Un manto de silencio envuelve muchos casos de explotación y abuso sexual
contra menores de edad, cometidos en el 90 por ciento de los casos por el padre,
padrastro, abuelo, tío, hermano o primo de las víctimas por la presión social
que sienten sus familiares.
"Socialmente es mal visto: '¿cómo voy a
denunciar a mi pareja o a mi compañero o a mi marido o a mi hermano?', cuesta
mucho trabajo", dijo Mayra Rosalinda Rojas Rosas, directora de la asociación
civil Infancia Común.
"En el momento en que un niño se acerca y comenta
lo que ocurrió, se minimiza el abuso".
De acuerdo con la especialista,
los padres de las víctimas de abuso se atreven a hacer la denuncia cuando éste
ha sido constante y violenta al niño.
El total de víctimas registradas
durante 2010 y 2011 en el Distrito Federal es de mil 733 menores de edad, de
acuerdo con estadísticas de la Procuraduría General de Justicia local
(PGJDF).
De enero a diciembre del 2010, la PGJ capitalina registró 911
casos de abuso sexual a mujeres entre los 1 y 17 años de edad, mientras que el
promedio de abuso contra varones fue de 179 denuncias.
Desde principios
del 2011 hasta julio del presente año, la Procuraduría capitalina ha atendido
549 denuncias de abusos a niñas y 94 a niños.
"En más alto porcentaje
sufren las niñas, estamos hablando de niñas entre 13 y 18 años, lo que aquí
llaman adolescentes", dijo Rojas Rosas.
Un niño o adolescente que ha sido
víctima de explotación o abuso sexual, al levantar su denuncia, debe narrar todo
lo que pasó, además de que es sujeto a una evaluación médica y psicológica
realizada por los peritos de la PGJDF para acreditar el delito, explicó Juana
Camila Bautista, Fiscal de Delitos Sexuales.
"Lamentablemente, siempre
ocurre cuando llegan aquí los padres, obviamente desesperados y lastimados por
el conocimiento que tienen que los hijos han sufrido una agresión de esta
naturaleza, que lo primero que hacen es ir con el probable responsable de la
conducta y advertirle que lo van a denunciar", explicó.
Sin embargo, esta
forma de proceder lejos de ayudar, complica las investigaciones porque el
sospechoso puede darse a la fuga para sustraerse a la acción de la justicia,
añadió Bautista.
En el caso de la explotación sexual, las principales
víctimas de la trata de personas son niñas de entre 9 y 17 años.
"Las
enganchan prometiéndoles una mejor vida y son sometidas a explotación una vez
que están fuera de sus redes de contención social", observó Rojas
Rosas.
Este delito, que ocurre en un ambiente clandestino, es difícil de
perseguir porque implica a niñas invisibilizadas, en una situación de alta
vulnerabilidad económica y social, en su mayoría de Veracruz, Chiapas y Oaxaca,
explicó la titular de Infancia Común.
"El rango entre los 13 y 18 años,
esas son las niñas que puedes ver afuera pero hay niñas más pequeñas dentro de
los circuitos, sólo que esas no las ves", indicó la experta.
Entre el
2010 y lo que va del 2011, la PGJDF ha investigado 23 casos.
Miguel
Adame Vázquez.
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