Muchos sobrevivientes han perdido décadas viviendo patrones auto-destructivos como mecanismos de defensa. Quizá tú has pasado años envuelto en una adicción a las drogas o al alcohol, viviendo en las calles, estando en relaciones abusivas, o haciendo cosas a ti o a otros de las que ni siquiera quieres hablar. Pero la cuestión más importante es que sobreviviste. Tú has usado cualquier recurso que tuviste para lograrlo durante tu infancia, de modo que pudiste crecer y convertirte en adulto con la oportunidad y el libre deseo de sanar. Literalmente, muchos sobrevivientes hubieran muerto de no haber sido por sus mecanismos de defensa.
Como sobrevivientes, debemos estar orgullosos de nuestra iniciativa para mantenernos con vida, sin embargo, muchos sobrevivientes en lugar de ello, se sienten terriblemente avergonzados. La verdad es, que como una persona joven traumatizada, aislada y atemorizada, tú hiciste cualquier cosa que pudiste para sobrevivir al abuso. Y una vez que creciste, continuaste con los mismos patrones de conducta porque te funcionaron (al menos de alguna manera), porque se volvieron hábitos, porque quizá todavía no tuviste otras opciones (¿quién estuvo ahí para enseñártelas?).
Lo más importante es que has crecido desde entonces. Tienes la habilidad de reexaminar tu vida. Puedes dejar de hacer cosas de las que estás avergonzado(a) y empezar el esmerado trabajo de cambiar tu conducta. Pero tienes que empezar por perdonarte a ti mismo(a) por las cosas que hiciste con la finalidad de afrontar la realidad. Sentirte avergonzado y terriblemente mal sobre ti mismo(a) te puede mantener atrapado(a) e impotente, incapaz de movilizar tu energía para hacer los cambios necesarios en tu vida.
Si, en cambio, tus mecanismos de defensa incluyen acciones que lastimaron a otras personas (golpear a tus hijos con rabia mal dirigida, abusar de un niño más pequeño cuando estabas creciendo), perdonarte a ti mismo(a) no es suficiente. Cuando has lastimado a alguien más, tú necesitas hacerte responsable por el daño, lamentar el hecho de que has lastimado a otro ser humano para asegura que esa conducta no se repetirá y hacer algunas reparaciones que sean posibles, antes de perdonarte a ti mismo.
A pesar de que estos ejercicios no están diseñados para ayudarte a llegar a un acuerdo con tu propia conducta abusiva o dañina, es esencial que busques ayuda profesional si actualmente estás dañando a otros o te preocupa que puedas hacerlo. Igualmente, también podrías necesitar ayuda profesional para lidiar con las repercusiones del daño que has causado en el pasado.
Los siguientes ejercicios te ayudarán a analizar los mecanismos de defensa de los que te sientes avergonzado(a).
Enlista los mecanismos de defensa de los que te sientes particularmente mal al respecto. Incluye cosas de tu niñez o de tu vida adulta – incidentes de una sola vez (La vez que torturé a mi gato / Cuando tenía ocho años, robé el dinero del gasto del monedero de mi abuela) o patrones de largo plazo (He estado comiendo compulsivamente desde que tenía ocho / Soy verbalmente abusiva cuando estoy enojada).
1.___________________
2. ___________________
3.___________________
… etc.
Ahora agrega a cada uno de estos mecanismos de defensa el porqué te puedes perdonar a ti mismo(a):
Ejemplo. Mecanismo de defensa: Promiscuidad
Me puedo perdonar a mi misma(o) por hacer esto porque:
• El abuso de mi padre me enseñó que mi único valor era sexual.
• Nadie me dijo jamás que yo podía decir NO.
• Ser sexual fue la única manera que yo conocía de sentirme querida. Y yo necesitaba sentirme querida a fin de sobrevivir.
Cosas en qué pensar:
• De todas las razones que he escrito para perdonarme a mí misma(o), ¿en cuál(es) realmente creo? ¿Cuál(es) me parece poco realista?
• ¿De qué mecanismos de defensa me siento avergonzada(o) todavía? ¿Por qué? ¿Qué me ayudaría a quitarme esa vergüenza?
• ¿Cómo puedo comenzar a compensar a las personas por el daño que les causé con mis mecanismos de defensa?
Espera los siguiente ejercicios acerca de LOS PROS Y LOS CONTRAS DE LAS CONDUCTAS DE DEFENSA.
Tomado de El Coraje de Sanar, libro de ejercicios de Laura Davis.
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