martes, 25 de julio de 2023

Recomendaciones para evitar abusos sexuales en temporada vacacional





 Dado que el núcleo familiar es donde más casos de abusos sexuales se registran, Abigail Cruz, da a conocer recomendaciones para evitar este tipo de abusos en esta temporada vacacional.

Abigail Cruz, presidenta de la Fundación NAHO, institución dedicada a la prevención y atención a víctimas de cualquier tipo de abuso sexual, mencionó en entrevista para El Sol de Tulancingo que, el 75 por ciento de lo abusos son cometidos por un familiar o conocido a la familia.



 tanto, dijo que tanto los padres como los menores de edad necesitan conocer y aplicar las siguientes recomendaciones, dado que, la temporada vacacional implica que los menores de edad pasen mayor tiempo en casa o sean cuidados por familiares y amigos.

Es necesario hablar con claridad a los niños acerca de los riesgos que los rodean, se debe conversar de manera constante con las y los hijos y generar un ambiente de confianza, enseñarles que hay secretos buenos y secretos malos.



Enseñar a los hijos que existen partes del cuerpo íntimas que no se pueden tocar, no permitir que los hijos vacacionen solos y supervisar las actividades que realizan.


Enseñarles a decir no y fortalecer la autoestima con actividades de contención, supervisar las actividades que hacen con amigos y familia y también el contenido que consumen en el internet.

También es importante escucharlos con atención y creer en ellos, y sobre todo, no obligarlos a que se queden con personas , conocidos o familiares hacia quienes sienten rechazo

miércoles, 12 de julio de 2023

México, primer lugar en casos de abuso infantil

Cada año 4.5 millones de niñas y niños son víctimas de abuso sexual en México y el País ocupa el primer lugar en ese tipo de delitos, entre los países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. De acuerdo con el Colectivo contra el Maltrato y Abuso Sexual Infantil, la cifra es poco realista porque solo es denunciado uno de cada 100 casos de abuso sexual infantil, lo que refleja el grave problema que enfrenta el País; además, los principales agresores se encuentran en el seno familiar. TE PUEDE INTERESAR: Consumo de cristal en Coahuila, grave problema de salud pública Padres biológicos, padrastros, hermanos, abuelos, tíos, sobrinos y primos son los principales agresores. El Consejo Ciudadano de la Ciudad de México informó que los agresores más comunes son los propios familiares, maestros y religiosos, como sacerdotes. Se calcula que el 30 por ciento de los culpables son abuelos o padrastros; 13 por ciento tíos; 11 por ciento padres biológicos; 10 por ciento primos; 8 por ciento vecinos; 7 por ciento maestros y 3 por ciento hermanos. El abuso sexual infantil no es lo mismo que una violación, señaló la diputada Laura Francisca Aguilar Tabares (Morena), al indicar que abarca varios aspectos, como cuando el agresor obliga a la víctima a que lo vea haciendo cosas o forzar a ver contenidos de índole sexual, por ejemplo. “A pesar de estar en el primer lugar a escala mundial en abuso sexual infantil, México tiene los presupuestos más bajos para combatir este problema, ya que solo uno por ciento de los recursos para la infancia está destinado a la prevención y protección del abuso sexual y la explotación, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia”, afirmó. El Instituto Nacional de Estadística y Geogafía reportó que el delito de violación alcanza a mil 764 niñas, niños y adolescentes por cada 100 mil menores y adolescentes de 12 a 17 años, mientras que los tocamientos ofensivos y manoseos llegan a 5 mil 089 casos por cada 100 mil menores u adolescentes. Es necesario que la Secretaría de Educación Pública se coordine con los estados para impartir cursos y programas sobre prevención y detección de conductas de abuso sexual, dirigidos a niñas, niños, adolescentes, padres y madres de familia.

martes, 11 de julio de 2023

Yo no te creo: un recorrido histórico del descrédito de las víctimas de violencia sexual en la infancia

Yo no te creo: un recorrido histórico del descrédito de las víctimas de violencia sexual en la infancia Uno de cada cinco niños sufre algún tipo de violencia sexual, cuando esta violencia se denuncia empieza una espiral de descrédito hacia las criaturas y hacia sus madres, cuando son estas quien denuncian. Un descrédito que no puede desligarse de siglos de prejuicios patriarcales. 1 Columpio y niños Niñas y niños juegan en una zona de columpios de Pechón, Cantabría. DAVID F. SABADELL Jara Molina 10 JUL 2023 05:00 Este contenido es posible gracias a las personas que respaldan El Salto con su suscripción. Ayúdanos a llegar a los 10.000 socios/as para seguir informando sobre lo que realmente importa. Lucha por tus medios. ¡Suscríbete! Todo el mundo parece sentir algo más que repugnancia ante la palabra pederastia pero, cuando sucede, nuestra falta de acción denota que lo percibimos como una realidad aislada: jamás en mi familia, imposible en mi barrio, improbable en mi pueblo, quizás en otro lugar, allí donde los monstruos son reales. Sin embargo, según el Consejo de Europa, 1 de cada 5 niños es víctima de abuso sexual infantil en Europa. Save the Children estima datos similares para España y añade que la mitad de estas violencias ocurren dentro de la propia familia, mayoritariamente perpetradas por el padre. A pesar de la extensión de estos abusos, solo el 15% de los casos se denuncian. Y de esos, según refleja el informe Violencia institucional contra las madres y la infancia, el 86% se archiva sin llegara juicio, siendo el descrédito la causa fundamental de la perpetuación de las violencias sexuales contra la infancia a lo largo de la historia, por lo que finalmente los condenados por violencia sexual infantil son muy pocos de los agresores. Una causa fundamental de esta desestimación de denuncias dentro de la familia, según ha puesto sobre la mesa el mismo informe, es la aplicación continuada del Síndrome de Alienación Parental, un falso síndrome que desacredita a las víctimas que se atreven a romper el silencio. Y es que de acuerdo con la experta en trauma Judith Herman en su libro Trauma & recovery (1992), el descrédito por sí solo es la causa fundamental de la perpetuación de las violencias sexuales contra la infancia a lo largo de la historia y lo que desconecta a la víctima de la sociedad junto con la posibilidad de sanar el trauma. De modo que, si tomamos perspectiva, no es difícil comprobar que estas víctimas, que en su mayoría han sido siempre mujeres, han sido desatendidas por la sociedad cuando no directamente acalladas de diversas formas; y los graves síntomas del abuso, que afectan a toda una vida, invalidados desde los albores de nuestra civilización. De histéricas a poseídas La palabra histeria proviene del griego antiguo ὑστέρα, cuyo significado es útero. Muchas de las denominadas histéricas debían de haber sido víctimas en su infancia pues padecían de una serie de síntomas que coinciden con los de los actuales trastornos derivados fundamentalmente del abuso infantil: TID (Trastorno de Identidad Disociativo) y TLP (Trastorno Límite de la Personalidad). Tanto las histéricas del pasado como las personas con estas condiciones de la actualidad sufren desde importantes problemas para la regulación emocional hasta flashbacks, convulsiones e intentos de suicidio. En aquel entonces, donde la curiosidad dio inicio a la primera filosofía y la primera ciencia con teorías incipientes sobre el devenir, los átomos y clasificaciones biológicas, al parecer nadie quiso saber de dónde provenían tales síntomas tan llamativos. Se conformaron con señalar poco más que las histéricas sufrían de cosas de mujeres, que el útero se desplazaba y afectaba a la psique. Y es significativo que en la actualidad digamos “no seas histérica” para decir “no exageres”, como si la histeria consistiera en eso, en exagerar. Aunque en cierto modo el diagnóstico no fuera del todo desacertado, porque sí había un ser pérfido abusando de muchas estas víctimas (probablemente su padre), el tratamiento del exorcismo supondría no solo una revictimización en este tipo de casos, sino también un nuevo modo de ocultar el abuso invalidando cualquier mensaje de la víctima. Sus síntomas eran achacados a un suceso esotérico en vez de a la perversión paterna, su mensaje de denuncia, acusado y condenado por provenir directamente del diablo: no se me ocurre un descrédito más hostil. Experimentos al florecer de la ciencia Entrado el positivismo, ya en el siglo XIX, cabría esperar un estudio más científico y acertado de lo que ocurría a las personas con la sintomatología que hemos descrito anteriormente. Y en algún modo, así fue. Sin embargo, las denominadas histéricas fueron sometidas en la famosa clínica de Jean-Martin Charcot a un sin fin de experimentos abusivos carentes de ninguna ética en favor de la disciplina científica. En la Salpêtrière, el neurólogo de moda creó un auténtico espectáculo público en el que como un mago al amparo de la ciencia producía ataques convulsivos, contorsiones y otras reacciones derivadas de trauma en sus pacientes histéricas. Contrariamente a su mentor Charcot, los condiscípulos Freud y Janet se interesaron por las causas de la histeria, aunque tal vez, de acuerdo con la mentalidad racionalista del momento, más por demostrar la superioridad de la ciencia sobre la fe que por ofrecer una solución a aquellas mujeres víctimas de abuso. Entrevistando a las afectadas, llegaron a la conclusión de que el abuso en la infancia era una constante entre aquellas mujeres enloquecidas. La frecuencia del abuso sexual fue expuesta por a finales del siglo XIX por Tardieu, quien también reveló que era una violencia bastante frecuente donde el agresor era un familiar y que la agresión a menudo no dejaba señales físicas La frecuencia del abuso sexual realmente ya había sido expuesta por el médico Auguste Ambroise Tardieu a finales del siglo. Tardieu revelaba en sus estudios que era una violencia bastante frecuente donde el agresor era fundamentalmente el padre o un hermano mayor de la víctima, que la agresión a menudo no dejaba señales físicas y que la “educación superior” no inhibía a los hombres de cometer ese abuso. La preocupación por el abuso a la infancia empezaba a tenerse en cuenta por primera vez en la historia. Y para cuando Freud quiso exponer su primera teoría, según relata Moussaieff Masson —el custodio y estudioso de los archivos privados del creador del psicoanálisis— en su Asalto a la verdad (1992), ya estaban publicados los argumentos defensores del agresor. En estos se partía de la premisa de que un padre respetable nunca cometería ese tipo de abusos por lo que se trataba necesariamente de falsas acusaciones para llamar la atención, de fantasías infantiles o ideaciones de mujeres mentirosas. “La enormidad de la acusación destruye su probabilidad” diría Gamier en su estudio sobre una joven histérica que había acusado de incesto a su “honorable” padre y que ingresaría en el manicomio tras insistir en sus inverosímiles declaraciones. Nadie estaba dispuesto a asumir que aquellas muchachas, algunas hijas de reputados hombres poderosos, podían haber vivido lo que ellas contaban. Hacerlo implicaría un escándalo que afectaría hasta los círculos de poder más elevados y terminaría con la idea de un hermoso jardín europeo, civilizado y elegante. De modo que la verdad de las histéricas, aquella amenaza al statu quo que desenterraría los trapos sucios de toda una clase social pronto fue acallada y encerrada en el manicomio con sus portadoras. Ante la presión a la que se sometió su teoría, el propio Freud prefirió dar un paso atrás y buscar otra explicación a su descubrimiento, una que la sociedad, o por lo menos los hombres respetables que la dominaban, sí estuvieran dispuestos a aceptar. Tras la retractación de Freud, fantasiosas sexuales Si el abuso sexual como causa era inaceptable, solo cabía borrarlo, acudir al propio descrédito que aplica siempre tanto el abusador como el que no quiere creer en el abuso. Las historias solo podían ser inciertas, posibles imaginaciones, fantasías, tribulaciones que pasaban por sus mentes, quizá a causa del miedo o del deseo. Y así Freud desarrolló su nueva teoría, equivocándose, porque los síntomas de la histeria actualmente se explican por trauma en la infancia; una retractación que solo se comprende si entra en juego la falta de aceptación social de lo inicialmente propuesto. En los juicios de los 80, problemas de memoria. Pero el argumentario de que el recuerdo de las víctimas de abuso es incierto no terminó con Freud. A pesar de que los síntomas de las mujeres con histeria, se han demostrado ya causados por trauma gracias a estudios con veteranos de guerra traumatizados (tuvieron que sufrirlo los hombres para que por fin se resolviera el misterio), el cuestionamiento de las víctimas continúa por la vía judicial. Cuando se publica en EE UU la ley de protección a la infancia, se inicia una explosión de denuncias a progenitores por parte de personas adultas que habían vivido abusos en su niñez y con ellas llega el falso Síndrome de las Falsas Memorias Así, cuando en la década de los 70 se publica en EE UU la ley de protección a la infancia, se inicia una explosión de denuncias a progenitores por parte de personas adultas que habían vivido abusos en su niñez. De nuevo se abría la puerta del horror, la sociedad empezaba a despertar pero no llegó a abrir los ojos. El descrédito llegó de la mano del falso Síndrome de Falsas Memorias apoyado en los estudios de Elisabeth Loftus, las declaraciones como testigo de la propia Loftus y la fundación asociada (False Memory Syndrome Foundation) creada por progenitores denunciados. El supuesto Síndrome de Falsas Memorias alude a la falibilidad de la memoria, su posible alteración y, por tanto, a su escasa validez como prueba en un juicio por abuso infantil ocurrido hace décadas. El problema, tal y como coinciden las investigadoras en psicología Anne P. DePrince, Carolyn B. Allard, Hannah Oh y Jennifer J. Freyd en su artículo What’s in a Name for Memory Errors? es que si invalidas el recuerdo de las víctimas y su estado psicológico consecuente con motivo de ese supuesto síndrome, ¿qué otra prueba se puede conseguir tantos años después de que el abuso existió? Por naturaleza el abuso se produce sin testigos, muchas veces no causa señales físicas y, años después, difícilmente puede quedar algún rastro de él. Si bien es cierto que la memoria es en cierto modo maleable y manipulable, no se ha demostrado que se pueda implantar la memoria de un recuerdo traumático, y el Síndrome de Falsas Memorias no ha contado con respaldo científico suficiente, de modo que nunca se ha incluido en ningún DSM (el manual diagnóstico por excelencia). En cambio, el síndrome descrito se ha usado en cientos de juicios a veces cuando incluso existía una corroboración externa del recuerdo de la víctima. Parece un recurso estratégicamente diseñado para defender al acusado y desacreditar de nuevo a víctimas permanentemente silenciadas. De hecho, Elisabeth Loftus también ha tratado de desarmar las acusaciones colectivas de abuso a Harvey Weinstein que originaron el MeeToo empleando el concepto de “falsas memorias”, así como de otros agresores sexuales. No es que los niños sean manipulables, es que todas las víctimas de abuso son desacreditadas desde las estructuras de poder. Acusadas, criminalizadas, encarceladas Uno de cada cinco lo sufren, pero cuando una madre se atreve a ir al juzgado y denunciar, el 86% de las denuncias se sobresee. No importan los informes pediátricos o psicológicos, no importa que el menor lo cuente, si se puede intuir una motivación espúrea de la madre como que quiera la custodia exclusiva y muestre animadversión hacia el padre, la aplicación del denominado Síndrome de Alienación Parental (SAP) es un hecho. Y evidentemente cualquiera que sospeche del abuso a un hijo va a querer la custodia exclusiva y rechazará al abusador. Este nuevo falso síndrome, según plantean, por ejemplo, los autores de “La lógica del Síndrome de Alienación Parental de Gardner” en la Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, parece perfectamente diseñado para defender a acusados de pedofilia intrafamiliar y tampoco ha sido reconocido por los organismos competentes en la materia. Se fundamenta en una serie de síntomas nada raros si se da realmente el abuso infantil. Esto es así hasta el punto de que para no confundirlo con el abuso infantil verdadero, su creador Richard Gardner tuvo que añadir posteriormente, como elemento de diagnóstico, la coletilla “y no debe ser víctima real de abuso”. Es decir, todo lo que podría ser prueba del abuso, como la aversión del niño al progenitor acusado, la propia narración del abuso o sus problemas emocionales o psicológicos, si no se demuestra fehacientemente y por su propio lado el abuso en sí, se convierte en supuesta prueba de que la madre lo está alienando. Incluso pruebas pediátricas que revelan indicios de abuso terminan convirtiéndose en argumento de que la madre está “obsesionada” y sobreexpone a la niña a “reiteradas exploraciones médicas” probando así la supuesta manipulación materna. Y es que probar el abuso en sí no es nada fácil porque rara vez deja señales físicas. De modo que para el que no quiere creer, la explicación es simple: todos mienten, las madres, los hijos y si hace falta los psicólogos y los pediatras que se atrevan a evaluarlos. No por nada la ONU acaba de advertir recientemente en un informe de que el SAP se está empleando mundialmente para enmascarar y encubrir violencias contra las mujeres y los niños o ha llamado la atención a nuestro país hasta en 5 ocasiones por ello. Todo lo que podría ser prueba del abuso se puede convertir en supuesta prueba de que la madre lo está alienando e incluso las pruebas pediátricas terminan convirtiéndose en argumento de que la madre está “obsesionada” El asunto del falso SAP llega tan lejos que en muchos casos la madre termina perdiendo la custodia en favor del acusado e incluso juzgada y encarcelada por resistirse a las visitas programadas o asumir la custodia establecida, porque ese arrancamiento forzoso del niño a su madre es la terapia planteada para el SAP por su creador. Así, los niños todavía sufren una situación más vulnerable que sus madres: revictimizados, ignorados y entregados a su abusador por la propia justicia. Parece que los jueces actuales sentencian partiendo de la misma premisa y con los mismos falsos argumentos de aquellos respetables hombres de mediana edad del siglo XIX, esos que cuentan con el privilegio de ser inmunes a la violencia sexual y de decidir a quiénes debemos creer bajo la sombra del sistema patriarcal. Y les resulta muy fácil porque se trata de creencias bien arraigadas en el acervo cultural tras siglos y siglos de historia de descrédito. Ante el descrédito La CEDAW ha recibido recientemente cinco informes que denuncian la violencia institucional que ejerce la justicia contra las madres en nuestro país. España tendrá que dar la cara en la ONU, pero la amplificación mediática y social de la situación dista mucho de ser la adecuada a la gravedad. Muchos pensarían que organizarse colectivamente podría suponer una respuesta, y no cabe duda de que lo es, pero no por ello el descrédito y el riesgo de denunciar parece desaparecer sino que genera una reacción mayor. Como ejemplo, a la asociación de madres que estaban viviendo este problema en años pasados, Infancia Libre, se la ha criminalizado desde la propia policía con un informe falseado realizado a partir de declaraciones de los padres acusados sin ningún tipo de verificación; informe que los jueces han convertido en herramienta para sentencias de madres que ni siquiera pertenecían a la asociación y que el circo mediático supo poner en primera plana. Sin embargo, parece que no estuvieran en ningún lugar, parece que a pesar de la evidencia, las mujeres siguen siendo unas exageradas, que ahora las palabras del diablo son las palabras de la supuesta madre alienante que susurra al oído de su hijo, que el recuerdo traumático sigue siendo inverosímil, sujeto a la sugestión terapéutica o materna, pura fantasía freudiana. Y sobre todo, parece que no lo podemos asumir, que no, que nada amenace el statu quo, que nada me haga dejar de creer en un mundo sin fealdad. Infancia 1 Un estudio detalla cómo el sistema judicial castiga a las madres que denuncian abusos sexuales a sus hijos PATRICIA REGUERO RÍOS El discurso imperante es claro e incluso las propias víctimas lo integran a la perfección: no, no puede ser, será otra cosa, estarás exagerando, te lo habrás imaginado, porque no, no lo puedo creer. Imposible creer cuando no se está preparado. Y es que el abuso es demasiado horrible, tanto que no puede existir, mejor relegado, mejor en secreto, mejor cambiar de tema, que esto me pone mal cuerpo. Nos incomoda, preferimos no escuchar, seguir creyendo que el mundo es un lugar bello, confiar en que los monstruos tienen un solo ojo, color verde y qué se yo; cualquier cosa menos que viven entre nosotros con nuestra propia apariencia. Quizá sea algo natural, que más allá del interés del abusador en desacreditar a la víctima, todos tengamos interés en desacreditarla porque creerla es un ejercicio demasiado valiente. Creerla significa renunciar a sentirse segura porque es reconocer que sí, que aquí, en tu entorno, también puede estar ocurriendo. Creerla significa sentirse aún más vulnerable porque ni la sociedad ni la justicia parecen ser equilibradas después de lo visto. Creerla significa asumir que el poder goza de privilegios indignos en cualquier tipo de ámbito. Pero debemos creer a la víctima porque es el único modo de que todo eso que no queremos asumir pueda algún día desvanecerse y porque solo con una sociedad humana, las víctimas pueden volver a creer en la humanidad y sanar la herida. Somos una sociedad inmadura que vive en estado de negación. Igual que la madre negligente que decide no entrar a ver qué ocurre una vez se cierra aquella puerta, somos cómplices del abuso. Pero debemos creer a la víctima porque uno de cada cinco niños están esperando que la sociedad por fin se haga cargo. Sobre este artículo Yo no te creo: un recorrido histórico del descrédito de las víctimas es un artículo escrito tras el curso ‘Periodismo feminista, grandes temas y transversalidad’ organizado por El Salto donde las alumnas reflexionaron sobre las posibilidades del periodismo feminista con periodistas de La Directa, Pikara Magazine y El Salto

viernes, 7 de julio de 2023

Guapa, fuerte y lista - Cuento corto sobre el abuso infantil para niños

Guapa, fuerte y lista - Cuento corto sobre el abuso infantil para niños El cuento siempre es la herramienta ideal para hablar de temas delicados con los niños y esta vez no es la excepción Marisa Alonso Santamaría, Poetisa En este artículo Cuento corto infantil sobre el abuso infantil - Guapa, fuerte y lista 7 preguntas de comprensión lectora acerca del cuento corto para niños ¿Cuáles son las señales de abuso infantil o cómo saber si un niño es abusado? Guapa, fuerte y lista, un cuento corto sobre el abuso infantil para niños, será la herramienta ideal para hablarle a tu hijo acerca de las partes íntimas de su cuerpo y, sobre todo, que NADIE debe tocarlas. Los cuentos cortos contribuyen a que los niños comprendan mejor acerca de cualquier tema, en este caso uno de los más importantes relacionados a su integridad física. Así que siéntate con tu hijo y lean juntos la historia de Cloe, reforzando con las preguntas de comprensión lectora que formulamos para ustedes. Cuento corto infantil sobre el abuso infantil - Guapa, fuerte y lista Cuento corto sobre el abuso infantil La hora del baño para la pequeña Cloe se había convertido en todo un ritual. Sus padres estaban divorciados y Fran, su padre, cuidaba de la niña siempre que estaba con él. A Cloe le encantaba el agua y la hora del baño era un momento de gran diversión para el padre y la hija. Fran levantaba a la niña en volandas dándole enormes achuchones, luego la dejaba caer sobre la cama y, entre gritos y risas, la desnudaba con delicadeza. Le quitaba la camiseta interior, el pañal mojado y le hacía cosquillas con la nariz en la tripa. Después, asegurándose de que el agua no estuviera muy caliente, poquito a poco, la sentaba en la bañera. Cloe disfrutaba ese ratito mientras Fran la frotaba con mucho cariño por todo el cuerpo. Y con el ritual del baño la pequeña fue aprendiendo todas las partes del cuerpo muy pronto. - Te voy a echar agua por la cabeza, cierra los ojos - avisaba a la niña para que echara la cabeza hacia atrás y no le entrara jabón en los ojos. - Te voy a lavar detrás de las orejas. A ver esa cara, ese cuello - iba diciendo en voz alta. - Debajo de los brazos, la espalda, por el pecho - le decía nombrando cada parte del cuerpo por la que pasaba. - Esas manitas, ¡uno, dos, tres, cuatro, cinco! - le cantaba contando sus dedos. - Las piernas, la vulva, el ano, los dedos de los pies - continuaba hablándole a su hija. Y Cloe se divertía jugando en el agua. Luego, Fran con habilidad extendía la toalla con una mano y con la otra sacaba a Cloe del agua, mientras ella reía nerviosa sabiendo lo que llegaba después. Arropada para que no se enfriara, Fran preguntaba a la pequeña: - ¿Cuánto te quiere papá? - ¡Muchoooooooooooo! - le contestaba divertida. - ¿Cómo es Cloe? - ¡Guapa! - y la niña se tocaba la cara. - ¡Fuerte! - y doblaba el brazo por el codo expresando ser fuerte. - ¡Lista! - y se señalaba la cabeza con orgullo. Y frente al espejo, durante unos minutos, los dos bailaban su canción preferida pasándolo en grande, mientras las carcajadas inundaban la habitación. Después secaba concienzudamente cada pliegue de su piel y le daba crema hidratante. Así, Cloe crecía sintiéndose querida, segura y muy feliz. Un día, Fran empezó a hablarle de las partes íntimas del cuerpo. - El ano y la vulva son las partes íntimas de tu cuerpo. Y padre e hija lo repetían siempre a la hora del baño. - ¿Cuáles son las partes íntimas de tu cuerpo? - le preguntaba a su hija. - El ano y la vulva - decía la niña señalando esas partes en su cuerpo. - ¿Qué quiere decir partes íntimas? - preguntó Cloe tiempo después a su padre. - Las partes íntimas no son para que todo el mundo las vea, Son las partes del cuerpo que van tapadas con la ropa interior. Los hombres llevamos un calzoncillo cubriendo el ano, el pene y los testículos. Las mujeres llevan sujetador y braga, le aclaró. - Entonces ¿el ano, el pene y los testículos también son partes íntimas de los niños? - volvió a preguntar dudando. - ¡Eso es, Cloe! El ano, el pene y los testículos son las partes íntimas de los niños y la vulva la de las niñas, repitió. Nadie debe decirte que quiere ver tus partes íntimas, tocarte o pedirte hacer fotografías. Tampoco nadie debe pedirte que tú le toques. Debes decir siempre que no. ¡Tu cuerpo es tuyo! - le dijo mirándola fijamente a los ojos. - El médico ha visto mis partes íntimas - dijo de repente la niña pensativa. - ¿Dices cuando te salieron granitos en la vulva? El médico tuvo que verte para poder saber lo que te pasaba. Te pidió permiso y mamá estaba delante. Te recetó una crema ¿te acuerdas? Eso es normal. - ¿Y si me lo pide otra persona? - preguntó mostrando preocupación. - Nadie te debe pedir nunca algo así. Si alguien te hace sentir mal por eso, sea quien sea, aunque sea un amigo y te diga que es vuestro secreto, que no lo cuentes, que papá y mamá se van a enfadar, debes contárnoslo inmediatamente, o pedir ayuda a alguien que te dé confianza. Jamás nos enfadaríamos contigo porque nos contaras eso. Los secretos de las partes íntimas no son secretos. Siempre debes pedir ayuda. ¡Tu cuerpo es tuyo! - ¡Vale, papá! - contestó la pequeña. - ¿Cuánto te quiere papá? - ¡Muchoooooooooooo! - gritó Cloe echando los brazos al cuello de su padre. - ¿Cómo es Cloe? - ¡Guapa, fuerte y listaaaaaa! - dijeron padre e hija haciendo los gestos y riendo a la vez. 7 preguntas de comprensión lectora acerca del cuento corto para niños Preguntas de comprensión lectora sobre el cuento infantil A continuación te dejamos esta preguntas de comprensión lectora acerca del cuento infantil para que refuerces la lectura con tu hijo: ¿Por qué a Cloe le encantaba la hora del baño? ¿Cómo iba mencionando el padre de Cloe las partes de su cuerpo? ¿Cómo era Cloe según su propias palabras? ¿Cuáles son las partes íntimas del cuerpo? ¿Qué le dijo su papá a Cloe acerca de las partes íntimas? ¿Puede alguien tocar el cuerpo de Cloe? ¿Qué debe hacerCloe si alguien le pide ver sus partes íntimas? ¿Cuáles son las señales de abuso infantil o cómo saber si un niño es abusado? Señales de abuso infantil Muchos padres se preguntan cómo saber si una niña fue tocada o cuáles son los signos de abuso infantil, ya que es un problema grave y que tiene efectos devastadores y duraderos en los niños que sufren dicho abuso. Aquí algunas señales sobre cómo detectar el abuso infantil: Cambios bruscos en el comportamiento. Los niños que sufren abuso muestran cambios drásticos en su comportamiento: se vuelven agresivos, retraídos, ansiosos o deprimidos. Dificultad para dormir o conciliar el sueño. Los pequeños casi siempre empiezan por ese signo, ya que tienen pesadillas o problemas para dormir. Cambios en el rendimiento escolar. El rendimiento escolar se ve afectado por el abuso, presentando dificultad para concentrarse o baja de las notas escolares. Miedo a ciertas personas o lugares. El pequeño puede mostrar un miedo intenso o aparentemente irracional hacia ciertas personas o evitar ciertos lugares. Cambios en los hábitos alimenticios. Por lo regular se experimenta una pérdida de apetito o, por el contrario, se come en exceso dándose atracones nocturnos. Señales físicas. Pueden presentarse moretones inexplicables, quemaduras, cortes o rasguños. En casos extremos golpes más fuertes o fracturas. Si sospechas de abuso infantil, es importante tomar medidas. En México, comunícate con las autoridades correspondientes como la Fiscalía de Justicia o con DIF y la Procuraduría de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes. La protección de los niños y evitar el abuso es responsabilidad de todos. Puedes leer más artículos similares a Guapa, fuerte y lista - Cuento corto sobre el abuso infantil para niños, en la categoría de Abusos en Guiainfantil.com.