viernes, 11 de septiembre de 2009

COMO EDUCAR


Las niñas y los niños están preparados para distinguir perfectamente entre una relación en la que hay violencia de otra en la que no hay.
De hecho, cualquier criatura ha vivido y/o ha visto situaciones de violencia y también situaciones de bienestar junto a otra persona. Interrogarse por lo que han sentido y han vivido en cada una de esas experiencias es un buen punto de partida.
Es importante decirles una y otra vez que si alguien quiere usar su cuerpo de una manera que no les gusta o les incomoda, salgan de esa relación lo antes que puedan, pidan ayuda y, si es posible, no lo permitan. Asimismo, tienen que tener claro que, si les ocurre algo así, no son culpables de nada.

Es la persona que invade o usa sus cuerpos quien tiene la responsabilidad de lo ocurrido. Un intercambio placentero a través del cuerpo, también a través de sus genitales, donde exista afecto y consideración mutua, está bien.
Excepto cuando la otra persona es adulta o exista entre ambas una diferencia de edad significativa. Ya que la diferencia de edad implica una asimetría, propia de la diferente maduración y expectativas, lo que impide la libertad de decisión por parte de la criatura más pequeña.
Para prevenir la violencia, es importantísimo que niños y niñas aprendan a decir NO, a no tener que agradar a cualquiera a cualquier precio, a no permitir que invadan sus cuerpos, a expresar lo que sienten sin miedo. Asimismo, es necesario que descubran quiénes son, qué quieren, qué desean y necesitan, o sea, que aprendan a ir más allá del estereotipo de hombre o de mujer que se les da.
Tener bien aprendido todo esto, les permite profundizar en la empatía y, a la vez, actuar de una manera adecuada y firme cuando sienten que una relación o la actitud de otra persona les hace daño.

Asimismo, no permitir ni dejar pasar las actitudes violentas, y crear con las niñas y los niños
una relación de confianza, hará más fácil que recurran a sus mayores cuando realmente necesitan apoyo.

LA DORADA INFANCIA, ¿REPERCUTE EN NUESTRAS VIDAS ADULTAS?


"Es sabido que lo que vivimos en la infancia, tarde o temprano, repercute en nuestra vida.

Y, precisamente porque lo sé, está dedicado a todos aquellos niños y mayores que en algún momento de sus vidas, no han sabido o no han podido decir "no" a alguna situación de abuso, seguramente por falta de información y de apoyo".

"Hoy sé que nada de lo que sucede es en vano y que la comprensión, pero sobre todo la aceptación y la transformación son parte de un mismo proceso, que nos puede llevar al amor.

Sí, al amor incluso hacia esas personas que nos han herido.

Esas personas, seguramente, también sufrieron, pero al contrario de los que hemos podido transformar el dolor, la rabia y el odio, ellos no supieron cómo sanar sus heridas

Cifras

Según la Asociación para la Sanación y Prevención de los Abusos Sexuales en la Infancia (Aspasi), este tipo de maltrato se da en todos los niveles sociales y, en la mayoría de las ocasiones, lo cometen de forma repetida familiares y allegados. Este es el principal motivo que ocasiona que se silencie en un alto porcentaje de los casos, alrededor del 86 por ciento.
"Se estima que una de cada cuatro niñas y uno de cada siete niños sufre abuso sexual antes de cumplir los 17 años de edad, y la mayoría no se atreven a expresarlo", .

Las abusadores suelen ser personas aparentemente normales, perfectamente integrados socialmente y que suelen mantener una vida sexual normal. Las consecuencias inmediatas del abuso sexual infantil pueden ser físicas (pesadillas, cambios de hábitos de comida) y emocionales (miedo, agresividad, aislamiento). A largo plazo, algunas de las secuelas más importantes que pueden acabar desarrollando la víctima van desde la anorexia, depresión, psicosis y prostitución, hasta la drogadicción, autolesiones, e incluso el suicidio