lunes, 25 de marzo de 2019

ABUSO INFANTIL DESTRUCTOR DE VIDAS

<span class="priority-content" mlnid="idcon=33008586;order=2.0">Abuso infantil destructor de vidas</span>
ILUSTRACIÓN MORPHART PUBLICADO EL 24 DE MARZO DE 2019
Más allá de la condena o no de las posibles conductas indebidas de la fallecida superestrella del pop Michael Jackson, en relación con delitos de abuso infantil, de los cuales fue absuelto en 2005, el documental, inmerso en la historia de dos niños —hoy adultos— que se declaran víctimas de tocamientos y actos sexuales, increpa respecto de la enorme responsabilidad de los padres en el cuidado de los menores para que crezcan en entornos sanos y seguros.
Lo primero es recordar la vulnerabilidad física y la fragilidad sicológica de los niños entre 0 y 17 años, que pueden ser sometidos o engañados para incurrir en actos que dañan y degradan su humanidad y dignidad. Por eso la identidad con la campaña emprendida hace dos meses por la Alcaldía de Medellín “Con mi cuerpo nadie se mete”.
Debe ser un lema de permanente repetición y conciencia, puesto en práctica desde el hogar, para que tanto los padres como los niños lo conviertan en rector de sus vidas y en constructor de un ambiente familiar de afecto, pero también de respeto a la integridad de seres que merecen protección especial.
Según datos de enero pasado de Medicina Legal, en Colombia cada 22 minutos se registra un abuso sexual contra un menor. Lo peor es que los últimos tres años las cifras van en aumento (17 % entre 2016 y 2018). El ICBF habla de 74 de esos delitos, a diario. En España, por ejemplo, las investigaciones señalan que el 80 % de los abusos son cometidos por parientes o conocidos. En nuestro país, la Corporación Cariño asegura que el 90 % de los abusos se da en el ambiente familiar.
En 2018, 74 de cada 100 víctimas en Colombia eran niñas. La Defensoría del Pueblo advirtió en 2017 que en 85 municipios las menores corren riesgo de ser sujeto de agresiones de los actores del conflicto armado. Por eso, en este contexto, la invitación también es a respaldar la campaña #HablemosDeLasNiñas y a denunciar en la página www.teprotejo.org abierta las 24 horas.
El documental referido en el encabezado de este editorial muestra además el riesgo que encarna la complacencia o descuido de los padres o acudientes con terceros que tienen contacto con sus pequeños, sin ningún monitoreo.
Ni las comodidades ni una aparente seguridad ni el dinero ofrecidos por otros deben anestesiar los sentidos y la obligación de los padres de velar por la protección de niños que pueden ser objeto de manipulaciones y amenazas que los reduzcan al silencio, e incluso a una complicidad desfigurada con sus abusadores.
Las dos historias del documental, y tantas que a diario se registran en el país en comisarías de familia y estaciones de policía, dimensionan los daños irreversibles que sufre un niño para el resto de su vida cuando es agredido o utilizado sexualmente por algún adulto. Un drama que envuelve inevitablemente a su familia y que dificulta su posterior desarrollo emocional y que lo convierte en potencial perpetuador de conductas similares, por supuesto anómalas.
El abuso sexual infantil destruye personas en el hoy y en el mañana de su riqueza individual, familiar y social, por eso la obligación impostergable de prevenirlo y denunciarlo.

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