En los países de altos ingresos, los costes medios del abuso infantil son equivalentes a una pérdida del 1,2% del ingreso per cápita, lo que se traduce en más de 130.000 millones de euros cada año en Estados Unidos. La pérdida estimada es de 44.000 millones en China, un país de ingresos medios.
"La violencia contra los niños es frecuente en todos los países, en todos los niveles de ingresos y en todas sus formas", afirma Sue Horton, profesora de la Universidad de Waterloo y cátedra de Economía de la Salud Global en el Centro para la Gobernanza Internacional e Innovación. "Además de un asunto basado en los derechos, ahora hay un tema económico más fuerte que nunca para proteger a los niños contra la violencia", añade.
El panel, organizado por la profesora Horton y Susan Bissell, directora de la Asociación Mundial para eliminar la violencia contra los niños perteneciente a UNICEF, presenta este viernes los resultados de su investigación en Washington, donde la AAAS celebra su encuentro anual.
Con destacados académicos y profesionales de Estados Unidos, Reino Unido, China y Pakistán, el panel presentará las últimas investigaciones sobre el impacto económico de la violencia contra los niños en regiones clave en todo el mundo. Un estudio de la Universidad de Edimburgo revela que el coste de abuso emocional por sí solo, en los países del Este de Asia y el Pacífico, supera los 42.000 millones de euros por año.
Los expertos implicados en esta investigación son James Mercy, de los Centros de Estados Unidos para el Control y Prevención de Enfermedades; Deborah Fry, de la Universidad de Edimburgo, en Escocia; Xiangming Fang, de la Universidad Agrícola de China; Zulfiqar Bhutta, del Centro para la Salud Global Infantil del Hospital para Niños Enfermos, en Toronto, y el Centro de Excelencia de Mujeres y Salud Infantil de la Universidad Aga Khan, en Pakistán.
Costes de tratamiento y pérdida de productividad
Costes financieros significativos a causa del maltrato infantil incluyen costes de tratamiento para las lesiones físicas sufridas, la futura pérdida de productividad debido a lesiones, un nivel de educación más bajo y los ingresos del mercado de trabajo, así como los efectos intergeneracionales. La violencia que se vive en la infancia se asocia a un mayor gasto en salud en la edad adulta.
Los países de menores ingresos registran mayores tasas de maltrato infantil. En África Occidental y Central, el 90% de los niños son física o psicológicamente maltratados en el hogar; y en Asia Oriental y el Pacífico, ese número se sitúa en el 74%.
"Aunque las tasas de abuso de niños están vinculadas a la situación económica de un país, no es excusa para que se perpetúe -señala Bissell-. Hay intervenciones conocidas que son eficaces en la prevención de la violencia y el apoyo a los niños que la han sufrido. Muchos de éstas son rentables y ofrecen una buena relación calidad-precio público".
Las leyes pueden tener un efecto significativo en el cambio de actitudes y las prácticas de violencia física contra los niños. La legislación para proteger a los niños contra el castigo violento redujo la proporción de niños que son golpeados en un 80% durante un periodo de 35 años en Suecia. Formación a los padres, visitas a los hogares y programas de prevención del abuso sexual también han demostrado un historial de detención de la violencia contra los niños.
En 1990, UNICEF creó la Convención sobre los Derechos del Niño para aclarar los derechos de éstos y cambiar la forma en la que se les veía y se les trataba. Hasta la fecha, 196 países miembros han firmado o están en el proceso de firma la Convención. Estados Unidos es el único reducto que queda.
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