jueves, 28 de julio de 2011

La violación sexual más importante de lo que se cree

Aunque considero que en términos generales cambiar las concepciones culturales y estereotipos de los pueblos conlleva un proceso largo y espinoso, creo que vale la pena aportar opiniones sobre lo que creemos y pensamos acerca de la violación sexual a las niñas y mujeres. Sobre todo porque, a pesar de lo que pregonan a diario las diversas organizaciones pro feministas y de derechos humanos, tanto los hombres como asombrosamente las mujeres, no le están dando la importancia que realmente tiene.




Como urólogo y médico sexólogo, en mi clínica, cuatro de cada diez mujeres que me consultan por disfunción sexual arrastran una historia de abuso sexual en su niñez o al inicio de su adolescencia. Y aunque no disponemos ni de estadísticas oficiales ni de estudios aleatorios sobre el asunto, podríamos pensar en base al último censo poblacional del año 2005, que a grosso modo, alrededor de medio millón de mujeres nicaragüenses están siendo víctimas de alguna forma de sufrimiento orgásmico por esta causa.



La violación sexual, desde la edad antigua, ha sido tipificada como un delito grave y era castigada severamente de diferentes maneras, que iban desde la imposición de una multa, la expulsión de la ciudad y la castración hasta la pena de muerte en diferentes formas como el ahogamiento y la lapidación.



Al conocer la importancia que para uno tiene la profanación del cuerpo humano muchas personas han utilizado hasta nuestros días la violación a hombres y mujeres como arma letal para reducir y humillar a sus enemigos, pero otros, aprovechándose de la fragilidad y debilidad natural del cuerpo femenino, obligan bajo la fuerza física o la amenaza y el chantaje, a acceder carnalmente a la mujer sin su consentimiento, en muchos casos provocando embarazos no deseados y transmitiendo enfermedades que pueden atentar contra la vida misma, como la sífilis y el VIH/Sida.



Una de las formas más impactantes de disfunción sexual femenina es la aversión sexual, caracterizada por repulsión y evitación activa del contacto sexual genital con la pareja, de forma persistente en el tiempo. La persona que sufre este trastorno rechaza cualquier aproximación a su pareja, desencadenando un malestar psíquico que acaba generando dificultades en las relaciones interpersonales. En este trastorno, la relación sexual está íntimamente ligada a experiencias negativas, situaciones dolorosas, ideas o una variedad de razones de orden físico, psíquico o emocional en la niñez, y evidentemente, los abusos sexuales y la violación encabezan el listado de causas de aversión, por lo que definitivamente, debemos atender con seriedad el abuso físico y sexual en las niñas, tan frecuente en nuestro medio, porque echan a tierra de un solo tajo la vida de miles de mujeres que sufren sin compasión las consecuencias de lo que para muchos adultos solamente fue un simple manoseo y una violacioncita sin consecuencias, compensada en algunos casos con regalías o dinero en efectivo.



Seguramente que todos estamos de acuerdo en que el acto sexual debe ser sano, sexo sano, que beneficie sin riesgos, sin efectos adversos. Pero, ¿qué es el sexo sano? ¡Aquel que es producto del amor! Que construye a quienes lo ejecutan, que genera admiración mutua, que proporciona confianza y sensación de bienestar, que no expone a riesgo de traumatismos ni enfermedades tanto físicas como sicológicas y emocionales.



Por tal razón, la violación sexual, la relación sexual por la fuerza o por amenaza del uso de la fuerza sin el consentimiento de la mujer, constituye el delito más grave contra el acto sexual perfecto. Y debe ser castigada a la máxima pena posible puesto que conculca y pisotea de un solo tajo, de un solo hachazo, todos los derechos humanos de la persona, reduciéndola al nivel de los animales inferiores en la escala biológica. Es exactamente la antítesis del sexo perfecto y del sexo sano al provocar la destrucción completa de la auto confianza, originando sensación de malestar general e impotencia y muy frecuentemente transmitiendo enfermedades y provocando embarazos no deseados. Es realmente el sexo que pone en riesgo total a la persona y que conlleva todos los efectos adversos posibles.



Hablen con una de esas víctimas y sabrán que digo verdad.



Ahora es el tiempo de tomar conciencia de que la violación sexual es un delito tan parecido al de quitar la vida misma, mucho peor que el abigeato, y que debe de llamarnos a la reflexión en todos los campos del intelecto. La violación es mucho más importante de lo que se cree.

Dr. Oscar Espino*

Opinión
*Urólogo y Médico Sexólogo