sábado, 12 de diciembre de 2009

La desinformación en el abuso sexual infantil


Existen ideas completamente erróneas en relación con el abuso sexual en la infancia. El tabú, la desinformación y el no querer ver una realidad que nos afecta tanto y tan de cerca nos han llevado a tener unas ideas muy distorsionadas sobre esta lacra social.
Todavía sigue pesando la idea de que el abuso sexual infantil (ASI) se produce en ambientes desestructurados, de pobreza o en ciertas clases sociales que poco tienen que ver con nosotros. Seguimos pensando que, lejos de inmiscuirse en nuestros sólidos tejidos sociales, los ASI tienen más que ver con la pederastia o con el comercio sexual infantil que con nuestra realidad cotidiana. Hay una tendencia a ver esa realidad como algo lejano y que apenas debería inquietarnos, pero la realidad en la que verdaderamente vivimos no puede ser silenciada y escondida por más tiempo.

Si bien es cierto que la percepción de los ASI está modificándose a pasos agigantados aún queda un largo camino por recorrer. Seguimos viendo esa lacra social como algo que no tiene que ver con nosotros, quizá comparable a un grave accidente de tráfico; somos conscientes de que es algo que ocurre, pero jamás creemos que nos pueda afectar a nosotros. Es de aquellas cosas que inconscientemente pensamos que sólo afecta a los demás. No obstante debemos ser conscientes que las probabilidades de estar involucrados en un caso de ASI son mucho mayores que las de padecer un accidente de tráfico grave. Los números no dejan espacio para la duda: una de cada cuatro niñas y uno de cada seis niños, aproximadamente, ha padecido algún tipo de abuso sexual a lo largo de su vida antes de cumplir los 17 años.
Una vez con los pies en el suelo y reconocida la naturaleza y la realidad de los ASI, digamos que mayoritariamente estos abusos se perpetran dentro del entorno familiar del niño, siendo el padre o padrastro la figura que más habitualmente pasa a convertirse en el agresor. También son abusadores comunes, por este orden, hermanos, tíos, primos, abuelos y, en general, cualquier persona que tenga un acceso directo y continuado con el niño y que le permita ganarse su confianza, como podrían ser maestros, amigos de la familia, sacerdotes, monitores, etc.
Es cierto que también existe el ASI por parte de desconocidos, pero su incidencia es mucho menor. Digamos que los abusos intrafamiliares rondan el 60%. Si le sumamos los perpetrados por conocidos la cifra superaría el 90%. Hay que reconocer que la rápida implantación de internet en nuestra sociedad ha supuesto que avancemos mucho y en positivo, tanto en la información como en la prevención o en la facilitación para crear asociaciones. Su parte negativa, no obstante, es conocida por todos, y si antes los pederastas tenían más complicado su acercamiento a los menores, ahora poseen una herramienta efectiva para sus abyectos objetivos. Todo esto nos lleva a prever que la cifra de abusadores desconocidos pueda incrementarse notablemente en el futuro.
Uno tiende a imaginarse que el abuso sexual infantil es un hecho violento, sin embargo no es así; al menos no el tipo de violencia física que todos podemos tener en mente. En los casos intrafamiliares no es necesaria. Al agresor le basta la intimidación y el poder que le confiere su condición de adulto, lo que sumado a la autoridad añadida que le proporciona ser un familiar habitualmente directo, dejan al menor casi sin posibilidades de escapar de esta triste realidad.

Hay quien piensa que si a un niño le sucede algo así lo diría, pero desgraciadamente pocas veces sucede. El menor casi siempre guarda el secreto, bien sea por miedo, vergüenza, culpa o sentimientos de complicidad, sentimientos inducidos por el agresor y que le garantizan en buena medida la impunidad de que gozará, en muchos casos, toda su vida. Si un niño lo tiene complicado, un adulto no lo tiene mucho mejor. Cuando es capaz de hacerlo, suelen plantearse cuestiones como: -¿Para qué lo voy a contar ahora?- o bien -Sólo conseguiré que sufra mi familia- El peso específico de estos son condicionantes pueden ser abrumadores, tanto como para impedir dar el paso. También hay que decir que detrás de esos pensamientos subyacen causas de más hondo calado que llevan al superviviente a seguir siendo esclavo de su propio silencio. Entre ellas una baja autoestima, un sentimiento de culpabilidad hacia las consecuencias de la revelación, como una posible desintegración familiar, y una acusada sensación de falta de legitimidad para reclamar o exigir cualquier restauración sobre el daño sufrido hace ya tantos años.
Otro factor muy controvertido, desconcertante y tremendamente culpabilizador es el placer ocasional que puede haber experimentado el niño durante los abusos. Cuando eso ocurre se pierde cualquier atisbo de legitimidad a la hora de sopesar la posibilidad de revelar lo que está ocurriendo. Y lo más terrible es que se utilice esa circunstancia por parte de los pederastas para justificar sus acciones. La consecuencia es que el menor culpe a su ?cuerpo? por haber sentido placer y traicionarle, lo que de adulto puede traducirse en diversas patologías de mayor o menor gravedad.

Todo lo expuesto hace que se perpetúe la cadena del silencio. La consecuencia final que podemos extraer es que el delito de abuso sexual infantil es una de las transgresiones legales más comunes y menos penalizadas debido a la absoluta impunidad con la que, hasta hace bien poco, ha actuado el agresor. Y a decir verdad, no podemos decir que en la práctica hayan cambiado demasiado las cosas.

El enemigo no está lejos ni es ese ser depravado que vamos a reconocer nada más verlo. Por desgracia no es así; más comúnmente se trata de alguien bien considerado socialmente y que no suele levantar sospecha alguna. El enemigo está en nuestra propia casa, y mientras los que padecimos ASI no seamos capaces de alzar nuestro dedo acusador, el agresor seguirá siendo el enemigo invisible que acecha impunemente desde muchos de nuestros hogares.
Joan Montané Lozoya
http://www.jmontane.es/

INDIGNACIÓN


◦VITRAL POR JAVIER SOLÓRZANO ZINSER
◦(www.javiersolorzano.com)
Estaba evidentemente nerviosa cuando nos llamó. Pidió el anonimato para contar su historia. Hace dos años, su hijo único empezó a portarse reacio para ir la escuela; estaba en el “Westminster School”, en el Sur del Distrito Federal. Lo primero que pensó es que podía ser una reacción natural, porque “a todos nos ha dado en alguna ocasión por no ir al colegio”. Sin embargo, las actitudes del niño estaban siendo cada vez más rebeldes. “Una mañana, después de vestirlo para ir a la escuela, se empezó a jalar la ropa para quitársela”. Pensaron que era un berrinche, pero cuando se dieron cuenta que estaba llorando desconsoladamente, la preocupación los invadió.

No sabían qué pensar de las reacciones del pequeño de tres años. Ya hablaba, pero no como para comunicarse con claridad. “Uno piensa cualquier cosa, yo creía que a lo mejor era un problema de salud”. Una mañana, cuando iban a la escuela, de nuevo el pequeño empezó a llorar, “no quería que lo dejáramos en el colegio”. “El 17 de octubre de 2007 finalmente me dijo que ‘Lore le hacía hoyo’, él, (el niño) estaba postrado sobre la cama intentando comunicarme su dolor, entre lágrimas gritos y súplicas para que no lo llevara más al colegio; me detuve e inmediatamente le pedí que me indicara en dónde ‘Lore le hacía hoyo’. Mi hijo sólo movió su cuerpecito para señalarme con la manita derecha su parte anal”. ‘Lore’ es Lorena Alvarado Amador, auxiliar de la profesora responsable del grupo de Kinder Maternal del Westminster School.

La madre del pequeño fue al día siguiente a hablar con la directora de preescolar y con la directora general. La atendieron de manera déspota e insensible. La directora de preescolar la sacó materialmente de su oficina. En la confusión, el enojo y la sorpresa, el domingo 21 de octubre en la noche y después de mucho pensarlo, llamó a LOCATEL, donde “amablemente me orientaron”. “Nos propusieron acudir al Centro de Terapia para Víctimas de Abuso Sexual (CTA), lo que hicimos al día siguiente”. Después de largos análisis les confirmaron lo que llaman “la triste realidad”. Fue en el mismo centro en donde les sugirieron presentar una demanda, lo que hicieron al día siguiente, el 23 de octubre.

El 25 de febrero de 2008 se giró orden de aprehensión en contra de Lorena Alvarado Amador por su probable responsabilidad del delito de abuso sexual agravado. Pasaron 20 meses hasta que las autoridades dieron con ella el 28 octubre de 2009. A finales de noviembre de este año inició el juicio. La escuela se ha dedicado a esconder el asunto y negarlo a los padres de familia de otros niños que preguntan sobre el caso. Es un tema de primera importancia, ante el cual la escuela debería de dar la cara. Hay una presunción fundada y existen evidencias para que ‘Lore’ sea juzgada. Esto apenas empieza.

¿Cómo le hacen los abusadores para no ser descubiertos?


Usa la confianza que el niño tiene en el para asegurar su silencio.
Se ganan la amistad del niño y buscan convertirse en alguien “especial”.
Le hacen creer al niño que solo le hacen “esas cosas” por que los quieren.
Cuando los niños tratan de resistirse les dicen que nadie les va a creer, incluso les hacen creer que todo ha sido culpa del niño y lo van a castigar.
De esta manera el abusador puede seguir abusando sin preocuparse de ser descubierto, pues cuenta con que el niño NO PUEDE defenderse. La prevención incluye enseñar a nuestros niños a que les vamos a creer, que son importantes para nosotros y que no hay nada que ellos puedan hacer que hagan que dejemos de amarlos. La prevención tiene que darle PODER a los niños.
¿Por donde empezar? Pues por hacer conciencia de que una de cada tres niñas y uno de cada seis niños tienen algún tipo de contacto sexual con un adulto antes de cumplir los 18 años.
Los abusadores cuentan con el silencio de los niños o que en el peor de los casos que nosotros no les creamos a los niños que han sido abusados. Un niño seguro de si mismo, extrovertido y que cuenta con un amor adecuado y cariño de sus padres, será mas difícil que acceda a guardar un secreto. Como dice el dicho “mas vale prevenir…”, así que te presentamos las tres estrategias mas importantes para proporcionar a tu hijo lo que necesita para evitar una situación de abuso. En cada estrategia, te proponemos unas actividades… hay muchas mas, pero si haces estas, es un excelente comienzo. Si deseas mas herramientas o conocer que mas puedes hacer por tu niño o que te ayudemos a encontrar las palabras adecuadas para ti, no dudes en ponerte en contacto con nosotras.
Entonces hay tras estrategias importantes para proteger a nuestros niños:
Hablar del Abuso Sexual Infantil.
Proporcionar una educación sexual de acuerdo a su edad.
Enseñarles el autocuidado del cuerpo a niños y niñas.
¿Como? De la misma manera en que enseñamos a los niños a cruzar la calle fijándose, pues de otro modo podrían atropellarlo, pero esto de ninguna manera implica que aterroricemos al niños con imagenes de sangre o de niños atropellados.
Todo el cuerpo tiene nombre. Pene, vagina, testículos, vulva, clítoris... igual que el brazo la cabeza los ojos y la nariz.
Es importante que también hables de la diferencia entre las partes públicas y las privadas. Por ejemplo. Los niños se dan cuenta que todas las personas vamos al baño, y que vamos solos y en la mayoría de las casas hay una puerta que nos da privacidad. Podríamos decirle: ¿Te has fijado que hacer del baño es un asunto privado?, ¿no hacemos a media calle, verdad?, es por que es privado. Tu cuerpo también tiene partes privadas, por ejemplo tu pene/vagina, es privada. ¿te fijas como la ropa cubre estas partes en todas las personas? y continuar una conversación de este tipo.
Ayudar también a hablar de las caricias que son cómodas y las que nos hacen sentir incomodos. La necesidad de cuidar nuestro cuerpo mediante el alimento, la higiene que nos hace sentir bien.
Jugar algunos juegos que permitan al niño reafirmar estas ideas son solo algunos de los puntos principales, pero hay que tener constancia. Hacerle saber a nuestros niños que son amados y que si alguien les hace daño o trata de tocar sus partes privadas o enseñarles las suyas, nos cuenten.
También ayuda el fomentar la comunicación y el trato respetuoso con el niño que le permita tener confianza en sus sentimientos.