miércoles, 5 de octubre de 2011

Recuerdos

Es imposible olvidar lo experimentado, pero he podido vivir en paz conmigo mismo, cuando miro atrás, muchos sentimientos me invaden, pero ninguno ha logrado consumirme ya. Mi infancia la viví solo, sin que nadie me guiara, muchas preguntas tuve que responderme solo, eso me llevó a vivir idealizando lo que quería, anhelando lo que consideraba que me producía felicidad, fue mucho tiempo esperar para recibir migajas.
 
¿Por qué me mantuve firme?, creo que siempre confié en una pequeña vocecita que salía de mi interior, no siempre me libré de errores, pero me mantuvo fiel a que no estaba del todo mal, como muchos lo decían.
 
 
Mis padres, amigos de la escuela, formadores, cada uno en su propia rol, pero siempre me querían hacer a su manera.
 
No, no lo permitiré  -me decía a mí mismo-, después de todo, terminaba haciendo las cosas que quería, pero experimentaba culpabilidad cuando no me salían bien, pero cuando todo resultaba correcto sentía que caminaba en la dirección correcta, el vía de mi realización, de mi felicidad. De esta experiencia aprendí que es sabio escuchar la experiencia de otros, pero debo de ser fiel a mí mismo, debo de escucharme, de esa manera sabré hacia donde me dirijo.
 
El abuso sexual, el abuso emocional, la baja autoestima, una mezcla de vivencias que me desprogramaron y me dejaron vulnerable a la voluntad de otros que pretendían ayudarme, no todos con recta intención. El silencio conmigo mismo, los momentos de salir a caminar solo a la playa, todo esto me hizo recobrar la voz que había perdido, la voz que había asesinado, la voz de mi conciencia, la voz de mi propio deseo. Estoy feliz, me he encontrado conmigo mismo.

Escrito por Juan M. Castro
Autor de la novela «Abandonados en la Oscuridad»

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