- Estanis Bañuelos
- 26 febrero, 2016
En 2002, un equipo de reporteros de investigación del The Boston Globe, llamado Spotlight, destapó los escándalos de abuso sexual infantil cometidos durante décadas por cientos de miembros de la Iglesia Católica encubiertos por la cúpula del sistema religioso, legal y gubernamental de Boston. La publicación de estos hechos cuestionó a las instituciones del sistema e inició una corriente de revelaciones de casos similares alrededor del mundo. Todo ello por la valentía y el trabajo bien hecho de un grupo de periodistas.
Así pues, Spotlight, nominada a mejor película en los próximos Oscar, sirve como guía profesional para cualquier trabajo y nos ofrece unas lecciones de vida a las que más vale acogerse:
En equipo todo sale mejorSalvo en los momentos más tensos, todo el equipo rema en la misma dirección. Y si algo no acaba de comprenderse, lo mejor es hacer una reunión y exponer las diferencias. Solo así, al unísono, se puede nadar a contracorriente. Cada dato que inspeccionan es compartido. Saben que diez manos son mejores que dos. Tienen más perspectiva y a la vez, más fuerza. Juntos pueden vencer a lo establecido.
El mejor ataque es al sistema, no basta con los casos aislados
Al igual que la corrupción en la política, si solo es juzgado el que metió la mano en la caja, el problema seguirá existiendo. Sus dirigentes lo saben y lo permiten. Lo mismo ocurrió con los casos de abusos a menores por parte de la Iglesia Católica.
Por eso mismo, el director del equipo de reporteros no quiso condenar exclusivamente a los curas. Sabía que si solo destapaban eso, la población lo tomaría como casos aislados y no sería tan transcendental. Si llegas al sistema tienes un efecto dominó global. El impacto provocó que poco a poco fueran apareciendo nuevos casos: en EEUU, 6.427 sacerdotes han sido acusados de abusar sexualmente de 17.259 víctimas, mientras que se han descubierto casos en 105 ciudades estadounidenses y en 102 archidiócesis de todo el mundo.
Si sabes esperar, la recompensa será más grande
Para llegar hasta el final tuvieron que esperar y arriesgar. Tenían los casos aislados a punto de caramelo: serían los primeros en publicarlo. Pero les pareció insuficiente. Sabían que si esperaban a tener todas las pruebas podían llegar más lejos. Así que no te conformes con lo primero que tengas, si ves que en el horizonte hay algo más grande, aguarda como un felino a la hora de cazar, y ataca en el momento oportuno.
Pasamos la mayor parte de nuestro tiempo tropezando en la oscuridad
Es curioso como en multitud de ocasiones tenemos algo delante y no queremos verlo. A veces, como en Spotlight, necesitamos que alguien venga de fuera y nos abra los ojos. El antiguo editor del The Boston Globe, Marty Baron, quien encabezó la investigación, lo deja muy claro en la película: “A veces es fácil olvidar que pasamos la mayor parte de nuestro tiempo tropezando en la oscuridad. De repente una luz se enciende y hay un sentimiento de culpa que se esparce”. Lo importante es que al final se encienda esa luz y seamos conscientes de que estábamos equivocados.
El periodismo no sirve de nada si no es libre
“Una prensa libre mantiene controladas a las instituciones poderosas”, dice el director Tom McCarthy en The Citizen . Incluso la propia Nicole Rocklin, una de las productoras de la película, se pregunta si esta aterradora historia hubiera salido a la luz sin el trabajo de estos periodistas durante años, quienes contaron con los recursos necesarios para hacerlo. “Resulta aterrador que equipos de investigación como este hayan desaparecido de las redacciones a causa de los recortes, ¿ahora quién va a contar historias así?”, explicó durante la presentación de la película en el Festival Internacional de Cine de Venecia.
Hay que recordar que el periodismo es el cuarto poder. La necesidad de un periodismo labrado, que investigue y que sea libre es necesario, aunque lamentablemente esté en peligro de extinción.
La Iglesia no es Dios
“Si eres un niño pobre, de una familia pobre, y un cura te presta atención, te sientes muy especial. ¿Cómo le dices que no a Dios?”, confiesa una de las víctimas en la película. A lo que Phil Saviano, otra víctima que luchó contra sus verdugos, añade: “una vez se ha ganado tu confianza, un día te pide que lo masturbes o se la chupes. Y aceptas porque te sientes atrapado, porque te ha encerrado […] Cuando un sacerdote te hace esto, te despoja de tu fe”.
Este tipo de actos son propios de personas perturbadas. Encubriéndolas, la Iglesia ha permitido que se haga la amalgama entre la pederastia y su institución, pero más allá de esta, cada uno puede guardar su fe en lo que quiera. Si existiera un Dios, y a la gente le sirve de referencia en su espiritualidad, seguro que no tiene nada que ver con estos depredadores sexuales
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