viernes, 29 de abril de 2011

Una Vacuna Contra el Bullying

La autoestima es un tema de gran interés no sólo para psicólogos y educadores sino también para los padres y las madres, puesto que se ha encontrado que una baja autoestima genera problemas como depresión, anorexia, tristeza, y además de eso   convierte a nuestros hijos para ser  en blanco perfecto para ser víctimas de bullying, acoso escolar, manoteo.

Cuando nuestros hijos tienen fundamentos en los que se hayan potencializado aspectos como su autoestima , su desarrollo, aprendizaje y buenas relaciones  con los demás y lo más importante: la construcción de la felicidad en su vida, que es el componente más importante y por el que todos los padres luchamos para que nuestros hijos la encuentren; la vida y su camino por ella le será más fácil.

Pero esta autoestima , su desarrollo y su potencia en la personalidad de nuestros hijos no es arte de magia, se trabaja y se fomenta a través de seguida dedicación que comienza en el hogar, con buenas y efectivas comunicaciones con nuestros hijos. Ya que si estos factores no se desarrollan en nuestros hijos seguramente no la obtendrán. En cambio si un niño adquiere durante su proceso de crecimiento una buena autoestima se sentirá seguro y competente, valioso frente a quienes lo rodean.
Algunos expertos afirman que una baja autoestima puede llevar a una persona a tener estos problemas, mientras que una buena autoestima puede hacer con que una persona tenga confianza en sus capacidades no se deje manipular por los demás, sea más sensible a las necesidades del otro, y entre otras cosas, que esté dispuesto a defender sus principios y valores.

Lo ideal sería que los padres no nos preocupáramos solamente en mantener una buena salud física de nuestros hijos, sino que también nos interesáramos por su salud emocional. La autoestima es una pieza fundamental en la construcción de una efectiva infancia y adolescencia.
Encontramos muchas definiciones de la autoestima  pero la que más indicada
nos parece es aquella que se define como la conciencia de una persona de su propio valor, el punto más alto de lo que somos y de nuestras responsabilidades, con determinados aspectos buenos y otros mejorables, y la sensación gratificante de querernos y aceptarnos como somos por nosotros mismos y hacia nuestras relaciones. Es nuestro espejo real, el cual nos enseña, qué habilidades tenemos, a través de nuestras experiencias y expectativas. Es el resultado de la relación entre el temperamento del niño y el ambiente en el que éste se desarrolla.
Un niño con alta autoestima sabrá que es importante aprender, y no se sentirá disminuido cuando necesite de ayuda, puesto que no le dará miedo buscarla ni pedirla. También  será responsable, se comunicará con fluidez, y se relacionará con los demás de una forma adecuada. Al contrario, el niño con una baja autoestima no confiará en sus propias posibilidades ni de las de los demás. Se sentirá inferior frente a otras personas, y por lo tanto se comportará de una forma más tímida, más crítica, con poca creatividad, lo que en muchos casos le podrá llevar a desarrollar conductas agresivas, y a alejarse de sus compañeros y familiares. Factores que son blanco fácil para que sea bulleado o agredido por los matones de su clase, y es aquí donde nosotros como padres jugamos un papel decisivo puesto que no debemos permitir que una situación desencadene en la otra ya que estaríamos en un problema terriblemente grave.

Los niños con baja autoestima necesariamente no presentan un bajo rendimiento académico ni tampoco problemas de relación con sus compañeros, mientras que los agresores suelen ser malos estudiantes con un bajo rendimiento escolar y muestran actitudes desfavorables hacia su colegio, el profesorado y los estudios.
Cabe anotar que aquellos adolescentes y jóvenes agresivos son altamente competentes en el ámbito social , ya que ellos tienen alta confianza en sí mismos y así se perciben; una posible explicación  a este hecho puede ser  que los adolescentes agresivos son en numerosas ocasiones figuras importantes en su grupo de iguales, e incluso, populares y queridos entre sus compañeros, lo que les hace disfrutar de ciertos beneficios sociales que se reflejan en su bienestar tanto emocional como social.

Finalmente, el grupo de agresores/víctimas es el que presenta un cuadro más negativo: por un lado, se valoran más negativamente que los agresores en las dimensiones social y emocional de la autoestima y, por otro, se valoran más negativamente que las víctimas en los ámbitos familiar y social de la autoestima.
La autoestima se construye y potencia en  el colegio, la familia y el grupo con el que se relacionan los jóvenes. También sabemos que la mejor forma de lograr que los adolescentes convivan pacíficamente y sean felices, es contar con ambientes en los que encuentren una verdadera comprensión y apoyo. Estas ideas son las claves para que los psicólogos que trabajan en los centros educativos y con familias, promuevan programas cuyo objetivo prioritario sea el potenciar y mejorar las relaciones profesor-alumno y padres-hijo. Aquí está la verdadera esencia de la intervención socio-familiar y el fundamento para lograr una mejor convivencia entre nuestros jóvenes.

El desarrollo de la autoestima es un espacio que no debe ser ignorado por los padres ni por los profesores, debemos estar siempre atentos y al lado de los estadios emocionales de nuestros hijos.

Te invitamos a que durante la etapa comprendida desde el nacimiento hasta la adolescencia  trabajes en desarrollar su autoestima , todos los avances que logres en esta etapa recogerán sus frutos para incrementar la  autoestima de tu hijo.