lunes, 14 de junio de 2010

¿Quién tiene la responsabilidad?

Brigitte Hauschild*

Quiero referirme al texto que apareció la semana pasada en la columna: ¿El abusador sexual fue abusado en su niñez? Y quiero dejar clara, desde el comienzo, mi opinión como sobreviviente. La gran mayoría de los abusadores sexuales son personas que están muy bien de salud y no padecen ninguna enfermedad que les “estimule” a abusar sexualmente de niños y niñas o que les incite a violar a mujeres adultas, son delincuentes a los que hay que castigar y no curar. Y si fuera cierto que son “enfermos”, me pregunto: ¿No somos responsables de nuestra propia salud?

Si un hombre tiene alteraciones hormonales patológicas tiene que buscar a un médico y medicarse. La curación de su enfermedad no estará nunca en abusar de niñas y niños o en violar mujeres.

Si un hombre ha recibido una educación sexual mal encaminada, distorsionada o no bien orientada, es su responsabilidad informarse mejor para orientar mejor su vida sexual. La solución de su problema no es abusar sexualmente de niñas/os.

Si un hombre vive sometido a presiones sociales, económicas, profesionales y familiares, o si escogió una vida religiosa en la que la represión sexual es la norma, la solución de sus problemas no es abusar sexualmente de otras/os. Como sucede con cualquier persona, con cualquier mujer que vive también sometida a muchas presiones, ese hombre tiene que enfrentar esas presiones de forma responsable y sin hacer daño a los demás. ¿Cuántas mujeres viven bajo presiones sociales, económicas, profesionales y familiares, hasta religiosas -muchas de estas presiones causadas por hombres- y no se convierten por eso en abusadoras sexuales?

Es nuestra responsabilidad, es responsabilidad de cada una, de cada uno, tanto de hombres y mujeres, trabajar nuestra niñez y nuestra adolescencia para liberarnos de todo ese “paquete” que recibimos como “educación” y garantizar que no reproduciremos en nuestros hijos/as el maltrato que tal vez recibimos en la infancia. Bajo ninguna circunstancia, ningún maltrato físico, emocional o sexual que recibimos en nuestra niñez, nos da derecho o es una justificación para repetir esa tragedia en otros niños y niñas.

La idea de que todos los abusadores sexuales vivieron abuso sexual en su niñez es un mito. Si la “ley biopsicosocial” afirma que cada persona abusada se hace abusadora, tendríamos una cantidad enorme de mujeres abusadoras. Esa “ley biopsicosocial” no existe. Ciertamente, hay hombres que vivieron abuso sexual en su niñez y se hicieron abusadores, pero esto no sucedió porque exista una fatalidad “biopsicosocial” que los condicione, sino porque esos hombres, sobrevivientes de abuso en su infancia, no han trabajado su historia y han asumido cómodamente, sin cuestionarla, la percepción machista de cuáles son sus “derechos sexuales”: cuando tienen ganas de tener sexo tiene que haber alguien que les satisfaga ese deseo y si no encuentran a una mujer, buscarán a una niña, niño, o adolescente indefensa…

Y después de que sacian sus deseos, no se preguntan nada. ¿Hay abusadores interesados en conocer los daños que causan a sus víctimas? Yo no conozco ninguno. Abundan los hombres que organizan equipos de fútbol, de béisbol o de otros deportes. ¿Los hay, los habrá algún día, que organicen equipos para trabajar por erradicar el abuso sexual? ¿Les convendrá organizarlos? ¿Les interesará? Sólo hago preguntas. No tengo respuestas, pero sí tengo un interés vital en que el abuso sexual sea erradicado. Y ese interés nace en mí porque viví abuso sexual en mi niñez y durante muchos años he tenido que soportar las secuelas de esa experiencia dolorosa. ¿Quien abusó de mí fue abusado sexualmente en su niñez? No lo sé. Y si hubiese sido así, ¿le dio eso derecho para abusar de mí?

¿Por qué en Nicaragua hay ya grupos de apoyo mutuo de mujeres sobrevivientes, pero no hay aún grupos de hombres sobrevivientes? ¿No sienten los hombres la necesidad de trabajar las secuelas del abuso que sufrieron? ¿No saben cómo comenzar, qué necesitarían para empezar? Sólo ellos pueden tener las respuestas. Las mujeres que han sobrevivido al abuso sexual que sufrieron en la infancia comienzan a organizarse. Y los hombres que han abusado sexualmente de ellas, ¿tienen interés en encontrar cómo salir de su comportamiento criminal? Yo siento que no. Creo que el único interés que experimentan es el de no ser descubiertos para así evitar la cárcel por su delito.


Y las mujeres, ¿lograríamos algo si dedicamos nuestras energías a cambiar a los hombres abusadores? Mi opinión personal es que no. Un rotundo no. Tienen que ser los mismos hombres los que trabajen por cambiarse ellos mismos. Donde las mujeres sí podemos hacer una diferencia es en la educación de nuestros hijos para que no tengan pena en expresar sus sentimientos, si les enseñamos que tienen derecho a llorar, si les animamos a jugar con muñecas -esto les pude sensibilizar a ser más responsables de dar cariño a sus futuros hijos-, si les invitamos a cocinar, a emplear su creatividad en mejorar la vida en el hogar, si los alentamos a lavar trastes y ropa, si les enseñamos a resolver los conflictos con la palabra y el cerebro, y no con sus músculos, estaremos colaborando a erradicar el abuso sexual.


El abuso sexual es un delito mayoritariamente cometido por hombres. Invito a los hombres a trabajar por erradicarlo y a dar pistas para entender a qué se debe ese comportamiento criminal.