía con travestismos. Nosotros, lamentablemente, tuvimos que mencionar estos hábitos en el fallo. [...] No es muy lindo decirlo: comenzó a ofrecerse para hacer ciertas cosas a la gente. El chico ya había adoptado una serie de costumbres. Por eso se dictó este fallo.
Suficiente, doctor.
En el fondo inconfesable de su alma, el juez piensa lo mismo que cierta parte de la sociedad: que si el niño ya estaba "desviado" de antes, el abuso es menos punible porque está "semiconsensuado". Esa idea es la que necesita ser urgentemente desactivada por una fuerte campaña en medios de comunicación.
Todos deberían saber que el cuerpo de un chico es cemento fresco. Y que allí donde alguien pone sus manos, deja la marca para siempre, porque le configura un mapa erógeno que quizá no hubiera sido el que se hubiera desarrollado naturalmente.
También sería útil difundir que, en ocho de cada 10 casos, el abusador es un conocido de la familia o un integrante de la misma, y eso hace que muchas veces sea muy difícil denunciarlo. De acuerdo con lo aconsejado por las academias de pediatría de muchos países, los chicos tienen que saber qué es el abuso. Que su cuerpo les pertenece sólo a ellos y que hay partes que son privadas.
Deben saber cómo pedir auxilio. Pero, sobre todo, tienen que poder ser escuchados. Cuando un niño quiere contar lo que le pasó y los mayores lo relativizan o le dicen mentiroso, sin saberlo, lo vuelven a abusar: es el abuso emocional. Le están invalidando lo que siente. Algo así como "no podés estar sintiéndote mal porque eso que decís que pasó no pasó. Tu angustia no existe". Eso también deja huella.
No es fácil armar estadísticas porque hay un enorme subregistro de denuncias, por razones obvias. Pero diversas organizaciones como Unicef, la OIT y la Organización Mundial de la Salud coinciden en que una de cada cinco mujeres y uno de cada diez varones fueron víctimas de alguna forma de abuso sexual durante la infancia.
Estadísticamente, no hay bacteria ni virus en la historia de la humanidad que haya hecho tanto daño.
http://www.lanacion.com.ar/1795091-el-abuso-un-arma-de-destruccion-masiva-de-la-ninez