Tu sabes quien soy, yo sé quien eres. Muchas de estas afirmaciones están escritas expresamente para ti, otras tal vez sepas a quien van dirigidas. Toma lo que creas que te pertenece, intenta ser crítico contigo mismo, no te creas el único adulto importante de mi infancia, y si en algo opinas que no he sido justa contigo mi correo privado sigue abierto. No pretendo atacarte, no quiero poner a nadie en evidencia. Tan sólo deseo dejar claro mi punto de vista, porque desde ahora, en el tema de mis abusos, yo soy la que manda.
No te consiento que te aproveches de mi silencio primero y de mi falta de memoria después, del hecho de que mis recuerdos son sesgados, incompletos o no puedo fecharlos en un día o una época concreta. No te consiento que me juzgues como un implacable juez que argumentase que si yo no puedo aportar fechas, horas o pruebas físicas no darás por bueno mi testimonio. ¿Qué yo estaba vigilada? Vigilada… Los cojones!
No te consiento que me hagas dudar de mis recuerdos. Sobre todo de los sensoriales, de aquellos sonidos o imágenes que van acompañadas de sentimientos y pensamientos íntimos. Lo que ya recuerdo lo recuerdo bien, aunque tu tengas mejor memoria.
No te consiento que digas que tengo demasiada imaginación, que me invento cosas o que miento. Que mi escape durante todos estos años haya sido crear mundos de fantasía donde evadirme de mi mierda de realidad, no significa que haya confundido ambos mundos. Por desgracia siempre he tenido muy presente lo que me hicieron y nunca he tenido problemas para distinguir lo que era producto de mi imaginación con la verdad.
No te consiento que me trates de loca. Me has recomendado que acuda a un psicólogo o a un psiquiatra porque consideras que lo que denuncio y que se puede leer en este blog es producto de un trastorno. Tengo noticias para ti: Efectivamente tengo un trastorno. Concretamente un Síndrome de Estrés Post Traumático provocado por las agresiones de mi infancia. Así me lo ha descrito mi psicólogo.
No te consiento que vuelvas a decirme que olvide el tema, que es pasado, que no sirve de nada insistir en ello. Porque curiosamente, tu eterna recomendación de perdonar, olvidar y/o callar me estaba hundiendo en la mierda -esa que dices que si se revuelve huele- y sin embargo hablar y sacar todo a la luz me hace sentir inmensamente feliz. Me estoy dedicando a limpiar la mierda, y si todavía te huele, es porque tú aun la tienes encima. Será pasado cuando a mí ya no me duela recordarlo, no cuando a ti te interese.
No te consiento que le restes importancia. La tiene, mucha mas de la que tu te dispones a admitir. Esa estupidez de que los niños no sienten con la intensidad de los adultos, que no experimentan dolor o que olvidan sin secuelas, es una de las mayores patrañas que se han creado para que los adultos como vosotros, que debíais cuidarme y protegerme os lavéis las manos diciendo que “eras muy pequeña, no puedes acordarte” o “sólo fue una vez, y no llegó a pasar nada”. Lo recuerdo, fue mucho mas que una vez y pasó de todo. Y tu no eres quién para decidir cuánto o cómo me debe afectar.
No te consiento que minimices o niegues mis secuelas y mi comportamiento durante mis Años Oscuros, cuando yo creía que te importaba una mierda mi vida y lo que hiciera de ella. Son efectos secundarios que te niegas a reconocer. Todas mis conductas “raras”, absolutamente todas, son producto de las consecuencias de los abusos. Puedes recriminarme que esos comportamientos te han hecho daño, incluso entenderé que no me los perdones, estás en tu derecho. Ahora soy consciente de todo lo que hice y se que muchas cosas no estuvieron bien, pero no pienso cargar con esa responsabilidad ni un minuto mas, porque si yo no hubiera sido el juguete sexual de tres cabrones (tres, que recuerde) no estaríamos hablando de mi conducta.
No te consiento que me mientas. Lo has hecho durante años para esconder las pruebas del delito que se estaba cometiendo conmigo, para mantenerme callada y que nadie conociera la clase de monstruos con los que te has relacionado o has convivido. Y tu interés por esconder todo el asunto me ha hecho daño a mí.
No te consiento que me acuses de ser la incitadora o me responsabilices de consentir mis abusos, que me acuses de ser como mi padre. No imaginas el daño que me han hecho esas palabras. Y no te las voy a perdonar jamás.
No te consiento que me humilles en público diciendo a todo el que quiera oír que soy una mala persona por no preocuparme de mi familia, esa que minimiza o niega mis abusos y defiende a los agresores. Tu falta de protección primero y tu poco tacto después son los que me han separado de ti y de la familia.
No te consiento que me llames “desagradecida” cada vez que he sacado el tema de mi infancia a relucir. Te has empeñado en ver exclusivamente la parte negativa de mi decisión de hablar, acusándome, minimizando, negando y/o mintiendo. Y me has respondido con un portazo en la cara demasiadas veces. Si tu paciencia tiene un límite, la mía también. Pero a diferencia de ti yo no era un adulto responsable, no he podido hacer nada al respecto hasta ahora. Si no estás dispuesto a ayudarme no esperes mi agradecimiento, confórmate con lo que hay escrito en este blog.
No te consiento que me hagas chantaje emocional, cuando me amenazas con tu propio dolor causado por mi decisión de sanar destapando la herida. Yo no soy la responsable de los actos que los demás pueden llevar a cabo si decido hablar. Mi propia salud mental está por encima de todos vosotros.
Y por supuesto no te consiento que vuelvas a poner condiciones de silencio a cambio de restablecer contacto contigo. No te consiento que me instes a guardar silencio, porque no voy a hacerlo. Me da igual si te perjudica o te hace sentir mal. He guardado silencio para proteger el secreto de un cabrón demasiado tiempo. Y cuando por fin lloro mi dolor tu reacción ha sido el ataque frontal. Cuando mas te he necesitado me has abandonado a mi suerte. Pues ahora atente a las consecuencias, si no te gusta lo que digo, olvídame.
Tengo una herida que tú -consciente o inconscientemente- has contribuido a hacer mas profunda. Si no quieres reconocer tu responsabilidad o ayudarme ahora que he tomado el camino de mi sanación, al menos ten la decencia de no volver a agredirme. Si no me vas a ayudar me estorbas. ¡Quítate de en medio!
"Los que podáis caminar podéis iros, pero dejad vuestros miembros cercenados, ahora me pertenecen"
Uma Thurman en Kill Bill vol. 1 (2003) Película dirigida por Quentin Tarantino
Némesis
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