lunes, 11 de febrero de 2013

El abuso infanti:l la prevención Nunca esta de mas.




El abuso infantil se presenta cuando un adulto o adulta, una institución o la sociedad en general causa o amenaza con causar daño físico, emocional y psicológico a un niño o niña. Incluye el maltrato físico, emocional, psicológico, sexual, la negligencia y el abandono. Por lo que abordar esta problemática refleja el fracaso de una comunidad, que en general no es consciente o no quiere serlo de la traumatización que produce en la infancia el abuso y el maltrato.

El maltrato y el  abuso infantil es una temática que nos incluye a  todas las personas y a la sociedad en su conjunto, cuya base fundamental es el mal uso del poder que los adultos y  adultas ejercen sobre niños y niñas.

Abordar este drama significa insistir acerca de la traumatización que produce en la infancia el abuso, sobre todo aquello que se invisibiliza, pero que sus efectos larvados generalmente van a estallar en la adultez de las víctimas y probablemente los hijos e hijas de estas víctimas serán quienes paguen las consecuencias.

El maltrato emocional y psicológico está siempre presente en todo tipo de abuso y el daño provocado es proporcional a su invisibilidad y su naturalización. Es fundamental partir del hecho del disbalance de poder y la dependencia que existe entre un adulto y el niño o la niña  para entender el tema del abuso. Un niño, una niña no puede producirle daño alguno a un adulto, pero el adulto sí puede realizar lo que quiere con el niño o la niña debido a la dependencia existente.

La invisibilidad y la  naturalidad radica en el hecho de un sistema de creencias y teorías basadas en la educación tradicional, cuyo objetivo es romper la voluntad de los niños y niñas para convertirlos en seres dóciles y obedientes. Las técnicas para lograrlo están ampliamente detalladas  en los escritos pedagógicos de hace un poco más de dos centurias, escritas para inducir al condicionamiento temprano de la educación para la obediencia.


Alice Miller, en su libro "Por tu  propio bien", detalla en un estudio minucioso esta ideología, que llama "La pedagogía negra", o "los semilleros del odio", y da cuenta de los conceptos educativos en que fueron criados nuestros abuelos y padres, cuyas pautas fundamentales las resume en los siguientes puntos:

*Que los adultos son dueños y amos del niño o la niña dependiente 
*Que deciden como dioses, que es lo justo y lo injusto 
*Que su ira proviene de sus propios conflictos 
*Que el niño o la niña es responsable de ella 
*Que a los padres siempre hay que protegerlos 
*Que los sentimientos vivos de un niño, niña suponen un peligro para el adulto dominante 
*Que al niño hay que "quitarle su voluntad" lo antes posible 
*Que todo hay que hacerlo a una edad muy temprana para que el niño o la niña "no advierta nada y no pueda traicionar al adulto.

Esto se logra a partir de transmitir de generación en generación informaciones e ideas falsas como las siguientes:

*Que el sentimiento del deber engendra amor 
*Que se puede acabar con el odio mediante prohibiciones 
*Que los padres merecen respeto a priori, por ser padres 
*Que los niños y niñas, a priori, no merecen respeto alguno 
*Que la obediencia robustece 
*Que un alto grado de autoestima es perjudicial 
*Que la escasa autoestima conduce al altruismo 
*Que la ternura es perjudicial 
*Que atender las necesidades del niño, la niña es malo 
*Que la severidad y la frialdad constituyen una buena preparación para la vida 
*Que la gratitud fingida es mejor que la ingratitud honesta 
*Que la manera de ser es más importante que el ser 
*Que ni los padres ni Dios sobrevivirán a una afrenta 
*Que el cuerpo es algo sucio y repugnante 
*Que la intensidad de los sentimientos es perjudicial 
*Que los padres son seres inocentes libres de instintos 
*Que los padres siempre tienen razón

Si bien en la época actual no se expresan de manera tan desenfadada como lo hacían los educadores de aquellos años, estas ideas siguen presente de manera más sutil pero no menos eficaz en  el imaginario social.

Jorge Barudy, psiquiatra y terapeuta familiar de origen chileno que padeció la tortura y la cárcel de la dictadura de su País en la Década del 70, al exilarse a Bélgica se decidió al tratamiento e investigación con exilados de todas partes del mundo llegando a las siguientes conclusiones:

  • Primera. La violencia organizada y la tortura es un fenómeno mundial independiente de ideologías, religiones y razas de los que la ejercen.
  • Segunda.  La causa y la intensidad del sufrimiento de muchos de sus pacientes no solo se explicaba por sus experiencias traumáticas de persecución, cárcel, tortura y exilio, sino que además muchos de los sufrimientos de estas personas estaban en relación con abusos cometidos en su infancia. Observando que algunas de las familias que consultaban  funcionaban como verdaderas dictaduras familiares.
Lo que lo llevá a confirmar que en los dos tipos de violencia, la organizada y la familiar, se requieren por lo menos tres grupos de personas, donde la vida está amenazada y los derechos humanos pisoteados:

1º grupo: compuesto por los represores, torturadores, abusadores, maltratadores, etc 

2º grupo: conformado por las víctimas hombres, mujeres, niños y niñas perseguidos, encarcelados, torturados y exilados

3º grupo: constituido por los terceros, los otros, los instigadores, los ideólogos, los cómplices, pero también los pasivos, los indiferentes, los que no quieren saber o los que, sabiéndolo, no hacen nada para oponerse a estas situaciones y/o tratar de contribuir a crear las condiciones para un cambio

Tanto Barudy como Alice Miller coinciden en encontrar las raíces de la violencia organizada y la violencia familiar en el maltrato y el abuso sufrido en la infancia. Cuando la infancia, etapa  fundacional para una posterior salud adulta, es cercenada desde todo punto de vista, victimizada material, emocional, física y sexualmente, los resultados son múltiples y diversos en cuanto al daño psíquico de la criatura humana. Pudiendo preverse las respuestas de acuerdo a las características genéricas de su sexo.

Los factores socioeconómicos, socioculturales y psicosociales se interrelacionan entre sí para dar lugar a la producción y reproducción de relaciones interpersonales violentas, las cuales crecen en el seno de las familias, que funcionan como escuelas de formación de futuros sometimientos y subordinaciones, instalándose las raíces del odio en la construcción de las subjetividades.

  • - Verdaderos "semilleros de odio" son cultivados en estos hogares con estructuras jerárquicas, verticalistas y autoritarias que facilitan el abuso del poder impregnados en las prácticas  de sus miembros. En esta dinámica, se pone énfasis en los deberes de los subordinados y nunca en los derechos, por lo que la infancia crece en una oscura conciencia de sus capacidades y sus derechos.
  • - Se naturaliza y goza de alta estima la corrección mediante el golpe, la humillación, la denigración por parte de la autoridad, de igual manera que el respeto unidireccional de quién la imparte, anulando la posibilidad de defensa de  los más débiles.
  • - El entrenamiento en la obediencia sin crítica, sin la posibilidad de un estímulo reflexivo, anula la percepción del sí mismo, disminuyendo la autoestima y convirtiendo a sus miembros en adeptos incondicionales de la violencia.
  • - El antagonismo de géneros aprendido en la violencia de estos hogares condicionará a los varones a una masculinidad que asocian a la agresión, la conquista y el ejercicio de poder arbitrario con las mujeres y la niñez. La virilidad será expresada por la fuerza que manifiesta  el grito, el golpe, la violación.
  • - No sólo la identificación con la figura paterna lo llevará esas conductas, sino también las ansias de recuperar el poder perdido en la infancia a manos de sus progenitores, cuando los sentimientos de desolación y desamparo lo enfrentaban a la convicción de estar totalmente desprotegido
  • - Reviven ante su mujer y los niños que supuestamente están a su cargo "esa vulnerabilidad de sus primeros años de vida que no consiguen recordar, y sólo entonces, a la vista de esos seres humanos más débiles que ellos, se defienden brutalmente". [1].
  • - El colectivo masculino vela porque así suceda,  hay que demostrar que se es un hombre y para ser hombre se tiene que demostrar que no se es un niño, ni una mujer, ni un homosexual. La inseguridad y precariedad de esta identidad  hace que se busque desesperadamente una seguridad que solo encuentra en el sometimiento de otros seres.

Mientras en los hombres las consecuencias del maltrato vivido en la infancia va a proyectarse hacia afuera, en las mujeres, las graves injusticias y agresiones infligidas en la infancia tendrán otro destino en el futuro, dada la imposibilidad de defenderse y articular su rabia y su dolor.  Estas experiencias no podrán ser integradas en su personalidad y la hostilidad conciente o inconsciente se dirigirá contra sí misma, bien contra su cuerpo (somatizaciones crónicas, dipsomanías, drogadicciones, comer compulsivo o falta de apetito etc.) o hacia quienes consideran parte de ella misma, su descendencia.

"Un niño o niña que haya sido abusado no se convertirá en criminal o mentalmente enfermo si, por lo menos una vez en su vida, encuentra una persona que comprenda que no es el niño o la niña abusado/a e impotente quien está enfermo/a. sino su entorno. Hasta tal punto el conocimiento o la ignorancia de la sociedad (parientes, asistentes sociales, terapeutas, profesores, doctores, psiquiatras, funcionarios, enfermeras) pueden salvar o destrozar una vida".[2]

Los datos de investigaciones internacionales dan cuenta que uno de los principales problemas sociales es el abuso infantil

  • 95% de los abusadores infantiles fueron ellos mismos abusados durante su niñez. 
  • 80% de los que abusan de drogas y alcohol fueron abusados durante su niñez 
  • 80% de los niños que se fugan de sus casas citan al abuso como causa. 
  • 95% de las prostitutas fueron abusadas sexualmente. 
  • 78% de la población en las prisiones fueron también abusados durante su niñez.[3]

Los múltiples efectos del trauma de ser abusado/ a no sólo está en el hecho en sí mismo, sino en la baja autoestima y el pobre concepto que tenga de su persona, que lo deja en estado de vulnerabilidad, favoreciendo el riesgo de seguir siendo abusado con el sentimiento de culpabilidad que estos hechos producen.

Conociendo esto es fundamental que nos concienciemos de que tenemos que comprometernos, utilizando todas nuestras energías y todos nuestros recursos para prevenir, intervenir y tratar el abuso y la negligencia infantil de manera que las futuras generaciones tengan la oportunidad que merecen de lograr su potencial humano.

La agresión de la palabra y la humillación en frases como:"Sos un inútil" o "Nunca vas a llegar a nada", es un ataque al "sí-mismo" que impiden desarrollar su potencial humano y un sentido estable y positivo de quienes son. Por el contrario "esta vez lo has hecho muy bien" o "la próxima vez te saldrá mejor" aumentan la autoestima, sentimiento necesario para prevenir el daño de cualquier tipo de abuso. 


Pautas educativas para la prevención del abuso infantil [4]


1. LOGRAR QUE NIÑOS Y NIÑAS ADQUIERAN SEGURIDAD Y AUTOESTIMA

Hay un ejercicio que los padres y las madres, así como profesores y profesoras deberían hacer : anotar en un papel las veces que han reprendido por equivocaciones o acciones incorrectas. Si al final del día resulta que hubo más reprimenda que estímulos, tendrán que revisar sus métodos educativos. Se logra más estimulando un buen comportamiento que reprendiendo uno inadecuado.

2. EVITAR CUALQUIER AGRESIÓN FÍSICA COMO EL TIRÓN DE PELOS O LA CACHETADA

El castigo físico todavía goza de alta estima en nuestra sociedad utilizado como método para mejorar la conducta, sin embargo al niño o la niña educados en estas pautas le da la percepción de que otros pueden hacer uso de su cuerpo. Y si las personas que deben protegerlo agreden su cuerpo, entonces creerán que también pueden usar a los otros para lo que quieran.

3. MANEJAR COTIDIANAMENTE EL CONCEPTO DE DERECHO

De igual manera como enseñamos la importancia de la higiene para la salud, se debe trabajar los derechos del niño y la niña. Desde muy pequeños se darán cuenta que tienen derechos y no permitirán que el padre, la madre o los hermanos mayores abusen de ellos. Ejercer los derechos en familia es una práctica de respeto y democracia.


ABUSO SEXUAL INFANTIL

Este es un hecho en el cual un adulto, para su propia finalidad sexual, se aprovecha de la búsqueda de afecto y atención que todo niño o niña necesita, sin importarle que le pasa a la criatura.

La sexualidad adulta irrumpe de forma invasiva en el desarrollo psicosexual del niño o la niña sin que pueda resistir al avance del adulto, debido a su falta de conocimiento del significado social y de los efectos psicológicos de los encuentros sexuales. Perturbando la relación del niño o la niña con su cuerpo y el descubrimiento sano de su sexualidad.

Se hace necesario diferenciar entre abuso sexual llevado a cabo por un desconocido en el que generalmente el abusador goza sometiendo a su víctima por la fuerza y el terror, haciéndola sufrir, dónde puede estar presente la violación. Del abuso sexual llevado a cabo por un conocido o familiar donde existe un lazo afectivo al que se llama incesto.

"El factor que determina que el abuso sexual sea considerado como incesto es la violación del vínculo de confianza." [5]

Sabemos que la prevalencia es mayor en los último  caso donde generalmente se inicia un proceso que puede durar años, donde el abusador manipula la confianza y el afecto y el vínculo de  la  criatura realizando hechos que van desde el manoseo de los genitales, obligar a la masturbación, relaciones buco-genitales, hasta la penetración.

A diferencia del abuso físico, donde las experiencias extremas son el dolor, el miedo y la impotencia, las experiencias extremas en el caso de abuso sexual son el goce sexual, la manipulación de los lazos afectivos, un discurso culpabilizante, así como la obligación del silencio y el secreto.


Pautas específicas de prevención del abuso sexual infantil [6]


1. RESPETO POR EL CUERPO

La idea de "mi cuerpo es mi territorio" debe ser un lema para niñas y niños. "Es mi territorio y nadie lo toca sin mi permiso" .

2. IDENTIFICAR LAS PARTES ÍNTIMAS DEL CUERPO

3. RECONOCER DIFERENTES TIPOS DE CARICIAS

Se recomienda enseñarles a niños y niñas:

*Tu cuerpo es tuyo 
*Tienes derecho a decir quién te acaricia y como te acaricia. 
*Si alguien te acaricia de una forma que no te gusta y te hace sentir raro o rara es correcto decir "no" 
*Desconfía si alguien te hace una caricia y te dice que no le cuentes a nadie 
*Si te dicen que mantengas el secreto, no lo aceptes y dí "yo lo voy a decir"

4. APRENDER A DECIR QUE NO

La idea de respeto a las personas mayores no debe confundirse con incondicionalidad hacia ellos, porque puede generar la idea de que los menores están al servicio de los adultos.

5- SABER QUE HAY SECRETOS QUE NO PUEDEN QUEDAR GUARDADOS

Los niños y las niñas deben saber que la mayoría de las personas de su entorno, los aman y los protegen, pero también deben saber que entre esas personas hay algunas que tienen comportamientos abusivos y que a veces quieren jugar con sus partes íntimas y después pedirles que no cuenten nada. Esto se tiene que contar cuantas veces sea necesario hasta que alguien lo ayude.

__

1. Alice Miller, "Por tu propio bien, raíces de la violencia en la educación del niño/a", Tusquets Editores, Barcelona, 1992, 2ª edición

2. Miller, Alice."Por tu propio bien", Tusquet Editores. 2ª edición, 1992, Barcelona

3. Fondo Mundial para la Dignidad de niños y niñas.

4. Adaptado de  Susana Galdos Silva, "Mi cuerpo es mi territorio", Pautas de Prevención del abuso sexual hacia los niños y niñas. Movimiento Manuela Ramos, 1995

5. Laura E. Asturias: "El abuso sexual y el incesto", 1995, Guatemala

6. Adaptado de Susana Galdos Silva,  obra citada

Fuente: malostratos.com 

El abuso infantil es la primera causa de la esquizofrenia


Nuevas investigaciones confirman la importancia de los factores sociales en la génesis de la enfermedad

Dos tercios de los pacientes que sufren esquizofrenia han padecido abuso físico o sexual durante su infancia o en la edad adulta, han descubierto investigadores de Inglaterra y Nueva Zelanda comparando los resultados de más de 50 estudios sobre pacientes psicóticos. Esto significa que los traumas constituyen la primera causa de aparición de la psicosis, por lo que los tratamientos no deben limitarse sólo a la medicación. Al conocimiento profundo de la historia de cada paciente debería dársele la misma importancia que a las diferencias cerebrales –que también pueden ser producidas por el trauma-, para afrontar el problema desde una mayor amplitud de miras, no estigmatizar a los pacientes y potenciar los programas de prevención de abusos y malos tratos.

Entre los días 12 a 16 de junio se celebró en Madrid el XV Congreso Internacional para la Psicoterapia de la Esquizofrenia y otras Psicosis, organizado por la ISPS (la Sociedad Internacional para el Tratamiento de la Esquizofrenia y otras Psicosis). Este congreso, tal como se explica en las correspondientes actas, convocó a una serie de expertos con la finalidad de abrir un foro sobre las nuevas visiones acerca de la esquizofrenia de otros trastornos psicóticos, así como los programas psicoterapéuticos y psicosociales más amplios, completos y eficaces para el tratamiento de estas enfermedades.En este congreso, los investigadores Paul Hammersley, de la University of Manchester y John Read, de la New Zealand Psychological Society, señalaron que un gran número de estudios realizados no han dejado lugar a dudas de que el abuso infantil puede producir esquizofrenia. Hammersley había anticiopado en 2003, mediante un artículo publicado en British Journal of Psychiatry, un informe preliminar de sus investigaciones.En su comunicación ante el congreso, John Read señaló que las intervenciones clínicas deberían conceder al menos la misma importancia al tratamiento de las secuelas de factores sociales, tales como la pobreza y el trauma, que a las intervenciones químicas y eléctricas. Asimismo, que la incidencia de la psicosis puede reducirse a través de programas similares a los dirigidos a la prevención primaria de la depresión, el suicidio, etc.Añade John Read finalmente que la premisa según la cual la identificación de diferencias cerebrales automáticamente implicaría la primacía biogenética en la etiología de la psicosis, resulta inadecuada, dado que el ambiente puede causar dichas diferencias cerebrales.Para ambos investigadores, estas conclusiones pueden considerarse un “terremoto” que cambiará radicalmente la profesión psiquiátrica. Los especialistas deben dejar de lado la visión simplista del paradigma de la biogenética y dar igual importancia en el desarrollo de la enfermedad a los traumas sufridos en la infancia y en la vida adulta, que contribuirían de forma directa e indirecta a la etiología de los síntomas característicos de la esquizofrenia.La Universidad de Manchester también ha hecho público un comunicado sobre los trabajos de ambos investigadores en el que señala que 40 estudios consultados revelaron que los abusos físicos a adultos o niños se hallan en el historial de la mayoría de los pacientes con problemas psiquiátricos. Además, el examen de otros 13 estudios realizados a esquizofrénicos demostraron que éstos habían sufrido algún tipo de abuso en un porcentaje que iba del 51 al 97%.
La genética no es determinante
Hammersley y Read señalan que los profesionales deben saber que dos tercios de las personas diagnosticadas con esquizofrenia han sufrido abusos físicos o sexuales durante la infancia, lo que convierte el abuso en la mayor causa de la enfermedad. De hecho, aseguran, muchos de los síntomas de la esquizofrenia tienen su origen en el trauma y en sus síntomas post-estrés.
Evidentemente, ni todos los esquizofrénicos han padecido abusos ni todos aquellos que sufrieron abusos durante la infancia desarrollan la enfermedad. Es cierto que los genes juegan un papel, pero las evidencias muestran que por sí solos no causan la enfermedad, aseguran los expertos.
En un estudio reciente se comparó a 56 niños adoptados cuyas madres biológicas eran esquizofrénicas, con 96 niños adoptados cuyos padres biológicos no sufrían esta enfermedad. Las familias fueron observadas durante la crianza de los hijos adoptados, y los niños, al convertirse en adultos, fueron evaluados psiquiátricamente. Se descubrió que un riesgo genético combinado con un cuidado deficiente durante el crecimiento puede hacer que se desarrolle la esquizofrenia, pero que la tendencia genética por sí sola no condena a la enfermedad.
Los investigadores señalaron por tanto que si los pacientes creen que su enfermedad es un destino genético irrevocable que requiere soluciones físicas, aceptarán rápidamente la prescripción de medicamentos para la esquizofrenia, cuando quizá necesiten otro tipo de tratamiento. Sin embargo, señalaron que el componente genético, una vez desarrollada la enfermedad, sí aumenta las dificultades de recuperación.
Amplitud de miras
Según Hammersley, no es que se pretenda echar la culpa de todo a las familias, al trato que reciben los hijos durante la infancia, pero lo cierto es que sus investigaciones, así como su trabajo con la organización británicaHearing Voices Network, de ayuda a las personas que oyen voces en su cabeza, ha puesto de relieve que la experiencia de oír voces dentro de la cabeza –uno de los síntomas de la esquizofrenia- suele estar asociado con traumas infantiles. Los profesionales deben darse cuenta, dice Hammersley, de que el abuso en niños produce un gran número de adultos psicóticos.
El doctor Read señala asimismo que este hecho debería ser contemplado de manera general en los centros de atención a enfermos esquizofrénicos o psicóticos. Se debe investigar y preguntar a los pacientes si ha habido abusos en sus vidas, no se deben recetar automáticamente –sin estudiar cada caso a fondo- medicamentos anti-psicosis, y las terapias psicológicas deben ofrecerse más a menudo.
Proponen por tanto que las intervenciones clínicas concedan la misma importancia al reconocimiento y al tratamiento de las secuelas de dichos traumas que a las intervenciones químicas (con medicinas específicas). Y, sobre todo, que se tenga en cuenta que la incidencia de la psicosis podría reducirse a través de programas de prevención del abuso y el maltrato.
Asimismo, señalan que la premisa de que la diferenciación cerebral –es decir, que haya una predeterminación biológica para la enfermedad- es la causa irrevocable de la esquizofrénica es falsa, puesto que se ha demostrado que los traumas infantiles pueden producir dicha diferenciación.
Daños en el hipocampo, anomalías en los sistemas neurotransmisores (especialmente el de la dopamina, relacionada con las emociones) o atrofia cerebral son algunas de ellas. Por tanto, hay que tener en cuenta sin lugar a dudas el papel del trauma en los diagnósticos, y dejar de lado los tratamientos puramente químicos y descontextualizados, ajenos a la vida de cada paciente.
Cada vez se extiende más entre la comunidad médica la convicción de que la enfermedad guarda estrechas relaciones con el entorno familiar y social de los pacientes. Tal como explicamos en otro artículo, según la Asociación Americana de Psiquiatría las relaciones familiares forman parte de la génesis de algunas enfermedades, lo que demanda una terapia combinada de medicamentos y relaciones familiares para el tratamiento de la depresión o la ansiedad.
Fuente: Tendencias 21