lunes, 17 de agosto de 2009

RECONOCER EL ABUSO SEXUAL INFANTIL PARA ENFRENTARLO.


Identificar las características comunes de víctimas y victimarios del delito de abuso sexual infantil así como reconocer los factores sociales y familiares que lo propician, podría conducir a la creación de efectivos programas de prevención e intervención a diferentes niveles de la sociedad, afirmaron aquí especialistas.

La master en psicología social Iliana Rondón y el especialista en segundo grado en medicina legal, Aquilino Santiago, estudiosos del tema desde hace unos 15 años, coincidieron en que existe en la isla, el delito de abuso sexual entre la población infantil y aunque exista una sola víctima, “esta necesita atención”.

Destacaron la máxima errónea de que los adultos “siempre tienen la razón” de la educación tradicional y a las creencias populares de que “los niños nunca mienten” ó “ellos nunca dicen la verdad”, a los que se enfrentan diariamente las víctimas, los familiares e investigadores de abuso sexual infantil.

Rondón y Santiago establecieron los rasgos del abuso sexual a partir del análisis de los expedientes de 246 menores de 16 años, edad que marca la responsabilidad penal en Cuba, atendidos en 2001 por especialistas del Instituto de medicina legal, tras la denuncia de cualquier expresión de maltrato sexual.

Los autores de la tesis Perfil actual del abuso sexual contra menores de 16 años, en Ciudad de la Habana refrendaron sus resultados al compararlos con los de un estudio realizado en la década del noventa por un grupo de investigadores de este Instituto, titulado Niños víctimas de delitos sexuales.

La investigación sostiene el predominio del abuso lascivo en el 69.9 por ciento de la muestra analizada. “Este es de los llamados delitos en silencio. La violación deja huellas, el tocamiento no”, explica Rondón. A lo que Santiago añade: “creo que es un proceso escalonado. El abuso lascivo es el primer peldaño, justo cuando ocurre la denuncia”.

Este tipo de victimización sexual infantil ocurre frecuentemente en el entorno de la víctima y en los horarios en los que habitualmente realiza sus actividades por lo que, según el estudio, el 88.6 por ciento de las veces se trata de personas que conocen al menor y se aprovechan de la confianza de la familia.
La figura que prevalece con mayor porcentaje en el abuso sexual en la infancia es el padrastro, en un 50 por ciento de los expedientes analizados, dato que rompe con el viejo mito de que sólo hay que cuidarse de personas desconocidas.
Si bien no puede hacerse un perfil del abusador, la experiencia diaria de los especialistas indica que no se trata de pedófilos, o sea, no sienten placer sexual única y exclusivamente con los niños, y pocas veces se ve inmiscuida una mujer en este delito.
El abuso sexual infantil está estrechamente vinculado a otras formas de violencia familiar, incluso al maltrato psicológico, así como al consumo de alcohol y otras drogas, aunque estas últimas casi nunca se declaran por su carácter ilegal.

Según el estudio, puede establecerse que entre los 11 y 15 años de edad hay más riesgo de sufrir esta forma de violencia, al concentrarse en estas edades el 52.4 por ciento de los casos revisados por los especialistas.

“Es a los 11 años cuando el riesgo es mayor porque el niño tiene la apariencia física del adulto, pero no todos los recursos físicos ni psicológicos para defenderse, mientras los mayores constituyen importantes figuras de poder”, dice Rondón.


Los resultados demuestran que la población infantil es más victimizada sexualmente por personas mayores de 35 años y las mujeres por hombres menores de 35 años.

Las acciones de vigilancia, control y prevención deben estar diseñadas para intervenir en los niveles primario, secundario y terciario, comenzando “por la educación afectivo-sexual en su más amplio espectro”, señalan los especialistas.

Generar una buena comunicación con los hijos es vital para que, cuando ocurra algo, inmediatamente nos lo digan, sostiene Rondón.

Sugieren el trabajo con grupos de alto riesgo y en el caso de haber detectado el acto criminal, proponen el tratamiento a las víctimas para reducir la gravedad y duración del trastorno, sus recaídas y la revictimización.

Cuba cuenta con más de 100 servicios de atención a la población de la Federación de Mujeres Cubanas, organización femenina que tiene además las Casas de orientación a la Mujer y la Familia y coordina el Grupo nacional para la prevención y atención de la violencia intrafamiliar, centro multidisciplinario instituido en 1997.

Si la conducta moral y social ideal es denunciar estos abusos para que se investiguen y se adopten medidas, lo cierto es que se trata de una decisión familiar.

Ante este panorama, Rondón recomienda creerles siempre a las niñas y a los niños: “indagar y, sobre todo, apoyarlos y atenderlos desde el punto de vista psicológico”.

LA IMPORTANCIA DE LA PREVENCIÓN.


Recientemente la prensa reportó el caso de Shinichi Nakagawa, un fotógrafo japonés de 33 años que fue sentenciado por la Corte de Sihanoukville a permanecer seis años en prisión bajo los cargos de abuso infantil. Tiene además que pagarle 119 dólares a cada uno de los niños por su comportamiento. Después de que termine su condena, será expulsado del país de acuerdo a la sentencia del juez. Por su parte, la organización Action Pour Les Enfants (APLE) apelará la sentencia para demandar una mayor compensación de Nakagawa para los niños.

El fotógrafo japonés fue arrestado en agosto de 2008 cuando la policía lo sorprendió tomando fotos de muchachos desnudos con edades que oscilan entre los 7 y los 14 años. Ya había sido sentenciado en Japón a dos años y medio por los mismos cargos.

Parece que el abuso infantil se ha convertido en una pandemia en Camboya. Si hace años las minas antipersonales y el país se habían asociado como ideas en el terreno internacional, ahora parece que el turno es el de este mal de niños bajo la amenaza por parte de adultos. Los medios registran muchos casos, lo que es positivo porque a mayor información, más elementos para combatir el mal. Las presiones de la comunidad internacional sobre Camboya para que fortalezca su legislación en el combate contra el abuso infantil da sus resultados. Pero aún hay mucho qué hacer en este sentido. Por ejemplo, los extranjeros parecen que están recibiendo una mayor covertura de la prensa y de las ONGs, mientras que los abusadores infantiles camboyanos permanecen todavía en una gran impunidad e indiferencia por parte de autoridades locales y sociedad en general.

El pasado 6 de enero de 2009 el cuerpo de dos niñas de 12 y 14 años fue descubierto en un bosque de Pursat. Las niñas fueron violadas, golpeadas a muerte y colgadas de un árbol en un incidente propio del tiempo del regimen de los jemeres rojos. La noticia fue revelada por The Cambodia Daily y pobremente insinuada en los diarios jemeres. Desde entonces, poco se ha sabido sobre el nombre de los criminales que, con toda seguridad no son extranjeros. Entonces, hay una especia de acuerdo silencioso nacional para señalar que quienes abusan niños en Camboya ‘son extranjeros‘. A este punto, un caso como el de Nakagawa se muestra como una ‘prueba’ de que algo se está haciendo en el país para ‘proteger a los niños’, cuando criminales salvajes como los asesinos del bosque de Pursat gozan de la más fría indiferencia e impunidad.

En el caso del fotógrafo japonés, APLE apela para que este dé una mayor compensación a los niños porque ‘(…) es muy poco y no repara la reputación de las víctimas‘. Traduciendo esto, quiere decir que los 119 dólares americanos no son suficientes para cada niño y, por lo tanto, el tipo tiene que pagar una mejor cantidad para ‘reparar la reputación de las víctimas’.

Por supuesto, el trabajo de organizaciones como APLE es grandioso. Pero tiene un límite: estamos tomando el problema desde el punto de vista de la represión y estamos haciendo poco en el plano de la prevención.

Si vamos a poner el caso de Nakagawa en un contexto más profundo, tendríamos que llevar a la Corte a otros personajes también. Los primeros a ser investigados por un cuadro represivo deberían ser los padres de los chicos. Seguramente cada caso tiene sus luces y sombras y no podemos levantar acusaciones al aire. Sin embargo, en el cuadro represivo que se impone en Camboya en este tema, los padres de familia son los primeros responsables de la seguridad de sus hijos. ¿Cómo es posible que un chico de entre 7 y 14 años es invitado por un forastero a posar desnudo y sus padres no lo saben? No es para nadie un secreto que en Camboya algunos padres de familia envían a sus niños a ‘ganar dinero’ para ‘ayudar a la economía del hogar’ a cualquier costo y que incluso muchos ‘venden’ a sus niños a las redes del tráfico humano como sucede por ejemplo en Poipet.

Si la ‘reputación de la víctima’ se recobra con dinero, entonces ‘vendamos reputación’ mientras ciertos extranjeros se convierten a su vez en víctimas de ofertas malintencionadas de prostitución infantil. El sistema trabajaría entonces así: tentas al extranjero para que abuse, denunciarlo a las autoridades y hacerlo que comense la ‘reputación de la víctima’ con un buen saco de dólares. Negocio perfecto en un país como Camboya.

¿Por qué nuestras estructuras en la protección de niños no están hablando de formación, prevención y atención a los niños víctimas de estos incidentes, atención a las familias y fortalecimiento de campañas naciones que hagan el problema conciente?

El otro personaje a ser llamado a la Corte debería ser la escuela. Esperamos que cada una de las víctimas de Nakagawa vaya a una escuela. Si no es así, la compesación que pide APLE debería ser para garantizar que cada uno de los muchachos ingrese lo más pronto posible a una. Si no, los nilos estarían sufriendo otro abuso más: se les estaría negando el derecho a la educación básica. Si están yendo a la escuela, sus escuelas deberían ser investigadas, porque sus estudiantes están bajo el peligro de ser abusados y sus profesores hacen nada por evitarlo.

Es necesario que se fortalezca la ley en un país para proteger a los niños. Pero tal ley debe ser completa y justa. El plano represivo es solo una parte del gran proceso de protección de los niños y debe ser uno de los últimos escalones. El primero plano es el de la prevención de tales casos a través de la educación de los mismos niños y sus familias. Cada uno es responsable en la lucha contra este mal social.

Es posible que otros tipos como Nakagawa vengan a Camboya a buscar niños para abusar. Pero si nuestros sistemas de educación, nuestras familias y los mismos niños son bien concientes del peligro, entonces semejantes individuos encontraran difícil la realización de sus planes ante una sociedad madura, solidaria y llena de valores.

HABLEMOS DE ABUSO SEXUAL INFANTIL


Habemos muchas mujeres que aun siendo adultas y hablamos de lo que nos pasó no somos creídas, ni mucho menos apoyadas principalmente por nuestras familias, al contrario somos excluidas, y al final hasta expulsadas por no respetar a nuestros mayores(abusadores) siempre es mi palabra contra la del abusador.

De niñas nos obligan a respetar a los mayores, abuelos, padres, tíos, hermanos mayores, y es en esta condición de obediencia del niño/a hacia el adulto, es que un padre, un tío, o el padrastro, abusa de sus hijos e hijas. Y que al final nos vuelven verdugos de su placer? ¿Es esto lo que dice la Iglesia que debemos perdonar? Yo no lo creo.

Insisto en el perdón porque todavía esta consideración existe y muy marcada en las iglesias, algunas mujeres sobrevivientes todavía lloramos cuando decimos que hemos perdonado a nuestro abusador sexual o abusadores, ¿Qué significa este llanto? Para mí es todavía el dolor que nos causa el abuso y ¿Dónde está la recuperación de su dignidad?
Yo prefiero en este momento perdonarme a mí misma por haberme culpado tanto, por haberme juzgado y cuestionado tanto por lo que viví, sé que puedo restablecer mi dignidad, poner límites y respetar en mí esta condición, reconozco a veces sin palabras lo que debo, creo y tengo que hacer sin sentirme obligada.

Una de mis experiencias de abuso fue el realizado por una tía, he buscado información sobre mujeres abusadoras, pero no hay mucha información, esto para mí es bastante difícil, pero es aquí donde el apoyo, el cariño, se vuelve casi una condición y en el grupo pude lograr mantener esta condición, esta experiencia muy pocas veces la hablo públicamente, pues también se requiere de mucho valor.

Nosotras las sobrevivientes, somos mujeres que estamos en cualquier lugar así como ocurre el abuso sexual, laboramos en diferentes espacios, en la calle, en la empresa en una organización, en una institución, amas de casa, etc, pero no todas estamos conscientes de esto, sólo nos quejamos de los dolores del cuerpo y nos quejamos de otros padecimientos emocionales.

Cuando vamos a un médico o médica nos damos cuenta de más problemas de salud y nos asfixiamos con medicamentos y si son psiquiátricos peor todavía, vamos a las o los terapeutas y nos hacen las pruebas sicométricas para al final diagnosticarnos los diferentes “trastornos” que padecemos, esto muchas veces me paso a mí a lo largo de mi experiencia en la atención.

Sé que muchas nos quejamos por este tipo de atención, pero yo estoy clara siendo psicóloga que también, carecemos de mucha información y de formación también, en la universidad sólo nos dan unas cuantas herramientas, pero también es importante la empatía y los procesos de sensibilización para los profesionales que decidimos brindar este tipo de acompañamiento.

El punto es que las sobrevivientes en nuestro proceso empezamos un camino bastante difícil, pero con muy buenos resultados, es por esto que a veces demandamos del apoyo, de nuestra familia, de nuestros hijos e hijas, de nuestro compañero o compañera de vida, necesitamos el cariño de quienes tenemos cerca y si vamos a la terapeuta, ésta se vuelve como la mejor aliada.

Los mecanismos de defensa que desarrollamos las sobrevivientes son múltiples y muchos de éstos son producto del abuso sexual que vivimos, si las trabajamos en la recuperación pueden convertirse en fortalezas, en estos momentos nosotras, Aguas Bravas desde hace dos años promovemos la formación de Grupos de Apoyo Mutuo con mujeres que vivieron abuso sexual en su niñez y adolescencia y ahora sí podemos hablar más de lo importante que ha sido para nosotras emprender este camino, que sólo comienza con un primer paso, pensar en nosotras mismas.

Agradezco a las organizaciones que nos han abierto sus puertas para continuar con esta iniciativa, al Fundación Entre Mujeres de Estelí, a la casa Materna Mery Barreda de Ocotal, al colectivo Itzá Somoto, Asociación Mery Barreda de León y al Centro Antonio Valdivieso por creer que sí se pude salir adelante.

las sobrevivientes que queremos hablar, queremos apoyo, pero cada día estoy convencida que esto sólo lo hemos logrado nosotras en el grupo de apoyo mutuo, sabemos que hay otras mujeres con mucha empatía y solidaridad en el camino, pero la sociedad, dónde esta, qué dice, por qué sigue culpando a las niñas y adolescentes por lo que nos pasó? Y la respuesta es simple, no nos creen o simplemente la condición del machismo es más profunda que el dolor de una niña que vivió abuso sexual.


Soy sobreviviente.

Aguasbravas_nicaragua@yahoo.com
yotecreo@gmail.com
hablemosde.abusosexual@gmail.com