jueves, 11 de noviembre de 2010

Enfermedades recurrentes y psicosomáticas_Comprendiendo al sobreviviente

Los sobrevivientes frecuentemente tienen enfermedades psicosomáticas o recurrentes que están relacionadas con sus experiencias de abuso sexual. Por ejemplo, los sobrevivientes que fueron forzados a realizar sexo oral suelen tener infecciones de garganta frecuentes.


Otras enfermedades relacionadas pueden incluir frecuentes infecciones vaginales, urinarias, así como estreñimiento o problemas al orinar. Algunos sobrevivientes experimentan parálisis o debilidad de las extremidades y otras partes del cuerpo que fueron inmovilizadas durante el abuso. 


Adicionalmente, el asma y muchas variedades de reacciones alérgicas son enfermedades comunes en los sobrevivientes. En algunos casos se puede encontrar una causa orgánica para la enfermedad; en otros casos, la enfermedad parece ser psicosomática. Ciertamente la mente puede tener un efecto en el cuerpo y el abuso sexual puede tener un efecto profundo sobre la mente.

Las parejas y los sobrevivientes pueden observar la historia médica del sobreviviente y notar patrones que empiezan a surgir. Las enfermedades frecuentes pueden ser una fuerte de información adicional que puede ser conocida y utilizada en el proceso de recuperación. Esta es un tema totalmente individual y no siempre ha de estar relacionada la enfermedad con el abuso. Algunos sobrevivientes en recuperación han notado una frecuencia decreciente en la presencia de sus enfermedades y una mejoría general en su salud.

Auto-mutilación_Comprendiendo al sobreviviente

Una conducta problemática que es difícil tanto para el sobreviviente como para su pareja es entender los actos de auto-mutilación. Un número sorprendente de sobrevivientes se involucran en conductas dolorosas y que suelen dejar marcas físicas. Cortarse y quemarse son quizá la forma más común de auto-mutilación. Entre las formas moderadas se incluye cortarse el cabello de manera compulsiva, arrancarse las cejas o tirones de cabello, escarbarse en lunares o pequeñas lesiones de la piel, morderse las uñas o las cutículas, colocarse aretes en lugares distintos de los lóbulos de las orejas y usar maquillajes exagerados. Hacerse un tatuaje, particularmente si se lo hace así mismo, puede ser visto como auto-mutilación.

Inicialmente, los sobrevivientes no son capaces de reconocer o comprender conductas tales como la auto-mutilación. Una vez que reconocen sus propias conductas autodestructivas e indeseables, los sobrevivientes no son capaces de detener estas conductas recurrentes. Si los sobrevivientes han sido heridos por el abuso sexual, ¿cómo puede tener sentido para ellos causarse más dolor? Una razón puede ser que el sobreviviente no tiene palabras para expresar el dolor interno. Para aquellos sobrevivientes a quienes se les infringió el abuso sexual en una edad preverbal o con un vocabulario limitado, la auto-mutilación puede ser la única manera de mostrar lo que no pueden decir.

El dolor interno y la depresión asociada al abuso sexual es crónico e implacable. Para el sobreviviente no hay manera de encontrar, ni al menos temporalmente, alivio para su confusión interna y en las primeras etapas de la recuperación, cualquier recuerdo puede intensificar el dolor a niveles críticos. Elegir infringirse un nivel del dolor más inmediato y agudísimo por una cortada o una quemada puede dar al sobreviviente un control temporal para desviar la atención lejos del profundo tema del abuso sexual para el que parece no haber alivio.

Luego de unos momentos de dolor punzante, el cerebro libera endorfinas que funcionan como un narcótico para disminuir el nivel de dolor. Las endorfinas también reducen el nivel general de ansiedad y consecuentemente proveen algún alivio al dolor y confusión internos. El dolor físico auto-infringido paradójicamente consigue reducir la angustia y la agonía mental. Los sobrevivientes no lo harían si no funcionara.

Arañarse, morderse o escarbarse en uno mismo también puede verse como un intento de llegar a las heridas internas del abuso sexual que no son visibles. La visibilidad de un auto-tatuaje o el fluir de la sangre por una cortada es un intento de externalizar el dolor interno. La auto-mutilación representa un intento no exitoso de mostrar abiertamente los efectos del abuso sexual de manera que puedan ser evidentes. Los sobrevivientes aprendieron en la niñez que las heridas físicas son notadas mientras que el dolor emocional es ignorado.

La tarea de los sobrevivientes es buscar otras maneras de expresar el dolor y la confusión internos y encontrar otras maneras de sentir alivio. ¿Cuál sería el sentimiento si hubiera palabras para expresarlo? ¿Qué puedo hacer con el dolor? ¿Qué otra cosa puedes hacer para ser atendido? Algunos sobrevivientes encuentran que ser abrazados y apapachados ayuda a eliminar el deseo inmediato de auto-mutilarse. La pareja del sobreviviente puede expresar en palabras y con hechos: “no necesitas cortarte para mostrarme tu dolor”.