Los abusos sexuales en niños son más comunes de lo que se cree, pero lo más lamentable es que muchas veces los padres no reaccionan en forma adecuada y pueden complicar más el problema.
La ayuda profesional en estos casos no sólo la requiere el menor, si no también los padres para ayudarlos a enfrentar este golpe sicológico y actuar de manera correcta, por ello en la presente entrevista nos da una serie de recomendaciones al respecto.
¿Qué tan frecuentes son los abusos sexuales a menores?
Bueno, de acuerdo a estudios que se ha realizado la Secretaría de Salud estamos hablando de que de que de cada 10 personas, 7 pudieron haber sufrido algún tipo de abuso en su niñez, ya sea física, verbal, psicológica, o sexual.
Específicamente el abuso sexual infantil se sabe que se presenta con mucha frecuencia, pero no se tienen datos estadísticos precisos, sólo aproximaciones, porque las familias de los niños afectados no lo declaran. Es un tema del que no se habla en las familias, que lo esconden muchas veces.
¿Qué recomendaciones haces a los padres en los casos de abuso sexual a sus hijos?
La primera recomendación que siempre les hago es mantener la calma, porque dependiendo de su reacción ante su hijo será el grado de afectación que pueda llegar a tener en el menor un sucesos como ese.
En ocasiones afecta más la manera en cómo la familia reacciona ante lo que ocurrió, que el mismo abuso por la forma en que se alteran, ya que pueden asustar al niño y complicarlo.
El niño reaccionará dependiendo a su edad. La mayoría de los abusos no son con violencia, y los niños cuando son muy pequeños no conciben en su cabecita lo que les sucedió, no tienen la noción que los adultos sí tenemos.
Cuando el niño nos llega a decir que alguien le está tocando sus partes íntimas, uno como adulto sí tiene la concepción de que eso es un abuso, pero para el niño a lo mejor fue algo divertido, incluso hasta experimentó placer.
Entonces por ello hay que actuar con calma porque una actitud de susto o alterada puede resultar contraproducente y agravar el daño que pudiera existir en el niño abusado.
Por eso la segunda recomendación es que, además de guardar la calma, indagar con el niño que fue lo qué pasó, cuándo, de qué manera fue, cómo se siente para con base a ello saber cómo actuar y ayudarlo.
La tercera recomendación es créele a tu hijo, de entrada uno puede decir que no es posible, porque muchas veces la primera reacción es la negación. Confía en él y transmítele esa confianza.
Desafortunadamente hay muchos papás que no les creen, piensan que el niño está inventando, mintiendo, los niños no mienten sobre esto.
Se han dado casos, pero muy excepcionales y bajo circunstancias muy específicas, además de que se puede detectar fácilmente cuando un niño miente. Cuando eso ocurre el niño se contradice no tiene la sagacidad de un adulto para elaborar una mentira.
La cuarta recomendación es separa al niño de quien lo ha abusado, alejarlo de la situación en que ha sido abusado trátese de quien se trate.
Muchas veces en los casos de incesto, luego de que el menor reveló que su papá o un hermano lo abusó, no pasa nada y siguen conviviendo en el mismo techo, lo cual no es conveniente.
La quinta recomendación es busca ayuda, un profesional que ayude a los padres, ya sea en alguna institución pública o privada a donde te puedan orientar qué hacer.
Primero hay que buscar ayuda para los padres, para que sepan cómo actuar y después para el niño o al mismo tiempo.
Cuando los niños no dicen que fueron abusados, pero se tiene la sospecha de que ha ocurrido eso ¿Cómo pueden los padres averiguarlo?
No hay un factor para determinar que un niño es abusado, pero sí hay indicadores que cuando uno los observa con mucha sutileza y cuidado se puede uno acercar a su hijo y preguntarle directamente ¿alguien te está molestando? ¿alguien está tocando tus partes privadas?
¿Cuáles son esos indicadores?
Puede ser una baja en el rendimiento escolar en forma drástica sin razón aparente, apatía a la escuela, otra puede ser la marginación en el niño, que se aleja de las actividades que antes le gustaban.
Son cambios notorios a nivel escolar, social y afectivo, que igual puede no ser resultado de un abuso sexual, pero sí de que algo está pasando.
Otros indicadores son terrores nocturnos que los niños despiertan asustados. También que pierdan el control de su esfínter y se orinen en la cama, cuando antes eso no ocurría.
De igual forma irritabilidad o conductas agresivas sin razón aparente. Conductas autoeróticas, pero de manera inusual y en forma repetitiva en espacios no adecuados, al margen de su desarrollo psicosexual normal.
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