México registra altos índices de abuso sexual infantil, en donde las víctimas son en su mayoría niñas y el promedio de edad de los afectados es de 5.7 años, reveló Ruth González Serratos, especialista de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Al participar en el Simposio Repercusiones Clínicas y Psicológicas del Abuso Sexual, en el tercer día de actividades del VII Congreso Latinoamericano y II Iberoamericano “Sobre la Violencia contra Niñas, Niños y Adolescentes”, la especialista sostuvo que la sexualidad es utilizada como un instrumento que marca la imposición del poder y la ira sobre otro ser.
En su ponencia Síndrome Postraumático Inmediato y Mediato en Menores y Sobrevivientes de Violencia Sexual en la Infancia, la catedrática de la Facultad de Psicología de la UNAM, refirió que de junio de 1994 a mayo de 2002 la institución atendió 894 casos, de los que el 48.9 por ciento son sobrevivientes de abuso sexual en la infancia que no recibieron ningún tipo de ayuda y el 21.8 por ciento tuvo acceso a apoyo.
La edad promedio de la víctimas es de 5.7 años y el 77 por ciento son mujeres, mientras que en todos los casos la víctima conocía al agresor: el hermano en 19 por ciento; el padrastro en el 18 por ciento; el tío en un 16 por ciento y el padre en un 15 por ciento.
González Serratos manifestó que los menores abusados sexualmente presentan un síndrome de estrés postraumático que se manifiesta en alteraciones en los hábitos escolares en el 40 por ciento de los casos; en hábitos del sueño 10 por ciento y presentan además miedo a salir en un 70 por ciento; miedo a algún hombre en específico, a adultos en general, a que la madre sea agredida y a salir a jugar en un 60 por ciento.
GRAVES SECUELAS SICOLÓGICAS
La especialista dijo que en el síndrome de estrés postraumático en sobrevivientes de abuso sexual en la infancia, es decir las personas que fueron abusadas cuando eran menores y no recibieron ningún tipo de tratamiento, encontramos que el 85.3 por ciento hay una sensación de fealdad, sensación de no ser uno mismo 74 por ciento; usar ropa que esconda el cuerpo un 70 por ciento.
Respecto a su sexualidad, añadió, el 73 por ciento experimenta dificultad para integrar la sexualidad con las emociones y se sienten sucias sexualmente.
Hay auto devaluación en un 90 por ciento, sensación de ser diferentes 88 por ciento, enojo constante en un 91.3 por ciento, necesidad de controlar a otros 86.7 por ciento, incapacidad de decir “no” 86.7 por ciento, sentimiento de culpa en un 90 por ciento.
Por otra parte el doctor Jorge R. Pérez Espinosa, del Centro de Atención Psicoterapéutico para Mamás (CAPSIM) de la Facultad de Psicología de la UNAM, expuso que el 90 por ciento de las madres violentas fueron abusadas en su infancia y fueron además maltratadas por su madre o padre.
Expuso que estas madres tienen problemas para establecer el vínculo afectivo entre ellas y sus hijas e hijos, lo cual es resultado de la falta de atención que sufrieron cuando niñas.
Su autoestima, añadió, es muy baja y se autodefinen con “demonios”, “mala mujer”, “chantajistas” y “perversas”, ya que asumen conductas de intolerancia con sus hijos e hijas y porque muchas veces no han perdonado a sus padres y madres y a quienes abusaron de ellas.
Sostuvo que es importante la perseverancia de estos programas ya que el problema de la madre que maltrata a sus hijos no es sólo un asunto relacionado con la condición económica o nivel educativo, sino que se presenta en todos los estratos sociales y académicos.
En el mismo simposio, el maestro en Salud Pública, José Rubén Ramírez, indicó que la violencia hacia los niños, niñas y adolescentes es una obstrucción para el desarrollo de una sociedad con equidad.
EL SUICIDIO COMO SALIDA AL DOLOR
Expuso que es común encontrar que las niñas y los niños abusados sexualmente tengan repercusiones negativas como la muerte prematura por suicidio, homicidio o infecciones de transmisión sexual.
Así como problemas de salud física como lesiones, discapacidad, baja autoestima, comportamiento sexuales de riesgos para su salud, embarazos no deseados, abortos en situaciones de riesgo, lo que incrementa la mortalidad infantil y adolescente.
En este sentido, el especialista universitario consideró necesario crear modelos de atención multi-interdisciplinarios que deben ser obligatorios para los hospitales que atiendan a niñas, niños y adolescentes.
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