jueves, 2 de mayo de 2019

Abuso sexual, un gigante al acecho de nuestros pequeños



El Abuso Sexual Infantil ha existido desde siempre y ha marcado la vida de muchas personas a lo largo de la historia en diferentes culturas, clases sociales, niveles educativos, grupos religiosos y étnicos.
Durante muchos años nuestra sociedad ha estado dormida ante una problemática que de manera perjudicial afecta a la niñez ocasionando daño emocional y psicológico a largo plazo muy devastador para el niño y la familia en general, y sólo hasta hace poco tiempo se ha comenzado a hablar de este tema, con cierta incredulidad en todas las personas.
Se estima que cada 8 horas en nuestro país existe una nueva denuncia de abuso sexual y eso corresponde únicamente a casos que son denunciados pero el número de casos que no se reporta es aún mayor.
El tabú que rodea a todo lo relacionado con la sexualidad impide que se pueda hacer algo al respecto para poder detener a este gigante que esta acabando con los sueños e inocencia de muchos niños y niñas pasando desapercibido en ocasiones hasta por la misma víctima, pues el hogar que se supone como el recinto de amor y protección de cualquier persona es en ocasiones el lugar de mayor peligro para un menor.
Cuando pensamos en abuso sexual asumimos que esto será por parte de personas desconocidas, pensamos en imágenes grotescas, violencia, sangre, intimidación y penetración. Sin embargo; no todo ocurre de esa forma, es más, en la mayor parte de los casos el abuso sexual ocurre en casa, por una persona de confianza del menor (familiares o amigos cercanos) y ese abuso es disfrazado de caricias, tocaciones, exposiciones visuales de actos sexuales o practicas masturbatorias con o sin penetración a las que se obliga al menor desde tempranas edades y pueden llegar a ser de manera continuada hasta que el niño es consciente de que lo que esta pasando no es correcto o se empieza a sentir avergonzado a medida que crece y el abuso se mantiene sintiéndose atrapado, sometido, sin saber que hacer o a quien recurrir, creyéndose responsable de lo que ha pasado.
Tomemos en consideración que no existe un niño o niña preparada psicológicamente para hacerle frente al estímulo sexual precoz y repetitivo. Aun los niños de dos o tres años que no saben que la actividad sexual es incorrecta, desarrollarán problemas como resultado de su inhabilidad para hacerle frente a la sobreestimulación. Si conoce y ama al que lo abusa se siente atrapado entre el afecto que siente hacia esa persona y la sensación de que las actividades sexuales son terriblemente malas. En la mayor parte de los casos el agresor valiéndose de ser figura de autoridad y confianza para el niño podrá amenazarlo o chantajearlo para guardar el secreto y seguir obteniendo la colaboración de este.
En este punto es de suma importancia ser conscientes de la gravedad del problema, de su alta incidencia en nuestro país y del impacto tan negativo que esta problemática está ocasionando en la vida del niño que es víctima de abuso sexual prolongado, generalmente el menor desarrolla pérdida de autoestima, sensación de que no vale nada, adquiere una perspectiva anormal de la sexualidad durante la adolescencia y madurez. El niño víctima de abuso sexual muestra señales del abuso a los que deberíamos estar alertas para poder ayudar y denunciar, este puede volverse muy retraído, perder la confianza en todos los adultos, desarrollar terrores nocturnos, pesadillas recurrentes, miedo a la oscuridad, enuresis, alteraciones del habla y hasta puede llegar a considerar el suicidio.
Nuestro rol como padres no es trabajar con las consecuencias de un abuso sexual, sino mas bien prevenir que esto suceda y eso solo será posible mediante la educación sexual integral, que ensene desde temprana edad las diferencias anatómicas de un hombre y una mujer, a llamar a sus genitales por su nombre, a distinguir una caricia buena de una mala y sobre todo a quien recurrir si notan que algo raro, extraño o incomodo esta sucediendo.
La pregunta es… Que espera el sistema educativo, nuestros gobernantes, nuestras iglesias, las familias, para aceptar que la Educación sexual es una necesidad y lejos de dañar o pervertir empoderara a nuestros hijos y los ayudara a desarrollarse integralmente como personas sanas y responsables para la sociedad.

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