La mayoría de las personas que
colaboramos en la causa de prevenir y atender el abuso sexual infantil, no
somos ajenas a la problemática, en algún momento de la vida hemos padecido el
abuso en carne propia, o el dolor de los
hijos, de algún otro familiar, o incluso personas que apreciamos sin ser de un
lazo sanguíneo, lo cual es doloroso sin lugar a duda.
A diferencia de pensar el ¿Por
qué a mí? decidí desde hace algún tiempo hacer algo al respecto, gracias a eso
hoy por hoy, me siento sensible a la situación que viven millones de personas
en el mundo, tengo la capacidad en mi corazón para comprenderlos y el interés
por hacerlo profesionalmente.
He elegido pensar que tengo una
misión de vida para realizar todas las acciones posibles para que no exista un
caso más de Abuso sexual.
Nunca he relatado detalles sobre
el abuso vivido, eso lo he reservado para mi trabajo terapéutico, sin embargo
un recuerdo que me ha estado revoloteando en mi mente y que viene a propósito
de mis acciones activistas considerado para mí el primer intento por parar la
situación.
Había cumplido 8 años y después
de sufrir un evento de abuso, caminaba hacia la escuela para lo cual tenía que
cruzar un parque, allí había una campaña del Instituto Federal Electoral, donde
los niños antes de entrar a la escuela votaban por el derecho que quisieran se
ejerciera más, mi elección fue "no al maltrato de las niñas y niños"
mentiría si digo que escribo literal a como decía la boleta, sin embargo me fui
muy contenta al pensar que ese ejercería mi derecho al respeto de mi cuerpo.
Han pasado los años desde el día
en que consideré que mandando un mensaje oculto de ayuda a través de mi voto
lograría hacerme valer, hoy y desde hace un tiempo he comprendido que debo
trabajar arduamente para que esas voces de los niños sean escuchadas, dirigidas
a la justicia y a la reparación de los daños ocasionados.
Los que participamos en Abuso
Sexual Infantil Nunca Más conocemos y sentimos la responsabilidad que tenemos
al realizar cada uno de nuestros actos con la mayor calidez y amor, con el
profesionalismo y la ética que todo ser humano merece.
En los últimos días, se ha
repetido en numerosas ocasiones en los lugares y con las personas que he
visitado la frase " lo que no se
nombra no existe", me atrevo a
manifestar que lo que no pueden hablarlo las victimas / sobrevivientes, lo
hablamos nosotros, lo que no han reparado las políticas publicas nos esforzamos
por incidir en ellas, por la información que se cobra la hemos difundido
gratuitamente.
El activismo en visualizar la problemática,
dar contención y orientación a quien lo requiera me ha servido transversalmente
en mi proceso personal, sin perder la línea de que lo que hago por mí, lo hago
por los demás.
He logrado la fuerza suficiente
para luchar desde lo profesional, conociendo las apercepciones de la problemática
desde los sobrevivientes y sus familiares, detectando las necesidades que estos
tienen para plasmarlos y hacerlos una realidad.
Colaborar con otros en la misma
causa, sobre los mismos principios y valores nos brinda la sensación de autorregulación,
de encaminar el sufrimiento en aprendizaje con propósito, y si en este trayecto
logramos que no exista más el atropello en la infancia, habremos logrado
nuestro objetivo.
"Tengo por bien sufrido lo
sufrido, tengo por bien llorado lo llorado...porque después de todo he
comprendido que por lo que el árbol tiene de florido vive de lo que tiene
sepultado."Extracción del poema de Francisco Luis Bernárdez.
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