Fueron víctimas y tienen que contar lo que vivieron para que la Justicia tome medidas. Pero el relato puede ser una experiencia que les sume un trauma más. Para chicos en esta situación funciona en la Ciudad Judicial una Cámara Gesell por donde pasan cada día, al menos, tres niños que sufrieron abuso sexual y otras formas de maltrato.
La Cámara Gesell se diseñó para que los menores de 16 años no tengan la presión de dar su testimonio ante jueces, fiscales o abogados, y puedan hacerlo en una sala especial hablando con un psicólogo.
El sistema consiste en dos habitaciones separadas por un vidrio espejado. De un lado los chicos hablan con un especialista y describen lo que atravesaron en una entrevista que queda filmada. Del otro, están los demás involucrados en el proceso judicial, pero los niños no pueden verlos.
La Cámara Gesell recibía a uno o dos chicos por mes cuando se habilitó, en 2007. Actualmente debe utilizarse para analizar los casos de tres a cuatro niños por día, según informó Nelly Barrojo, jefa del Servicio de Psicología del Poder Judicial.
En el aumento incide el hecho de que los jueces ahora usan este mecanismo más que cuando se estrenó porque conocieron las ventajas que implica para avanzar en la causa. Pero también influye el incremento de delitos contra los chicos, de acuerdo a lo que indicó la responsable del área.
Las historias que se revelan gracias a este sistema atraviesan el abuso, la explotación sexual, los golpes, las amenazas, el abandono y el maltrato emocional.
Sobre unas 4.000 personas que enfrentaron violencia en su familia solo en el primer trimestre de 2011 en la capital y municipios cercanos, una parte importante tenía menos de 21 años. Casi mil de los que fueron lastimados en su propio hogar se encontraban en esta franja etaria.
Las denuncias sobre agresiones en el entorno familiar aumentaron el 8,4 por ciento entre 2010 y 2011 para todas las edades de acuerdo a los registros del Poder Judicial.
De enero a septiembre del año pasado se iniciaron 498 causas por abuso sexual y se sabe que gran parte de las víctimas son niños, si bien la estadística aún no lo detalla.
“El objetivo de la Cámara Gesell es que los chicos no sufran una revictimización. Es lo que establece para estos casos la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño”, señaló Nelly Barrojo.
Antes, los menores de edad debían declarar frente a un sumariante en una sala de audiencias en la que estaban el juez, el fiscal, abogados y familiares. Incluso podían estar los acusados de hacerles daño.
“Verse con tanta presión provoca una intimidación. Es diferente con un psicólogo, que puede buscar una estrategia para hablar con un chico que vivió una situación traumática”, explicó Barrojo.
Los ataques que sufren los chicos, contados por ellos mismos, exponen una realidad difícil de asimilar. En el sector de psicología de la Justicia trabajan 11 profesionales que deben rotar entre la Cámara Gesell y otras tareas del área. Es que los relatos, definió la responsable del servicio, “son duros... y demasiado complejos”.
“Usando un muñeco, los niños pueden explicar cosas que a veces no comprenden bien, como un abuso”, señaló la jefa del Servicio de Psicología del Poder Judicial, Nelly Barrojo.
Los profesionales que trabajan en el Poder Judicial aseguran que hay que avanzar con cuidado para encontrar la forma de que los chicos relaten lo que les pasó sin someterlos a una nueva presión.
Además de usar juegos, otro de los recursos para analizar lo que vivieron los niños es pedirles que hagan dibujos durante la entrevista.
La sala para niños en la Cámara Gesell tiene muebles infantiles, juguetes, lápices, láminas y libros.
Los psicólogos leen el expediente y reciben las preguntas que los jueces necesitan que hagan antes de hablar con los niños. El método también se utilizó en algunas causas para que den sus testimonios menores de edad que fueron testigos de algún hecho que se investiga.
Gran parte de los casos de delitos contra chicos que pasan por este espacio ocurren en el ámbito familiar. Cerca del 70% de los que abusan sexualmente de un niño son sus parientes o pertenecen a su entorno cercano de acuerdo a un estudio de la Asociación Argentina de Prevención del Maltrato Infantil.
Salta, Buenos Aires, Córdoba y Tucumán fueron las primeras provincias que incorporaron esta posibilidad para los temas que involucran a menores de 16 años.
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