miércoles, 30 de enero de 2013

Tiempo.




Tiempo que pasas, tiempo que no das tregua. Avanzas, no preguntas. Solo caminas, fluyes a veces pareciera que llevas prisa y corres.
El tiempo que pasa en este momento el que ha pasado y no me he cerciorado del todo que yo con el también he avanzado, caminado, fluido.
Hace tiempo ya no se cuanto si contarlo en meses, en horas, en años. Pensaba que el tiempo acabaría para mi. Lo veía caminar segundo a segundo, pesadamente en mi cama en esas noches de interminable insomnio, en esas noches de llantos atragantados, tiempo que lo ocupaba casi en su totalidad el “miedo”, el mal recuerdo de un pasado que ahora entiendo que estaba/esta muy lejos. En esas noches terribles el tiempo pesaba, dolía, asfixiaba, quemaba mi piel entre las cobijas entre las sabanas, llenándome de sensaciones que me afectaban. Que ese mal recuerdo me provocaba. No estaba en mi! Lo entiendo! No estaba en mi, pero extrañamente creo que estaba “imantada” a aquella mala experiencia del pasado.
El tiempo pasó, ni cuenta me di. Como fue que sola mi sangre se limpiaba ( y no porque estuviera sucia) sino que iba dejando el mal recuerdo, el hastío interminable del mal recuerdo en el que YO misma me dejaba arrastrar, en el que yo misma me hundía.
Pasó el tiempo y no me percate que el espejo me daba una oportunidad de sonreírme. De repente vi que en realidad yo no era aquella, aquella que él pobre demonio asqueroso ESE me hizo creer que era. El reflejo de mi cara y de mi cuerpo, de mi piel, de mis ojos aparecía tan claro, tan nítido frente a mis ojos, aunque estuvieran opacados por lágrimas me di cuenta que era muy bella. Aunque mi cara estuviera “triste”, aunque llorara y me pusiera roja. Me di cuenta no se en qué momento, no se a que tiempo, pero poco a poco el veneno del recuerdo de ese momento se fue esfumando de mi sangre, saliéndome de los poros.
El recuerdo sigue... Ahí está. El tiempo pasa, aparentemente me da treguas, avanza. Pero al recuerdo no se lo lleva.
He cambiado, no sé si alguien cercano a mi lo habrá notado. ¡No me importa realmente! Cómo en su momento no importaban los cambios que reflejaba de niña. (Si se me notaba lo que me pasaba, lo que me dolía, a lo que le temía)... Ahora con el tiempo digo: ¿Qué más da? No porque minimice ese “hecho” sino porque simplemente ya pasó y no quiero que me pasé más el tiempo “embarrándome” algo que NO fue mi culpa... Afectándome, reduciéndome como mujer, como persona! ¿Qué más da? Si lo que refleja mi espejo es muy brillante, muy limpio, muy bueno y bello.
El cambio no vendrá si esperamos que otra o otras personas o “el tiempo” nos lo traiga, nos lo regale... Somos en nosotros mismos en quienes debemos de poner todo nuestra expectativa, la espera. Somos nosotros. Nosotros mismos somos nuestro cambio.
El recuerdo aparecerá en “tiempitos” lo evocara algún sonido, alguna palabra, alguna caricia hecha a mi cuerpo a mi piel, si me dará miedo, me ha pasado, tal vez pasé muchas otras veces. Pero ese “miedo” ya no me paraliza. El mal momento ya pasó y el tiempo me dice que estoy a salvo. Que eso que ocurrió el mismo tiempo lo dejó atrás... Años atrás. Muy lejos.

Alma Bojórquez