"Se define como abuso sexual infantil a los contactos e interacciones sexuales entre un menor de edad y un adulto o entre menores de edad si existe una diferencia de cinco años entre ellos, o si el niño/adolescente agresor se encuentra en una posición de poder o control sobre la víctima, aunque no haya diferencia de edad", Hartman y Burgess.
Otra definición es la propuesta por el National Center of Child Abuse and Neglect: "Contactos e interacciones entre un niño y un adulto, cuando el adulto (agresor) utiliza al menor para estimularse sexualmente a sí mismo, al niño o a otra persona. El abuso sexual puede también ser cometido por una persona menor de 18 años, cuando el perpetrador es significativamente mayor que la víctima o cuando el agresor está en una posición de poder o control sobre el menor"
¿Quiénes son las víctimas?
Mayoritariamente son niñas o adolescentes mujeres, pero es necesario remarcar que de cada 10 víctimas, 3 a 4 pertenecen al sexo masculino. De ahí que la prevención debe incluir a ambos sexos por igual.
Los ofensores eligen a las víctimas que responden a los estereotipos de género: niñas o adolescentes dóciles, dependientes, poco aventuradas, sumisas, emotivas, vulnerables, amables. Niños o adolescentes inseguros, introvertidos y sensibles a los sentimientos de otros.
¿Cuáles son los lugares en los que puede ocurrir un abuso?
Cualquier sitio, desde una guardería infantil hasta la propia casa del niño, centros comerciales, Internet, clubes, colegios, la canchita del barrio, campamentos, viajes de fin de curso, pub o discotecas, casas de vecinos o familiares, iglesias o templos y, por supuesto, como ya lo dijimos, pero debemos reiterarlo por ser el sitio más frecuente, la propia casa de la víctima.
¿Qué podemos hacer?
Una adecuada educación sexual a temprana edad y una buena comunicación entre los padres y los hijos disminuye en un 80% la probabilidad de un abuso sexual infantil. Además de esta intervención específica, se recomienda:
Cambiar la educación de las niñas.
Nuestro estereotipo social es hombre fuerte - mujer débil. Así, la misma sociedad crea a sus propias víctimas de abusos y violaciones: los débiles. La feminidad no tiene relación con la “debilidad o pasividad”. Enseñe a las niñas a ser ágiles, a defenderse y a desarrollar sus habilidades físicas.
Cambiar la educación de los niños.
De la misma manera que criamos víctimas a las mujeres, criamos a los varones como victimarios o violadores. Nuestra cultura enseña a los varones a ser agresivos. Asocia la fuerza y la violencia con la masculinidad.
La antropóloga Margaret Mead ha observado que no se oye hablar de violación en las sociedades en las cuales los varones son condicionados por esa cultura para ser protectores y no agresivos. Se inculca a los niños desde edades tempranas a desarrollar un papel de sustento, sacrificio y protección (HYDE, 1979).
Cuidar el ambiente de nuestro hogar.
¿De dónde surgen los abusadores? De familias cualesquiera, pero con una característica común: hogares con conflictos, desavenencias conyugales, gritos, insultos, peleas.
Es improbable que surja de una familia donde el respeto, las caricias y el buen trato sean la norma cotidiana. Por lo tanto, debemos trabajar para que el ámbito de nuestro hogar sea ejemplo del amor auténtico todos los días. ¡Invierta tiempo en su familia!
http://datachaco.com/noticias/view/47704
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