viernes, 16 de noviembre de 2012

No más gritos sin voz


 
  El 19 de noviembre se celebra el Día Mundial para la Prevención del Abuso Infantil, que de manera natural concita el apoyo de todos. Ya en algunos medios de comunicación podemos ver notas y reportajes alusivos al tema, las organizaciones sociales programan diversas actividades, y por supuesto no tardarán en llegar los pronunciamientos de los políticos de cualquier signo 
Qué bueno que así sea, pero qué mal que se olvide tan pronto. Al día siguiente seguramente vendrán otros temas, se impondrá una nueva coyuntura y el grueso de la gente será absorbida por sus ocupaciones y preocupaciones cotidianas como es normal, y mientras tanto miles de niñas y niños seguirán siendo víctimas de algún tipo de abuso.

Tan solo para darnos una idea, porque hay que recordar que en su gran mayoría los casos de abuso infantil no son denunciados, de acuerdo con cifras de la ONU, aproximadamente 150 millones de niñas y 73 millones de niños son víctimas de violación o de violencia sexual cada año en el mundo.

Pero por encima de los números, no puede haber nada más fuerte que nos vincule y comprometa, que conocer de manera cercana alguno de estos innumerables casos y esto es precisamente lo que me sucedió.

Conocí al padre de una pequeña de 6 años que había sufrido de abuso en el entorno familiar como es común; me compartió su historia, sus frustraciones e impotencia ante la apatía de las autoridades y de los efectos de algunas disposiciones en materia penal que llevan a la revictimización de niñas y niños que han sido afectados por un delito de índole sexual.

Hoy, Miguel Adame se ha convertido en uno de los principales activistas en la prevención y combate del abuso sexual infantil. Robándole horas al sueño alimenta su blog cada noche con información muy valiosa, escucha y orienta a un sin número de víctimas que lo contactan de varios países de América Latina, emprende campañas para generar conciencia, trabaja incansablemente para impulsar cambios a la legislación vigente y todo ello sin más recursos que su férrea voluntad para evitar que otros pasen por el mismo calvario al que él se tuvo que enfrentar.

Este, junto con la valiosa labor que realizan organizaciones sociales como la Red por los Derechos de la Infancia (REDIM), Infancia Común, o la Oficina por los Derechos de la Infancia, es ejemplo claro de responsabilidad social, de una convicción profunda y de lo que se puede lograr, pero no basta.

Lo he señalado con anterioridad en este mismo espacio. Es indispensable que la prevención y el combate al abuso infantil en todas sus formas se convierta en un asunto prioritario, que pase a formar parte de la agenda de partidos y gobiernos para que se traduzca en políticas públicas, programas y leyes adecuadas.

Requiere de un esfuerzo colectivo. Que cada uno de nosotros nos volvamos activistas permanentes y procuremos un entorno sano de desarrollo para nuestras niñas y niños así como el pleno respeto a sus derechos. No esperemos otra fecha conmemorativa, un escándalo mediático o a vivir una historia de terror en carne propia. No permitamos más gritos sin voz.

 http://lasillarota.com/index.php?option=com_k2&view=item&id=53992:no-m

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