lunes, 12 de septiembre de 2011

Cero a la tolerancia y al secretismo en el abuso sexual.

Karla María Nicaragua

Asier de 30 años. “Tenía cuatro la primera vez que me pasó. La gente que abusó de mí me dijo que era un juego. Pero yo me ponía a llorar, les pedía que me dejaran en paz. Ellos se reían y cuanto más lloraba, más se burlaban. No podía hacer nada, me sentía muy mal y no lo entendía. A lo largo de los años eso se convirtió en tristeza, frustración, ira, vergüenza que cada vez se hacen más grandes...Ahora pienso que la vida no me lo ha puesto fácil, pero que estoy saliendo adelante. Porque no nos podemos avergonzar, cuando somos las víctimas”. Tengo que afrontar mis nervios y los traumas”. “Somos supervivientes”, constata Asier. Ésa es la principal conclusión que ha sacado este joven a sus 30 años. Tras sufrir abuso sexual de los cuatro y los nueve años en manos de “gente cercana”, no sabía hasta hace poco lo que era “ser feliz”.

Fue un amigo psicólogo el que le ayudó a encontrar el cambio. “Empecé a recordar cosas, me empezaron a venir imágenes a la mente. Estrés y ganas de llorar”. A pesar de todo, logró terminar la carrera de Derecho y ahora trabaja. No ha sido fácil, pero está saliendo adelante. Acudir a las terapias le ayudó a desatar sus nudos interiores y a responder a sus preguntas. “Muchas veces la negación se convierte en una forma de tirar adelante y borrar la realidad que hemos sufrido.”

En esos casos el silencio de los niños es ensordecedor y hay que dedicarles tiempo para romper esas ataduras emocionales. Máxime cuando demasiada gente alrededor pasa de largo o, como les pasa a muchas madres, se resisten a creerle, porque denunciar al abusador sexual cuando es un familiar les da miedo, pero el miedo a veces no deviene de la víctima misma que solo necesita un poco de ayuda para salir del abuso, sino el miedo que tiene la familia es al qué dirán, de la desaprobación social, nunca se piensa en la víctima, es por ello que tratan de darle una salida aduciendo el perdón, o en peor de los casos teniendo lástima del abusador porque es” un enfermo”, “que no sabe lo que hace”.

Estas formas de justificar el abuso sexual y al abusador han logrado que éste sea quien reciba todo el apoyo y ayuda porque está mal de la cabeza y hay que llevarlo a un psiquiatra. Decisiones que son muy tristes para la víctima.

Estoy segura de que muchos lectores aún creen en la enfermedad del abusador y por ello no se han atrevido a denunciar, permítanme decir lo siguiente: Es falso que el abusador sea una persona con desviaciones sexuales, o que esté poseído, que lleve encima una cadena de maldición, que se trastornó y por eso abusó, no cerremos nuestros ojos, el abusador es un varón o mujer aparentemente normal, bien relacionado e integrado en la sociedad, sin problemas en su vida sexual y que a los ojos ajenos podría aparentar ser padre o madre cariñoso/a.
Es también falsa la asociación entre el abuso sexual y la pobreza o la baja cultura; todos los datos confirman que se da en todas las clases sociales y en nuestro entorno más cercano. La realidad es que el 86% de los casos ocurre en la propia familia o el círculo más cercano de amistades.

Por ello es necesario continuar hablando del tema, informando sobre el abuso sexual, dejando claro que existe porque es común encontrar familias que por el temor al que “dirán” permiten que sus hija(os) continúen presos de ese grave y aterrador hecho que deja unas huellas imborrables.

Reconociendo el abuso sexual podemos darles una nueva oportunidad a las niñas y niños para que inicien un proceso de recuperación, y disminuir las secuelas. En caso contrario podemos empujar a las personas a buscar refugios en el alcoholismo, la drogadicción, el suicidio o condenarla/o por el resto de su vida a seguir siendo víctima de sus miedos y negarles el derecho de visualizarse como una sobreviviente del abuso sexual.

En el campo en que me desempeño conozco de historias desgarradoras de víctimas de abuso sexual, y por ello, he tomado un poco de mi tiempo para escribir estas líneas para aportar mi granito de arena en la lucha contra la tolerancia, el secretismo con el que se trata esta grave violación de derechos humanos como es el irrespeto  de la integridad sexual de niños/as y adolescentes y que sólo protege a los abusadores sexuales para que no los alcance la mano de la justicia. Hoy comienzo esta lucha dedicada al rechazo total de la violencia sexual que sufre la niñez y adolescencia, una realidad actual que muchos desconocen, ya es hora de encarar el problema, por crudo que sea. Debemos luchar a diario para remover conciencias. Y quien ha sufrido abuso sexual se dé cuenta de ello, para que ellos también salgan adelante no importa el tiempo que haya pasado.
*Asesora Legal de AQB
karlanicaragua@yahoo.com
Movimiento contra el Abuso Sexual
hablemosde.abusosexual@gmail.com
yotecreo@gmail.com