jueves, 16 de septiembre de 2010

LOS PADRES

La utilización de un niño/a como objeto sexual por un adulto o adolescente de confianza , que en su mayoría pertenece al grupo familiar o es cercano a él, no es un hecho de improbable ocurrencia , ni está limitado a grupos humanos marginales.

Este tipo de aprovechamiento del niño/a y de vulneración de su integridad está mucho más extendido de lo que los adultos están preparados a reconocer. Sucede en las “mejores familias”. También puede ocurrir en la nuestra.

Estar preparados mentalmente para prevenir estas situaciones de riesgo es también una de las tareas educativas y de supervisión de los padres.

Así cómo les enseñamos a cruzar la calle, tener comportamientos de seguridad personal cuando andan solos, a reconocer peligros eventuales o potenciales , también debemos preparar el alerta para sensibilizarlos frente a la conducta sexual, seductora y secreta de alguna persona de confianza que pueda querer pasar de la estrecha confianza y afecto , a la utilización de ese vínculo especial en detrimento de la seguridad infantil.

Tener presente que las conductas de agresión sexual en la vida de las personas previas a los 18 años son de alta probabilidad de ocurrencia , nos alerta para no negar los hechos en caso de que descubramos en nuestro núcleo íntimo de relaciones (amigos, familia ) algún niño o niña que devele situaciones de esta índole.

Tener una actitud abierta para escuchar sin rechazar y sin descreer como primera reacción frente a un relato de abuso sexual, es la puerta que el niño/a necesita para poder desenterrar secretos muy bien guardados y custodiados por la vergüenza, el miedo, la culpa .

La opinión tranquilizadora pero falsa, de que la fantasía de los niños es la responsable de la construcción de historias de este tipo , es el mejor aliado para que el abuso se perpetúe años en la vida de los niños/as y les sea cada vez más difícil encontrar a esa persona que los escuche e inicie acciones de protección de inmediato.

El niño sometido a este tipo de malos tratos, teme hablar y casi siempre calla . Acusar a un mayor o a otro niño o joven muy próximo al círculo familiar implica una erupción de conflictos de credibilidad en todo el entorno familiar . Si ese adulto o joven que abusa es el padre, el hermano, un tío , abuelo o amigo íntimo, con seguridad la familia se dividirá en dos bandos : los que creen en el abuso darán pasos para comprobarlo y remediarlo, y los que darán crédito a la negación del adulto y descrédito al relato infantil . El niño/a intuye que va a ser castigado, no creído , que va a ocasionar un problema familiar muy severo . Todos estos son factores que constituyen un freno a la confidencia que podría ahorrarle al niño , eventuales desastrosas consecuencias en su crecimiento afectivo , en su capacidad posterior de amar y de ser amado de forma gratificante, sana y alegre.

Muchas veces, el abuso de una persona adulta hacia un niño/a se instala de forma frecuente durante mucho tiempo. Esto tiene consecuencias en el comportamiento . Puede ser que el niño/a objeto de abuso no sea un “niño/a bueno” , puede ser que con el paso del tiempo y sin ayuda, se haya convertido en un “niño /a malo”: desobediente, callejero, rebelde, desordenado, mal estudiante. Todos esos atributos se le echarán en cara para no creerle, en el momento en que decida contar lo que está pasando.

Debemos estar muy alertas para no permitir que lo que es una consecuencia de un sufrimiento tolerado y al cuál se adapta , sea el estigma por el cual no creemos en que le pueda haber ocurrido lo que se animó a contar.
Debemos tener en cuenta que cuando se descubre un abuso sexual , casi siempre es un descubrimiento tardío . En general ya hace tiempo que está instalado.

Lo que el niño/a cuenta suele ser sólo una porción de lo que está ocurriendo. Quizás sea lo último que aconteció y lo angustió más que de costumbre . Pero nunca es sólo eso que cuenta . Siempre hay un proceso, una evolución entre el comienzo de la sexualización del vínculo por parte del adulto o adolescente y el momento del develamiento .

Detener este comportamiento no depende de la confrontación que se haga con la persona supuestamente responsable de la conducta. Por lo tanto , es muy importante cuidar al niño/a de confrontaciones con el adulto o de interrogarlo de manera tan insistente que provoque una rápida tendencia a retactarse de lo que dijo. El mínimo signo percibido por el niño/a de que lo que cuenta provoca enojo, resquemor, descreimiento o paralización en los adultos confiables , es suficiente para provocar una huída en el silencio y la negación .

Frente a una situación que plantee una sospecha razonable ( ya sea porque algún adulto observe conductas que le parezcan indicativas de situaciones abusivas o porque cuente con un relato infantil del suceso ) , lo primero que hay que tener en cuenta es que es un asunto muy delicado para cargarlo solo.

Se necesita de la orientación y evaluación de personas capacitadas específicamente en el tema , para poder dilucidar la sospecha y realizar un diagnóstico apropiado , además de orientar en los pasos a seguir en la interrupción y protección del niño/a .

Una actitud abierta , de rápida reacción en el resguardo , pero no de inflexible conclusión antes de consultar a los especialistas , es lo aconsejable .

Muchas veces, hay situaciones que están en el límite de las conductas apropiadas en la crianza (bañarse con el niño; juegos de manos y excesivo pegoteo físico , conductas de excesivo control y cuidado ) pero que no constituyen de por sí un abuso sexual .

La sobredimensión de estas conductas , conjuntamente con una errónea apreciación de los síntomas que el niño manifiesta lleva a una tergiversación de algunos dichos infantiles, que luego se cristalizan en la creencia férrea de que un abuso ha sido cometido .

La prematura denuncia de hechos sopechados pero no validados, no favorece la resolución del conflicto planteado y distorsiona el verdadero problema. Tanto la denuncia sin fundamento como la falta de reacción y protección legal y social son escollos que entorpecen el esclarecimiento y superación de la problemática.

Los organismos oficiales , las líneas de ayuda telefónica de violencia familiar , suelen ser los primeros recursos de orientación frente a la confusión , impotencia y desconocimiento que surge cuando se descubre una situación de este tipo . Saber que la solución escapa a los recursos intrafamiliares y que es necesario consultar con el afuera para poder llevar la situación a buen término es prioritario para salir de la situación de impotencia y dar los primeros pasos hacia la recuperación del niño/a y de la familia .

Resiliencia

La resiliencia es un concepto relativamente nuevo que poco va abriéndose camino en el campo de la psicología.

Podríamos decir que la resiliencia consiste en la capacidad que posee todo individuo para hacer frente a las situaciones y adversidades que se encuentra a lo largo de su vida. Se trata, entonces, de un concepto que tiene mucho que ver con quienes padecimos abusos sexuales en nuestra infancia. Pocas cosas son tan difíciles de superar como un abuso sexual. Sin embargo, la capacidad del ser humano es mucho mayor de lo que solemos creer.

El problema, muchas veces, tiene que ver con las secuelas asociadas al abuso sexual infantil, empezando por la baja autoestima, un aspecto que incide particularmente en nuestra autovaloración y, por ende, en la creencia de que dicho problema puede superarse.

La autonegación -no querer reconocer lo que sucedió- es otro factor que impide afrontar, ya desde la base, el abuso sexual.

Sin embargo, no hay más camino que el abordaje del pasado y confiar en nuestra capacidad y, en definitiva, en nuestra resiliencia.

Artículo relacionado:http://saludmental.suite101.net/article.cfm/la-resiliencia