El otro día pasé por un grupo de facebook al que se tiene que ser invitado pero, abierto, al que se puede acceder a información sin estarlo. El grupo incluye fotos actuales de niños, algunos etiquetados con nombre y apellidos, un grupo de actividad cultural.
La mayoría de componentes del grupo son adultos, padres. Y entre los padres, los jóvenes y los niños hay invitados que no pertenecen directamente a la entidad cultural. En esa fiesta de perfiles sonrientes y buen rollito, me encontré con un usuario cuyos ojos, a pesar del paso del tiempo, me sonaban tanto como el nombre. Estuve dos días intentando recordar, inquieta, a qué me venía aquella proximidad con ese desconocido y tras mucho rebuscar en mi memoria infalible fui a parar a 2007, cuando tuve en mis manos el CV y la foto de un trabajador despedido por varias acusaciones de pederastia en una empresa turística, para más inri, en la sección lúdica infantil. No lo conocí y no seré quien juzgue los hechos ni la capacidad de rehabilitación de semejantes tipos. Dicen los expertos que la mayoría irrecuperables. Lo cierto es que ante la duda y aunque el problema me era ajeno, ya puesta en la piel de un padre se me ponían los pelos de punta, llamé a las personas de aquella etapa para preguntar que se sabía de tal persona y me confirmaron de todo, nada bueno y en carrera ascendente. Informada la persona al cargo de la entidad cultural, me comentó que era un compañero de hace unos años de un ”esplai” de otra ciudad y que actualmente el tipo se mueve en el ámbito educativo. Cerca de las presas. A pesar de que creemos conocer a los colegas, a las personas…. parece que queda un resquicio por donde se pueden colar la confianza, la amistad….el tiempo, las circunstancias y la seguridad de las personas. Efectivamente depredadores en la red hay cientos pero todo nos parece “peliculero”, lejano, propio de un telediario que no nos va, hasta que nos encontramos cara a cara con uno. Asusta saber lo vulnerables que somos a esos ojos anónimos y manos sucias. Me cuestiono realmente si el Angel de la Guarda está al tanto de todas estas fechorías virtuales y si se ha puesto las pilas porque nosotros los del mundo real no somos capaces de pararlo. Pederastia, robo y crimen, “un hipermercado de perfiles” al abasto de la glotonería de los depredadores en la red.
Carolina Figueras Pijuán
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