viernes, 6 de febrero de 2015

EL ACTIVISMO COMO FUNCIÓN TERAPÉUTICA

La mayoría de las personas que colaboramos en la causa de prevenir y atender el abuso sexual infantil, no somos ajenas a la problemática, en algún momento de la vida hemos padecido el abuso en carne propia, o  el dolor de los hijos, de algún otro familiar, o incluso personas que apreciamos sin ser de un lazo sanguíneo, lo cual es doloroso sin lugar a duda.
A diferencia de pensar el ¿Por qué a mí? decidí desde hace algún tiempo hacer algo al respecto, gracias a eso hoy por hoy, me siento sensible a la situación que viven millones de personas en el mundo, tengo la capacidad en mi corazón para comprenderlos y el interés por hacerlo profesionalmente.

He elegido pensar que tengo una misión de vida para realizar todas las acciones posibles para que no exista un caso más de Abuso sexual.

Nunca he relatado detalles sobre el abuso vivido, eso lo he reservado para mi trabajo terapéutico, sin embargo un recuerdo que me ha estado revoloteando en mi mente y que viene a propósito de mis acciones activistas considerado para mí el primer intento por parar la situación.

Había cumplido 8 años y después de sufrir un evento de abuso, caminaba hacia la escuela para lo cual tenía que cruzar un parque, allí había una campaña del Instituto Federal Electoral, donde los niños antes de entrar a la escuela votaban por el derecho que quisieran se ejerciera más, mi elección fue "no al maltrato de las niñas y niños" mentiría si digo que escribo literal a como decía la boleta, sin embargo me fui muy contenta al pensar que ese ejercería mi derecho al respeto de mi cuerpo.
Han pasado los años desde el día en que consideré que mandando un mensaje oculto de ayuda a través de mi voto lograría hacerme valer, hoy y desde hace un tiempo he comprendido que debo trabajar arduamente para que esas voces de los niños sean escuchadas, dirigidas a la justicia y a la reparación de los daños ocasionados.
Los que participamos en Abuso Sexual Infantil Nunca Más conocemos y sentimos la responsabilidad que tenemos al realizar cada uno de nuestros actos con la mayor calidez y amor, con el profesionalismo y la ética que todo ser humano merece.

En los últimos días, se ha repetido en numerosas ocasiones en los lugares y con las personas que he visitado la frase " lo que no se nombra no existe", me atrevo a manifestar que lo que no pueden hablarlo las victimas / sobrevivientes, lo hablamos nosotros, lo que no han reparado las políticas publicas nos esforzamos por incidir en ellas, por la información que se cobra la hemos difundido gratuitamente.

El activismo en visualizar la problemática, dar contención y orientación a quien lo requiera me ha servido transversalmente en mi proceso personal, sin perder la línea de que lo que hago por mí, lo hago por los demás.

He logrado la fuerza suficiente para luchar desde lo profesional, conociendo las apercepciones de la problemática desde los sobrevivientes y sus familiares, detectando las necesidades que estos tienen para plasmarlos y hacerlos una realidad.
Colaborar con otros en la misma causa, sobre los mismos principios y valores nos brinda la sensación de autorregulación, de encaminar el sufrimiento en aprendizaje con propósito, y si en este trayecto logramos que no exista más el atropello en la infancia, habremos logrado nuestro objetivo.

"Tengo por bien sufrido lo sufrido, tengo por bien llorado lo llorado...porque después de todo he comprendido que por lo que el árbol tiene de florido vive de lo que tiene sepultado."Extracción del poema de Francisco Luis Bernárdez.




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