miércoles, 15 de diciembre de 2010

Comprendiendo al o la sobreviviente de abuso sexual

Ma. Teresa Crespín


En este artículo compartimos con ustedes algunas de las recomendaciones de la guía para parejas de sobrevivientes de incesto de Ken Graber, esto con el fin de responder inquietudes de una amigas/os que han escrito al correo hablemos de abuso sexual: “...Acabo de leer la nota de ustedes que apareció en EL NUEVO DIARIO ( Sept. 2010), con un amigo tenemos una relación muy profunda, de hecho fuimos pareja por más de dos años. Me gustaría recibir información o datos respecto de este tema, con mi amigo charlamos mucho del tema y buscamos información en Internet para entender lo que le sucede. Él sólo pudo hablar esto conmigo. De más está decirles que mi interés radica en poder ayudarlo o darle herramientas para que siga superando lo que vivió cuando tenía 5 años “.

Tomando en cuenta que para cada persona las formas de acompañar son diferentes, las recomendaciones que a continuación vamos a compartir son solo algunas para ayudar a nuestra pareja o amigo. Es importante que decir que hay otras formas de apoyo como crear una red de apoyo, un/a amiga/o, la o él especialista, la que pueden considerar.

Pistas para el acompañamiento: Algunos sobrevivientes parecen tener cada aspecto de sus vidas organizado con todo en su lugar y listas de responsabilidades que siempre son terminadas a tiempo. Han realizado carreras exitosas en las cuales son reconocidos por sus logros y su arduo trabajo. Sus vidas parecen estar bajo control. Esto es porque probablemente existe una sobrecompensación por la falta de control que él o ella siente internamente.

Los y las sobrevivientes, a menudo, tienden a sobresalir para compensar los sentimientos internos de vergüenza y de no valer nada. Para sobrevivientes, esto puede ser visto como una manera de huir del problema y un intento de parecer, para sí mismos, como “normales”.

Uno de los resultados del abuso sexual es la confusión emocional. Está abrumado/a por oleadas de sentimientos fuera de control. En tanto que los sobrevivientes no tienen el poder directamente de control y manejar estos sentimientos internos, ellos encuentran una pequeña área en la vida que puede ser controlada. Esta actividad con frecuencia involucra organizaciones y carreras que son socialmente aprobadas. Éstas son generalmente ejercidas en lugar de otras áreas de la vida, como relaciones íntimas, que están muy cercanas a los sentimientos incontrolables del sobreviviente. La organización excesiva, tendencias a la adicción al trabajo y negocios constantes mantienen al sobreviviente ocupado con asuntos externos que evitan que surjan los recuerdos y los sentimientos internos. El o ella temen detener la sobrecompensación por miedo a ser abrumado por los sentimientos asociados al abuso sexual.

No es necesario ni deseable para los sobrevivientes renunciar a las áreas altamente exitosas de sus vidas. El sobreviviente necesitará bajar el ritmo un poco y será suficiente para que no surjan los recuerdos y sentimientos. No familiarizado ni con las altas ni con las bajas emocionales propias del surgimiento de los sentimientos. En realidad necesita alternar lentamente entre la sobrecompensación y permitir que los sentimiento surjan. Con el tiempo, el sobreviviente logrará un balance entre la actividad y los sentimientos que implica la recuperación del abuso sexual. Una pareja que le apoye dará pie a la conducta del sobreviviente para alentarlo a enfrentar los sentimientos sin abarcar mucho demasiado rápido.

Los y las sobrevivientes a menudo se sienten sucios como una consecuencia del abuso sexual y llegan a obsesionarse con el orden y la limpieza de su entorno. Pueden compulsivamente enderezar toda la casa o tal vez sólo una habitación como la cocina o la recámara. La compulsión de lavar puede implicar baños frecuentes así como lavarse continuamente las manos o sentir excesiva preocupación con el lavado de la ropa. La limpieza externa puede ayudar al sobreviviente a sentirse mejor, pero finalmente, éste es un intento inútil de emplear una solución externa para un problema interno.

Para el o la sobreviviente, recuperarse significa encontrar una manera de lidiar con la vergüenza interna y los sentimientos de sentirse sucio o dañado. Las parejas comprensivas pueden aceptar la compulsión por la limpieza del sobreviviente sin ridiculizarlo o quejarse. Ya que los sobrevivientes con una compulsión por la limpieza fácilmente se sienten ofendidos por los olores, las parejas podrían hacer esfuerzos razonables para evitar ser ofensivos. Si la compulsión por el orden por parte del sobreviviente es muy invasiva en los espacios de vida de la pareja, tal vez ambos pueden negociar una parte designada en el hogar donde se puede permitir el desorden. Conforme el sobreviviente se recupera, la compulsión por la limpieza puede ser confinada áreas cada vez más pequeñas, quizás sólo a un guardarropa o un solo cajón.

Estas recomendaciones o pistas pueden ser aplicadas según la severidad con que ocurrió el abuso sexual, pero lo más importante es que él o ella inicie un proceso de sanación. Hay unas organizaciones que puede apoyar a las mujeres que deseen iniciar un proceso de recuperación. aguas Bravas Nicaragua, solicite información a través de este correo electrónico:

aguasbravas_nicaragua@yahoo.com  yotecreo@gmail.com


Derechos Humanos: Derechos violados

Lorna Norori Gutiérrez*


En los últimos tres años hemos estado en la Columna “Hablemos de abuso sexual” abordando este horror que cotidianamente viven niñas, niños y adolescentes.

Así, estamos tratando de llamar la atención, de informar a la población en general, sobre una realidad tan terrible como cotidiana y que ha sido tristemente integrada como un problema de salud pública, aunque no se esté dando ninguna respuesta del Estado para prevenirlo, atenderlo, sancionarlo o erradicarlo con el rigor que dicho problema amerita.

Considerando que el 10 de diciembre es el Día Internacional de Derechos Humanos, desde el Movimiento contra el abuso sexual queremos aprovechar para visibilizar el abuso sexual como una condición que viven niñas, niños y adolescentes en que se transgreden sus derechos.

El abuso sexual toca el cuerpo –aunque el abusador no toque a la niña, niño y adolescentes cuando le habla, le hace gestos o le muestra imágenes pornográficas, hace el vínculo con su cuerpo- llevándoles a sentirse sucias/os, avergonzadas y culpables de su cuerpo.

Ésta es solo una de las secuelas que genera el abuso sexual y que les hace sentir su cuerpo expropiado, o bien tratando siempre de huir de su propio cuerpo. Es precisamente esto lo que conlleva a que se instale el mecanismo de disociación que desde niñas/os o adolescentes les hace separar su cuerpo de su vida, sobre todo para no sentir y no recordar la perversidad del abuso.

También el abuso sexual toca la psiquis, porque el abusador ejerce su control sobre niñas, niños y adolescentes, utiliza su autoridad de adulto/a para dominar, manipula la confianza, de tal forma que llega a confundir y someter. Las tres esferas: voluntad, cognición y afecto se ven controladas por el abusador.

Cuando controla su voluntad, para la niña, niño y adolescente no es posible decir “No” al abusador, cuando ha avanzado en el abuso la situación se complejiza porque llega a sentirse cómplice del abusador, con mucha autoculpabilización y temor a que se sepa lo que le ocurre.

Igualmente, invade sus procesos mentales (pensamiento, memoria), de conocimientos distorsionados sobre la sexualidad, sobre su cuerpo, sobre la relación de abuso que el abusador controla. A partir del control, se instala en su mente, pervirtiéndole con conceptos que confunden y angustian a niñas, niños y adolescentes y que asumen como “verdades” que les lleva presentar un estado de impotencia, hasta asumir que no tienen alternativa frente al abusador.

El abusador controla afectiva y emocionalmente a niñas, niños y adolescentes, tergiversa el concepto del amor, le hace creer que él es la única persona que le cuida, le quiere y que la mejor demostración del amor es la aceptación del contacto sexual.

De esta forma, en la expresión de la secuela traumática se encuentran niñas y adolescentes que asumen estar enamoradas de su abusador. Por otro lado, muchas niñas y adolescentes llegan a asumir en su vida cotidiana que la única forma de mostrar afecto hacia otras personas es a través de las expresiones sexuales. Muchas de estas niñas, adolescentes y aun mujeres jóvenes y adultas que viven la secuela traumática, son juzgadas socialmente por los excesos sexuales que presentan

En relación con la esfera sexual, el abusador invade la intimidad de niñas, niños y adolescentes, les hace sentir que su cuerpo y su sexualidad son algo sucio, que ellas/os rechacen su cuerpo y su sexualidad. Muchas mujeres que vivieron abuso sexual en su niñez y adolescencia asumen que su cuerpo no sirve, así que no importa hacerle más daño, iniciando un proceso autodestructivo que se expresa en diferentes formas (bulimia, anorexia, automutilación, intentos suicidas).

Mujeres que han venido a la consulta refieren que no pueden desarrollar una vida sexual activa con su pareja, ya que sienten temor, asco, angustia, dolor y el recuerdo del abuso que vivieron siendo niñas o adolescentes, les invade en el momento de la relación de pareja. Otras en cambio, como parte de esta secuela inician promiscuidad sexual, asumiendo inconscientemente que “si alguien tocó tanto mi cuerpo, porqué no van a poder hacerlo otros, si además no vale nada”.

Esto es solo parte de lo que genera el abuso sexual en niñas, niños y adolescentes y que se puede trasladar hasta la vida de joven y adulta/o. Por eso, reafirmamos que es la mayor violación a los derechos humanos, pues:

T Violenta su derecho a la libertad de su cuerpo, su pensamiento y sexualidad. Violenta su derecho a la expresión, negándole la alternativa de hablar, de buscar ayuda, de detener el abuso, de decir NO.

T Violenta sus derechos reproductivos, cuando le impone un embarazo y maternidad forzados, producto del abuso.
T Violenta su derecho a vivir sin violencia, pues el abuso sexual es una expresión de violencia, que además, se traslada a toda su vida, a partir de la secuela y los recuerdos.
T Violenta su derecho a la vida, porque no le permite vivir plenamente, sino atrapada/o en el horror del abuso, aunque éste ya no esté ocurriendo. O en otras condiciones, porque la muerte es la única “alternativa” que la secuela traumática le permite reconocer.

Es hora de hacer algo. Todas y todos podemos.

*Psicóloga
Movimiento contra el abuso sexual
hablemosde.abusosexual@gmail.com
apoyomutuo@aguasbravasnicaragua.org
yotecreo@gmail.com