lunes, 15 de junio de 2009

LOS NIÑOS MUY POCAS VECES INVENTAN HISTORIAS DE ABUSO SEXUAL


Los que abusan sexualmente de los niños pueden hacer que el niño esté extremadamente temeroso de revelar las acciones del agresor y, sólo cuando se ha hecho un esfuerzo para ayudarlo a sentirse seguro, es que se consigue que el niño hable libremente. Si un niño dice que ha sido molestado sexualmente, los padres deben hacerle sentir que lo que pasó no fue culpa suya. Los padres deben de buscar ayuda médica, denunciarlo, y llevar al niño para un examen físico y al psiquiatra para una consulta.


¿Qué debemos hacer cuando un niño ha sido abusado sexualmente?


- Si el niño lo dice, escúchele y tómele en serio. Los niños muy pocas veces inventan historias de abuso sexual.

- Si usted está alarmado o siente vergüenza, no se lo demuestre al niño; pues él se sentirá más afectado.

- No le presiones. Apoya al niño evitando gestos, preguntas o juicios que le hagan sentirse aún más angustiado o culpable.

- Si el niño o niña decide hablar, anímale y muéstrale confianza para que diga la verdad y hable con libertad. No lo juzgue, ni lo hagas sentir culpable.
- Solicite apoyo a algún especialista para ayudar al niño y también a la familia en la forma que debe tratar el problema.

- Prepara al niño para esa ayuda. Explícale que tendrá que conversar con otras personas de lo sucedido. Y que todo será muy bueno para él.

¡DIGAMOS NO AL ABUSO SEXUAL INFANTIL!


El abuso sexual infantil es una categoría especial de maltrato que tiene una gran cantidad de manifestaciones y muchas de ellas son tan sutiles que un observador desprevenido no notaría el impacto y consecuencias que tienen para la víctima.

El abuso sexual infantil –para niños o niñas- en su forma más agresiva es la violación que se manifiesta con penetraciones peneales, digitales o con objetos por el ano o por la vagina; pero es igualmente abuso sexual infantil el tocar zonas consideradas íntimas, el forzar a los niños o niñas a tocar a su abusador o a un tercero, el usar a los niños o niñas posando para fotos o videos que muestren sus zonas íntimas o insinúen actividad sexual y el forzar a los niños o niñas a observar cualquier forma de pornografía o actividad sexual en vivo.

Cuando el abuso sexual se da entre personas de primer grado de consanguineidad, hay incesto; es decir, que cualquiera que sea su nombre (abuso sexual infantil o incesto) es un delito y es una condición que altera profunda e irreversiblemente la identidad sexual de la víctima afectando su socialización, su vinculación emocional y sentimental y su ejecución sexual.

Pero lo peor está por venir: quien ha sido víctima de abuso sexual o de incesto tiene una alta probabilidad de repetir esas acciones ahora como victimario con lo que se pone en peligro a toda persona cercana (hermanos, hijos, vecinos, amigos, sobrinos, nietos, etc.) manteniendo la cadena delictuosa por generaciones que incluso llegan a pensar y disculparse con el argumento de que esas acciones son “normales” puesto que han sido parte integral de su vida desde su infancia.


Quien crece en un ambiente con violencia, abuso, incesto, maltrato, robo, narcotráfico o cualquier otro delito o acción ilegal considerará que tiene razón en repetir lo que sus padres o su ambiente le mostraron tan naturalmente y reproducirá un ambiente similar para sus propios hijos.

Denunciemos a los victimarios haciendo conciencia de que si fuésemos víctimas querríamos que alguien asumiera nuestra defensa y protección.

Los niños y niñas son abusados frecuentemente por quienes se supone que habrían de cuidarlos (padres, madres, hermanos, tíos y tías, abuelos y abuelas, etc.). Si no asumimos su defensa cuando identificamos cualquiera de esas formas de violencia contra la niñez, nuestros niños y niñas no tendrán opciones.


Se necesita de nuestra solidaridad. Denunciemos ante la policía, Bienestar Familiar, Comisarías, Fiscalía, Personería y cualquier otro ente de protección.

CASOS DE AS.I EN EL MUNDO.


Recomendación 67/2004, dirigida a Santiago Levy, director del IMSS

Una madre denunció ante la Comisión que durante varias semanas su hija de tres años de edad fue víctima de abuso sexual por parte de un empleado de la Guardería 48 del IMSS, quien estaba asignado al área de cocina.

En la declaración ministerial la menor refirió de su agresor: “Es grande, como mi mamá, y me toca mi colita con el dedo”.

–¿Dónde? –se le preguntó, y ella señaló el área púbica y vagina.

–¿Cuántas veces te hizo eso?

–Muchas…

En el dictamen psicológico se detectó en la niña “alteraciones emocionales características de personas que han sido víctimas de agresión sexual”.

La CNDH confirmó omisión por parte de la directora de la guardería, quien al enterarse no informó de los hechos al Órgano Interno de Control de la Secretaría de la Función Pública en el IMSS, y por parte de los servidores públicos responsables del Departamento de Guarderías, que no realizaron acciones urgentes para proteger la integridad de otros menores, como separarlos del agresor.

El IMSS indicó que los niños estaban seguros, “porque nunca antes se había registrado un suceso como el de la niña, actitud con la que minimizó la gravedad del hecho”.

Recomendación 66/2008, dirigida a Juan Molinar Horcasitas, director del IMSS.

Una mujer relató que llevaba a su hija de tres años a la guardería ADIS de Coahuila, subrogada por el IMSS y administrada por un particular. Un día, al regresar a casa y revisar a la pequeña se percató que sangraba de la vagina; la llevó a una clínica, donde descartaron la violación, pero confirmaron tocamientos y manipulación.

La niña señaló como responsable a una maestra de la guardería.

El titular del área de Auditoría, Quejas y Responsabilidades del IMSS adscrito a Coahuila argumentó que los empleados de la estancia no eran contratados por el Instituto y que éste sólo había convenido la prestación de algunos servicios, “por lo que carecía de competencia para conocer de los hechos denunciados”.

La Procuraduría de Justicia estatal, donde la madre presentó una denuncia contra la educadora y contra quien resultara responsable por el delito de atentados al pudor impropio y otros, concluyó en su dictamen ginecológico que la menor tenía “una lesión en labio mayor derecho con sangrado reciente”.

La nena relató que “en la guardería la cuidaba una maestra con quien jugaba a las pelotas y a la doctora, y que una de esas veces que jugaba en un colchón blanco la maestra le quitó el calzón y le hizo una cortadita con la lengua y le dolió mucho…”.