martes, 9 de octubre de 2012

¿Cómo vencer el miedo y denunciar un abuso?




ARGENTINA
   
    En el 61% de los casos, el abusador es un familiar; y en el 30% de los hechos, se trata del padre biológico de la víctima. La instrumentación de un protocolo de abordaje permitió vencer las barreras, y dar más intervención a la Justicia.
 
  
    ¿Puede una chica sobreponerse a años de abuso sexual y abandono de sus padres? La historia de Ingrid demuestra que, a veces, sí.
Pero para que todo eso ocurra se requiere, antes que nada, que se rompa el silencio, que la familia acepte y que denuncie el caso de abuso.

Ingrid ahora tiene 15 años pero su historia tuvo su primer tropiezo cuando tenía 2 años. Sus papás se separan, su mamá se va de la casa, y ella queda a cargo de su padre, camionero. De modo que los años que siguieron, siguieron para Ingrid en la ruta, arriba de un camión.

Todo fue así hasta que la Justicia intervino, y acabó con aquella vida de trotamundos. Ingrid se bajó del camión -la bajaron- y quedó a cargo de su abuela. Tenía 5 años.

Sin madre, sin padre, vivió con su abuela los años que le quedaron por delante. Pero nada es para siempre, supo Ingrid, y cuando su padre dejó el camión y encontró un nuevo empleo, y nueva mujer, se estableció en el Sur. Se llevó a Ingrid con él.

Ingrid tenía entonces 8 años y a esa edad empezó primer grado allá en el Sur, adonde se fue a vivir.

Pero las cosas allá en el Sur no funcionaron bien. Ingrid no cayó bien en esa nueva familia ensamblada. Ingrid volvió con su madre. Entonces, con 13 años y una vida de idas y vueltas, sin contención, la esperaba el infierno: el abuso sexual por parte de la pareja de su madre.

Ingrid pudo contar lo que vivió, se lo contó a su madre, y ésta hizo la denuncia.

Pero la chica no consiguió sino otro abandono: fue a vivir con una tía, después a un hogar de menores, y al final, volvió con su padre, al Sur.

La historia de cómo ocurrió todo eso, y cómo un equipo de profesionales pudo trabajar con Ingrid y ayudarla a salir de ese infierno está contada en el trabajo "Intervención interdisciplinar en una situación de abuso sexual infantil", elaborado por la psicóloga María del Huerto Reutlinger y la trabajadora social Valeria Irina Moreyra, ambas del Consejo Provincial del Niño, el Adolescente y la Familia (Copnaf) y que será presentado en el V Congreso Mundial por los Derechos de la Infancia y la Adolescencia, que se realizará del 15 al 19 de octubre en San Juan.

No será la única ponencia por Entre Ríos. También se presentará el trabajo "La denuncia. el inicio de un proceso de reparación", de la psicóloga Nadia Díaz (jefa técnica Programa Provincial de Prevención Protección y Abordaje Integral de la Violencia Familiar, Maltrato y Abuso Sexual Infantil) junto a los miembros de ese programa: Marianela Rivero, Romina Silva, Sandra Vela y Carolina Pittia.

QUIÉN, CÓMO. El trabajo de Nadia Díaz es cuantitativo y cualitativo en torno a la problemática del abuso de menores, y cómo la implementación, a partir de 2010, del Protocolo Interinstitucional de Actuación en Casos de Abuso Sexual Infantil permitió otra forma de abordaje.

Todo, claro, a partir de una denuncia.

"La denuncia es el inicio de un proceso reparatorio, cuyo fin es lograr cierto reordenamiento de la vida psíquica y social de cada individuo afectado, poniendo a su disposición recursos que permitan una continua cicatrización de lo dañado, y el inicio de una reconstrucción personal, familiar y social", dice el texto del trabajo. Y agrega que la denuncia "es fundamental para el procedimiento de las intervenciones terapéuticas".

Un recorte sobre 100 denuncias recibidas en el Programa de Violencia Familiar del Copnaf entre enero y junio de 2012 permitió conocer los pliegues de esta problemática, y sus expresiones concretas.

En 7 de cada 10 casos, quienes denuncian los casos de abuso son familiares de la víctima; en el 47% de los casos, la madre.

Pero las estadísticas aportan otro dato clave: en el 61% de los casos, los abusadores son familiares masculinos; en el 30 % de los casos, el padre biológico; en el 31%, el padrastro.

LOS PORQUÉ. Del congreso mundial de San Juan participarán otras ponencias elaboradas por profesionales de Entre Ríos.

Uno es "Adolescentes en contextos de encierro: entre las políticas y las prácticas", cuyos autores son la psicóloga María Luisa Pérez, y la licenciada en Trabajo Social Carina Massera, integrantes del Equipo Técnico de la Residencia Socio Educativa General San Martín, de Victoria; y "Protocolo de intervención suscripto entre el Programa Jóvenes Privados de Libertad y el Juzgado Penal de Niños y Adolescentes de Paraná", realizado por Horacio Valente, asesor legal de la Dirección de Rehabilitación y Reparación de Derechos del Copnaf, la psicopedagoga Ana Herrera y la licenciada en Trabajo Social Carina Sovrano, del Equipo Profesional del Departamento Jóvenes Privados de Libertad dependiente de la Dirección de Rehabilitación y Reparación del Copnaf.

Nadia Díaz y María del Huerto Reutlinger hablaron con EL DIARIO sobre este congreso, y fundamentalmente del abordaje de los casos de abuso sexual de menores.

"El trabajo que hicimos tiene que ver con la experiencia -dice Nadia Díaz-. Hace siete años que estamos trabajando con el abuso sexual infantil. Se han ido construyendo un montón de cosas que tienen que ver con ordenar la intervención profesional y darle una impronta, la impronta que tiene que tener esto, y es que el abuso sexual es un delito. Acá en la provincia avanzamos con lo que es el protocolo interinstitucional de actuación, que ordena las intervenciones de todas las instituciones".

Pero fundamentalmente, le dio más participación a la Justicia, y facilitó la denuncia de los casos. "Si uno sospecha una situación de abuso, puede ir a hablar con el Defensor de Menores, o presentar un informe, y es el Defensor el que se convierte en portavoz, y denuncia en el ámbito judicial", agrega.

Reutlinger pondera la existencia de un protocolo de abordaje de los casos de abuso sexual infantil. "Además de delimitar las funciones de cada institución, evita la burocratización. Le da al Copnaf la tarea de protección de derechos del menor. Y la protección siempre intenta de evitar la institucionalización", plantea.

Lograda la denuncia, tramitada la actuación judicial, lo que sigue es establecer un seguimiento y una contención al menor. "Hay un momento de crisis, que es develar lo siniestro que es el abuso sexual dentro del ámbito familiar, porque a todos nos cuesta entender que quienes tienen que cuidar y proteger a un niño, son quienes ejercen un maltrato. Pero después de la denuncia, hay un todo un procedimiento que apunta a dar un sostén a la víctima", añade.

Nadia Díaz entiende que "una denuncia impacta en el niño, pero también en todo el grupo familiar. Es algo siniestro el abuso, y nuestro trabajo es acompañar a la familia, y ver cómo la familia se posiciona ante ese hecho. Puede haber una familia que acompañe, que crea el relato del niño, que intenten con sus medios proteger al niño. Pero hay otras que descreen del relato, lo culpabilizan, lo niegan".