domingo, 16 de agosto de 2009

LA DIFERENCIA ENTRE ABUSO SEXUAL INTRA Y ESTRAFAMILIAR.



Lamentablemente, la violencia sexual contra niños/as y jóvenes se puede llevar a cabo en cualquier momento y lugar. Comúnmente se le clasifica por los vínculos en:

1. INTRAFAMILIAR: cometido por uno o más adultos; predominantemente familiares directos y convivientes; de las cifras que trascienden, se habla de un 80%-hombres y entre un 5 y un 12 %-mujeres. Cada vez son más numerosos los casos que se denuncian de éstas últimas. No que antes no hubiera; sino que ahora las campañas de sensibilización-cada vez más frecuentes-permiten romper barreras culturales que las preservaban a cal y canto.

2. EXTRAFAMILIAR: constituido por el entorno familiar más próximo, (pero no-conviviente), el entorno de confianza (amigos de los padres, vecinos) y extraños vinculados al menor,(docentes de distintas actividades, sacerdotes, cuidadores), así como extraños ocasionales.

Las diferencias principales son:

El adulto/a que comete el delito en el ámbito INTRAFAMILIAR:
-tiene el niño todo el tiempo que quiera a su disposición
-con todos los derechos que natural y legalmente tiene, más los que se auto-atribuye
-sin ningún control de nadie
-sin horario de devolución
-no tiene por qué esperar-accede al niño/a cuando quiere y como quiere.

El adulto que comete el delito en el ámbito EXTRAFAMILIAR:
- no tiene acceso al niño todo el tiempo
-no tiene derechos sobre el niño-sí obligaciones
-si tiene control-porque cumple una función que en general es supervisada y el control familiar.
-con horario de devolución
-con espera para captarle y para volver a verle-debido a horarios y al contacto más escaso.
-obstáculos-si se enferma y no va, si se hace la rata, la rabona…

Podemos dedicar unos renglones al TIEMPO REQUERIDO para abusar de un ño/a.
Muchas personas creen que es necesario un lapso similar al del coito No es así. Una acción abusiva-con toda su destructividad-puede llevar segundos. EJ: un niño/a en el regazo de una persona, puede ser atacado/a, mientras otra persona se da vuelta y busca algo en la heladera, que luego pone en la mesa que los tres están compartiendo.


Hay DIFERENTES POSTURAS respecto de cuál es “peor”
Algunas personas creen que el familiar como quiere al niño, porque es su hijo o su nieto, etc., es más afectuoso, menos violento, más cuidadoso.
Esto, según otros, a los que personalmente adhiero, está determinado en función de la mentalidad adulta; su personalidad, el manejo que hace de su poder, su agresividad y el aislamiento que impone a su pequeña víctima.
Sumado a esto, aún puede tener una psicopatología psiquiátrica asociada.
Sin contar que si alguien quiere sanamente a su hijo, no lo abusa.
Y todavía está el tema del AMOR y la CONFIANZA.
Las personas que ofenden niños/as y jóvenes, en la inmensa mayoría de los casos también saben hacerse querer, naturalmente, espontáneamente; lo que confunde enormemente a sus ofendidos/as. Y por cierto cuentan con su confianza.

Lo mismo se observa en el medio extrafamiliar, aunque en diferentes grados; debido a que el vínculo afectivo no suele ser tan fuerte ni tan frecuente.
Eso hace que sea más fácil que el niño/a cuente espontáneamente, sin demasiada dificultad a su familia lo que le sucede. Nadie pelea con nadie de la familia, que se reúne y se alía.- Otra vez depende de la fuerza del vínculo, pautada por todas las características adultas que en general hemos enumerado para el ítem intrafamiliar. También las de los niños (en ambos ámbitos), que no se expusieron.

Entonces tenemos que no hay abuso sexual mejor ni peor; NO TIENE QUE HABERLO.
Tales situaciones siempre son malas-a veces más graves, a veces menos graves.

Otra diferencia entre las dos situaciones está relacionada con la CREDIBILIDAD de lo que dice el niño. La misma está mucho más condicionada si se trata de un delito intrafamiliar, que si lo ha cometido un extraño, un amigo, un familiar que tiene contacto reducido.


LOS NIÑOS DE LA CALLE: no están en ninguno de los dos ámbitos.
Son niños/as abandonados a su suerte por sus mayores; o que han huido de sus casas por diversas formas de maltrato. Pasan a vivir en un submundo, que tiene sus propias reglas; algunas negativas, otras honorables; mundo en el que se delinque, más droga, más prostitución. Donde también son abusados/as y se transforman muchos en perpetradores a su vez.
Entonces ya no estamos hablando de REVINCULACIÓN, puesto que el enfoque asistencial no puede ser el mismo en todos sus términos.-Necesitamos saber por qué está en la calle? Desde cuándo? Sólo? En grupos? Haciendo qué? Cómo subsiste? Lo que nos permite saber si necesita robar, por ejemplo.
Algunos-un mínimo-de estos niños/as tienen una relativa relación con sus hogares…
Según la UNICEF hay 100 millones de niños en situación de calle en el planeta; 30 millones en América Latina y el resto mayoritariamente en Asia y África..
Un elevado porcentaje de todos ellos, propensos a engrosar la población carcelaria de la próxima década.
Vemos pues que las consecuencias de la violencia sexual no debe medirse sólo en términos intra o extrafamiliares.-La problemática es mucho más amplia, puesto que se amplía también el marco de las consecuencias y de la proyección en la comunidad.

Autora
Lic. María Celia Lassus
Psicóloga Perito
Integra el Registro Único de Peritos de la Suprema Corte de Justicia de Montevideo
Uruguay

TODAVÍA QUEDA MUCHO CAMINO POR RECORRER.


La sociedad está cambiando respecto de los abusos sexuales a la infancia. Cada vez existe una mayor y una mejor información, aunque todavía queda mucho camino por recorrer.

Los medios se hacen eco continuamente de nuevos casos de abuso sexual. Es muy importante que las personas piensen que es posible salir de esto, que se puede hablar y se puede seguir adelante. Y que sepan que podrán encontrar ayuda y apoyo.

Es muy importante que los medios difundan las noticias sin amarillismo.

¿esta la sociedad civil lista para afrontar y hablar de los Abusos Sexuales Infantiles?

¿Estamos dispuestos a tomar la INICIATIVA y no esperar a que los Gobiernos y que las Organizaciones elabores politicas públicas para prevenir, erradicar y atender el A.S.I?

¿estamos dispuestos como sociedad civil a llevar la delantera?

LA CADENA DEL SILENCIO



Existen ideas completamente erróneas en relación con el abuso sexual en la infancia. El tabú, la desinformación y el no querer ver una realidad que nos afecta tanto y tan de cerca nos han llevado a tener unas ideas muy distorsionadas sobre esta lacra social.

Todavía sigue pesando la idea de que el abuso sexual infantil (ASI) se produce en ambientes desestructurados, de pobreza o en ciertas clases sociales que poco tienen que ver con nosotros. Seguimos pensando que, lejos de inmiscuirse en nuestros sólidos tejidos sociales, los ASI tienen más que ver con la pederastia o con el comercio sexual infantil que con nuestra realidad cotidiana. Hay una tendencia a ver esa realidad como algo lejano y que apenas debería inquietarnos, pero la realidad en la que verdaderamente vivimos no puede ser silenciada y escondida por más tiempo.

Si bien es cierto que la percepción de los ASI está modificándose a pasos agigantados aún queda un largo camino por recorrer. Seguimos viendo esa lacra social como algo que no tiene que ver con nosotros, quizá comparable a un grave accidente de tráfico; somos conscientes de que es algo que ocurre, pero jamás creemos que nos pueda afectar a nosotros. Es de aquellas cosas que inconscientemente pensamos que sólo afecta a los demás. No obstante debemos ser conscientes que las probabilidades de estar involucrados en un caso de ASI son mucho mayores que las de padecer un accidente de tráfico grave. Los números no dejan espacio para la duda: una de cada cuatro niñas y uno de cada seis niños, aproximadamente, ha padecido algún tipo de abuso sexual a lo largo de su vida antes de cumplir los 17 años.

Una vez con los pies en el suelo y reconocida la naturaleza y la realidad de los ASI, digamos que mayoritariamente estos abusos se perpetran dentro del entorno familiar del niño, siendo el padre o padrastro la figura que más habitualmente pasa a convertirse en el agresor. También son abusadores comunes, por este orden, hermanos, tíos, primos, abuelos y, en general, cualquier persona que tenga un acceso directo y continuado con el niño y que le permita ganarse su confianza, como podrían ser maestros, amigos de la familia, sacerdotes, monitores, etc.

Es cierto que también existe el ASI por parte de desconocidos, pero su incidencia es mucho menor. Digamos que los abusos intrafamiliares rondan el 60%. Si le sumamos los perpetrados por conocidos la cifra superaría el 90%. Hay que reconocer que la rápida implantación de internet en nuestra sociedad ha supuesto que avancemos mucho y en positivo, tanto en la información como en la prevención o en la facilitación para crear asociaciones. Su parte negativa, no obstante, es conocida por todos, y si antes los pederastas tenían más complicado su acercamiento a los menores, ahora poseen una herramienta efectiva para sus abyectos objetivos. Todo esto nos lleva a prever que la cifra de abusadores desconocidos pueda incrementarse notablemente en el futuro.

Uno tiende a imaginarse que el abuso sexual infantil es un hecho violento, sin embargo no es así; al menos no el tipo de violencia física que todos podemos tener en mente. En los casos intrafamiliares no es necesaria. Al agresor le basta la intimidación y el poder que le confiere su condición de adulto, lo que sumado a la autoridad añadida que le proporciona ser un familiar habitualmente directo, dejan al menor casi sin posibilidades de escapar de esta triste realidad.

Hay quien piensa que si a un niño le sucede algo así lo diría, pero desgraciadamente pocas veces sucede. El menor casi siempre guarda el secreto, bien sea por miedo, vergüenza, culpa o sentimientos de complicidad, sentimientos inducidos por el agresor y que le garantizan en buena medida la impunidad de que gozará, en muchos casos, toda su vida. Si un niño lo tiene complicado, un adulto no lo tiene mucho mejor. Cuando es capaz de hacerlo, suelen plantearse cuestiones como: -¿Para qué lo voy a contar ahora?- o bien -Sólo conseguiré que sufra mi familia- El peso específico de estos son condicionantes pueden ser abrumadores, tanto como para impedir dar el paso. También hay que decir que detrás de esos pensamientos subyacen causas de más hondo calado que llevan al superviviente a seguir siendo esclavo de su propio silencio. Entre ellas una baja autoestima, un sentimiento de culpabilidad hacia las consecuencias de la revelación, como una posible desintegración familiar, y una acusada sensación de falta de legitimidad para reclamar o exigir cualquier restauración sobre el daño sufrido hace ya tantos años.
Otro factor muy controvertido, desconcertante y tremendamente culpabilizador es el placer ocasional que puede haber experimentado el niño durante los abusos. Cuando eso ocurre se pierde cualquier atisbo de legitimidad a la hora de sopesar la posibilidad de revelar lo que está ocurriendo. Y lo más terrible es que se utilice esa circunstancia por parte de los pederastas para justificar sus acciones. La consecuencia es que el menor culpe a su ?cuerpo? por haber sentido placer y traicionarle, lo que de adulto puede traducirse en diversas patologías de mayor o menor gravedad.

Todo lo expuesto hace que se perpetúe la cadena del silencio. La consecuencia final que podemos extraer es que el delito de abuso sexual infantil es una de las transgresiones legales más comunes y menos penalizadas debido a la absoluta impunidad con la que, hasta hace bien poco, ha actuado el agresor. Y a decir verdad, no podemos decir que en la práctica hayan cambiado demasiado las cosas.

El enemigo no está lejos ni es ese ser depravado que vamos a reconocer nada más verlo. Por desgracia no es así; más comúnmente se trata de alguien bien considerado socialmente y que no suele levantar sospecha alguna. El enemigo está en nuestra propia casa, y mientras los que padecimos ASI no seamos capaces de alzar nuestro dedo acusador, el agresor seguirá siendo el enemigo invisible que acecha impunemente desde muchos de nuestros hogares.