Abordar el tema de los victimarios nos remite inexorablemente, cuando de abuso y violación infantil se trata, a iniciar el recorrido repasando brevemente el lugar de las víctimas y las dificultades que se nos presentan.
Es ampliamente conocido que el más severo de los maltratos infantiles es el mal llamado abuso sexual infantil, que no debemos temer nominar como violación infantil, y que constituye sin lugar a dudas un delito penalizado por la ley.
El abordaje del mismo suele centrarse en el diagnóstico del niño, niña o adolescente que se sospecha ha sido víctima de dicha agresión. En este contexto me pareció interesante profundizar un poco en relación a los diagnósticos de abuso infantil y precisar algunas definiciones y contextos, la definición clínica, si bien está en relación con la definición legal, está enfocada al impacto traumático de las experiencias en el niño, niña o adolescente.Estos impactos traumáticos dependerán de la comprensión y del significado que atribuya a los comportamientos abusivos, atributos que pueden modificarse durante el proceso evolutivo.
Lo importante es tener en cuenta que, aún en ausencia de efectos traumáticos observables, el niño, niña o adolescente debe ser protegido de futuros abusos (definición de Servicios de Protección Infantil) y que este tipo de comportamientos constituyen un delito (definición de la Justicia Penal)Existen tres características que definen los comportamientos abusivos:
a) las diferencias de poder que conllevan posibilidad de controlar a la víctima física o emocionalmente;
b) las diferencias de conocimientos que implican que la víctima no pueda comprender cabalmente el significado y las consecuencias potenciales de la actividad sexual; y
c) la diferencia en las necesidades satisfechas: el agresor/a busca satisfacer sus propios impulsos sexuales
Desequilibrio de poder
El desequilibrio de poder implica que el agresor/a controla a la víctima y que el encuentro sexual no ha sido planeado ni realizado de manera consensuada. Este desequilibrio puede deberse a relaciones de parentesco, vínculos jerárquicos y de autoridad, a la diferencia de estatura, tamaño corporal y/o fuerza física que permite que el agresor/a pueda manipular al niño, niña o adolescente mediante la intimidación y/o la coerción física y/o emocional, mediante sobornos, promesas o engaños.Diferencias de conocimientosSi una de las partes implicadas (el agresor/a) tiene conocimientos más avanzados acerca del significado y los alcances del comportamiento sexual, se pueden considerar abusivos los hechos investigados.
El mayor grado de conocimiento puede deberse a que, evolutivamente, está más desarrollado o a que, es más inteligente que su víctima. Esta cuestión se presta a polémicas en relación al tope de edad que se establece para determinar que un niño o una niña haya sido victimizado/a, si este tope tiene que ser diferente para los niños que para las niñas. Es polémico también en relación a cómo considerar los comportamientos sexuales entre una chica de 16 ó 17 años y un muchacho de 20 ó 21 (cuando se producen sin que mantengan una relación afectiva).
Sin embargo, no existen dudas cuando la persona involucrada en estos comportamientos tiene algún tipo de retraso madurativo o de minusvalía física o emocional. En estos casos no importa si la víctima tiene la misma edad o si es mayor que el agresor/a.
Diferencia en las necesidades satisfechas
Es sabido que en los casos de abusos sexuales a niños, niñas o adolescentes el objetivo de los comportamientos no es la gratificación sexual mutua. Lo habitual es que el agresor/a esté satisfaciendo exclusivamente sus propias necesidades sexuales. Esta gratificación diferencial ocurre más allá de que el agresor/a consiga excitar sexualmente a la víctima.Al ser el agresor/a más poderoso/a que el niño/a puede imponer comportamientos sexuales que pueden resultar dolorosos, intrusivos o abrumadores.
Puede además, para que no se resista, ya que éste carece de conocimientos suficientes sobre las implicancias sociales y personales que tiene involucrarse en este tipo de acercamientos, lo que determina la incapacidad del niño/a para consentir dichas conductas. Por otro lado, más allá de los comportamientos y formas en que se manifieste un abuso o violación sexual, el objetivo central es la gratificación del agresor/a, principalmente en relación al placer que le produce el sometimiento, que va más allá de la gratificación sexual genital.En este punto podemos adentrarnos en la figura del agresor, que como sabemos no está aún tipificada, y que resulta muy difícil de delinear de modo taxativo
La tangente siempre se diseña en favor del violador de modo tal que pueda eludirse la palabra violación acompañada en el imaginario social por la figura del victimario. De ese modo se pueden deconstruir las premisas ideológicas de quienes escuchan que no ignoran quiénes violan pero que ideológicamente eligen no reconocer. Así se recurre a la expresión abuso sexual internacional e hipócritamente avalada. Complemento del agotamiento al hablar del abuso surge el mito del abusador abusado”Aquí nos adentraríamos en un terreno peligroso, y continúo citando a la Dra. Giberti: “Se pretende fundar una política que alivie la responsabilidad de quien delinque contra niños y niñas. Carece de toda ingenuidad recurrir a la tesis de la repetición compulsiva, que practicaría el violador, asociándola a la postura de la mimesis, es decir, de la imitación que describió Girard en su planteo del chivo expiatorio, apuntando a una imitación recíproca: el abusador/violador estaría convirtiéndose en el doble de quien lo victimizara, es decir, se busca crear la cadena en la cual ese sujeto sería solo un eslabón repetido y repitente de la cadena en la cual está fatalmente inmerso.
A él lo violaron, luego él violará, incluyéndolo de ese modo dentro del circuito determinístico.”Este es un camino resbaladizo, es cierto que los abusadores han sido niños abusados, probablemente si, pero eso no significa que no son delincuentes y que tienen plena conciencia de sus actos, y por lo tanto merecen su castigo en prisión.
No podemos siquiera pensar en utilizar esto como atenuante, sí, nos debe llamar a la reflexión respecto, a como proceder cuando se detecta una situación de abuso infantil, qué se debe hacer, cómo se debe intervenir, como tratar las secuelas postraumáticas. Debemos tener bien en claro que siempre deja secuelas y que no podemos predecir la gravedad de las mismas.No podemos decir que todo niño o niña victimizados/a será un futuro victimizador/a, no se puede simplificar de esta manera una temática sumamente compleja. Esta es una idea que tortura a muchos padres y madres de niños que han sido víctimas, la pregunta aparece siempre, será luego él o ella un victimario/a. No es algo inexorable, inevitable, determinado… de ninguna manera, lo que sí es sumamente importante, es como se interviene con ellos, que tipo de tratamiento se implementa. Muchas veces hemos escuchado, es chiquito, se va a olvidar, seguramente no se acuerda, como puede saber si “no entiende”. Nada más alejado de la realidad, en esto debemos ser muy claros, no hay manera que no deje huella, sí podemos decir que lo que se haga después determinará el tipo de daño que dejará.
El tratamiento del abuso infantil involucra a toda la familia, a los adultos protectores y está ligado al castigo al agresor, fundamental, para la normal evolución del tratamiento.Si debiéramos describir características que hemos hallado durante todos estos años de tarea, en los que nos hemos encontrado con muchos agresores de niños/as, cara a cara, tanto durante el proceso de evaluación de los pequeños/as, como de ellos mismos, o durante el proceso de juicio oral, nada define mejor que el título de esta ponencia, al que le agregaría la palabra complejas, es decir las complejas máscaras del abusador. La idea de máscara, doble cara, doble fachada, está siempre presente. Lejos está de la idea de un sujeto aberrante, monstruoso, deformado, que asusta cuando se lo ve; todo lo contrario, se trata de un señor o señora, que tiene el mejor concepto en el vecindario, buen profesional, comerciante o lo que sea a lo que se dedique, amable, simpático, siempre bien dispuesto, incluso durante el proceso en el que se lo está investigando.
Cuántos errores se han cometido por esta mascarada, cuantos niños y niñas han sido victimizados una y otra vez porque los funcionarios e incluso los colegas no podían creer que un señor tan “buen padre” fuera capaz de semejante barbaridad.Me gustaría aquí incluir un párrafo escrito por la Dra. Giberti vinculado al caso descubierto en Mendoza: “La sombra de la figura del padre se cierne sobre esta semantización híbrida, blandengue y confusionante, buscando preservar la figura sacrosanta del progenitor. Que cuando es realmente padre no precisa ser salvaguardado, porque se alcanza a sí mismo en su textura proteccional y orientadora de sus hijos. Pero los reproductores masculinos de la especie no son necesariamente padres, sino que históricamente se recrean como violadores de sus hijas. Esta afirmación genera problemas en el ordenamiento patriarcal de las sociedades y siempre arriesga que las almas buenas –bienaventuradas y respetadas sean– salgan al cruce con la afirmación: “¡Es una exageración! ¡Yo nunca conocí a alguien violada por su padre!”. Así será porque durante siglos se silenció el tema y actualmente se busca digerirlo a partir del monstruo –lo espectacular al borde del linchamiento– y del abuso –la tibieza de la letra b, apenas sostenida entre los labios semicerrados al pronunciarla, la antítesis perfecta del desgarro brutal contra la genitalidad de la niña-. Ni monstruo ni abuso: incesto contra la hija niña, que, para el colmo de su horror, desde el comienzo de su vida aprendió a amarlo.” Debemos tener en claro, que un “padre” que utiliza a su hija o hijo como objeto sexual NO ES UN PADRE.
Si nos adentramos en una evaluación más profunda de personalidad de los agresores, allí también nos encontramos con dificultades, debemos hilar muy fino para descubrir los indicios en las técnicas.Preponderantemente hemos visto, signos de inmadurez psicosexual, es decir sexualidad infantil, rasgos perversos, y muchas características psicopáticas, pero generalmente en una estructura de base neurótica, que cuando la evaluación es analizada por profesionales sin la suficiente experiencia o influenciado por la doble cara puede llevar a resultados nefastos para las víctimas. Lamentablemente hemos tenido varias experiencias de este tipo, incluso recuerdo haber presenciado, como perito de parte una toma pericial en sede judicial que jamás olvidaré por lo inconsistente de la misma y con resultados absurdos, que obviamente objetamos y que aún está en trámites.Para describir un poco más al agresor, debemos recorrer los aspectos de la psicopatía que consideramos se encuentran en los abusadores de niños/as.Sabemos que los psicópatas se caracterizan básicamente por su desprecio hacia las normas establecidas por la sociedad.
Carentes de principios morales, sólo valoran a las demás personas en la medida en que puedan serles de alguna utilidad práctica, de modo que no tienen reparo alguno en atropellar los derechos ajenos cuando estos representan un obstáculo para el logro de sus propósitos. Su falta de sentimientos de culpa se traduce en todo tipo de justificaciones para sus actos, de modo que el psicópata se muestra a si mismo como incomprendido o víctima de la sociedad, guiándose siempre por sus propias reglas y no admitiendo nunca el menor remordimiento o vergüenza por sus atropellos. Son depredadores infrenables e imposibles de tratar en quienes la violencia es planeada, decidida y carente de emociones.Cleckley enumera los siguientes rasgos característicos de las personalidades psicopáticas: atracción superficial; ausencia de ansiedad neurótica; ausencia de trastornos del juicio; irresponsabilidad; conducta antisocial habitual, inadecuadamente motivada; buena inteligencia; falta de remordimiento y vergüenza; incapacidad para amar; incapacidad de aprender con la experiencia; falta de autocrítica; reacción desproporcionada o fantástica al alcohol; pobreza de reacciones afectivas; fracasos frecuentes e inexplicables; y, por último, falta de sinceridad.
En resumen, el psicópata tiene poca capacidad para adaptarse satisfactoriamente al medio ambiente, es voluble, egocéntrico, muestra un predominio de las tendencias instintivas y una deficiente disposición para amar. Los tipos psicopáticos formulada por K. Schneider, autor que con más rigor ha descrito los rasgos de las personalidades psicopáticas, define una serie de grupos. Todos estos grupos se presentan no sólo en diferentes grados de intensidad, sino también en todas sus combinaciones. Dentro de estos grupos destacamos los que hemos hallado de modo recurrente en los violadores de niños, niñas y adolescentes:- Psicópatas explosivos. Son aquellas personas que, ante el motivo más insignificante, montan en cólera y pierden el autocontrol. Cualquier palabra les ofende, determinando inmediatamente una respuesta insultante o agresiva. Fuera de estas reacciones, tales individuos son casi siempre tranquilos y dóciles. Con frecuencia, muestran una gran sensibilidad al alcohol, desencadenándose con facilidad reacciones explosivas y violentas.- Psicópatas desalmados. Con este nombre se designan las personalidades psicopáticas caracterizadas por un embotamiento afectivo. Son individuos que carecen de sentimientos de compasión, vergüenza, arrepentimiento y conciencia moral. Conocen perfectamente las normas morales, pero no subordinan a ellas su conducta.
La frialdad de sentimientos se manifiesta tempranamente, siendo frecuentes en la infancia la inadaptabilidad escolar, el precoz despertar de la sexualidad, (que podríamos asociar a victimizaciones sufridas) e incluso la comisión de delitos, ya de modo solitario o en grupos junto a otros sujetos asociales. Tienen extraordinaria importancia social estos psicópatas por su acentuada peligrosidad, dando lugar a todo tipo de delitos, desde crímenes brutales hasta atentados contra la propiedad.Respecto a la responsabilidad (v.), la tendencia actual es a considerar a los psicópatas imputables y, por tanto, sujetos a sanción penal, sin tener en cuenta para nada su psicopatía; ya que tales personalidades poseen la facultad necesaria para conocer la punibilidad del hecho y para actuar con arreglo a este conocimiento, aunque los motivos de su actuación radiquen más en el temor al castigo y en el egoísmo que en verdaderos valores morales.En todo lo que venimos desarrollando se desprende inevitablemente la repetición compulsiva del delito, es decir la imposibilidad del tratamiento de estos delincuentes, en este contexto la posibilidad de la creación del la base de datos genéticos creada por ley en nuestra provincia, que incluirá y cito textual “los resultados de los estudios genéticos realizados en todas las investigaciones penales, especialmente, en las que se investiguen delitos contra la vida, la integridad sexual, la identidad o la libertad de las personas” podría convertirse en una herramienta de suma utilidad a la hora de realizar investigaciones.
La información de esta base de datos será secreta, y solamente se encontrará disponible para jueces, fiscales y defensores intervinientes en relación con las causas en que se encuentren investigando a los fines de que los tengan como prueba y puedan cotejarlos con otros datos.Por otra parte, la ley instituye la creación del Registro de Condenados por Delitos contra la Integridad Sexual, en la órbita del Ministerio de Justicia provincial, que almacenará los datos personales de todos los condenados por delitos sexuales que se encuentren con sentencia judicial firme. Me gustaría detenerme un instante en este punto. Es sumamente importante que esto se implemente, pero no podemos perder de vista algunas cuestiones: muchas situaciones de violaciones de niños, niñas y adolescentes no dejan elementos que permitan ser incluidos en una base de estas características, es decir no hay fluidos, u otros elementos para ser registrados, solo hay dolor y vidas de niños y niñas truncadas en su desarrollo, cómo podríamos registrarlos…Lo que si me parecería un avance y debo decir que hace mucho tiempo que desde nuestra institución lo venimos pensando, es el registro con nombre y apellido y todo dato filiatorio posible de los sentenciados por estos delitos, pero considero que debería ser de pública consulta no solo accesible a determinados actores, ya que de existir, podríamos haber evitado un sinnúmero de casos, y nos consta desde nuestra práctica, desconozco cuales serían los impedimentos legales para que esto fuera así, pero si los hubiera, sería tarea de nuestro legisladores poder allanarlos, creo que los niños, niñas y adolescentes lo merecen.
La Lic. María Beatriz Müller, es presidenta del comité organizador del II Congreso Internacional Violencia, Maltrato y Abuso, que se desarrollará del 12 al 15 de Noviembre de 2009, en la Facultad de Psicología y Psicopedagogía de la Universidad del Salvador y Teatro Nacional Cervantes'
No hay comentarios:
Publicar un comentario