viernes, 5 de julio de 2019

Un punk al piano


Dentro del acartonado y selecto mundillo de la música clásica existe un bicho rarísimo —únicamente para ellos— que les pinta dedo y les da unas patadas en el trasero por rígidos. Ese es James Rhodes, un pianista británico, sin una educación formal en la música, que toca el piano en lugares donde habitualmente no tiene cabida la música clásica y también, donde sí la tiene y mucho, que sale a tocar en jeans, con sus tenis Converse y playeras con la leyenda «Bach is the fucking amo», que rompe todos los convencionalismos absurdos —que lo único que han logrado es dotarla, a la música clásica, de una mala fama; percibiéndola como aburrida, elitista, difícil de entender, etc.—, escritor de dos fabulosos libros, diagnosticado con trece desórdenes mentales, víctima de abuso sexual infantil, conferencista, activista y promotor incansable sobre el poder que tiene la música en los seres humanos.
Instrumental (Blackie Books, 2015), es una entrañable, desgarradora, sincera y maravillosa autobiografía. En ese libro James nos abre las puertas de su vida, nos da las llaves para que deambulemos libremente, se muestra tal y como es, tal y como fue su vida, sus abusos infantiles —o mejor como él lo dice: violaciones sexuales, sin eufemismos por favor—, su tiempo en pabellones psiquiátricos, las adicciones, los intentos de suicidio, las autoagresiones, la paternidad, su matrimonio fallido y por supuesto, la música que, por palabras de él, le salvó prácticamente la vida.
La personalidad de James me resulta sumamente atractiva: es un tipo con un valor digno de aplaudir, porque hablar deliberadamente sobre temas tan difíciles e íntimos, no es para nada sencillo. Temas que para la mayoría aún resultan incómodos, temas que son tabú y que lo mejor que hemos aprendido es a callarlos, parecer que no existen y seguir con nuestras vidas. Pero para personas como James, eso no puede seguir y el primer paso es hablarlos. Pues él no sólo habla explícitamente de las violaciones que sufrió de niño por su maestro de deportes y de las innumerables consecuencias que esto le causó en su momento y a futuro; sino también habla del profundo amor que siente por su hijo, por la música, por el piano y por las contadas personas que se han mantenido a su lado a pesar de todo. Se podría decir que el libro habla sobre el amor: ese sentimiento que nos hace actuar sin esperar nada a cambio, que nos hace ser compasivos y empáticos, que nos hace salir un momento de nosotros mismos y ayudar al otro, ese sentimiento que nos hace perdonarnos y sobretodo, reconciliarnos con nosotros mismos.
Fugas (Blackie Books, 2017), es su segundo libro, también publicado por la misma editorial catalana. Que haciendo un paréntesis —si ustedes me lo permiten—, sus traducciones me resultan sumamente chocantes. Percibo de muy mal gusto que un traductor sea tan pedante o muy poco inteligente (cualquiera de las dos aplica) y haga un trabajo de esa naturaleza; es decir, parece que traduce para la ciudad en donde vive, para sus amiguitos de esquina, importándole un comino, los demás hispanohablantes. Su traducción está retacada de jerga catalana, hasta llega haber palabras que su significado es ininteligible, a menos que tengas un amigo catalán al cual preguntarle qué carajo significa tal expresión. Pero bueno, aquí termino con mi intervención arbitraria. Fugas, es a mi parecer, un libro no tan bueno como el primero. ¿Por qué digo esto si las comparaciones son totalmente innecesarias? Porque los dos libros tienen la misma naturaleza: son escritos en primera persona, autobiográficos, hablan de casi las mismas cosas; por eso no me resulta tan ridícula la comparación. Lo que sí tiene de diferente, es que está escrito a manera de diario de viaje. Vemos un James más maduro, menos dominado por sus demonios, más reconciliado con él mismo, con una carrera más profesionalizada y en constante ascenso, con un James más relajado, pero a veces con el mismo James, el de sus años más tormentosos.
Ambos libros los recomiendo ampliamente, son verdaderas delicias. Y me hacen preguntarme ¿por qué un tipo que es concertista me entretiene y disfruto más de su lectura que la de un escritor con una fama considerable? Si los ven en una librería no duden en adquirirlos.
Los dejo con unas palabras del mismo James —para que vean que rockea y mucho—:
Me violaron a los seis años.
Me internaron en un psiquiátrico.
Fui drogadicto y alcohólico.
Me intenté suicidar cinco veces.
Perdí la custodia de mi hijo.
Pero no voy hablar de eso.
Voy a hablar de música.
Porque Bach me salvó la vida.
Y yo amo la vida.

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