miércoles, 11 de junio de 2008

EL SECRETO

"El futuro de los niños es siempre hoy. Mañana será tarde.”Gabriela Mistral.

en las últimas semanas se han dado a conocer en los medios de comunicaciónnumerosos casos de abuso sexual a menores.
Resulta increíble ver lasnoticias, escuchar la radio o abrir algún sitio de internet y enterarse dela dolorosa y penosa realidad que azota a los más indefensos: los niños.
Los abusos sexuales no son sucesos aislados, sin embargo, el silencio y el secreto que rodean a estas experiencias, lo cual permite que sigan repitiéndose, nos hacen pensar que son casos poco comunes a pesar de que aproximadamente tres millones de niños y niñas de todo el mundo son víctimas de abuso sexual —de los cuales alrededor de 16 mil son mexicanos—y cada año otro millón engrosa la cifra, de acuerdo con datos proporcionados por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia Unicef).Contra lo que anteriormente creían diversas disciplinas, los ofensores son en su mayoría personas familiares y cercanas a la víctima —padre, tío,primos, padrinos, abuelos, maestros—, quienes utilizan la ventaja que lesda su posición de poder (afectivo, de autoridad, económico, de edad) conel fin de envolver al menor en actividades sexuales. La estrategia del abusador es la amenaza sobre el mantenimiento del “secreto”.Esta es una situación que desde hace tiempo aqueja a nuestra sociedad,pero desgraciadamente nuestros mecanismos legales tendientes a fincar responsabilidades aún son muy débiles para garantizar un debido proceso que permita una protección a sus derechos en los ámbitos en los que sedesarrolla.
A pesar de que México ha ratificado la mayoría de los tratados internacionales en materia de abuso y explotación sexual infantil, logrado traducirlos en acciones legislativas y de política pública integrales para garantizar que niños y niñas dejen de ser víctimas de todas las formas de abuso sexual.La solución es la creación de instancias apropiadas, específicamente una fiscalía especializada en delitos contra el menor, en donde el infante que sufrió el daño sea tratado respetuosamente y no se violen sus derechos;donde exista personal calificado, por ejemplo, un pediatra y no el doctoren turno; donde se trate al menor como niño y no como adulto; donde se reciba atención integral que incluya ayuda sicológica; donde no se dé una doble victimización al insistir que la carga de la prueba recaiga sobre la víctima, no hace falta recordar las historias de terror del pederasta JeanSuccar Kuri, en las que se ha exigido más de diez veces la comparecenciade los menores denunciantes.
En conclusión, necesitamos un lugar donde los niños sean tratados como niños y se atrevan a denunciar sin que suestabilidad sico-emocional se vea amenazada de nuevo.Es necesario al mismo tiempo incrementar las penas, pues si bien es cierto que en la mayoría de las legislaciones mexicanas el abuso sexual estáadecuadamente tipificado, también lo es que las penas no son lasmerecidas.Lo importante es saber que el abuso sexual se previene, que resultanecesaria la educación sexual temprana para niños, padres y docentes y que necesitamos instalaciones destinadas a la atención y la denuncia de crímenes contra menores de edad, así como penas acordes a estos cobardes delitos.Tenemos ante nosotros un desafío consistente en cerrar el abismo entrenuestra legislación y nuestra realidad a nivel de las políticas de prevención y denuncia del abuso sexual, creando espacios de libertad donde no se tenga miedo a hablar de los problemas que nos aquejan, donde, como bien lo dijo Rafael Álvarez Crdero: “Los niños no pierdan para siempre la capacidad de ser adultos felices y que los responsables sigan tancampantes. Eso debe terminar. ¡Ya basta!”

por Federico Doring, Senador de la Républica por el Distrito Federal.

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