miércoles, 11 de febrero de 2009

EL ABUSO SEXUAL EN MENORES.


La primera línea de defensa:

La primera línea de defensa es evitar las situaciones que dejen vulnerables a nuestros hijos. Por ejemplo, a los padres se les aconseja que sean prudentes con respecto a dejar sus niños al cuidado de adultos jóvenes que aparentemente prefieran estar con niños más bien que con personas de su misma edad. Cierto sicólogo clínico informa que dos terceras partes de los culpables de abuso sexual a quienes está tratando cometieron el delito mientras cuidaban de niños.

La doctora Suzanne M. Sgroi menciona otras dos situaciones que han llevado al problema: El que niños compartan camas o habitaciones con adultos o adolescentes; y las grandes reuniones familiares en que los mayores se ocupan de divertirse y simplemente suponen que los hijos mayores están cuidando de los menores.

La verdad es que, mientras más tiempo estén nuestros hijos bajo nuestra supervisión personal, menos oportunidad tendrán los que se propasan de influir en ellos de modo corrupto. Ann, madre de tres hijos, va hasta el punto de no permitir que su hijo menor, un muchacho de 14 años de edad, pasee por el centro comercial —o siquiera entre en los cuartos de aseo públicos— a solas. El muchacho probablemente opine que esto es muy restrictivo, pero su madre tiene motivos para hacerlo. Alguien se propasó con ella cuando era niña.

No obstante, los padres no siempre pueden vigilar de cerca a sus hijos. Los padres y las madres que tienen su empleo tal vez no tengan otro remedio que valerse de los servicios de una guardería infantil, o dejar a sus hijos con parientes o niñeras. Los niños tienen que ir a la escuela, y los padres no siempre pueden estar con ellos. Los parientes y las amistades visitan a la familia. ¡Y además están los vecinos! ¿Cómo podemos proteger a nuestros hijos, si ellos son tan vulnerables? En realidad, solo hay una manera...

Hable con su hijo acerca del peligro

La sicóloga Debrah Shulman dijo: "Es insensato hacer creer a los niños que no hay peligros. Los niños se dan cuenta de que son vulnerables, y naturalmente se preocupan por su propia seguridad. Parte de la función de un padre [o una madre] es darles los instrumentos para enfrentarse con el peligro de modo realista. Si tal información se presenta de modo sincero y positivo, no amenazará a los niños, sino que los tranquilizará". Sí, tenemos que hablar con ellos sobre el asunto.
Es fácil decirlo, pero no tan fácil hacerlo, especialmente en vista de que el peligro más grande proviene de las amistades y los parientes. Puede que ya hayamos prevenido a nuestros hijos contra el desconocido que quiera convencerlos de que vayan al bosque o llevárselos en un automóvil. Pero ¿cómo podemos darles "los instrumentos" para que se protejan de las personas a quienes conocen, respetan y hasta aman?
Que sigan su instinto

Ann, la madre a quien mencionamos anteriormente, informa que solo tenía cinco años de edad cuando un pariente se propasó con ella. Sin embargo, ella sabía que él estaba haciendo algo incorrecto, aunque no sabía cómo impedírselo. Y, desgraciadamente, no podía hablar sobre el asunto con sus padres. Las vías de comunicación no eran muy buenas en aquel tiempo.

La experiencia de Ann demuestra que los niños generalmente tienen un sentido natural de lo que es bueno y decente. Nosotros tenemos que fortalecer ese instinto, decirles que ellos deben hacer caso de su instinto aunque un adulto les diga lo contrario. A menudo una respuesta simple y categórica, como: "¡No, no quiero que hagas eso!", basta para disuadir al que quiere propasarse. La experiencia de Ann también muestra que tenemos que mantener abiertas las vías de comunicación con nuestros hijos.

Hace poco cierto esposo y su esposa estaban considerando este problema entre sí. Preocupados, preguntaron a su hija si alguien se había propasado con ella alguna vez. Se horrorizaron cuando la hija contestó afirmativamente. Un viejo amigo en quien la familia confiaba lo había hecho varias veces. La familia tenía excelente comunicación con sus hijos, de modo que ¿por qué no había dicho nada antes la hija? Sencillamente porque no sabía abordar el asunto. Una vez que se mencionó el asunto, la hija estuvo muy dispuesta a considerarlo.
Si ocurriera lo peor

Ningún padre ni madre puede proteger completamente del abuso sexual a su hijo o hija, aunque el tomar precauciones sensatas disminuye enormemente la posibilidad de que ocurra algo. No obstante, si los padres han establecido buena comunicación familiar, tal vez los hijos e hijas hablen de ello en caso de que ocurriera lo peor. Sin embargo, a veces la conmoción, o la vergüenza, que tal experiencia causa a los niños hace que ellos no quieran hablar del asunto. Por consiguiente, los padres tienen que estar alerta. He aquí algunos indicios que los investigadores dicen que quizás muestren que algo ha ocurrido.

Sospechen de cualquier cambio en la rutina normal
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En cierto caso, un maestro pedía a ciertos niños que fueran a la escuela mucho antes que los demás. Observe cualquier indicio revelador en los niños, como calificaciones escolares que empeoran o inquietud extrema al estar cerca de cierto adulto. Cierta señora, quien de niña fue víctima de su hermano y su padre, dijo: "Terminé al final de una clase de 42 estudiantes, y nadie trató de averiguar por qué".

Presten atención a síntomas físicos, como dolores de cabeza, vómitos o pérdida de apetito, y dificultad en conciliar el sueño. Los problemas genitales, como el dolor, son particularmente importantes. Estén pendientes de tendencias precoces respecto a lo sexual que se manifiesten en el habla, la vestimenta o la conducta. Estén alerta a cambios súbitos en conducta que pudieran indicar que hay un problema. Si el niño se vuelve más reservado que de costumbre o tiende a evitar a cierto miembro de la familia, esto debe servirles de advertencia. También tenemos que estar atentos a los mensajes indirectos que nuestros hijos nos comunican. La declaración: "Ya no me gusta el maestro de matemáticas", tal vez sea el modo como el niño o la niña trata de sacar a colación este asunto dificultoso.

Si los padres observan cualquier indicio como ése en su hijo o hija, deben tratar de averiguar qué anda mal. El niño o la niña tiene un problema, y tal vez sea un problema de abuso sexual. Si así es, el niño o la niña necesita ayuda.

Desgraciadamente, muchos niños no reciben dicha ayuda. A los niños con quienes alguien se ha propasado se les ha acusado de haber inventado el incidente, aunque los investigadores nos aseguran que los niños rara vez, si acaso alguna, inventan acciones de esa índole. El incesto se ha encubierto para no desbaratar la familia.
No obstante, si se descubre que alguien se ha propasado —y ha habido especialmente incesto— , hay que dar dos pasos inmediatamente:

Primero
, el niño o la niña en cuestión —y otros niños también— tiene que recibir protección de cualquier otro incidente abusivo.
Esto tiene que hacerse, cueste lo que cueste. En muchos casos hay que hacer frente al culpable de haberse propasado. Pero sea lo que sea que se requiera, es importante que el niño o la niña tenga la seguridad de que el culpable de haberse propasado nunca podrá acercársele de nuevo.
Segundo
, hay que dar al niño o la niña mucho amor y apoyo emocional. Los padres tienen que explicar con mucha claridad a la pequeña víctima que ella no tiene la culpa. El delito y cualquier cosa que ocurra como resultado de éste —incluso si un pariente cercano va a parar en la prisión— no es culpa del niño o la niña. ¡Pero dichas palabras tranquilizadoras hay que repetirlas muchas veces, de modo que la víctima llegue a creerlas... y crea que los padres las creen también!

¿Cómo podemos hablarles del asunto?
En primer lugar, tenemos que sacar a colación el tema. Una manera que se sugiere es que si en el noticiario se informa acerca de un escándalo, los padres pudieran utilizarlo como una oportunidad para preguntar a sus hijos: "¿Te ha hecho alguien alguna vez algo parecido?", y luego pase a decirles cómo obrar si alguien tratara de hacerlo.

Alguien se propasó con Mary cuando ella era una niñita, así que ella se aseguró muy bien de poner a sus tres hijas en guardia contra los que quisieran propasarse. ¿Cómo lo hizo? Tan pronto como las hijas tenían suficiente edad para entender, ella les dijo: "Si alguien las toca en las partes indebidas, díganmelo y no me voy a enfadar".
¿Cómo sabrían ellas cuáles eran las partes indebidas? Mary dice que se las mostró cuando ellas tenían unos tres años de edad. Cuando las bañaba o las preparaba para dormir, les señalaba las partes del cuerpo que otras personas no les deberían tocar. A medida que ellas iban creciendo, les planteaba situaciones: "Nadie debe tocarlas ahí, aun cuando sea un maestro o un policía. Ni siquiera mamá o papá debe tocarte allí. ¡Y un médico puede tocarte ahí solo si mamá o papá está contigo!".

¿Surtió esto efecto? Mary recuerda una ocasión en que un pariente estaba jugando con la hijita de ella de 6 años de edad. Las cosas que el pariente estaba haciendo comenzaron a hacer que la niñita se sintiera incómoda. ¿Qué hizo ella? Sencillamente se alejó de él. Mary no está segura si el pariente tenía malas intenciones o no. Pero está contenta de que su hija supo apartarse de la situación cuando ésta comenzó a parecerle "incorrecta", o "extraña".

"Si alguien te toca en las partes indebidas, dímelo"
Por consiguiente, tal como los padres dan a sus hijos advertencias en contra de irse con desconocidos, jugar en una calle donde hay tráfico constantemente, y poner las manos en cables que conducen electricidad, así también deben hablarles acerca de evitar que alguien les falte al respeto en sentido sexual. Deben explicarles los límites del cuerpo que otras personas —incluso sus propios padres— no deben traspasar. Deben decirles claramente que si algo ocurriera, ellos querrían saberlo. Y no van a echar la culpa a los hijos.

El juego "¿qué tal si [...]?"
A veces los adultos se valen de su experiencia e inteligencia más extensa para engañar a los niños y hacer que se unan a ellos en alguna actividad impropia, y los niños quizás no noten el engaño sin recibir ayuda. Por eso Linda Tschirhart Sanford, autora del libro The Silent Children, sugiere un medio que pudiera utilizarse para contrarrestar esto de antemano: el juego "¿qué tal si [...]?". Pregunte a sus hijos de vez en cuando qué harían ellos en ciertas situaciones: "¿Qué tal si quien te estuviera cuidando te dijera que podrías quedarte viendo la televisión hasta tarde si te metieras en la bañera con él y jugaras ciertos juegos? ¿Qué le dirías?" "¿Qué tal si alguien a quien tú conoces te llevara a dar un paseo en automóvil y quisiera poner las manos donde no debe? ¿Qué harías tú?" "¿Qué harías si un amigo de mayor edad te tocara de un modo que no te gustara, o quisiera desvestirte y jugar un juego secreto contigo?".

Enseñe a sus hijos los nombres correctos de las partes del cuerpo
Al enseñar al hijo o hija a contestar debidamente, los padres pueden mostrarle que hay ocasiones en que él o ella puede decir no a un adulto. También hay ocasiones en que los hijos deben revelar secretos. Si se les enseña a decir cosas como: "Voy a preguntar a mamá primero", podrán desanimar a la mayoría de los que quieran propasarse. Si el niño o la niña aprende las respuestas correctas en el juego "¿qué tal si [...]?", estará adquiriendo algunos buenos instrumentos para protegerse. Si él o ella da una respuesta incorrecta, entonces, repita la pregunta y sugiera una respuesta diferente.
Denles las palabras
La siguiente experiencia muestra otro problema que afrontan los niños en relación con el abuso sexual: Una señora relata que alguien abusó de ella cuando era niña, y ella trató de decírselo a su madre. Pero no sabía las palabras correctas y no podía explicarle lo que había ocurrido. La madre creía que alguien simplemente había tratado de mostrarle cariño y que la niñita había malentendido la situación y la había exagerado.

Debido a experiencias parecidas a ésa, los asistentes sociales animan a los padres a enseñar a sus hijos los nombres correctos de las partes del cuerpo. Denles el vocabulario para expresarse en caso de que ocurriera lo peor.

Alertas, pero equilibrados
Una de las peores pesadillas de un padre o una madre es que alguien se propasara en sentido sexual con su hija o hijo. No obstante, tenemos que recordar que la mayoría de los adultos no van a propasarse con nuestros hijos. La mayoría de nuestros parientes los aman y estarán tan interesados como nosotros en protegerlos del abuso sexual.


Por otra parte, eso puede ocurrir.
Por consiguiente, es prudente obrar con cautela.
Si evitamos, al mayor grado posible, el poner a nuestros hijos en situaciones que los dejen vulnerables, si les explicamos los límites que ni siquiera los adultos deben pasar, y si les enseñamos cómo reaccionar en caso de que cualquier adulto trate de pasar esos límites, entonces estamos haciendo muchísimo para proteger a nuestros hijos del que quiera propasarse.

lunes, 9 de febrero de 2009

¡ESTO TIENE QUE CAMBIAR¡


Ilse Michel ingresó al Albergue Temporal de la PGJDF el 13 de junio de 2005, como parte de un proceso judicial por presunto abuso sexual por parte de su tío y abuelo paterno.
La PGJDF canaliza a la menor a Casitas del Sur el 23 de enero del año 2007.
El mes de agosto de 2008, la juez 16 de lo familiar en el DF concedió la custodia de Ilse Michel a su abuela materna
La directiva del Albergue Temporal de la PGJDF retiene el expediente y la orden judicial por más de un mes, y no notificó a la Fiscalía del Menor para dar cumplimiento a la orden judicial.
El 14 de septiembre del 2008, la PGJDF realizó un operativo en las instalaciones de uno de los albergues de Casitas del Sur ubicado sobre la carretera federal México-Cuernavaca, para recuperar a la menor ante el desacato de la directiva del albergue a entregar a la niña.
Después de varias denuncias de los medios de comunicación y asambleístas, el pasado 29 de enero, la PGJDF realizó un operativo simultáneo en dos predios de Casitas del Sur para recuperar a 128 menores, entre los que se presume se encontraba Ilse Michel, y otros seis menores retenidos.
El 5 de febrero, la abuela de la menor desparecida, Ardelia Ramírez informó que la menor localizada no era su nieta, por lo que la búsqueda continúa. Entre los menores recuperados tampoco se encuentra el resto de los niños desaparecidos.

domingo, 8 de febrero de 2009

EL ABUSO SEXUAL AFECTA EL DESARROLLO BIOLÓGICO, PSICOLÓGICO Y SOCIAL DEL NIÑO O NIÑA


El abuso sexual afecta el desarrollo biológico, psicológico y social del niño o niña. La experiencia de este suceso puede ser dañino y doloroso tanto para la víctima como para los padres.

Pero sin duda, tiende a ser tanto o más dañino cuando el abuso lo comete un familiar cercano.
"En más del 80% de los casos, los autores de abusos sexuales son personas conocidas por el niño o adolescente, y muchas veces se trata de un familiar cercano, siendo precisamente esa familiaridad y relación afectiva la que permite mantener el abuso en forma reiterada en el tiempo y no necesariamente a través del uso de fuerza física.

"El adulto manipula la relación de confianza y afecto, y la dependencia del niño, incitándolo a la participación de actos abusivos que él presenta como un juego o comportamientos 'normales', haciendo participar al niño en esta interacción, generando en muchos casos sentimientos de responsabilidad y culpa en los niños", agrega.

"Al mismo tiempo, el adulto emplea una serie de mecanismos para mantener esta interacción en secreto, utilizando la amenaza, la mentira, la culpabilización, el chantaje y la manipulación psicológica", dice la psicóloga.

A pesar de los mecanismos empleados para mantener el silencio, el abuso sexual es descubierto por terceros (familiares, vecinos, sistema escolar o de salud, etc). "En otros casos, la minoría, son los niños quienes terminan por explicitar la situación de abuso, por ejemplo, cuando este comienza a extenderse a otros hermanos, generalmente menores; cuando cuentan con la presencia de alguien en quien confiar; cuando el abusador se aleja por lo menos temporalmente; o cuando se contactan con algún programa de prevención que les permita entender o simbolizar su experiencia", comenta Carla Úbeda.

El hecho que sea una persona familiar, con quien tanto el niño como su familia mantienen con éste estrechos vínculos afectivos, económicos, sociales, suele dificultar en muchos casos el que la familia consulte directamente por este motivo y, más aún, el que intente iniciar acciones legales frente a este delito.Señales

Los padres deben estar alerta a ciertas señales que puedan percibir de sus hijos. "Algunos autores distinguen indicadores directos del abuso sexual refiriéndose a la presencia de hallazgos físicos tales como enfermedades de transmisión sexual (ETS) VIH, embarazo en pre adolescentes y adolescentes. No obstante, el abuso sexual no siempre genera estas consecuencias y tampoco son garantía que la familia del niño o adolescente consulte por estos motivos, lo que dificulta la pesquisa", dice la docente de la U. Andrés Bello.

Algunos indicadores son:

* Presencia de comportamientos sexualizados: "este tipo de comportamientos no está dentro del bagaje de conocimientos y de experiencias de un niño y no pueden ser explicados por la fantasía infantil, la imaginación u observación del niño; indican que es muy probable una experiencia directa y un aprendizaje de ella. Entre ellas se encuentra: relatos de situaciones sexuales concretas y explícitas que indican un conocimiento sexual precoz; interacciones sexualizadas con otras personas, comportamientos sexualizados que no se ajustan a la edad y a los juegos exploratorios propios del desarrollo normal del niño, o bien la exploración normal del propio cuerpo y el de otros se convierte en una repetición de una conducta adulta al simular una relación sexual, o dar besos genitales; dibujos sexualmente explícitos; así como contenidos sexuales en sus juegos con muñecas u objetos", explica la profesional.

Otras señales (que pueden ser menos específicas ya que pueden indicar otros tipos de trauma, y que es necesario considerar en conjunto) son:

* Síntomas tales como dolor recurrente, enuresis y/o encopresis secundaria.

* Hallazgos físicos como dolor, sangramiento, hinchazón, irritación de la boca, del área genital o anal, o infecciones urinarias recurrentes.

* Cambios en el comportamiento y también relativos a la edad, por ejemplo en preescolares la presencia de trastornos del sueño como pesadillas o terrores nocturnos; en niños en edad escolar pueden darse problemas escolares, una disminución repentina del rendimiento escolar, problemas de atención, retrasos en el habla; además pueden sufrir depresión, ansiedad, llantos frecuentes, cambios conductuales como aislamiento. En preadolescentes pueden ser indicadores importantes los intentos de huir de casa, intentos de suicidio o autolesiones.