El ser un observador ciudadano no es tarea fácil.
Sobre todo en estos días donde la figura de representante de la sociedad civil o defensor de derechos humanos es un estereotipo muy dañado.
Pero sigo convencido que el único cambio a los grandes problemas que aquejan a la humanidad vendrá del trabajo organizado de la sociedad civil.
Desde mi óptica y experiencia personal, muchos son los obstáculos para poder seguir avanzando.
Es por eso que un activismo real a favor de los grupos más desprotegidos, como son los niños. Termina siendo una tarea titánica y muy cuesta arriba.
Pero si no lo seguimos intentando, tal vez nadie más lo hará.
Esa debe ser la mejor apuesta.
Miguel Adame.