lunes, 20 de junio de 2011

El lado oscuro: abuso sexual infantil


"De estas cosas no se hablan", salvo cuando aparece alguna noticia en los medios que rápidamente desaparece. ¿No es hora de comenzar a hablar?

Autor: Virginia Martinez Verdier
La sexualidad es vida”, menciono en la home de sexuar, y lo sigo sosteniendo. Sin embargo, la realidad nos muestra que existen situaciones en que la sexualidad está ligada a la violencia, la enfermedad o la muerte. Entre ellas elabuso sexual de menores ocupa un lugar particularmente dramático.

Se sabe que un gran número de personas fueron alguna vez abusadas sexualmente en su infancia. Puede haber sido una única vez o puede haberse sostenido este abuso durante un largo tiempo, generalmente hasta la adolescencia. El abusador puede haber sido un adulto desconocido o un familiar, un vecino, un amigo de la casa.

De estas cosas no se hablan, salvo cuando aparece alguna noticia en los medios que rápidamente desaparece. Generalmente el silencio es apoyado desde el mismo seno familiar, y el secreto se convierte en un peso emocional que suele arrastrarse durante toda la vida.

Cuando el abusador es un familiar directo, el padre, el abuelo, un tío o un hermano varios años mayor, este silencio es aún más estricto. A tal punto que casi queda en el olvido con el paso de los años.

A veces la madre sabe de esta situación, otras veces la intuye y otras veces prefiere negarlas. Generalmente estas madres también fueron abusadas en la infancia y repiten el círculo atrapante del silencio con sus propios hijos.

Es necesario diferenciar entre los juegos sexuales de los chicos de edades similares y las conductas sexuales estimuladas en ellos por personas que tienen más de 5 años de edad que estos niños.

Los juegos sexuales entre pares son habituales y forman parte del aprendizaje del ser varón o ser mujer en la formación de la identidad. En cambio, la disparidad y el forzamiento a situaciones sexuales que no son acordes a la edad de los chicos -aunque ellos no se opongan manifiestamente- violenta, hiere y destruye el crecimiento sano.

Los abusadores de menores, llamados paidófilos, son personas enfermas, ya que construyeron en su infancia un mapa erótico traumatizado por sus trágicas experiencias. En general, ellos también fueron víctimas, y en su edad adulta necesitan repetir sus situaciones traumáticas con un niño como lo fueron ellos. De otro modo no logran sentir placer.

La mayoría son hombres, de todos los sectores sociales. Mendigos o profesionales, empresarios u obreros, clérigos o aparentes “buenos padres de familia”. Sin embargo, en su vida existe un lado oscuro generalmente desconocido.

Las víctimas del abuso sexual infantil suelen tener tres tipos de reacciones en su vida adulta: se desinteresan por lo sexual, lo exacerban o se convierten en victimarios para vengar su sufrimiento infantil.

Aunque los paidófilos sean emocionalmente enfermos, esto no los libera de su responsabilidad adulta, ya que saben racionalmente que su conducta es delictiva.

Además del abuso sexual en el ámbito doméstico, se ha generado en el mundo un nuevo negocio globalizado: la explotación sexual infantil. En ella se esclaviza a niños y niñas para la producción de pornografía a través de fotos, videos o internet y para la prostitución.

Brasil y Tailandia encabezan los países que ofrecen turismo sexual infantil a acaudalados clientes del primer mundo. En otros países, aunque no existen cifras oficiales, esporádicas noticias nos informan acerca del ofrecimiento estos servicios en diversas localidades.

Las víctimas de este comercio quedan con serias marcas en su identidad y en su posibilidad de establecer vínculos confiables y afectivos. Se despersonalizan, no son personas, son objetos de consumo.

El abuso sexual infantil, como un acto individual y privado, y la explotación sexual infantil, como proceso comercial organizado pueden prevenirse. Es necesario que los Estados tomen medidas de acuerdo a lo acordado en laConvención Internacional por los Derechos del Niño.

La Convención fue aprobada por Asamblea General de las Naciones Unidas en 1989, y sancionada como Ley argentina N° 23849 en 1990. Declara abiertamente que “se protegerá a los niños de toda forma de explotación y abuso sexual, para impedir la prostitución, actividades sexuales ilegales y su uso en espectáculos y material pornográfico” (Artículo 34).

Además del tratamiento judicial y psicológico que pueda realizarse de los niños víctimas de estas violencias, se hace imprescindible ejecutar Programas de Educación Sexual para profesionales, docentes y operadores sociales que permitan aprender a prevenir y detectar estos riesgos para derivarlos a una solución posible.

Hablar de estos temas no es grato. Hasta puede pensarse que es preferible seguir guardando silencio.

Sin embargo, ponerle palabras al sufrimiento, saber que esa violación a la intimidad también les pasa a otros, y que poder pedir ayuda permite recuperar el camino hacia la vida, no sólo alivia, también restablece la confianza y la dignidad.

Acciones, no indiferencia ante el Abuso Sexual Infantil


Ahora mismo hay niños y niñas sufriendo abuso sexual. En este preciso instante su mundo está siendo despedazado a cambio de una vida marcada por la soledad, la culpa, la vergüenza... De un dolor profundo que a partir de este momento teñirá todas sus vivencias. 

Cierra los ojos a tu realidad y mira en tu corazón la carita inocente de ese niño o niña. Observa su pequeño cuerpecito vulnerable. Contempla su mirada asombrada porque todo lo que esos ojitos ven es nuevo y maravilloso. Ahora siente como ese cuerpecito sufre mientras es mancillado, lee su mente confusa que se pregunta por qué y no halla respuesta. El alma de ese pequeño ser que está despertando al mundo, está siendo rota en este instante y no comprende qué fue lo que hizo mal para estar siendo castigado de semejante manera.

¿Le darás la espalda? ¿Cerrarás los ojos de tu alma a su dolor? ¿Podrías vivir sin hacer nada por ese niño o esa niña?

El primer paso a dar como sociedad es romper el silencio que sólo protege a los pederastas y pedófilos. El único interesado en seguir manteniendo el abuso sexual infantil en secreto es el propio agresor y sus cómplices. No seas uno de ellos. Habla, denuncia, no te calles. Aun si no conoces un solo caso de abuso sexual infantil, si en tu familia no ha ocurrido, si no te pasó a ti en la infancia. Por más lejano que te parezca este atroz delito, los niños y niñas necesitan que la sociedad entera alce la voz y los proteja. Mas aun esos pequeños que en casa no encuentran protección sino violencia.

Lo segundo que puedes hacer, si conoces un caso de abuso sexual infantil. Créele al niño o a la niña, no pongas en dudas sus palabras. Los pequeños no mienten sobre un delito tan terrible para empezar, porque un niño o niña que no sufre abuso simplemente no tiene ninguna referencia sobre este crimen y por tanto es incapaz de inventarlo. Protege al menor a toda costa. Aléjalo de su agresor y hazle saber en todo momento que él o ella no son culpables en absoluto de lo que está pasando. Los pequeños no deben sentirse castigados por denunciar, deben sentirse protegidos. Siempre es mejor sacar del entorno del niño al abusador y no al niño de su entorno; sin embargo, sino es posible proteger al niño o niña dentro de su entorno, entonces es preciso sacarlo de ahí y hacerle saber que él o ella no hicieron nada malo, que si se los retira de su entorno es para protegerlos y no para castigarlos.

Tercero. Es fundamental denunciar al agresor frente a las autoridades y exigir a las autoridades proceder legalmente contra el abusador. Desafortunadamente en muchos países las leyes y su aplicación son una burla para quien denuncia y además de exponer al pequeño a un proceso tanto o más traumático que el propio abuso, el agresor termina libre y redimido ante la sociedad. No podemos permitir que esto siga ocurriendo y, callar “porque nunca pasa nada” no es una opción. Debemos denunciar y exigir justicia a toda costa. No es fácil luchar contra un sistema de impunidad y mala administración de la justicia pero los países que han logrado pasar esta barrera son aquellos donde los ciudadanos no se han cruzado de brazos ante el sentimiento de impotencia de un sistema de justicia deficiente y retorcido. Denunciemos y exijamos justicia.

Un niño o niña que sufre abuso sexual en la infancia, es un adulto que no puede desarrollar su potencial al cien por ciento. En muchos de los casos, incluso es un ser humano que no logra llegar a adulto porque el dolor y el sentimiento de culpa que acompaña a un pequeño que ha sido víctima de abuso sexual, lo lleva a destruirse a sí mismo a temprana edad. Para tener una mejor sociedad necesitamos individuos plenos y felices, capaces de desarrollarse al cien por ciento en las áreas de la vida que ellos elijan libremente. Por lo tanto, para tener la sociedad que deseamos debemos proteger a nuestros niños y niñas antes de que sean lastimados y si ya lo han sido, debemos detener su sufrimiento y ayudarles a sanar del abuso sexual infantil.

Consuelo Díaz Barriga S.