jueves, 14 de diciembre de 2017

Nueve de cada 10 sitios de abuso sexual infantil proviene de cinco países



Nueva York, Estados Unidos
Más de nueve de cada 10 sitios de abuso sexual infantil identificados a nivel mundial están alojadas en cinco países: Canadá, los Estados Unidos, Francia, los Países Bajos y Rusia.
La revelación la hace el informe anual “El Estado Mundial de la Infancia 2017”, publicado por el Fondo de Naciones Unidas para la Niñez y la Adolescencia (Unicef).
“Para bien o para mal, la tecnología digital es un hecho irreversible en nuestras vidas”, dijo el Director Ejecutivo de UNICEF, Anthony Lake. “En un mundo digital, nuestro doble desafío es saber cómo mitigar los daños y maximizar los beneficios de internet para cada niño”.
A pesar de que los niños están muy presentes en internet –1 de cada 3 usuarios en todo el mundo es un niño– son muy escasas las medidas que se toman para protegerlos de los peligros del mundo digital y para aumentar su acceso a un contenido seguro en línea, dijo UNICEF en su informe anual más importante, publicado hoy.
“Niños en un mundo digital”, como titula el informe de 2017,  analiza por primera vez de manera integral las diferentes formas en que la tecnología digital está afectando las vidas y las posibilidades vitales de los niños, y describe los peligros y las oportunidades. Sostiene que los gobiernos y el sector privado no se han adaptado al ritmo del cambio, y esto expone a los niños a nuevos riesgos y peligros, al tiempo que deja atrás a millones de los niños más desfavorecidos.
El informe explora las ventajas que la tecnología digital puede ofrecer a los niños más desfavorecidos, incluidos aquellos que crecen en la pobreza o que se ven afectados por situaciones de emergencia humanitaria. Estos beneficios incluyen aumentar su acceso a la información, desarrollar aptitudes útiles en un lugar de trabajo cada vez más digital, y ofrecerles una plataforma para conectarse y comunicar sus puntos de vista.
Pero el informe muestra también que millones de niños no están aprovechando la conectividad. Alrededor de un tercio de los jóvenes del mundo, 346 millones, no están conectados, lo que agrava las inequidades y reduce la capacidad de los niños para participar en una economía cada vez más digital.
El informe también señala cómo internet aumenta la vulnerabilidad de los niños a los riesgos y los peligros, entre ellos el uso indebido de su información privada, el acceso a contenidos perjudiciales y el acoso cibernético. La presencia ubicua de dispositivos móviles, según el informe, ha hecho que el acceso en línea para muchos niños esté menos supervisado y sea potencialmente más peligroso.

La violación de niñas y niños es tortura

El mito del rapto de Ganímedes en La Metamorfosis (año 8 DC) de Ovidio fue inspiración de numerosas obras artísticas: desde la prosa de Goethe (1774), en las melodías de Franz Schubert (1817), hasta numerosas esculturas y pinturas entre las que se destaca el “rapto de Ganímedes” de Rubens y de Rembrandt.

Ganímedes era un niño-adolescente príncipe de Troya cuya belleza cautivó a Zeus, quien, transformado/metamorfoseado en águila, lo raptó tomándolo con sus garras por los muslos. Ya en el Olimpo, a Ganímedes le dio el elixir de la vida y juventud eterna y lo convirtió en su copero y amante. El padre de Ganímides fue visitado por el mensajero de los dioses quien, a cambio de caballos consintió el rapto.

El 19 de noviembre es el Día Mundial contra Abuso Sexual Infantil, tema que sigue siendo difícil de abordar a pesar de los avances que existen. Escasas –aunque idóneas– son las voces que advierten a la violación y el incesto contra niñas, niños y adolescentes como una forma de tortura.
La violencia sexual contra niñas y niños es la acción de someter a una persona a la voluntad de un agresor, aprovechándose de la impotencia y el desvalimiento de las víctimas, con la intención de dañarla, causarle dolor y sufrimientos (físicos o mentales), despersonalizarla y dominarla sometiéndola a actos sexuales. La niña o el niño son sujetos dependientes de las/los adultos que los rodean, por ello la situación de abuso sexual, especialmente perpetrado por alguien de su núcleo familiar y con funciones de cuidado, revela la dificultad y silenciamiento que lo encubre.
Un informe de Unicef en América Latina advierte que 1.100.000 niñas y adolescentes de 15 a 18 años de la región han experimentado violencia sexual y actos sexuales forzados. Los datos que comienzan a visibilizarse en Argentina evidencian que los agresores son familiares de las víctimas, y que son el padre y el padrastro los principales perpetradores. No obstante, a nivel regional, no se cuentan con datos conciliados sobre estos delitos. 
Heráclito, allá en el 400 AC, decía que la violencia es padre y rey de todo. Aquí el padre –el varón– es el rey de la violencia. A pesar de los grandes avances en materia de derechos de las mujeres, los estudios de género continúan denunciando el contexto patriarcal y adultocéntrico que persiste. Persiste la figura del varón como máxima autoridad y pater-familias, y se sostienen los estereotipos de género y asimetrías de poder que ello reproduce.
Siguiendo a Domenach (1981), “lo terrible y lo fascinante de la violencia es que ofrece la posibilidad de instituir, en beneficio del más fuerte, relaciones ventajosas economizando trabajo y palabras. En este sentido, el apogeo de la violencia no es el homicidio (que suprime el objeto mismo de la violencia), sino la tortura, pues ésta asocia la víctima, a pesar suyo, a su verdugo. Aparece aquí el enigma de la violencia que Jean-Paul Sartre escenificó tan elocuentemente: la violencia ‘hace sociedad’, una sociedad que es la inmunda caricatura de la sociedad de la razón y del amor”.
El abuso sexual contra niñas, niños y adolescentes, en su máxima expresión como es el incesto y la violación, constituye una de las prohibiciones fundamentales en nuestras culturas y sociedades occidental, de un padre-progenitor a su hija-hijo. Este hecho se encuentra en el margen más crudo de lo abyecto. La violación a una niña o niño, por cualquier vía (en nuestro código penal podría encontrarse con su eufemismo “abuso sexual con acceso carnal”) y el incesto, tal y como lo destaca Eva Giberti en su libro “Incesto Paterno Filial” (reeditado en 2014) aún carece de presencia en el corpus jurídico.
El Relator Especial contra la Tortura de Naciones Unidas, Manfred Nowak, (2008) advierte la dificultad de las víctimas de oponerse al uso de la fuerza, identifica a la violación como “una expresión extrema de esta relación de poder, en que una persona trata a otra como un mero objeto”. Asimismo, expresa que calificar la violación contra las mujeres como un acto de “tortura” implica considerar el señalamiento social, político e institucional para el Estado y sus estructuras jurídicas. Ello incluye proteger a la víctima, penalizar al agresor y generar las acciones reparatorias necesarias para la niña, el niño o el/la adolescente. Y remarca que “cuando dichos dolores o sufrimientos sean infligidos por un funcionario público u otra persona en el ejercicio de funciones públicas, a instigación suya, o con su consentimiento o aquiescencia”. El Relator Especial expone que debería entenderse que abarca la falta de protección por parte del Estado de las personas que estén dentro de su jurisdicción contra la tortura y los malos tratos por particulares. Aquiescencia en tanto tolerancia y quietud.
En este sentido, la resolución Akayesu, en la que el Tribunal Penal Internacional para Ruanda admitió que la violación es una forma de genocidio como cualquier otro acto cometido con la intención específica de destruir a un grupo determinado, constituye un reconocimiento notable del potencial destructivo de la violación (1993). Tomar este antecedente expone los efectos devastadores de la violación no sólo como acto individual sino como ejercicio de disciplinamiento social. 
¿Qué sucede cuando una madre o abuela denuncian situaciones de abuso sexual por parte del padre u otro familiar, y al cabo de un tiempo el juez desestima la denuncia, la misma no se investiga adecuadamente, la niña o niño (o la madre incluso) se retractan o bien la justicia decide revincularlos con el agresor? Existen inefables ejemplos al respecto. 
Bourdieu destaca la acción pedagógica de la cultura, mediante la cual se logra instalar significaciones del mundo e imponer relaciones sociales de manera que sean legítimas para ese grupo social, ocultando las relaciones de fuerzas y la violencia simbólica que se encuentra en sus bases. No podemos dejar de señalar que las violencias contra niñas y niños no sólo se hallan en el interior de los hogares, sino que encuentran un correlato socio-cultural.
La antropóloga Rita Segato (2017) nos advierte que “el violador es un síntoma social. La ley que consigue tipificar el delito de abuso sexual solo captura la punta del iceberg”; agregamos que la tortura, el terror y el silencio de la violación y el incesto de un familiar hacia una niña o niño se encuentran en la cima del iceberg. 
El mito de Ganímedes se reedita y encuentra en su simbología las asimetrías entre los sujetos sociales y seres poderosos frente a aquellos/as que no tienen voz o que se encuentran invisibilizados/as. La reedición mítica de la pasividad del niño o niña frente al mundo adulto que lo/la somete a sus placeres y deseos.  
La naturalización de las violencias genera niños/as-cuerpos omitidos y sujetos a las disposiciones tutelares que el adultocentrismo sigue instituyendo en sus mitos y prácticas disciplinadoras. Como nos alerta Line Bareiro, nos encontramos frente al surgimiento de discursos post derechos humanos, consideramos que evidenciar las nuevas formas de violación a estos derechos como son los abusos sexual en el ámbito intrafamiliar en tanto formas de tortura, nos desafía a actualizar el debate y visibilizar las diversas formas en que, por aquiescencia o acción se debe interpelar las distintas esferas del Estado.
El cuerpo de Ganímedes, entonces, sigue siendo raptado por águilas rapaces que continúan sobrevolando, esperando a su próxima presa. La pedagogía de la crueldad se traslada a las esferas más recónditas de nuestra vida cotidiana. El desafío es continuar con la sensibilización desde todas las esferas, tanto educativas, familiares, judiciales, comunicacionales, así como la reflexión personal y colectiva de nuestras prácticas.

Pedófilos: Mentes perversas



El abuso sexual infantil se desenvuelve en una amplia cantidad de causas y signos. Quien comete un acto de violación a un menor, definitivamente padece de algún trastorno psicológico que lo impulsa a robarle sin razón la inocencia a un pequeño.

Algunos psicólogos, psiquiatras y terapeutas dan pistas para detectar las señales de violación en un infante, como prevenirlo y por su puesto entender lo que pasa por la mente del agresor.
A lo largo de la historia en diferentes culturas, clases sociales, niveles educativos, grupos religiosos y étnicos, el abuso sexual infantil es un problema que se ha presentado perennemente en la sociedad, dejando consecuencias permanentes en la memoria de las víctimas y sus familiares.

Pedófilos: Mentes perversas

La pedofilia es un trastorno psiquiátrico en el que un adulto o un adolescente experimentan excitación o placer sexual a través de actividades o fantasías con niños de entre 8 y 12 años. Expertos aún no logran argumentar causas específicas de esta patología y explicar cómo es que un ser humano puede ser capaz de ultrajar el cuerpo de un niño.
Algunas hipótesis apuntan a experiencias en la adolescencia o el hecho de haber sufrido abusos en el pasado puede conducir al adulto a cometer este delito.
Los expertos advierten que cada abusador es único. No hay dos iguales. Y sostienen que, por eso, es importante estudiar caso a caso. “Estadísticamente pueden caer en el mismo rango, pero cada uno trae su historia vital que lo condiciona. Evaluarlos individualmente sirve para determinar su peligrosidad y la posibilidad de que reincidan”, explicó Gustavo Álvarez, psicólogo jurista, perito e integrante de la Asociación Latinoamericana de Psicología Jurídica Forense.
“En su mayoría son hombres de entre 25 y 45 años insertos en la sociedad, con trabajo, con familia y sin ninguna característica grosera que los aparte de su entorno”, informó Álvarez.  Estos agresores no tienen un perfil claro y lineal, por ello es casi imposible identificarlos. Los pedófilos sienten un impulso irrefrenable y saltan de la fantasía a la realidad.

Signos de abuso

El cuerpo y la conducta de un niño victimizado, se convierten en los principales indicadores para desterrar  cualquier duda de violación.
Marisa Russomando, especialista en maternidad, paternidad y crianza, y directora del espacio La Cigüeña, afirmó que “Se considera abuso o acoso sexual en niños a toda actividad que sea llevada a cabo por un adulto y que tenga connotaciones sexuales. Ocurre sin el consentimiento y en condiciones de desigualdad entre el abusador y la víctima, como consecuencia de algún tipo de coerción, por lo que conlleva a un acto de poder sobre un niño por placer del adulto”.
Igualmente, la terapeuta familiar Adriana Quattrone precisa que los afectados deben lidiar con un conjunto de situaciones, que van “desde la penetración o agresión física o contacto físico (tocamientos, masturbación, sexo oral) hasta la ausencia de éste último, pero sí de exhibicionismo o erotización con relatos de historias sexuales, como videos, películas y fotografías”.
Claramente existen signos físicos, que van desde las lesiones en la zona genital o perianal, presentes en el 25% de los casos, hasta las señales psicológicas.
Por lo general, los indicadores de alarma refieren a un menor que:
*Verbaliza que fue abusado y espera que se le crea para ser protegido.
*Habla de partes sexuales o de actos sexuales cuando aún no comprende acabadamente el contenido o si es inadecuado para su edad.
*Se encierra en sí mismo, tiene conductas regresivas (enuresis) o se vuelve temeroso a cuestiones específicas.
*Demuestra angustia sin aparente motivo, cansancio o apatía permanente, conductas agresivas persistentes, evitación exagerada al contacto (aislamiento).
*Tiene pesadillas.
*No habla (mudez).
*No mira a la cara a la gente o habla mal de casi todo el mundo.
*Si puede verbalizarlo adecuadamente, tiende a proteger al agresor o minimiza sus actos (algunas veces porque está amenazado o persuadido por el mismo agresor).

Qué hacer ante un posible abuso

Frente a los indicadores, ya sean físicos o psicológicos, el primer paso es no perder la calma y actuar con prudencia, responsabilidad, discreción y sentido común. En la práctica esto se traduce en realizar preguntarle al niño sobre el tema, pero son presionarlo.
Abuso sexual: Lo que callan los inocentes
Lesiones en la zona genital o perianal son los principales signos de violación
“Los tratamientos comprometen al niño y a la familia. Eso incluye la consulta con un profesional que, por lo general, es el pediatra. A partir de ahí, se decidirá si se requiere o no de una evaluación psicológica”, planteó Horacio Vommaro, psiquiatra, luego de advertir que los principales riesgos que se corren en este proceso oscilan entre banalizar y sobredimensionar la situación.
De ahí en adelante, se procederá conforme a la evolución del tratamiento y el consejo de los especialistas. “Lo principal es ayudar a la familia y cuidar al pequeño, que debe sentirse contenido, admirado y sin prejuicios alrededor”, acotó. “Siempre habrá que creerle al niño y recurrir al asesoramiento de profesionales de la salud y la ley”, reforzó Quattrone.
Las denuncias y casos de abuso sexual  en menores de edad son más comunes de lo que se piensa. Aunque muchos estos abominables hechos quedan en el silencio y anonimato por miedo, desconocimiento o impotencia, muchas veces, los niños eligen callar.
Según proyecciones realizadas por la American Academy of Pediatrics, el 1% de los niños del mundo sufrirá anualmente un abuso sexual. En la Venezuela, donde no existen cifras oficiales, se estima que sólo se difunde 1 de cada 10 casos ocurridos.
Un autor de abuso sexual podría ser cualquiera. Podría ocurrir dentro de cualquier hogar. Y podría no saberse jamás. El 70% de estos ataques ocurren en el ámbito intrafamiliar o de primer círculo de conocimiento del niño.
La Nación/El País/El Espectador/Noticia al Día