miércoles, 9 de febrero de 2011

A veces me siento tonta

Cuando una niña ha sido sexualmente traumatizada y su familia sufre aún más que ella misma, encuentra a veces el refugio que le ofrece una costosa adaptación. Condenada a callarse, no puede ni olvidar ni adquirir resiliencia. Entonces se adapta a esta doble presión mediante una forma de existencia que tranquiliza a sus padres y calma su propia angustia: ¡se convierte en una buena alumna! Sin embargo, esta resiliencia que tan convenientemente resulta para todo el mundo puede llegar a convertirse en un medio de adaptación costoso cuado pone en marcha una vida desprovista de placer. La niña se aísla, se le hace imposible levantar la vista de sus cuadernos y corta lazos con el mundo. Aguantará así varios años, protegiéndose del sufrimiento y apaciguando a sus padres, hasta el día en que su derrumbamiento escolar y psíquico somprenda a todo el mundo. Esta defensa sólo habría podido transformarse en resiliencia si hubiera permitido a la chiquilla revalorizarse y volver a socializarse compartiendo el placer.

Del libro Los patitos feos de Boris Cyrulnik.

Cuando era pequeña mi madre me preguntó si mis tíos "me hacían cosas" a lo que respondí que no pues me asustó la manera como me lo preguntó. A los ocho años tuve la primera idea de suicidio, incluso me encenrré en el baño pensando en hacerlo. A los 12 aunque ya no me manoseaban era menospreciada y ridiculizada por mis tíos. A los 16 fui violada por última vez. Sin embargo a pesar de todo pensaba que si era buena estudiante todo saldría bien, que era todo lo que necesitaba; tenía "amigos" y buenas notas, una vida "normal". Rompí el silencio a los 16, me quedé prácticamente sin amigos y con una familia a medias. Pensaron que me volví estúpida o floja pues repetí el tercer año de la preparatoria... no estudiaba, no entraba a clases, no hacía tareas, mi promedio escolar se fue al sótano, incluso mi madre me dijo que jamás entraría a la universidad con un promedio tan mediocre, me dijo que no importaba lo que hubiera pasado pues tenía la inteligencia suficiente para ser sobresaliente.

Entré a la universidad y aguanté hasta que ya no pude más... tuve que dejar la universidad pues estaba profundamente deprimida y tenía demasiados problemas con mi madre. Encontré amigos en la universidad, algunos supieron desde temprano acerca mis abusos y me brindaron su apoyo, otros se enteraron años después y la reacción fue la misma; también encotré amigos en un grupo de la iglesia al cual iba para mantener tranquila a mi abuela; si no hubiera pasado eso probablemente no estaría escribiendo esto ahora. Salía con ellos para que mi madre no estuviera detrás de mi llamándome antisocial y echándomelo en cara. Alguien se preguntará si tendría amigos en la primaria o en la secundaria, si los tenía, pero en verdad cuántos de ellos lo son para toda la vida, cuantos de ellos al pasar el tiempo son capaces de ayudarte, apenas se es una criatura o un adolescente y en muchos de los casos son ellos las personas más despiadadas de la tierra sin quererlo...además no muchos padres permitirían que su hij@ sea amiguit@ de una niña abusada, es triste pero así es. A mí no me gustaba ir a jugar a otras casas, mucho menos ir a alguna pijamada, no me dejaba copiar en los examenes, no por no querer sino que me quedaba absorta en mi hoja. Durante la primaria y secundaria para mí vivir así era lo único que había, no me había dado cuenta de lo que vivía y estaba sumergida en el miedo, la vergüenza, la culpa y la busqueda de aceptación. Después que rompí el silencio me alejé por completo de casi todo, y sólo sigo en contacto cercano con un par de personas de aquella época.

También encontré refugio en la lectura y la música, escribía cuentos y me enamoré de la ciencia, siempre hubo alguien que se diera cuenta y fomentara eso en mí, estoy agradecida de ello, tuve muchas tablas de salvación pero jamás llegaba a la costa. Siempre estuve a medias, siempre disfrutaba las cosas y despues me sentía culpable, sentía que no lo merecía o que era demasiado bueno para ser verdad y que a la vuelta de la esquina había algún horror esperándome. Hasta que por fín, ya entrados mis 20 y tantos casi 30, comprendí y acepté que primero estaba yo sobre cualquier otra cosa, que no importaba lo que dijeran mi madre y mi abuela acerca de cómo vivir mi vida, pude comenzar a sanar realmente. El tener a alguien que ha sido constante y congruente ha sido muy importante, ahora disfruto más de las cosas, creo que ya no estaré a medias.

Lo que Boris Cyrulnik llama llamitas de resiliencia, estuvieron siempre a punto de apagarse, tal vez me las ingeniaba para no perderme, tal vez por cuestión del azar llegaba alguien que era un salvavidas sin saberlo, siempre tuve la esperanza que no siempre sería todo tan malo. Tomé esas líneas de su libro pues me siento muy identificada con eso. Hasta la fecha me siento tonta muchas veces, todo explotó en un momento crucial y no hay manera que recupere el ritmo por más que lo intento y me siento estúpida, es como si algo me arrastrara, como si mi mente se bloquera, es cansado y frustrante. ¿Es el costo de sobrevivir?, siento que he salido adelante en general, solo quisiera que esta faceta sea menos atropellada, ¿debo aceptarlo y voltear la página? ¿se han transformado mis defensas demasiado tarde? ¿el camino que aun tengo que recorrer a caso es más largo de lo que creo?.

Miro a mi alrededor y no puedo evitar sentirme tonta al ver cómo me han pasado, cómo han alcanzado quienes venían muy por detrás y que además también me han pasado.

Me pregunto que ha significado realmente la resiliencia para mí.