martes, 27 de julio de 2010

Un gran obstáculo: El Miedo

Elizeth J. Laguna.*

Todas tenemos una voz interior que nos dice cómo nos sentimos, cada una debe aprender a escucharla, pero en el caso de las sobrevivientes de abuso sexual esta voz es muy baja, apenas perceptible y por la mayoría ignorada. Para mí todo lo que es escuchar esta voz interior y sentir mi cuerpo es nuevo, con la ayuda de mi terapeuta y amigas sobrevivientes ahora me estoy permitiendo reconocer lo que quiero y necesito, me he dado cuenta de cuan sabio es.

Cada persona experimenta las alertas del cuerpo de manera distinta: unas veces son pesadillas, dolor de cabeza, nauseas, agotamiento, entre muchas más formas con que nuestro organismo quiere llamar la atención hacia lo que está sintiendo.

Cuando se me presenta una situación en la que tengo que tomar una decisión, dejar planteado mi punto de vista o simplemente pedir algo, siempre tengo la misma reacción: me duele la cabeza, las manos me tiemblan y se me ponen heladas, cada segundo que me aproximo al momento decisivo me pongo peor. Esto me pasa muy a menudo, de hecho no recuerdo un momento decisivo en mi vida en el que no sintiera escalofríos, aunque siempre lo considere parte de las múltiples enfermedades que me aquejaban.


Últimamente mi cuerpo ha experimentado esto más seguido y tuve que detenerme a escuchar, fue maravilloso, regalarme este momento: estar ahí sentada sintiendo y dándome cuenta que todo se reducía al miedo.

Soy una mujer llena de miedos y muchas veces me paralizan y por mis recelos a no poder hacer algo, no lo intentaba. Existe una frase que dice que el miedo está para que lo venzamos, pero había permitido que me venciera a mí. Ahora que estoy tomando mi vida en mis manos lo tengo presente viéndome a la cara y diciendo que no voy a poder, ahora que estoy decidida a sanar se me presenta más que nunca.

Es que siento que para mí ha sido más fácil esconderme tras el miedo: por miedo al rechazo era lo que todos querían que fuera, sin permitirme ser yo misma; por miedo al abandono, era yo la que lastimaba a las demás personas o me apartaba cuando sentía que se acercaban demasiado; por miedo al fracaso ni siquiera me permitía pensar en el éxito; por miedo a caerme no me levantaba; miedo a los demás, al daño que me pueden hacer y por supuesto el más grande de todos el miedo a mí misma.

Cuando era niña me enseñaron que debía ser sumisa, amable y perfecta. Por eso debía hacer todo lo que se me decía (para agradar a los demás) lo que provocó que me costara mucho decir lo que yo quería o dejar establecida mi personalidad.

Tenía una autoestima tan baja que creía que si alguien se me acercaba demasiado y me conocía realmente y sin mascaras se alejaría de mi y muchas veces antes de dar la oportunidad que me rechazaran yo me alejaba y más bien lastimaba a personas muy importantes en mi vida.

Yo me reconocí sobreviviente en mi cuarto año de la carrera de psicología y fue el peor año de mi vida, todo se desmoronó en mi interior y mi exterior, reprobé todas las clases en las me inscribí ese año, hasta que las autoridades de la universidad me sugirieron que me tomara un descanso y pensara en lo que quería hacer con mi vida. Eso fue hace dos años. Ahora sé que si soy capaz y sé lo que quiero.

No tenía el suficiente valor para volver a intentar ser la dueña de mi vida, para tomar mis propias decisiones porque sentía que volvería a fallar y que esta vez era mi última oportunidad. Mi cuerpo tan acostumbrado al miedo aun responde así ante las mismas situaciones, pero también me dice que ya no soy la misma que era hace dos años, he obtenido autoestima y fuerzas suficientes para recuperar lo que me quitaron con el abuso la capacidad de elegir, de controlar mis acciones y decisiones, defenderme y aceptar lo que cada día puede ofrecerme.

Siento que el miedo en mi proceso de sanación ha sido dañino, pero me ha enseñado lo que me hacía falta trabajar para ser una persona libre y vivir en plenitud. Lo que solo podemos lograr si nos permitimos escuchar a esta voz interna, entonces cada día esa pequeña vos se hará más fuerte y nos dirá lo que necesitamos.

Me he levantado decidida a caminar a pesar de los tropiezos que se puedan presentar, te invito a hacer lo mismo, no importa la situación en la que estés, confía en ti misma, encontraras la salida.


Por fin sentí

Liz Noguera J.*

Sábado por la noche: sentí mi cuerpo estremecerse con una caricia de su mano en mi rostro, sentí la energía de su cuerpo y el mío palpitar cuando llegó el abrazo, el beso despertó miles de alas en mi vientre, mi aliento se perdió cuando me di cuenta del cúmulo de sensaciones que estaba viviendo y de lo placentero que era todo. Después todo acabó y comenzó la batalla de mi mente por recuperar el control, empecé a ahogarme.

Domingo por la mañana: siento que el pecho me va a estallar, el corazón me duele, tengo ganas de gritar y estoy llorando, me siento muy sola. En estos momentos doy infinitas gracias por estar viva y poder sentir todo esto.

Por muchos años mi cuerpo y sentimientos fueron negados por mi mente y pensamientos, todo lo analizaba, lo entendía, lo comprendía, pero no sentía nada.

Llegué a considerar que tenía un umbral de sensibilidad alto, pero realmente era tan bajo que casi no existía. Sabía de qué manera debía sentir acerca de determinada situación y respondía a eso, por lo que la sociedad espera, no porque lo sintiera realmente.

Me disociaba en cuanto la circunstancia era más de lo que yo podía soportar, por lo que vivía disociada. Me perdí todos los momentos más importantes de mi adolescencia, desde la primera fiesta a la que asistí hasta el nacimiento de mi hija, en el cual no sentí las contracciones y no porque las doctoras no lo quisieran ya que me pusieron cuatro sueros abortivos en un día, sino porque simplemente mi cuerpo estaba sedado desde los seis años, cuando me negué a sentir el abuso. Me perdí todo lo doloroso, pero también lo placentero.

Desde hace años si yo quería enfermarme solo se lo mandaba a mi cuerpo y respondía con lo que quisiera: asma, infección en los riñones, gastritis, migrañas, entre otras. Luego descubrí que podía enfermarme “de verdad” con solo tomar pastillas para determinadas enfermedades, que yo por cierto no padecía. Todo con tal de saber en mi mente la enfermedad que padecía mi cuerpo, ya que no podía hacerle frente a lo que inconscientemente sabía.

Cuando me fue imposible seguir encubriendo lo que estaba pasando con mi cuerpo, mi mente decidió que era mejor sentir dolor físico que emocional, la primera vez que me golpee fue lo más extraño que pudiera pasarme, me pegaba en las piernas una y otra vez y era como estar de espectadora de otra persona, a la mañana siguiente cuando los morados aparecieron y sentí el dolor que estos provocaban al presionármelos, sonreí.

Así empezó mi adicción. Cuando mi realidad se convertía en algo que ya no podía soportar buscaba las maneras de evadirla: analizando, leyendo, durmiendo y al final los castigos a mi cuerpo por darme sensaciones que no debía sentir ya que yo debería estar muerta, no viva. Las autoagresiones fueron avanzando en intensidad y frecuencia, de golpearme y rascarme muy fuerte pasé a cortarme con cuchillos, quemarme, rasparme la piel. Fue creciendo mi necesidad de sentir dolor…de sentir algo, lo que fuera.

Nos pueden explicar porqué las sobrevivientes necesitamos evadir la realidad y disociarnos, ya que son mecanismos de defensa que utiliza el cerebro para reducir las consecuencias de un acontecimiento estresante y permitir a las personas un funcionamiento normal ante la sociedad. Pero lo difícil no es encontrar ese mecanismo y saber por qué y para qué inconscientemente lo tenemos, sino deshacerse de él cuando no nos deja crecer como personas.

Después de años trabajando mi proceso de sanación aun mi racionalización es muy alta, me cuesta tanto responder a lo que mi cuerpo siente que muchas veces lo paso por alto. Ha sido con la terapia de trabajo corporal que he logrado despertar mi cuerpo y tratar de sentir lo que está pasando en el momento.

Aun no tengo la clave para silenciar mi mente y escuchar solo a mi cuerpo, pero tengo la confianza de que con el tiempo lo voy a lograr. Por el momento estoy empezando a conocerlo y respetarlo.

Sentir las emociones de nuestro cuerpo es al principio muy aterrador, porque para mí ha sido vivir todo lo que nunca antes sentí y ni concebí que otra persona experimentara, desde el dolor hasta el placer, desde la impotencia hasta la libertad, el temor de dar un paso y la esperanza de poder lograr lo que yo quiero.

Puede que muchas veces no nos gusten las emociones que percibimos, pero en definitiva es lo que nos permite decir realmente que somos humanas y que vivimos. No importa lo difícil que sea el camino lo peor que podemos hacer es no caminarlo.

*Soy mailto:sobrevivienteAguasbravas_nicaragua@yahoo.com  yotecreo@gmail.com

lunes, 26 de julio de 2010

LIBROS EN ESPAÑOL SOBRE ASEXUAL INFANTIL

Cony Diaz



1. Secretos Enterrados (Como Enfrentar Los Traumas Del Abuso Sexual, El Abandono Y Traición) by Jessica J. Ordonez

"... SECRETOS ENTERRAD OS Cómo enfrentar los traumas del abuso sexual, el abandono y la traición JESSICA J. ORDÓÑEZ ..."Surprise me! See a random page in this book.

2. Por Favor Di!: Un cuento para niños sobre el abuso sexual por Jessie

3.Terapia Del Abuso Sexual (Terapia Familiar) por Michael Dirrant and Cheryl White

4.Abuso Sexual Infantil: En Las Mejores Familias (Violencia) por Irene Intebi

5.Abuso Sexual Infantil por Alvaro de Gregorio Bustamante

6. Abuso Sexual de Niños por Danya Glaser

7.Trastornos Por Abuso Sexual En La Infancia y La Adolescencia (Cuadernos de Paidopsiquiatria) por Josep Tomas

8.Abuso Sexual Al Menor por David Finkelhor

9.LA EVALUACIÓN DEL ABUSO SEXUAL INFANTIL por Varios autores

10.Guia para la evaluacion del abuso sexual infantil (COLECCION PSICOLOGIA) por Canton Duarte, Jose. Cortes Arboleda, and Maria del Rosario

11.Lolita, una niña a salvo, Número 1: Libro Guía para la Persona Mayor Interesada en Proteger al Niño o a la Niña del Abuso Sexual por Magister Jennie Barb

12. Abuso sexual intrafamiliar recorrente (Portuguese Edition) por Patricia Calmon Rangel

abusadores sexuales

Lorna Norori Gutiérrez*
Hace unas semanas se inició, en esta columna y a través del correo electrónico del Movimiento contra el abuso sexual, un debate en relación a si los abusadores abusan por haber sido abusados en su niñez, si hay bases biológicas o la secuela del abuso sexual pudo derivar en que un niño que ha vivido abuso sexual, sea un abusador.

Ha habido muchos y diversos aportes, y esto me ha motivado a expresarme nuevamente sobre el tema de los abusadores sexuales, sobre todo porque es necesario seguir derribando los mitos que alrededor de éste se han construido y que buscan desculpabilizarlo, justificar su actuar e invisibilizar el delito.

Uno de los primeros aspectos que debemos tener claro es que la no credibilidad social ante el abuso sexual es una de las bases que determina la búsqueda de argumentos que lleven a justificar al abusador. Muchas personas me han dicho que para ellas es inexplicable el porqué una persona se convierte en abusador sexual y la explicación que más fácilmente se da es que abusa porque es “un enfermo”.

Las madres de niñas, niños y adolescentes que han vivido abuso sexual por parte de un hermano/a, cuando llegan a la consulta se observan muy consternadas, impactadas por la doble situación en que se encuentran: Una es que su hija ha sido abusada sexualmente y la otra es que el abusador es su hijo. De tal forma que se siente mala madre por no haber cuidado y protegido a su hija; también siente que no asumió bien su papel de madre, porque su hijo es un abusador.

En medio de la angustia, el dolor, la auto-culpabilización y la confusión, muchas veces, esta madre trata de buscar una explicación que le haga sentir menos su estado emocional y de esta forma llega a plantear el argumento del hijo “enfermo”, o que si no sería que a él le pasó lo mismo y ahora lo está reproduciendo. Para ella esto último resulta menos doloroso, una madre me decía “prefiero eso y no pensar que parí un monstruo que me le hizo daño a mi niña”.

De tal manera que asumir un mito como realidad, resulta menos doloroso y complicado para una madre. Igual que ella, la sociedad siempre está tratando de dar una explicación que –después de todo- solo lleva a mantener la perversidad del abusador oculta, invisible o no creíble. Las madres no son culpables de buscar estas explicaciones, la sociedad tampoco lo es. Esto es solo parte de la responsabilidad que debería asumir el abusador y que es cargada socialmente a través de los mitos.

Las causas del abuso sexual están centradas en las relaciones de poder que históricamente se establecen. En la práctica esto significa que el abusador va a estar muy consciente de su actuar. Más aun, sabemos que el abusador siempre tiene una estrategia para someter, controlar y sexualizar una niña, niño o adolescente. Esto descarta que el abusador pueda ser una persona “enferma”, que “no se da cuenta de lo que hace”, que “está loco”, “es psicópata” o algo por el estilo.

¿Cómo llega hasta ahí? Es la pregunta que trata de ser respondida aduciendo que probablemente fue abusado en su niñez y ahora está reproduciendo el abuso. Dichosamente esto no es cierto, porque de lo contrario la ocurrencia del abuso sería todavía mayor de lo que ya es. La realidad está diciendo que la mayoría de las niñas, niños y adolescentes que han vivido abuso sexual, rechazan el abuso como algo abominable.
Significaría que habría más mujeres abusadoras que hombres, pues son ellas –de acuerdo a las estadísticas- quienes en su mayoría viven abuso sexual; lo cual tampoco es así, pues en su mayoría quienes abusan son hombres. Y si de niños se trata, debo decir que cuando he estado en grupos de hombres que han vivido el abuso sexual en su niñez o adolescencia, así como en consulta individual con ellos; expresan un total rechazo a la terrible experiencia que les tocó vivir y por supuesto, al daño que les ha generado; por eso también rechazan la ocurrencia del abuso de forma amplia. Rechazan que el abuso sexual se siga produciendo.

Esto no significa que no hayan abusadores sexuales que han vivido abuso sexual en su niñez, pero no debemos buscar ahí su explicación; pues esto sería justificar su delito cuando ya tiene total conciencia de lo que esto significa y del daño que genera. La explicación va a estar siempre centrada en el ejercicio de poder, que más allá de una condición traumática generada por el abuso sexual vivido en su niñez, se trata de la reproducción misma del ejercicio de poder.

El debate continúa y desde el Movimiento contra el Abuso Sexual invitamos a todas y todos los profesionales, educadores y educadoras para que de alguna manera participen en esta reflexión.

*Psicóloga
Hablemosde.abusosexual@gmail.com

martes, 20 de julio de 2010

sobreviviente

Yo soy una victima de abuso sexual, a mi me violaron a la edad de 3 años, por un tio, una persona muy cercana a mi familia. Asi que lo se, y como se lo digo a mis hijas, quienes saben toda mi experiencia, asi como a sus amigas, y a cuanta persona toca el tema, ES UNA REALIDAD QUE AUN EN LAS FAMILIAS MAS "NICE" EL ABUSO SEXUAL INTRAFAMILIAR SE DA!!! yo soy prueba viviente de ello, NO ME DA PENA HABLARLO, COMO TAMPOCO ME DA LASTIMA, afortunadamente mi caracter y mi amor a Dios me ha ayudado a salir adelante, sin embargo fueron 37 largos años de mi vida, en donde mi mente bloqueo todo, por proteccion y cuando recorde, tuve un efecto dominió muy fuerte con consecuencias de depresion severas, al igual que momentos de mucha lucides y tranquilidad porque muchas piezas que habian sueltas en mi vida, finalmente tuvieron cabida y se acomodaron en su lugar, entendi porque muchas reacciones mias, etc.

Sin embargo, FUI MUY MUY AFORTUNADA POR LA FAMILIA QUE TENGO, POR MIS PAPAS, POR MIS HERMANOS, POR MIS HIJAS, SOBRE TODO POR EL AMOR DE DIOS EN MI VIDA Y POR EL CARACTER TAN GUERRERO QUE SIEMPRE ME DIO, yo sali bien librada de esto, y lejos de hacerlo un trauma, lo pude transformar en algo que beneficie a los demas, y los ponga alertas, mas no todos o todas las niñas (os) violados tienen esa suerte, algunos mueren, otros se prostituyen, otros caen en drogas o lo que es peor, otros repiten patrones conductuales y se convierten de victimas en victimarios.

Por eso amo a los niños y a los jovenes, los cuido con toda mi vida, porque hare en mi lo que este en mis manos, para prevenirles cualquier daño, asi sea con mi vida misma.

ANONIMO

lunes, 19 de julio de 2010

EJERCICIO: CREANDO SEGURIDAD

La seguridad es uno de los aspectos centrales en el proceso de recuperación. Puedes experimentar momentos de seguridad cuando estás con tu terapeuta, o un amigo cercano, o tu pareja, u otro sobreviviente. Si no has tenido el beneficio de la seguridad en estas circunstancias todavía, puedes explorar la posibilidad de sentirte segura(o) contigo misma(o).

Responde a las siguientes preguntas:

1. ¿Alguna vez te has sentido segura(o)? sí, no, no sabes.

2. Si tu respuesta fue sí, describe una ocasión en que te hayas sentido segura(o).

3. ¿Qué parte de esa experiencia te hizo sentir segura?

4. Si nunca has experimentado sentimientos de seguridad, describe alguna experiencia o creencia que está evitando que te sientas segura(o). Por ejemplo: la gente me hace daño, no puedo depender de nadie, no sabía que podía sentirme segura…

5. Para sentirme segura(o) necesitaría…

6. Cuando considero la posibilidad de sentirme segura(o) en el mundo, yo…

Medita acerca de los siguientes aspectos:

• ¿Puedo concebir la posibilidad de sentirme segura(o)? ¿Por qué sí o por qué no?

• ¿Merezco sentirme segura(o)? ¿Por qué sí o por qué no?

Espera el siguiente ejercicio sobre el sentimiento de seguridad.

EJERCICIO: LOS CINCO BLOQUES DE LA SEGURIDAD

A continuación aprenderás a crear un entorno seguro para ti a través de cinco aspectos fundamentales: establecer reglas básicas, construir un contenedor, encontrar un lugar seguro, mantener la privacidad y establecer rituales de protección.

1. Las reglas básicas tienen la finalidad de establecer un ambiente de confianza y respeto.

La siguiente lista presenta algunos temas que pueden resultar difíciles para ti, marca aquellos con los que te identifiques y agrega los que consideres que faltan.

• Tengo temor de que mi pareja encuentre mi cuaderno con ejercicios y quiera saber de qué se trata todo esto.

• Espero hasta estar totalmente agobiada(o) antes de hacer a un lado las situaciones emocionalmente perturbadoras.

• No noto que estoy enojada(o) hasta que estoy totalmente en crisis.

• Usualmente me presiono más de lo que puedo manejar.

• Temo que estos ejercicios hagan aflorar sentimientos que no podré controlar.

• Me atemoriza estar aislada(o) o sola(o) cuando los sentimientos perturbadores afloren.

• Tengo miedo de ir tan rápido que no aprenda nada.

• Temo claudicar en el momento que me sienta incómoda(o)

• Cuando las cosas se ponen difíciles, me bloqueo y continúo sin sentir nada.

• Temo que una vez que empiece a trabajar en mi recuperación, nunca haré nada más.

• Me preocupa que otras personas lean estos ejercicios y piensen que tengo algo mal.

• Sé que me criticaré por no hacer las cosas bien.

• Temo que enseñaré estos ejercicios a algunas personas incluso cuando no quiero hacerlo.

• Temo hacer algo autodestructivo en lugar de recuperarme.

A partir de esos aspectos que identificaste crea tus propias reglas básicas. Para cada uno de ellos establece límites acordes. Por ejemplo: si temes que no podrás detenerte una vez que empieces, establece límites en cuanto al tiempo que vas a dedicar a hacer las ejercicios.

Algunos ejemplos de reglas básicas son: Si siento mucho miedo, me detendré. Me saltaré cualquier ejercicio para el que no me sienta preparada(o).

Ahora escribe tus propias reglas.

Espera el siguiente ejercicio sobre construir un contenedor.

miércoles, 14 de julio de 2010

Cada persona que rompe el silencio

Cada persona que rompe el silencio, cada testimonio es casi una súplica para que ningún niño más pase por este espanto. Callar es un flaco favor que nos hacemos como sociedad: pone en peligro a nuestros niños y todos quedamos expuestos al daño y un poco a la locura, pues lo que se pierde en el silencio queda de algún modo abolido, como si no existiera. Pero existe. El abuso sexual, aunque nos duela, continúa ocurriendo y quienes lo atestiguan nos permiten recordar esa realidad.El abuso sexual infantil es una patología muy frecuente, puesto que tiene una incidencia anual de 0,5 casos por 1.000 niños, y una prevalencia durante la etapa de 0 a 18 años de uno de cada seis chicos y una de cada cuatro chicas.
Este abuso muchas veces no sale a la luz, debido al sometimiento del niño y a que no deja lesiones, o a que cuando acude al médico éstas han curado, o a que son de difícil diagnóstico.

“Sobrellevar el abuso sexual durante la niñez o adolescencia y luego pasar una cantidad de años intentando comprender e integrar lo que pasó, es una tremenda gesta. Y durante todo ese tiempo las vidas de estas personas continuaron: fueron al colegio, emprendieron oficios, formaron sus familias.

¿Cómo no va ser resiliente y maravilloso? Ahora, que nadie se confunda: el peso de cargar esa experiencia en silencio es grande y cruel para cualquier corazón y organismo. Hablarlo y romper el secreto es un acto valiente y sumamente reparador y liberador”.

MIGUEL ADAME VÀZQUEZ.

martes, 13 de julio de 2010

No todo es dolor

http://pandorasboxasi.blogspot.com/2010/07/no-todo-es-dolor.html

No todo es dolor
Es verdad que quienes sufrimos de abusos en la infancia vemos complicado o imposible el tema del amor en todas sus facetas. Aprendimos que quien nos quiere nos hace sufrir, ¡cómo odio esa frase (quien te ame te hará sufrir)!, es una frase tan mal interpretada y muchas personas la utilizan como justificacion para permanecer en relaciones dañinas... pero bueno, regresando al tema...

Como decía, aprendimos que quien nos quiere nos hace sufrir, que para merecer una miseria de cariño debemos aceptar la humillación, hacer cosas que nos hacen sentir mal, soportar sin quejas, gaurdar silencio; aprendimos que no nos merecemos cosas buenas, gente que nos quiera.

Es muy difícil cambiar esta mentalidad que ha quedado tatuada en nuestra psique, no conocemos otro modo de vida. Cuando alguien te trata bien entras en pánico vienen a la mente ideas como: "éste quiere algo conmigo que no puede ser bueno" "¿qué le pasa... acaso quiere jugar conmigo?" "no es posible que alguien se interese de buena manera en mí" "soy muy poca cosa, no tengo nada de interesante, seguro sólo quiere pasar el rato". Y la lista de ideas puede seguir sin terminar. Creo que es ésta la razon por la que nos vemos envueltos en relaciones para nada sanas con personas abusivas en mayor o menor grado, es lo único que conocemos y ante la perspectiva de ilusionarse y de pronto vernos desengañados es preferible quedarse con lo ya conocido... es lo que sabemos manejar aunque no esté bien. El dolor de haber dado nuestra confianza y amor para verlos traicionados de nuevo es demasiado.

Sin embargo no tiene que ser así, muchos nos llevamos buenas sorpresas en el camino, sin embargo hay que luchar con uno mismo para dejarse querer, duele aprender a confiar, duele aprender a amar de una manera sana, duele dejarse amar sin recelos, duele y asusta. Pero si uno se sobrepone a estos sentimientos y además nos quitamos la idea que para amar hay que sufrir la recompensa es maravillosa.

Yo tengo pareja y ha sido un elemento clave para que yo pueda sanar, en mis relaciones anteriores me sentía estancada, pero ahora es diferente, debo admitir que al principio me daba pánico, pero algo cambió en mi tomé valor de algún lado y ahora creo que la vida me ha dado una hermosa oportunidad para poder feliz.

Mi ser aun sigue hecho pedazos a causa de los años de abuso, pero he encontrado alguien que está dispuesto a ir a mi lado en este duro camino, he ido reconstruyendo mi pasado para poder tener un punto de partida para sanar, he asimilado muchas cosas, he aprendido mucho de mí y de lo que es estar en una relacion sana, he aprendido que para amar y ser amada no tengo que pagar con sufrimiento.

Todavía hay días en los que estoy abrumada por las seculas del abuso, días en los que incluso me siento sola y poca cosa, días en los que no quiero saber nada de nada y tal vez morirme, pero ahora sé que el mundo no se acabará si me siento así, ahora sé que hay muchas cosas que puedo hacer para mejorar mi estado de ánimo, ahora tengo a alguien que me consuele o me de mi espacio si necesito estar conmigo misma, sé que estará ahi. Y no por esto doy por sentado que siempre estará ahi, sé que tambien me necesita y he aprendido que una de las mas grandes satisfacciones es poder dar amor sin sufrir consecuencias devastadoras, bien dicen que en el dar está el recibir.

Tenemos mucho amor para dar ya sea a una pareja, a los amigos o a una causa, pero nos da miedo, y nos perdemos ante el espejismo del amor malsano, dar el paso requiere de mucho... no se exactamente qué, si valor, amor, locura, necesidad...cada quien tiene algo que les motive. Todo se resume a un salto de fé, fé en una misma para empezar, y como segundo paso creernos que nos merecemos cosas buenas.

No es imposible, sólo tenemos que querernos más y al final de cuentas eso es lo difícil, pero dodemos hacerlo, no todo está perdido.

Gracias R. por entrar a mi vida, por tu paciencia y amor, por los momentos en los que me sacas de mis casillas, por los momentos que me haces reir, por consolarme y protegerme hasta de mi misma, por dejarme amarte y por hacer que me diera cuenta que soy un ser humano y no un triste intento de persona. :*

La pareja … Paciencia y Perseverancia

Soy una entre miles de sobrevivientes, ésta es mi vivencia y mi manera de romper con el silencio
http://pandorasboxasi.blogspot.com/

Empezare presentándome como la pareja de Pandora'sBox, en realidad, su esposo.
No me siento con derecho a ocupar espacio en su blog, pero si de algo sirve algún aporte que pueda hacer habrá valido la pena.
Es difícil enterarte que tu pareja ha sido victima de abuso, peor enterarte de que fue desde su infancia y lo más doloroso es que haya sido por alguien de su "familia". Al momento de enterarte se siente un dolor en el estomago, como un golpe; de inmediato viene el sentimiento de querer proteger a la persona amada y al mismo tiempo un odio y desesperación por no poder hacer nada, una impotencia que lastima y quema. Se tarda bastante tiempo en asimilarlo y es difícil hacerlo.

Son muchas cosas en las que la relación se hace difícil y entre más avancen y mayor sea la confianza parecerá que las cosas se ponen peor.
Practica...

ESCUCHAR
Lo mejor es escuchar. Si tienes la capacidad y la fuerza, permite que te diga todo, es catártico para ella y te permitirá entender lo que pasa por su mente. No permitas que lo que te diga te afecte demasiado, debes ser su apoyo y no una carga.

ACEPTALO
Acepta el hecho de que sucedió, aunque será imposible aceptar que haya podido pasar. En el caso de abuso infantil podrías preguntarte ¿Cómo es posible que no se hayan dado cuenta? ¿Cómo es posible que no lo hayan detenido? Inclusive en mi caso ¿Cómo es que no lo castigaron? ¿Por qué lo protegen? Deja las preguntas atrás, nunca tendrás respuesta, nadie las responderá porque nadie puede; aunque para algunas tu mismo te darás respuestas.

PACIENCIA
Deja que tu pareja marque el ritmo, de lo contrario es probable que solo logres lastimarla más. Esto es lo más difícil, porque todos tenemos un ritmo, inclusive como pareja se obtiene un ritmo que en ocasiones habrá que cambiar. Además es probable que tenga recaídas que hagan que tengas que disminuir el ritmo aún más, es ahí donde deberás usar al máximo tu paciencia.

APRENDE
Aprende a ver. Lee los gestos de su cara, de sus manos y de su cuerpo cada uno te dará parte de la información que necesitas para esperar lo que sigue.

Aprende a escuchar, lo que dice y el tono de su voz, en muchas ocasiones será más la información que recibas de ella con el tono que con las palabras que usa.
Aprende de su estado de ánimo, de la manera en que te dice las cosas.
Aprende de sus costumbres, tienden a tener conductas obsesivas cuando más mal se sienten o cuando están a punto de tener una recaída.
Aprende de ti y sus respuestas, aprende de sus reacciones a cada cosa que hagas y no te sorprenda que cambien.

CAMBIOS
Es posible que así como tu pareja pueda mejorar en muchos aspectos, haya otros que se compliquen. Que no te sorprenda que algo que le gustaba le deje de gustar e inclusive le sea incomodo o molesto, es posible que algún recuerdo haya sido activado y esto cause problemas en la manera en que reacciona.

NADA ES FÁCIL.
Si una relación común no es fácil, cuando tu pareja ha sufrido de abuso es todavía más complicada. La dificultad me atrevo a decir que es la misma, solo que las complicaciones cambian.

PERSEVERA
¡NO TE RINDAS! Cada vez que te sientas cansado recuerda que a tu pareja le duele más, que para ella es mucho más difícil de lo que crees que es para ti.

¡NO TE DÊS POR VENCIDO! La persona que esta a tu lado te necesita y aunque no lo creas la necesitas tanto o más.

¡SIGUE ADELANTE! Antes de cada mejora, primero empeorara. Recuerda que deberá recordar y abrir recuerdos que es posible que haya semi-bloqueado y para poder sanar deba revivir.
¡LUCHA POR ELLA! Es tu pareja y la recompensa será muy grande.
¡SE FUERTE! Nunca te canses, no desmayes, pues debes ser un punto de apoyo.

FOMENTA SU AUTOESTIMA
El trabajo más difícil de todos es recordarle que es una persona y no un objeto, porque fue tratada como un objeto le es más difícil aceptar el hecho de que no lo es, y probablemente más difícil el darse cuenta que no la quieres tratar así.

Puede que se sienta incompleta, en ese caso hazle saber que es completa como persona y que estas a su lado para evolucionar juntos.

Usa más calificativos personales, hazle saber que además de un “nosotros” hay también una parte que es solo ella (o él), y que por si misma vale igual que lo que valen juntos.
Hazle saber que antes de ti estaba viva, sin ti, estaría viva y contigo puede vivir.

ESPERANZA
Recuerda que cuando la caja de Pandora se abrió, a pesar de que salieron todos los males, al final lo que quedo adentro fue la esperanza. Así que siempre debes pensar que “juntos” la vida de los dos mejorara.

Ahora con su permiso, le dedico a mi esposa la siguiente:
“Estoy aquí para ti, por ti y contigo… estaré a tu lado siempre que me necesites… mi vida es tuya, yo soy tuyo, y mi alma es parte de ti”
Te Amo, tanto o más que el día que nos casamos.
R.
PD. Prometo volver a escribir, pronto

lunes, 5 de julio de 2010

Una vez más…soy sobreviviente

Laura Jiménez*

Hoy le dije a una persona nueva que soy sobreviviente. Se trata de un hombre. El segundo a quien le digo personalmente. Desde hace días venía rondándome la idea de revelárselo pues su manera de preguntarme por qué andaba leyendo libros sobre abuso sexual me hizo darme cuenta de que él ya lo sabía.

Me gustó mucho poder expresarle “yo soy sobreviviente”. A diferencia de la primera vez que le dije a un hombre que soy sobreviviente, esta vez no lloré, al menos no frente a él. Por supuesto que las circunstancias eran completamente diferentes y me facilitaron el no quebrarme frente a él: Estar con terapia individual, con terapia grupal, con terapia corporal, hablar con otras personas sobre lo que vivo y siento, pero sobretodo, hacerlo porque quiero sanar y en efecto estoy sanando.

También me ayudó mucho que este hombre sabe y entiende un poco, lo doloroso que es ser sobreviviente. En cambio, al primer individuo me tocó explicarle todo el significado de la palabra sobreviviente: Haber vivido abuso sexual en la infancia, tener que crear una serie de mecanismos de defensa para intentar vivir. Tratar de tapar el dolor, la rabia, el enojo, la indignación y la impotencia que viví de niña. Además, tener que explicarle que sanar toma mucho, desafortunadamente, mucho tiempo, dedicación, energía y dinero, pero sobretodo, el valor de querer enfrentar cada paso en el proceso de sanación.

Hoy pude hablar con este hombre tranquilamente, sin sentirme ansiosa, sin tener miedo. Di este paso importante pero al rato, ya a solas, me quebré. Rompí a llorar. Es que el llanto se vuelve un compañero tan fiel. Las lágrimas en mi rostro caen como lluvia porque con ellas libero parte de mi dolor. Se llevan un trozo sumamente lastimado de mi alma.

Anhelo el día en que ya no necesite llorar. Estoy consciente de que llorar es un privilegio para mí porque me limpia, me aliviana la carga, pero quiero estar sana, completamente sana. Ya no quiero tener que llorar. Anhelo sentarme en el asiento trasero de un carro con las ventanas cerradas sin temer un ataque de claustrofobia. Quiero tener energías para bailar, cantar, reír. Quiero vivir intensamente. Deseo ser feliz y no sentir este vacío que de repente es tan fuerte en mi corazón y cubre como un velo oscuro todo lo positivo que hay en mi vida. Quiero sentir que estoy disfrutando la vida, que la tengo fuertemente en mis manos, saboreándola, respirándola, siendo parte de ella en vez de sentir que los días pasan como suspiros, haciéndome cada día más vieja, con el tiempo en mi contra porque hay límite de edad para ciertas metas que aspiro cumplir.

Quiero sanar. Ésa es mi prioridad aunque muy poca gente lo sabe. Es curioso porque este hombre a quien acabo de revelarle que soy sobreviviente me dijo: “te veo muy cansada, Laura, vos andás en muchas cosas y eso no es bueno”. Hace años anduve atiborrada, estudiaba, trabajaba, colaboraba en varios proyectos, me mantenía todo el tiempo ocupada. Desde niña he sido bien activa. Ésa era mi forma de llenar el vacío que me dejó el abuso sexual y que ha partido mi alma profundamente.

Pero, desde hace buen rato he dejado atrás prácticamente todo y me he ido centrando en sanar y en mi trabajo profesional. Incluso, desde hace meses mi prioridad es sanar. La gente todavía sigue pensando que ando en muchas cosas lo cual es falso. A veces les dejo creer que sí continúo con mi agenda saturada, a veces les digo que no estoy atiborrada, que sólo estoy trabajando. Pero aún así me estoy dando cuenta de que no me creen.

Lo que ellos no saben es que cuando me ausento de algo, no participo de un evento social, o no me quiero levantar, o estoy muy cansada, no es porque ande en muchas cosas. Es porque mi proceso de sanación me absorbe, literalmente, toda mi energía. Apenas me queda algo de baterías para trabajar, pero todo lo demás se me va en sanar, en sentir, en vivir, en sacar.


Probablemente otras personas estén igual que yo. Pero, si están sanando, como yo, no se detengan. A pesar de lo difícil del proceso de sanación, me queda la satisfacción de ir reconociendo poco a poco cada victoria que voy dando.

Es tan agradable darme cuenta que cada vez es más fácil reconocer mi fortaleza, sentir menos dolor porque poco a poco lo he ido expulsando de mi cuerpo y de mi mente. Es placentero apreciar la vida y respirar más libremente sin sentir temor. Estoy completamente segura que llegará el día en que podré decir: “Estoy sana, estoy viviendo intensamente”.
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domingo, 4 de julio de 2010

Mi tercer paso

Hablemos de abuso sexual
Mi tercer paso
Laura Jiménez*

Todavía recuerdo cuando pregunté por una consulta psicológica. Tuve que tomar mucha valentía para hacerlo. No me hubiera gustado tener que pasar por esta experiencia pero mi cuerpo gritaba: ¡Necesito ayuda, es una emergencia. Me estoy muriendo!

Nunca pensé que pudiera tener guardado tanto miedo, ansiedad, enojo y dolor, sobretodo dolor, por algo que me había ocurrido veinte años antes. Quería hablar con alguien profesional, que me brindara confianza y que fuera mujer porque no podría hablar con un hombre del abuso sexual que sufrí de niña. Necesitaba un sitio donde cobraran barato porque no tenía dinero para cubrir consultas caras y periódicas, pues sabía que necesitaba terapia, es decir, asistir a varias citas con cierta periodicidad.

Después de varias indagaciones e instándome a vencer mi temor, fui a un centro de mujeres a fijar la cita. Pude haberlo hecho por teléfono, pero quería ver el lugar. Necesitaba preguntar personalmente por la consulta como una forma de sentir más valentía para el gran día en que hablaría por primera vez. Estaba convencida de que me dirían “su cita es hasta dentro de 15 días”, así que me dije que tendría esos días para respirar y pensar sobre lo que diría.

Tuve la dicha de que la vida me reservó el espacio y momento adecuado. Llegué a la recepción y dije: “me gustaría hacer una cita psicológica”. Me llevé un gran susto cuando la mujer que estaba en frente me dijo: “De acuerdo, puede ser ya”. ¡Ella era la psicóloga y su agenda estaba disponible en ese momento! No podía creer que ése era el gran día, pero me dije, bueno, aquí voy.

Entrar al consultorio y sentarme para tener que decir lo que nunca le había contado a alguien --ni siquiera a mí misma en voz baja-- fue una de las confrontaciones más difíciles que he hecho en toda mi vida. La mayor parte del tiempo soy expresiva y de hablar fluido, pero esa tarde hablé muy despacio y bajo. Y mi voz se quebraba a medida que avanzaba.

Comencé diciéndole de mis últimas emergencias médicas frecuentes y de mi repentina claustrofobia. Cuando llegué a tener que decir la gran cosa -que tenía atorada desde hacía veinte años- mi voz terminó de quebrarse. Le dije a la psicóloga que yo recordaba la vez, cuando era niña, en que mi tío se quedó cuidándome un par de horas. Estábamos solos en la casa, y de repente me llamó desde el cuarto. Él estaba con su pantalón abajo, mostrándome su pene. No recuerdo nada más, no sé qué hice ni qué pasó, pero lo intuyo porque siento que mi cuerpo todavía lo tiene presente.

Recuerdo el rostro de la psicóloga cuando me escuchaba. Estaba completamente concentrada en mí. Me hizo sentir tan atendida y confortada. Me explicó cómo nuestra mente puede olvidar completamente cosas muy fuertes que pasaron en nuestra niñez. Trató de hacerme ver que lamentablemente sería difícil y doloroso buscar en mis recuerdos, pero hacerlo me ayudaría a sentirme bien y a sacar de mi subconsciente todo mi sufrimiento.

Mi segunda cita psicológica fue una semana después. Llegué con un montón de cosas escritas porque disciplinadamente traté de recordar toda mi infancia y los momentos en que estuve con mi tío para tratar de armar el rompecabezas. La psicóloga me felicitó por mi esfuerzo y reconoció que lamentablemente muchas sobrevivientes no siguen la terapia porque es muy difícil confrontar los recuerdos del abuso sexual. Pero yo lo hice y la actitud de la psicóloga fue un apoyo incondicional para avanzar.

A medida que avanzo en mi proceso de sanación soy más consciente de cuan importante ha sido cada decisión que tomo para curarme completamente. A veces me he cuestionado por qué no busqué apoyo antes, pero después de mi propio análisis me doy cuenta de que comencé la terapia psicológica cuando mi cuerpo y mi mente estaban listos. Quizá si hubiera ido antes sin haberme tomado el tiempo para respirar, indagar a dónde ir y sobretodo convencerme de que mi cuerpo me estaba diciendo que lo escuchara y pidiera ayuda, tal vez no hubiera vuelto a una segunda consulta.

Durante mucho tiempo pensé que iniciar terapia psicológica fue mi primer paso. Ahora me doy cuenta de que en realidad el primero fue escuchar a mi cuerpo, el segundo creer que fui abusada sexualmente cuando era niña y convencerme de que necesitaba ayuda. Entonces, comenzar la terapia psicológica fue mi tercer paso.

Llegué una y otra y otra vez a conversar con la psicóloga. Todavía lo estoy haciendo y seguiré hasta que llegue el día cuando pueda decir: “Estoy sana”. Sé que ese día está cada vez más cerca.