jueves, 10 de noviembre de 2011

Hablando en voz alta


Brigitte Hauschild* | Opinión

Aguas Bravas Nicaragua, ABN, existe desde hace cuatro años. En ABN ofrecemos un espacio en el cual mujeres sobrevivientes pueden romper el silencio y levantar sus voces sobre su experiencia traumática del abuso sexual infantil. Donde mujeres sobrevivientes –muchas veces por primera vez asumen su voz y experimentan que son creídas--, que no les pregunta nadie: “¿Y por qué hasta ahora hablas?”, donde nadie dice: “no hay que ver para atrás, ya pasó.” Donde nadie dice: “si logras perdonar al abusador te liberas de la carga traumática”.
Poco a poco en los Grupos de Apoyo Mutuo, GAM, que ofrecemos en ABN las sobrevivientes, en un proceso largo y doloroso pero a la vez liberador, trabajan su recuperación emocional, sintiendo el poder de su voz porque en el proceso se respetan sus límites, se respeta su “no”. En el proceso se permiten preguntas, se invita a reflexiones en voz alta. Cada mujer detecta que compartir sus reflexiones en voz alta ayuda a sentir el poder de los propios pensamientos, el derecho a pensamientos e ideas propias y la fuerza de poder liberarse de las secuelas y realizar los cambios que cada una quiere para vivir una vida plena y ejerciendo sus amplios derechos.
Hablando en voz alta sobre los mitos de la vida familiar, por ejemplo que la confianza más grande existe supuestamente en la familia, pero cuando el abusador es el padre, el tío, el hermano, el padrastro, la mayoría de las mujeres en GAM no han encontrado con quien hablar en confianza y quien les salve de la situación traumática. Hablando en voz alta se dan cuenta que el incesto es común. Hablando en voz alta se dan cuenta que el abuso sexual es un problema transgeneracional: la abuela lo vivió, la madre lo vivió, la hija lo vive y por ser el tema del abuso sexual el secreto mejor guardado nadie habla ni siente el poder de su voz.
Hablando en voz alta las mujeres revisan por ejemplo que sus problemas alimentarios que tienen desde su niñez tienen su raíz en el abuso sexual vivido, ya que tanto con la anorexia como con la bulimia tenían como objetivo no ser atractivas para el agresor sexual, esconderse del agresor y auto-agredirse por sentirse culpables y sucias.
Hablando en voz alta se dan cuenta que si tienen problemas de violencia intrafamiliar, estos tienen su raíz en el abuso sexual vivido en la niñez, porque el agresor sexual con su poder les ha quebrado en su niñez su capacidad para poner límites y decir no, al no respetar la resistencia de la niña.
El poder de la voz hace que las sobrevivientes ya no se sientan solas. Haber logrado hacerse escuchar con empatía y comprensión da fuerza y reconecta con recursos propios de las mujeres que les permiten poco a poco reconstruir sus vidas.
Hablando en voz alta y diciendo: “Yo no era la culpable del abuso que viví”, da fuerza y hace que las mujeres desarrollen sentimientos antes disociados hacia el agresor. Hablando en voz alta sobre la rabia, las mujeres logran dirigir su rabia hacia la persona que la merece y no seguir explotando “sin razón” ante otras personas.
Permitiéndose hablar también en voz alta sobre otros maltratos físicos y emocionales que han vivido durante su niñez, las mujeres reconocen con mucho dolor que se les hace difícil honrar a padre y madre, ya que ellas en las diferentes etapas de sus vidas no fueron respetadas como personas con derechos propios y su “educación” muchas veces solo les obligó a obedecer, en vez de poder desarrollar una opinión propia.
Las mujeres en los GAM a través de estas reflexiones en voz alta  logran cambios en la educación de sus hijas e hijos desde su nacimiento, porque les brindan el amor, el respeto, la confianza, la seguridad y el cuidado que ellas y ellos merecen, tratándoles como personas sujetas de derecho.  
El abuso sexual infantil evita que estas niñas desarrollen ampliamente sus capacidades para hacerse ciudadanas que ejercen sus derechos como seres humanos con voz y voto en esta sociedad, y algunas que también han vivido  maltrato físico y emocional ni logran reconocerse como tales.
Hablando y asumiendo el poder de la voz en el grupo se aprende a poner límites, desmitificar roles, representaciones sociales y estos cambios se ponen en práctica fuera del grupo para el bien de las mujeres mismas, pero también para la sociedad entera, ya que contribuyen a una sociedad más sana, donde cada mujer asume sus derechos humanos, los defiende y tiene una calidad de vida que le permite ser ella misma. 

Haciendo público el “secreto mejor guardado” rompe poco a poco el poder de los abusadores sexuales. Estas mujeres valientes que comenzaron a usar su voz en un Grupo de Apoyo Mutuo la levantan ahora en público en contra del abuso sexual, divulgando el grave problema social que representa esta pandemia, al mismo tiempo son alicientes para otras mujeres que viven todavía en silencio para romperlo y detectar el poder de su voz.

*Soy sobreviviente