Nunca más gritos sin voz,
no somos los mismos
pero sí más valientes.
Después de la neblina
viene la esperanza,
han pasado tantos años
que se acaban las lágrimas
y se convierten en sonrisas.
Trabajar un día a la vez,
cargando en la espalda
un costal de recuerdos
vacíos de coraje.
Eso es vivir.
El odio se extingue,
ahora es una reconciliación
con uno mismo,
pétalos de rosas que dan aroma a mis días.
No quiero morir,
ser una estadística
en un blog que nadie lee,
vivir el presente es vivir con amor.
Mis sueños son posibles
porque se abren a mitad del cielo,
espesura de caminar
con los presagios pensando en sanar.
El coraje de sanar,
aún en el mundo que se incendia
con el fulgor de su desdicha,
recordar para vivir sin que duela.
Hoy escucho el canto del bosque
mi cuerpo es visible en su transparencia,
el dolor es un río tan líquido
que se escurre en el vacío de una remembranza.
Nunca más gritos sin voz,
caminemos instantes
con el espejo en la mano,
escuchando al cenzontle que te canta al oído.
Todos somos recuerdos en el mismo nido.
Morirme de otra muerte ya no me interesa,
hablemos de amor sin cuartos vacíos
de la lucha de los olvidados
que estamos vimos.
El coraje de sanar
es abrir la puerta sin fantasmas,
nunca más es decir No.
Nunca más gritos sin voz.
En conmemoración al 19 de Noviembre,
Día Mundial para la Prevención del Abuso Sexual Infantil.
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