Pedro Salinas estuvo en el Vaticano y fue parte de las actividades de la cumbre antipederastia de la Iglesia católica. Esta es su mirada crítica de lo que fue este evento.
Por José Alván S.
La Iglesia católica busca enfrentar al peor de sus fantasmas que le ha quitado parte de su credibilidad en el mundo entero: el abuso sexual al que han sido sometido miles de niños, niñas, adolescentes, hombres y mujeres. Nadie se ha salvado de ese lado endemoniado de la ‘representación de Dios en la tierra’.
Theodore McCarrick en Estados Unidos, Marcial Maciel y los Legionarios de Cristo en México, Fernando Karadima en Chile y el Sodalicio en el Perú son solo un puñado de los casos más escandalosos de abuso sexual en la Región que, pese a los centenares de víctimas, no han concluido con el único pedido de los afectados: justicia.
Solo en agosto de 2018 la Corte Suprema de Pensilvania publicó un reporte que documenta 300 casos de sacerdotes “depredadores” sexuales en seis de las ocho diócesis del estado. El número de víctimas supera las mil personas, quienes en su mayoría eran menores de edad.
En los escándalos de abuso infantil de la Iglesia católica las víctimas se cuentan de cientos a miles de niños que sufrieron de vejaciones dentro de las escuelas religiosas, los conventos y hasta en los mismos templos.
No hay lugar donde no llegue la maldad de quienes creen tener un poder ‘divino’ para dejar llevar el abuso sobre personas inocentes que lo único que hicieron es creer y por desgracia muchas veces callaron.
Los miles de casos de abuso sexual que hicieron de la Iglesia católica una de las instituciones religiosas más cuestionadas del mundo son todavía un reto que el papa Francisco trata de afrontar “como al toro por las astas”, según la lectura que le da Pedro Salinas, quien hasta hace poco estuvo en el Vaticano para ser parte de la cumbre antipederastia, PBC2019.
Los obispos reunidos en la cumbre antipederastia convocada por el papa Francisco. EFE
Esta cumbre antipederastia logró reunir a los obispos de las conferencias episcopales de todo el mundo para hablar sobre las acciones que debería hacer la Iglesia católica para detener los casos de abuso sexual y dejar de lado esa imagen de “injusta y encubridora”.
Fueron 3 días de cumbre entre discusiones, propuestas y oraciones. Previo al encuentro, el comité organizador se reunió con 12 víctimas de abusos de la Iglesia católica, entre ellos estaba Pedro Salinas, el periodista que junto a Pola Ugaz revelaron el caso de pederastia más vergonzoso dentro del clero peruano.
Pedro Salinas y el grupo de las 12 víctimas de abuso dentro de la Iglesia católica. El Desconcierto
“El día previo a la cumbre antipederastia convocada por el papa Francisco invitaron a 12 personas, de los cuales 11 eran víctimas sexuales menos yo. Eso me llamaba la atención. Cuando pregunté, me explicaron que yo había sido víctima de abusos psicológicos y maltrato físico en el Sodalicio”, cuenta Salinas en entrevista con La República.
El autor de Mitad monjes, mitad soldados, uno de los libros que denuncia el abuso del poder del Sodalicio en el Perú dice sentirse agradecido por esta invitación hecha desde el Vaticano.
Además, añadió que pese a la “persecuión” que denuncia sufrir del arzobispo de Piura, José Antonio Eguren Anselmi, tiene el respaldo de la Santa Sede que quiere cambiar su discurso con respecto al trato de las denuncias por abuso.“Él está en las antípodas del Vaticano y no comulga con lo que el papa Francisco quiere para la Iglesia católica”, dice Pedro Salinas sobre el sacerdote.
El monseñor Charles Scicluna, uno de los organizadores de la cumbre antipederastia y Pedro Salinas. El Desconcierto.
El periodista tuvo la oportunidad de conversar directamente con monseñor Charles Scicluna, secretario adjunto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y mano derecha del papa Francisco para la organización de la cumbre antipederastia.
“Lo importante de la cumbre antipederastia es que apunta a un cambio total de mentalidad. Los ejes han sido bien claros: La responsabilidad de los obispos, que la Iglesia católica rinda cuentas. Finalmente, y no menos importante, la transparencia. Esos eran los tres ejes de este encuentro”.
“Es la primera vez que la Iglesia enfrenta este cáncer. Lo ha hecho con tropiezos, con metidas de pata. No todo ha sido perfecto, es verdad, pero no se puede dejar de reconocer que este es el primer pontífice que le pone cara al asunto, que quiere enfrentar al toro por las astas y que se está rodeando de gente calificada como monseñor Scicluna. Ojalá que intervenga otra gente de otros dicasterios, donde también deben hacer limpieza, porque hay mucho obispo encubridor en estos mismos”.
¿Cuáles crees que podrán ser las acciones principales que se percibirán en los días posteriores a esta cumbre?
En las conferencias episcopales debería crearse unidades de trabajo, pero que trabajen en serio, con recursos que se habiliten al interior del país para detectar más casos, que hagan sus propias investigaciones, que no estén esperando que la prensa las reviente y a partir de ahí empiecen a reaccionar. De lo contrario, volvemos a la misma historia de indolencia e indiferencia de siempre.
¿Hubo señales en el Vaticano de posibles siguientes encuentros por el mismo tema?
Yo lo único que sé es que la comisión del Vaticano se quedaba toda esta semana para aterrizar alguna de las recomendaciones y conclusiones a las que se llegaron el día domingo 23 de enero.
¿Cuál fue el clima entre los asistentes y todos aquellos que participaron de esta cumbre?
Había gente que estaba insatisfecha, que esperaba cosas más concretas, más específicas, más tangibles y eso no se dio.
El papa cometió el error de levantar las espectativas. Las víctimas estaban esperando decisiones radicales, obviamente quieren que rueden cabezas, pero eso no va a ser de un día para el otro.
Estamos hablando de una institución de más de 2000 años que por primera vez en su historia va a enfrentar la mayor enfermedad que ha padecido a nivel de pandemia en todo el cuerpo eclesial.
Si la Iglesia católica deja la cumbre antipederastia como un 'gesto para la platea' y nada más, yo creo que ‘arde Troya’ y los fieles se van a ir en estampida en los próximos 20 años. Sin embargo, si toman en serio las iniciativas de Francisco y se rodean de gente como el monseñor Scicluna. Además, comienzan a trabajar como lo han venido haciendo en Chile, pero en el resto del mundo, entonces yo creo que ahí hay que ver con cierta confianza y esperanza de que las cosas podrían cambiar para bien.
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